Solo pudo disfrutar una noche apasionada con él antes de que lo arrebataran de su lado y dejándola desconsolada. Sidney y Nicolás se enteran de que él se encuentra en la otra punta del país y tienen que mover cielo y mar para recuperarlo aunque éste no se acuerde de ellos. ¿Pero cuando hay amor todo no es posible? Éste es el segundo de libro de la saga Hermanos Harris. El primer libro tiene como título: Enamorada de un misógino.
Leer másDaniel y Sídney estaban en su casa, su verdadero hogar y los padres de ella habían venido a estar con ellos después de que Daniel les avisara. Habían visto en las noticias todo lo que había sucedido, hasta de cómo anunciaban del suicidio de Joanna. Carla y Roberto estaban sentados en el sofá con su hija en medio preocupados por lo que le había sucedido y al mismo tiempo aliviados porque su hija saliera ilesa de aquello. Diana también estaba allí con ellos, había ido a verlos y saber que estaban bien.Sídney tenía su rostro pegado al pecho de su madre, estaba cansada por el día que había tenido, pero se sentía feliz de poder estar de vuelta con sus padres.—Mamá — llamó Sídney todavía entre los brazos de su madre—¿Conoces a Luka Hyland? —Carla y Roberto se miraron automáticamente al escuchar aquel nombre. Ante el silencio, ella se incorporó—Es el juez que nos ayudó y sé que es mi padre biológico.—¿Es que ya lo conociste? —preguntó Roberto.—Todavía, pero quiere con
Daniel y Nicolás llevaban esperando fuera de la prisión veinte minutos. Daniel estaba impaciente. Joanna apareció en la salida ya libre, la habían soltado. Sonrió cuando vio a sus hijos esperándola, aunque sabía que no era para recibirla con los brazos abiertos. Daniel se acercó furioso hacia ella, no creía que hubiera ofensa suficiente que la afectara, solo necesitaba encontrar a Sídney.Había un todoterreno allí esperándola.—¿Dónde tienes a mi esposa? —preguntó impaciente.—Me has demostrado que de verdad la quieres…—No estoy aquí para demostrarte nada, ¡solo quiero que me digas dónde la tienes!—A esta hora ya debe estar en Liverpool —los dos hermanos la observaron confusos.—¿Qué?—Pedí que la llevaran allí, así me asegurar&
Cuando salieron de la prisión había periodistas por todos lados con sus cámaras y micrófonos haciéndoles preguntas mientras los seguían a su auto. Pero Daniel y Nicolás los ignoraron subiéndose al auto y poniéndolo en marcha.Daniel le marcó a su padre para hablarle de un juez que se apellidaba Hyland y que siempre fue detrás del caso de Frank Anderson. Le contó que era el padre de Jessica y que le gustaría que se conocieran antes de regresar a Liverpool. Eduardo decidió investigarlo por él.Estacionaron frente a una cafetería. Se bajaron del auto y se sentaron en la terraza de dicha cafetería.—Buenos días —saludó un camarero que se había acercado a su mesa —¿qué desean?Daniel pidió un capuchino, en cambio, Nicolás pidió un bocadillo y café con leche.—Ya no cabe duda que está loca —dijo Nicolás una vez que se marchó el camarero.—Al menos ha salido algo bueno de que regresara a nuestras vidas, — habló Daniel — Jessica.—Por supuesto.—¿De verdad que
Eran las ocho de la mañana cuando Sídney salía del cuarto de baño enrollada en una toalla mientras se secaba el pelo con otra. Escuchó que llamaban a la puerta, se acercó a ella y la abrió. Daniel estaba allí de pie, la tomó del brazo y la arrastró al pasillo después de cerrar la puerta.—Buenos días —dijo él y unió sus labios a los suyos sin darla tiempo de contestar. La estaba besando con ansias, como si llevara una eternidad sin hacerlo. Sídney lo tomó por el pelo atrayéndolo más él.Escucharon un carraspeó y tuvieron que verse obligados a separarse para ver a Nicolás allí de pie. —Siento interrumpiros, pero… —indicó el reloj que llevaba en la muñeca. Sídney se dio cuenta de que tanto él como Daniel estaban arreglados.—¿Vais a alg
Amaia le estaba haciendo la maleta a Jessica por petición de Daniel. Los federales habían llegado en la casa y estaban revisado todos los documentos de Joanna, comenzando con su despacho y su cuarto.—No quiero irme sin ti —sollozó Jessica frente a Daniel. Él le había marcado a Nicolás pidiéndole que pasara a recogerla entre tanto que se estaba llevando el caso de su madre.—Nico también es tu hermano, estarás muy bien con él, créeme. Yo os encontraré en cuanto me sea posible— le acarició la mejilla.—No quiero que te pase nada.—Ya no nos pasará nada a ninguno, te lo aseguro — la atrajo hacia él y la pegó contra su pecho. —Te irás con nosotros y estaremos juntos, no tendrás que vivir de nuevo esta vida. — besó su cabeza.—Ya está lista su maleta — comunicó Amaia después de asegurar la maleta.—Se lo agradezco Amaia.Daniel se separó de Jessica para tomar la maleta y salieron de la habitación, cruzaron el pasillo y bajaron las escaleras hasta salir de la
Eran las once de la noche, todos se habían ido a la cama, pero Daniel estaba en el salón con las cortinas corridas observando a través del cristal con las manos metidas en los bolsillos y la mirada al vacío. Estaba pensando, mañana sería un día importante y poco agradable para algunos.Sacó su móvil del bolsillo, el nuevo que se había comprado, por si acaso. Desde que se había separado de su hermano y su esposa no había hablado con ellos. No estaba seguro de que a esta hora siguieran despiertos, por lo tanto, decidió escribirle un mensaje a Sídney: “Te extraño tanto. Te amo.”Regresó el móvil en el bolsillo después de darle a enviar y dos minutos después recibió una llamada, miró la pantalla y era Sídney quien le estaba llamando. Sonrió antes de contestar.&m
Llamaron a la puerta y se levantó Daniel a abrirla. Jessica estaba frente a él con una bandeja de alimento y una sonrisa en los labios.—¿Puedo pasar? —preguntó emocionada de tener a su hermano de vuelta.—Por su puesto — contestó Daniel tomando la bandeja de sus manos para así ayudarla.—Gracias. Quería traerte yo la comida y de paso estar contigo.Jessica cerró la puerta y se acercó a la cama con su hermano, se sentaron sobre ella.—No te imaginas lo angustiada que estuve cuando no supimos nada de ti —confesó — pensé que no volvería a saber de ti.—Ya no quiero que pienses en eso, — le sonrió Daniel — estoy de vuelta.—¿No vas a comer? — Daniel miró el alimento en la bandeja —Debes de tener hambre, la comida de los hospitales suelen ser un asco. —Daniel recordó que sí había tenido un buen desayuno con su hermano y su esposa esta mañana, nada que ver con el hospital.—Tienes razón —cogió una cereza y se la comió. —Por cierto — dejó la bandeja de lado y le to
Joanna entró a toda prisa en el hospital, había recibido una llamada en la que le decían que tenían a su hijo ingresado. Traía a sus dos guardaespaldas a distancia.—¿Dónde está mi hijo? —preguntó en la recepción.—¿Quién es su hijo? —preguntó la recepcionista.—¿Cómo que quién es mi hijo? —alzó la voz, estaba agitada —Daniel, Daniel Anderson —dijo — ¡Me llamaron de este hospital y exijo ver a mi hijo ahora!La recepcionista tecleó el nombre en el ordenador y buscó información.—Lo siento señora —dijo después de revisar y no hallar el nombre de Daniel — no aparece ningún…—¿Señora Anderson? —se acercó Frank a ella. Joanna lo miró y al notar que era médico prestó atención.—¿Tienen a mi hijo o qué? — preguntó alterada.—Por su puesto que está con nosotros,—la alejó de la barra de la recepcionista —pero hay algo que debe saber.—¿El qué? ¿es grave? —preguntó preocupada.—¡Daniel! — Jessica estaba entrando en el hospital con Megan, habían pedido al
Cuando al fin regresaron al salón, Olivia había llegado y estaba intentando entender de qué iba la discusión entre Nicolás y su padre, se notaba desacuerdo por todos lados de parte de Nicolás.Olivia vio que Sídney se acercaba y sonrió aliviada acercándose a ella. Se detuvo al fijarse en Daniel, él se acercó a ella y le tendió la mano, ella estaba sorprendida mientras le ofrecía la suya.—Quería agradecerte por todo lo que has hecho por mí y por ellos. — se refería a Nicolás y Sídney.—No ha sido nada — dijo absorta sin dejar de mirarlo a los ojos distraída. Daniel colocó la otra mano sobre la suya.—Sí lo ha sido, si no fuera por ti probablemente no estaríamos aquí. Muchas gracias.—Lo he hecho con mucho gusto, me alegro que estés bien. —Daniel intentó soltarla, pero parecía imposible. Sídney carraspeó y separó sus manos con cuidado.—Oli —la llamó y ésta la miró.—¿Qué? —se dio cuenta de lo distraída que estaba cuando ella los separó. —perdón.—Daniel —llam