Capítulo 104

—¡Claro! Es para ti —dice Óscar acercando más la bolsa—. No lo he abierto, pero lo examiné y parece no contener explosivos ni nada tóxico.

—¿Quién lo envía?

—No sé, tiene una pequeña carta atada al moño. —La arranca y me la ofrece.

Es apenas una hoja doblada sin mucho chiste. Cuando la abro mi corazón se paraliza.

«Dirígete hacia las coordenadas en el hocico del pegaso…Tómalo como un regalo de despedida.

 Te aconsejo no compartir esto con tu amada Irina, los Rudenko pueden ser algo conflictivos.

Tu amigo, Ansel»

—Hijo de puta… —digo entre dientes y arrugo la nota con saña en mi mano.

—¿Qué pasa? ­—pregunta Óscar desconcertado.

Tomo la navaja con la que corto la cocaína y la encajo en la bolsa negra

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