Sídney se despertó a las cuatro de la madrugada y bajó a la cocina. Se puso el delantal y decidió preparar cupcakes de diversos sabores y los puso a hornear. Cuando estuvieron listos los decoró con glaseado de crema de mantequilla.
Amaneció cuando hubo acabado, salió fuera y preparó allí una mesa para el desayuno incluyendo los cupcakes en medio. Miró en los cajones y cogió una velita colocándola en medio de uno de los cupcakes. La encendió y subió al cuarto de Nicolás. Llamó y abrió la puerta. Nicolás se removió en la cama y ella se acercó a él.
—Estas son las mañanitas que cantaba el rey David…—Que no me apetece celebrarlo. — gruñó pegando la almohada a su frente. Sídney se sentó en la cama.—Debes apagar la vela y pedir un deseo.Él apartó la almohada y la miró con el ceño fruncido.—¿Un deseo? — ella asintió sonriéndole.—Tú solo pide y confía.—Sídney…—When the waves are flowing the sore and I can’t find my way home anymore that’s when I,
—A veces soy un poco pesado – reconoció Nicolás —así que, si en algún momento te incomodo, por favor dímelo, no me molestaré, lo entenderé ¿me lo prometes?—De acuerdo. — le parecía interesante el chico y dudaba que pudiera incomodarlo, parecía que lo conociera de siempre, pero no era posible o se lo habrían dicho, no habría motivos para ocultarlo.—Mi…hermana — miró hacia donde estaban las chicas, no era fácil tener que considerarla ahora hermana, se volvió a su hermano. —me ha dicho que la ayudaste mucho, soy testigo de lo que ha sufrido.—Siento que le haya tenido que pasar aquello, — se apenó — se ve que es buena persona.—La mejor, deberías conocerla. —miró la pelota en sus manos. —no debía habernos sucedido aquello. — dijo casi par
Su móvil sonó sobre la mesita junto a su cama, bostezó antes de extender su brazo y coger el móvil para contestar. Miró la pantalla y al descubrir que se trataba de su madre se incorporó. Solo eran las siete de la mañana.—Buenos días hija. — saludó Carla, su madre —¿qué tal estáis?—Hola mamá, estamos bien ya sabes. ¿Cómo estáis vosotros?—Preocupados por ti, pero bien. Estuve de guardia y ahora estoy dirigiéndome a casa a encontrar a tu padre.—Recuérdale que lo quiero.—A ti también te queremos, lo sabes y nos preguntábamos si regresarás para la navidad con nosotros—Sídney se llevó la mano a la cara. Nunca había pasado las fiestas lejos de sus padres, ojalá pudiera decirles que estaría con ellos esta navidad, pero era dentro de una semana y no estaba segura de que en ese tiempo Daniel recobrara la memoria.—Lo siento mamá, me encantaría estar allí con vosotros, pero sabéis que no puedo ahora mismo celebrar nada—. Escuchó cómo suspiraba su madre al otro lado.
Al día siguiente Olivia le acompañó a Sídney a buscar un vestido para la fiesta, se había emocionado tanto al saber que Daniel los había invitado. Después de las compras se sentaron en una heladería a conversar, pidieron helado cada una.—La fiesta es en su casa, seguro que su prometida estará allí — Sídney dijo lo que la había estado atormentando durante el día.—¿Y eso será un problema? —Olivia habló despreocupada mientras se comía su helado. —Tú eres su esposa hagan lo que hagan.—Pero no es nada agradable saber que está con ella, es preciosa y viven juntos — su mirada se quedó clavada en su helado —a saber cómo lo llevan.—¿Te refieres a si tienen relaciones cada noche? —Sídney alzó la mirada para ver a su amiga.—¿Nunca tendrás tacto verdad?—Digo lo que pienso —se quedó quieta mirando a su amiga. —¿Crees que habrán tenido algo? Antes de que te conociera era imposible —Sídney se frotó la cara frustrada. Solo imaginarse la escena la volvía loca.—No…no
La noche avanzaba y la fiesta cada vez más se calentaba. Daniel había cumplido su palabra y había conseguido desviarse de su prometida para acercarse a conversar con ellos y picar algo juntos.—Oye Dani —se acercó a ellos una jovencita, Nicolás se la quedó mirando, la reconocía. La había visto el otro día cuando espiaba a su hermano — hay un problema con el equipo de música, nos aburrimos y mis amigos están pensando en marcharse. — Daniel se puso de pie.Iré a ver.—¡Espera! —Nicolás también se puso de pie, lo miraron sorprendidos — Ah, ¿un problema de equipo?—Ella es mi hermana pequeña, Jessica — presentó Daniel.—Encantada de conoceros —dijo ella sonriente.—Igualmente — dijo Nico estudiándola con la mirada.—Tiene una fiesta en particular con sus amigos en la sala de arriba.—Ahora entiendo. Soy bueno con esos aparatos ¿qué tal si te acompaño y vemos qué sucede? — Jessica miró a Daniel interrogante, aceptaría lo que decidiera él.—De acuerdo, puedes ac
Sídney estaba dando vueltas de un lugar para otro de la cama.—Venga despierta dormilona— Olivia estaba sentada sobre la cama intentando hacerla levantarse. Sídney le dio la espalda.—Es pronto, no me molestes por favor. — se cubrió con la sábana.—¿Pronto? Son las nueve de la mañana, necesito saber qué sucedió ayer.—Dormí tarde — dijo somnolienta —¿podemos hablar luego? — en respuesta Olivia la despojó de las sábanas y Sídney se quejó.—Tengo curiosidad y no puedo esperar — la tomó de las manos y la obligó a incorporarse. Sídney abrió los ojos.—Te odio ¿lo sabes no?—Venga levántate, ya me odiarás después.Sídney se rindió y se puso de pie llevando hacia atrás el pelo que tenía desordenado.—¿Me permites al menos lavarme la cara?—Mientras no tomes todo el día, por supuesto — le sonrió su amiga.Sídney puso los ojos en blanco y buscó su camino hacia el cuarto de baño. Se miró al espejo, se lavó la cara y se cepilló los dientes. La noche de ayer ha
Se bajó del auto y entró en el edificio, subió unas cuantas escaleras antes de llegar a la planta donde se encontraba la oficina de Damon. Lo vio en el pasillo, se estaba despidiendo de un paciente, cuando la vio amplió su sonrisa y esperó a que lo alcanzara.—Has venido — dijo cuando ella se detuvo frente a él. Le dio dos besos en la mejilla. — Bienvenida.—Gracias — ella también le sonrió.—Entremos — abrió la puerta de su oficina y la ofreció que entrara primero.Sídney entró y él hizo lo mismo, después cerró la puerta. Ella observó detenidamente el lugar, era ordenado y tenía una de esas sillas largas para pacientes.—¿Qué tal tu cabeza? —ella se volvió a verlo confusa — dijiste que te dolía.—Oh sí, claro — recordó —todavía no he conseguido que se calme, dijiste que me darías algo.—Ven conmigo—le tomó del hombro y le señaló la silla junto a la mesa para que se sentara, ella obedeció.Se detuvo detrás de ella y colocando dos dedos a cada lado de su sien
Le apresuró al taxista, quería llegar ya y ver a ese hombre a quien tanto amaba y por quien haría cualquier cosa. Sabía dónde encontrarle, si le había indicado que estaba en el paseo marítimo significaba que se encontraba en el mismo lugar donde la encontró la otra vez o de lo contrario habría especificado.El taxi se detuvo, había llegado a su destino. Sacó dinero de su bolso y le pagó al taxista. Se bajó del auto y esperó a que se alejara para cruzar la carretera, caminó un rato por el paseo hasta poder visualizarlo. Estaba de espalda con la mirada puesta en el mar y con las manos en los bolsillos. El corazón se le aceleró a medida que se acercaba a él preguntándose qué tenía que decirle.Lo alcanzó, ahora estaba de pie detrás de él observándolo con melancolía, deseando que se diera la vuelta y le dijera que se acordaba de todo, que seguía amándola y que deseaba que nunca más los separaran y que por fin pudiera abrazarlo y besarlo sin problemas ¡cuánto lo deseaba!—Hol
Daniel estaba en su salón con las manos apoyadas en su frente, desde que sabía que nada en su vida parecía ser lo que se imaginaba estaba alterado. Su cabeza daba vueltas y no podía dejar de pensar en todo lo que le había pasado desde que conoció a Sídney y Nicolás. Debía haber sospechado que había algo raro en ellos, se había sentido atraídos hacia ellos desde la primera vez. ¿Qué es lo que escondían? ¿por qué no podían decirle la verdad? ¿qué estaba pasando?Se puso de pie y dio vueltas de un lado a otro del salón, llevó las manos a su pelo, estaba evidentemente frustrado, no le gustaba la incertidumbre, ni saber que todos sabían de él pero él no recordaba nada sobre sí mismo desde aquel misterioso accidente. Por cierto, Sídney le había tocado la cicatriz de la frente lo que significaba que también debía saber sobre ello. Con toda la furia y la impotencia que sentía arrastró casi todo lo que había en la mesa haciendo que se cayera al suelo mientras pegaba un grito de furi