6

—¿Ayudarme? ¿Qué clase de ayuda es emparentarme con un viejo adinerado?— la desesperación se apodera de mí. 

—Pues no suena a qué sea malo, además ese “viejo” es un hombre maduro bastante sexy y bien ejercitado, no le veo problema.

—No pienso discutir contigo, necesito mis cosas y lo mínimo que puedes hacer es ayudarme a recuperarlas.

—¿Por qué no simplemente se las pides y ya?

—Por que no quiero volver a saber nada de él— recuerdo el beso que nos dimos y no puedo evitar sonrojarme.

—¿Te hizo algo?— dudo en si responderle.

—Me besó— el silencio en la línea se vuelve largo.

—¿Es en serio? ¿Por eso no lo quieres volver a ver? ¿No te gustó?

—¡Cat! ¡Es mucho mayor que yo!

—Jajajaja pero ¿te gustó o no?

—¿Eso que tiene que ver?

—Solo dime, ¿Te gustó? ¿Lo correspondiste?

—Si, si lo correspondí ¿Y?

—Entonces, te gustó…

—Mira, si me gustó o no eso es algo que no importa, ya tomé la decisión de no volver a ver a ese hombre pase lo que pase.

—¿Has escuchado el refrán que dice :”cae más rápido un hablador que un cojo”?

—Ya te dije, no lo volveré a ver.

—Si, como digas. Le diré a Óscar que recupere tus cosas y mañana te las doy en la escuela.

—Gracias— en cuanto digo esa última palabra ella cuelga.

Paso mis dedos por mis labios  recordando cómo se sentía su boca en la mía, he recibido muchos besos antes, he probado otras bocas, pero nadie me había hecho sentir como él me hizo sentir. Todo mi cuerpo se energizó, se desestabilizó. Tengo que controlar mis hormonas.

          Dado que ya me di por vencida y no pienso entrar a las clases de fisiología decido ir directo a la biblioteca y ponerme a estudiar para mí extra. Aún no he sido lo suficientemente valiente para decirles a mis padres que perderé la beca y toda mi vida se irá al diablo. También he buscado en el periódico un trabajo de medio tiempo para compensar esa falta de dinero que tendré, revisé que necesitan a alguien en una florería, se me hizo interesante y ya tengo mi cita de trabajo agendada para hoy saliendo de la escuela. Quiero creer que si mis padres ven mis intenciones por arreglar lo que descompuse tal vez no se estresen tanto.

Llevo una pila de libros hacia la mesa y los dejo a lado del periódico en el que encontré el anuncio de empleo, me siento y empiezo a devorar los libros, hago notas en mi cuaderno mientras escucho por los audífonos algo de música que me ayude a apartarme de mi entorno. De repente cae frente a mí mi mochila y levanto la vista hacia Cat quien parece esperar alabanzas por su hazaña.

—Gracias— me quito uno de los audífonos y tomo mi maleta inusualmente más voluminosa.

—Me debes una.

—No te debo nada, tú me debes a mí y más de una— Cat parece sorprendida. —Todo fue un error— me dejo caer de nuevo en el asiento y froto mi cabeza con mis manos.

—Si, es un error que estés dejando ir a un partido así cuando más lo necesitas— Cat decide sentarse frente a mí, decidida a cambiar mi decisión.

—No Cat, no quiero a un tipo desconocido que me dé dinero por solo Dios sabe que favores quiera que le haga.

—jajajaja pero te va a gustar— me guiña un ojo de forma pícara.

—¡Shhhh!— la bibliotecaria hace callar a Cat mientras mi amiga pone los ojos en blanco.

—No Cat, yo no puedo hacer algo así, no soy como tú— pongo mi mochila en mis piernas y la abrazo.

—Sam, estás son otras épocas, ¿no lo ves? son negocios, Óscar necesita una chica linda que lo haga ver bien y le de placer y cariño y yo necesito dinero y lujos; cada quien obtiene lo que necesita y podemos convivir muy bien. Es un trabajo, solo eso— levanta el periódico como si esa “clase” de trabajos también se anunciara ahí.

—Claro, claro— recargo mi mentón en mi mochila y un aroma dulce sale de ella causándome curiosidad.

—Tu necesitas dinero y él una compañera, te llenará de lujos y te dará el efectivo que desees para que no tengas que trabajar, solo debes de ser buena con él ¿Es mucho pedir?.

—Demasiado— le contesto con coraje mientras abro mi mochila y veo que está llena de rosas rojas, me quedo sorprendida y noto en Cat que parece emocionada.

—¡Que lindo!— se levanta y se apoya en la mesa para ver las flores.

—¡Shhhhhh!— la bibliotecaria vuelve a callarla.

Cat, molesta, se vuelve a sentar mientras tomo una pequeña nota que viene junto con las flores: “Querida Samantha: Lamento lo ocurrido, no quise asustarte; para serte sincero considero que eres una mujer muy hermosa y no pude evitar caer hipnotizado por tus encantos. Me disculpo si mi comportamiento te intimidó y te pido una oportunidad para enmendar mi error. Atte: Nikolai”. Cierro de nuevo la nota y la vuelvo a guardar entre las rosas.

—El fin de semana haremos un viaje a París, la idea es que tú vayas también— me dice Cat con una seriedad que jamás creí capaz en ella.

—No pienso ir.

—Todavía tienes un día para valorarlo.

—Cat, no tengo nada que valorar, no quiero ir, no lo haré.

—Por favor, solo… piénsalo, Nikolai puede ser tu mejor opción para salir del problema en el que te metiste— se levanta del asiento y me sonríe de medio lado, da media vuelta y camina hacia la salida de la biblioteca dejándome de nuevo sola.

El olor a las rosas en conjunto con todo este asunto hace que mi cabeza de vueltas, vuelvo a leer la tarjeta y muy dentro de mí estoy tentada a aceptar y buscar a Nikolai, tal vez Cat tiene razón, es la salida fácil, él podría pagar todo lo de mi escuela con facilidad, pero sé muy bien lo que eso implicaría. Cierro mi mochila y me pongo a leer, pero mi cerebro ya no piensa en nada que no sea Nikolai y su mirada sexy de depredador, siento que con esos ojos puede desnudar mi alma. Creo que es una perdida de tiempo intentar seguir estudiando, lo mejor será que me vaya de aquí. Tomo los libros y me acerco al carrito al fondo pegado a la pared para dejar los libros.

—¿Preparándose para el extra?— la voz del doctor Ildefonso me hace pegar un brinco.

—Doctor— veo que toma con una mano el libro que dejé en el carrito y lee el título.

—Creí que seguiría suplicando por una oportunidad, no pensé que desistiría tan rápido.

—¿En verdad podría obtener otra posibilidad?— intento que mi voz suene lo más desinteresada posible, no quisiera que esto fuera solo una burla. Se acerca a mí lentamente mientras me ve de arriba hacia abajo.

—¿Qué tanto interés tiene en pasar mi materia Srita. Maxis?— clava sus ojos en los míos y me hace sentir nerviosa.

—No quiero perder mi beca, he luchado mucho por tenerla y conservarla, de ella depende que pueda continúar con mis estudios sin tener que trabajar, eso significaría tener tiempo suficiente para estudiar— de nuevo la desesperación se empieza apoderar de mí.

—¿Qué estaría dispuesta a hacer para mantener su beca?

—¿A qué se refiere?— retrocedo un paso, el mismo que avanza hacia mí.

—Me refiero a que podríamos llegar a un acuerdo si usted lo desea en verdad, podría perdonarle sus faltas— coloca su mano en mi hombro y lo aprieta de forma singular, temo el rumbo que está tomando esto.

—No entiendo— intento retroceder de nuevo, pero me sujeta con fuerza del hombro y se acerca un poco más.

—Creo que es una mujer muy hermosa e inteligente, sabe perfectamente a lo que me refiero— me pone contra la pared y aprisiona mi cuerpo con el suyo mientras acerca su rostro al mío.

—Aléjese o juro que gritaré— el pánico empieza a apoderarse de mí.

—Si quisieras que me alejara ya lo hubieras hecho, deseas que esto pase tanto como yo—me quedo petrificada, veo como su rostro está cada vez más cerca del mío. Pongo mis manos contra su pecho intentando alejarlo, pero solo toma mis muñecas y las pone contra la pared.

De repente algo lo toma del cuello de la camisa y lo aleja de mí, lo arroja contra el piso cayendo aparatosamente, veo a mi izquierda a Nikolai que parece ser el autor de todo, se ve molesto, sus ojos echan chispas y se acerca lentamente hacia el doctor que se apoya sobre sus manos en el suelo intentando comprender lo que pasó.

—Vaya forma de intimidar alumnas, dígame doctor ¿Cuántas veces le ha funcionado? ¿A cuántas alumnas ha violado? Supongo que no las suficientes— dice Nikolai mientras lo toma del cuello de la camisa y sin mucho esfuerzo lo levanta. —Vuelvo a saber que está cerca de Samantha, respirando el mismo aire que ella y juro que no contará con un día más para seguir atormentando alumnas, lo prometo. ¿Entendió? No la puede ver, no la puede escuchar, no puede estar en el mismo lugar que ella ¡¿Entendió?!

—¡Si! ¡Si! ¡Entendí! ¡Suélteme!— le dice el doctor mientras busca deshacerse del agarre de Nikolai.

—Bien, me alegra saber que nos entendemos— por fin Nikolai lo suelta y ambos vemos al doctor salir casi corriendo de la biblioteca. Nikolai voltea hacia mí y su mirada furibunda cambia a una más dócil. —¿Estás bien?

—Eso creo— desvío mi mirada de la suya, creo que la actitud del doctor me asustó. Me siento frágil y débil, me siento frustrada por no poder haber salido yo sola de este problema y las lágrimas se empiezan a agolpar en mis ojos. Nikolai camina hacia mí y con su mano limpia mis mejillas.

—Ese imbécil no te volverá a molestar— su mirada es tierna y por alguna razón lo veo más alto, más corpulento.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?— tomo su mano que hasta el momento seguía en mis mejillas y siento el calor de su piel.

—Quería hablar contigo y deduje que seguirías en la escuela, cuando llegué vi a Cat y me dijo que te podía encontrar aquí— baja su mano después de un momento y juntos caminamos hacia la mesa donde están mis cosas —¿Te gustaron las rosas?— tomo mi mochila y no puedo evitar sonreír, no puedo mentir, fue lindo descubrirlas.

—Nunca me habían regalado rosas— volteo hacia él y le sonrío con ternura.

—Me sorprende que no lo hayan hecho.

—Los jóvenes de ahora ya no regalan rosas— tuerzo los ojos recordando a escasos exnovio que tuvieron la oportunidad y no lo hicieron.

—Supongo que es algo que a las mujeres de ahora no les llama la atención— lo dice levantando los hombros.

—¿Qué? Claro que no, son detalles lindos, por lo menos a mí me los parecen— le contesto casi interrumpiéndolo lo cual le genera una sonrisa. —En verdad gracias por todo, por las flores, por tu ayuda.

—Tal vez no tengas ganas de hacer algo en este momento, pero me encantaría invitarte un café, quiero hablar contigo— me quedo pensando por un momento, supongo de qué quiere hablar —sé que tienes problemas en este momento y tal vez mi trato te ayude a solucionarlos— de seguro escuchó toda la conversación que tuve con el doctor. 

—Bien, acepto el café— le sonrío y tomo mis cosas de la mesa, él toma mi mochila y me sigue hasta la salida.

Abandonamos la escuela en su auto, llegamos a un café bastante lindo, con precios elevados. Nos sentamos en una mesa y la mesera de inmediato se acerca contoneándose de forma coqueta y se dirige a Nikolai, sonriéndole pícaramente. Él me da oportunidad de escoger mi bebida y después dice lo que él va a querer, como siempre, pido un capuchino latte, entre más cremoso y diluido el café mejor, en cambio Nikolai pide un café negro sin azúcar, de solo imaginarme lo amargo que suena eso siento que lo lengua se me hace chiquita.

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