Capítulo 79

—¡¿Qué demonios fue eso?! —Exclama Ed angustiado.

—Les dije que eran trampas rudimentarias, pero efectivas —dice Erika de nuevo.

—¿Por qué tu padre puso trampas? ¿No está custodiado por los Rudenko? —pregunta Piero mientras avanzamos con más precaución.

Tomo una vara del piso lo suficientemente grande para usarla de bastón y presionar con este el camino frente a mí antes de pisarlo, tal vez pueda descubrir alguna trampa oculta antes de que me mate.

—No, ellos solo llegan a recoger las píldoras, eso es todo… pero mi padre temía que los japoneses lo descubrieran y llegaran por sorpresa, su captura significaría mi muerte, quería estar preparado, así que puso estas trampas —explica Erika.

De pronto mi vara presiona algo metálico, chasquea y brinca apresándola y rompiéndola, es una trampa con dientes de acero: picudos y filosos.

—Tengan cuidado por donde pisan, hay trampas para osos —advierto a los demás.

La caminata me es

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