POV MIASabía que al señalar a Salvador había firmado algo más que una simple acusación. Había sellado mi destino, aunque aún no podía definir si eso sería para bien o para mal. Las fotos seguían frescas en mi mente, y el rostro de Salvador se quedó grabado en mi memoria con una intensidad que me daba escalofríos. No me quedaba otra opción. Si alguien podía lidiar con un hijo de puta de ese calibre, ese era Sebastiano Lombardi. Aunque tenía miedo de las consecuencias, elegí confiar en él.El pasillo hacia la habitación de mamá se sentía interminable. Cada movimiento de la silla de ruedas hacía que mis costillas dolieran un poco más, recordándome lo vulnerables que habíamos estado. Los ataques de Salvador no eran solo golpes; eran advertencias, promesas de que podría volver y terminar lo que había empezado.—Aquí es, señorita Lombardi —dijo la enfermera con suavidad, deteniendo la silla frente a la puerta de la habitación de mi madre.—Gracias —murmuré, tratando de sonreír, aunque sabí
POV SEBASTIANOCada golpe que propinaba al saco de boxeo resonaba en el gimnasio privado como un tambor de guerra. La fuerza con la que mis puños impactaban el cuero era casi inhumana, pero no lo suficiente para drenar la ira que me consumía. Cada golpe que lanzaba no solo llevaba mi ira, sino también mi desprecio hacia Umberto, mi hermanastro, la rata más miserable que había conocido en mi vida. Nunca hubo amor entre nosotros, pero ahora, ni siquiera quedaba una pizca de tolerancia.Quería verlo muerto.Había pasado toda mi vida entrenándome, moldeándome para ser el sucesor de mi padre, para llevar el peso de la Cosa Nostra en mis hombros. Pero Umberto, en su asquerosa cobardía, no quería ganarse su lugar como hombre, no quería enfrentarse a mí directamente. No. Eligió el camino de las ratas, planeando arrebatarme todo mientras yo estaba "muerto".Ese accidente... ese maldito accidente.Recordarlo me encendía la sangre. Los frenos de mi coche fallaron, y un auto apareció, una coincid
POV SEBASTIANOQuería acompañar a Mia esta mañana para estar con su madre, pero un mensaje de mi madre alteró mis planes. Me pidió desayunar juntos, alegando que tenía algo "muy importante" que decirme. Por un momento, pensé que finalmente tenía la ubicación de Umberto, esa rata traidora que necesitaba encontrar a toda costa. No le pregunté más detalles; aún no era el momento de mostrar todas mis cartas. Así que me subí al auto y manejé hasta su casa.Nada, absolutamente nada, me preparó para lo que encontré al llegar.No era un desayuno entre madre e hijo. Ni siquiera era un desayuno normal.Apenas puse un pie en el comedor, supe que había entrado en una trampa. La mesa estaba perfectamente servida, como si mi madre estuviera organizando un jodido banquete real. Pero lo que realmente captó mi atención fue la presencia de Alessandra y sus padres, sentados como si fueran los dueños del lugar.No necesitaba ser un genio para entender el mensaje: esto no era un desayuno casual.—Sebastia
POV SEBASTIANO—Sebastiano, esto no es solo sobre ti. Es sobre la familia, sobre el legado. Tu padre siempre quiso esta unión, y tú mismo aceptaste.—Acepté antes de que mi vida se convirtiera en un maldito circo —espeté, alzando la voz por primera vez—. Antes de que aparecieran problemas más grandes que un vestido de novia o unas rutas de envío.El silencio en la sala era tan pesado que casi podía sentirlo aplastándome. Alessandra parecía querer llorar, su padre me miraba con incredulidad, y mi madre... bueno, su mirada era una mezcla de furia y decepción.—¿Es por esa mujer? —preguntó finalmente mi madre, sus palabras afiladas como cuchillas—. ¿Por esa tal Mia? ¿Es por eso que estás actuando de esta manera?Mis ojos se clavaron en los suyos, mi mandíbula tensa.—No es tu asunto, mamá.—Claro que lo es —insistió, golpeando la mesa con la palma de su mano—. Esa mujer no tiene lugar aquí. No pertenece a este mundo, y tú lo sabes.—Y aun así, está en mi vida —respondí con calma mortal—.
POV SEBASTIANOSalí de la casa de mi madre con un paso firme, sintiendo que cada músculo de mi cuerpo estaba en tensión. Las palabras de Conti resonaban en mi cabeza, pero lo que predominaba era el asco que sentía por él y su estúpida familia. Había cruzado una línea al intentar imponerme algo que ya no tenía cabida en mi vida.Mi chofer ya tenía el auto esperándome. Abrí la puerta del asiento trasero con fuerza, me senté y cerré de un golpe, lo suficiente para que el eco resonara en la noche tranquila.—A casa —gruñí sin mirar al conductor.El viaje de regreso fue un caos en mi mente. Las palabras de Alessandra, el reclamo de su padre, la decepción en la mirada de mi madre... todo se mezclaba en una maraña de emociones que me encendían más y más. Había dado un paso que no tenía retorno, y lo sabía. Pero no me arrepentía.Mia. Ella era el motivo por el que todo esto había explotado, pero también la razón por la que no permitiría que nadie más controlara mi vida. Había sido un accident
POV MIA—Eres más de lo que crees, Sebastiano —susurré firme, acariciando suavemente la línea de su mandíbula con la yema de mis dedos.Él negó con la cabeza, soltando una risa seca que me rompió el corazón.—Eres una maldita ingenua si piensas eso —espetó, su voz cargada de cinismo.—Y tú eres un terco si no lo ves —respondí con una leve sonrisa, atreviéndome a desafiarlo.Sebastiano me miró, su mirada ardiente y penetrante. Pero antes de que pudiera decir algo más, un golpe en la puerta interrumpió el momento.—¿Qué? —gruñó, girando la cabeza hacia la entrada con evidente molestia.—Soy yo, jefe. Dario.Sebastiano soltó un gruñido bajo y se levantó de la cama, su cuerpo tensándose como un resorte.—Quédate aquí —me ordenó, su tono firme y cortante.Lo vi abrir la puerta de un tirón. Desde la cama, no podía escuchar todo lo que decían, pero la intensidad en su voz me dio escalofríos. Parecía enfurecido, como si estuviera al borde de perder el control.Cuando regresó, cerró la puerta
POV MIASebastiano no tardó en regresar al cuarto, su presencia llenando el espacio como un huracán contenido. Lo vi detenerse junto a la puerta por un momento, su mirada fija en mí, como si estuviera evaluando cuánto más podía soportar antes de que finalmente estallara.—Haz tu maleta —repitió con una firmeza que no dejaba lugar a discusión.Me crucé de brazos, plantándome frente a él.—Sebastiano, no puedo dejar a mi madre. Apenas está en recuperación, necesita que esté aquí.—Y estará bien, Mia —respondió con impaciencia, dando un paso hacia mí—. Tu madre está en las mejores manos. Pagamos al mejor equipo médico para que la cuide. ¿Qué parte de eso no entiendes?—¿Y qué pasa si algo sale mal mientras no estoy? ¿Qué pasa si me necesita?Sebastiano dejó escapar un suspiro exasperado y pasó una mano por su cabello.—Mia, no me jodas con esto. No te estoy pidiendo, te estoy diciendo. Nos vamos a Italia mañana. Es solo por dos semanas.—¿Solo dos semanas? —mi voz se alzó, y mi frustraci
POV SEBASTIANOEl trayecto al aeropuerto transcurrió en un silencio cargado, roto solo por el murmullo del motor y el ruido ocasional de los neumáticos contra el pavimento. Mia seguía mirando por la ventana, perdida en sus pensamientos. Sabía que estaba molesta, que probablemente pensaba que estaba siendo un hijo de puta controlador, pero no podía ceder. No en esto.Cuando llegamos al hangar privado, los hombres de seguridad estaban ya esperando junto al jet, listos para asegurarse de que todo estuviera en orden. El piloto nos saludó con un breve gesto antes de desaparecer dentro del avión para ultimar los preparativos.Mia salió del auto sin decir una palabra, sus pasos decididos mientras subía por las escaleras del jet. Por un momento, me quedé observándola, sintiendo una punzada de frustración. Ella no entendía la gravedad de la situación, y quizás era mejor así. Pero no podía dejar que su resistencia debilitara mi enfoque.Entré tras ella y la encontré sentada junto a una ventana,