—No. —La voz del fantasma de Sam suena suave y triste dentro de mi cabeza—. Nos abandonaste. —Acerca su mano a mi mejilla, pero no la siento.
—No… No las abandoné… ¡NO! —grito con fuerza y me alejo, herido, rabioso, de pronto siento que la odio—. ¡Tú me abandonaste! ¡Me dejaste y me arrebataste a Misha!
—¿Qué esperabas? Me ibas a cambiar por Irina —contesta y una lágrima corre por su mejilla.
—Jamás te hubiera cambiado por Irina.
—¿Cómo esperas que te crea? La defendías de mis palabras… Regresaste a La Bratvá por ella.
—¡Lo hice por nosotros!
—¡Yo jamás te lo pedí! —su grito se escucha en mi cabeza generando eco—. Me lastimaste, me traicionaste, me heriste…
—No… No… ¡NO! —Tomo mi cabeza entre mis manos y la aprieto tratando de que está alucinación termine—. ¡Vete! ¡Aléjate de mí! No eres más que un fantasma retorcido de Samantha.
—¿En verdad quieres que me vaya? —pregunta sabiendo mis intenciones por hace
He compartido mi vida con él, ha sido mi mejor amigo, claro que lo considero mi hermano pese a todo. De pronto sale de la cabaña Piero, agotado; intenta sonreír, pero en vez de eso se deprime más al verme. —Lamento no haber llegado antes —dice bajando la mirada. —Llegaste en el momento en el que tenías que llegar. —Le sonrío y pongo mi mano en su mentón obligándolo a levantar su rostro hacia mí. —Cuando encontré a Edward y pude convencerlo de que tú lo estabas buscando, llegamos directo a la casa y vimos el desastre que quedó después de tu captura… No creí que te podría encontrar —dice con el corazón roto. —Pero lo hiciste, por algo te llaman La Volpe ¿no?, eres el mejor encontrando a tus objetivos. —Fue difícil, demasiado… —Levanta su mirada hacia Edward y le sonríe— …pero tu hermano ayudó, así como sabe esconderse, también sabe buscar. —Lamento lo de Miri —digo cambiando de tema y bajo la mirada, aun recordando a esa pobre c
Tomo un baño caliente y mientras el agua cubre mi cuerpo, veo mis manos con la piel pegada a las falanges; busco mi rostro, palpo los pómulos puntiagudos y mis mejillas hundidas así como mis ojos en las cuencas. Tengo moretones y cortadas que están cicatrizando, es como si hubieran estampado en mi piel blanca un pedazo de cielo nocturno, una galaxia de colores violetas y negros con los bordes verdosos, con la diferencia de que tengo derrames en vez de estrellas. Envuelvo mi cuerpo en una toalla y salgo del baño; acaricio mi cabeza, el cabello es apenas una capa delgada de un par de centímetros. Entro a la habitación y me planto frente al pequeño tocador de madera para verme al espejo. Tengo hematomas en la frente y pómulos, mi labio roto hinchado y amoratado así como mis ojos están rodeados por una sombra negra que azulea. Aun llevo las marcas de cuando me agarraban por el cuello, sus dedos están nítidamente delineados en tonos morados y marrones. Abro la toalla vien
Me hago a un lado dejando que entre. ¿Qué hace aquí? Me asomo al pasillo que lleva hacia el elevador, pero no hay nadie, pensé que Óscar la estaría acompañando. —Vengo sola —responde ante mi comportamiento. Cierro la puerta y regreso mi atención hacia ella que sigue meneando sus brazos, haciendo que la pequeña criatura permanezca en silencio y cómoda. —¿Qué haces aquí? —No conoces a mi hijo… Pensé que si no vas a la casa entonces el pequeño Mateo podría venir a visitarte. —Me sonríe de forma gentil y su mirada destila ternura. Me acerco con desconfianza pues entre ella y yo nunca hemos tenido más cordialidad que la que aparentamos de manera hipócrita cada vez que tenemos que estar en el mismo lugar, pero hoy es diferente, su comportamiento es cálido. ¿Será algún efecto de la maternidad? —Anda… Acércate —dice mientras destapa un poco al pequeño Mateo. Me asomo y lo veo dormido, solo su rostro está a la vista. Me recuerda a mi pe
—¿Para que necesitas que se le haga la autopsia a Samantha? ¿En verdad es necesario? —pregunta Irina sin ocultar la desesperación de su voz. —Quiero saber hasta el más diminuto detalle de su muerte… No dejaré pasar nada por alto, así que dejarás que esa doctora acabe con su trabajo. —Solo te estás torturando de manera innecesaria. Levanto la mirada y de nuevo veo a Samantha con una sonrisa de satisfacción, sé que no está ahí en verdad y que solo es una proyección de mis anhelos, pero su sonrisa me hace sentir que estoy empezando a hacer las cosas bien. —¿Quién es ella? —pregunto desviándome del tema, no tengo ganas de discutir. —Ella es Zhenya… tu nuevo juguete. —¿Qué? —Sí, ya que yo no soy suficiente para ti. —Apoya sus manos en mi pecho desnudo y acaricia la pluma con el nombre de Samantha—. Tal vez ella te satisfaga. —Te estás volviendo loca. —La tomo por las muñecas y de un aventón la alejo. —No, solo quiero
—¡¿Qué demonios fue eso?! —Exclama Ed angustiado. —Les dije que eran trampas rudimentarias, pero efectivas —dice Erika de nuevo. —¿Por qué tu padre puso trampas? ¿No está custodiado por los Rudenko? —pregunta Piero mientras avanzamos con más precaución. Tomo una vara del piso lo suficientemente grande para usarla de bastón y presionar con este el camino frente a mí antes de pisarlo, tal vez pueda descubrir alguna trampa oculta antes de que me mate. —No, ellos solo llegan a recoger las píldoras, eso es todo… pero mi padre temía que los japoneses lo descubrieran y llegaran por sorpresa, su captura significaría mi muerte, quería estar preparado, así que puso estas trampas —explica Erika. De pronto mi vara presiona algo metálico, chasquea y brinca apresándola y rompiéndola, es una trampa con dientes de acero: picudos y filosos. —Tengan cuidado por donde pisan, hay trampas para osos —advierto a los demás. ♠ La caminata me es
Edward se acerca y besa la frente del hombre que acaba de conocer, aunque no le tiene un cariño profundo, tiene esa empatía que nace por alguien que está haciendo lo correcto por un bien mayor. —Sé que no es su obligación, pero no me siento lo suficientemente fuerte para hacer esto solo. —Richtofen levanta la mirada suplicante hacia Piero—. ¿Te importaría librarme de mi miseria? —Papá… —dice Erika desconsolada intentando acercarse de nuevo a su padre, pero Ed la detiene, abrazándola con gentileza—. No, por favor… No, déjame con él, quiero estar con él… ¡Papá! —Su voz se quiebra y aunque hace un gran esfuerzo por zafarse del abrazo de Ed, no lo logra. —Cuida de ella —dice Richtofen a Ed, quien asiente sin ocultar su mirada destrozada—. Los quiero, hijos míos —dice como último adiós. —Vamos… No tienes que ver esto, será peor —dice Ed terminando de sacar a Erika de la cabaña. Piero revisa el cargador de su pistola, se planta frente al químico y l
—Será rápido, lo prometo —digo con una sonrisa intentando consolarlo.Sus ojos se ven cansados, se quieren cerrar y su sonrisa se relaja; la oxicodona le ha hecho olvidar el miedo. Se recarga y respira profundamente mientras apoyo el cañón de mi arma contra la parte interna de su muslo.—Eres doctora… —dice con voz relajada y su sonrisa se hace más grande— …solo un doctor sabría que la ruptura de la arteria femoral provoca una muerte inevitable.—Las manos que alguna vez se formaron para curar, ahora van matar… Siempre tuvo que ser así. —Me dan ganas de llorar por ese trágico e inevitable destino.—Si tu objetivo es por un bien mayor, que así sea.Cierra los ojos y cae en un sopor profundo es entonces cuando jalo del gatillo, la bala atraviesa su muslo y de inmediato su pantalón se tiñe de carmín;
—¿Quién está a cargo de la autopsia? —Ansel me ve fijamente, por suerte sé la respuesta.—La doctora Karime Arany… —pronuncio el nombre que escuché decir a Nikolai— …pero hay un problema, Nikolai le encargó a Óscar que la protegiera mientras realiza su trabajo.—No hay problema, yo me encargaré —dice Ansel con una sonrisa arrogante.—¿Qué te hace creer que te confiaré algo tan importante después de tu descuido en el gulag? —Oleg parece aun guardar resentimiento contra Alsen por lo sucedido.—Porque soy tu mejor opción —responde Ansel divertido por ver como mi hermano pierde la cabeza—. ¿Dónde está el cuerpo?—En Hungría, en la comisaría del distrito 13 en Budapest —respondo de inmediato.—Bien, ordenen todo esto mie