Sídney estaba dando vueltas de un lugar para otro de la cama.
—Venga despierta dormilona— Olivia estaba sentada sobre la cama intentando hacerla levantarse. Sídney le dio la espalda.—Es pronto, no me molestes por favor. — se cubrió con la sábana.—¿Pronto? Son las nueve de la mañana, necesito saber qué sucedió ayer.—Dormí tarde — dijo somnolienta —¿podemos hablar luego? — en respuesta Olivia la despojó de las sábanas y Sídney se quejó.—Tengo curiosidad y no puedo esperar — la tomó de las manos y la obligó a incorporarse. Sídney abrió los ojos.—Te odio ¿lo sabes no?—Venga levántate, ya me odiarás después.Sídney se rindió y se puso de pie llevando hacia atrás el pelo que tenía desordenado.—¿Me permites al menos lavarme la cara?—Mientras no tomes todo el día, por supuesto — le sonrió su amiga.Sídney puso los ojos en blanco y buscó su camino hacia el cuarto de baño. Se miró al espejo, se lavó la cara y se cepilló los dientes. La noche de ayer haSe bajó del auto y entró en el edificio, subió unas cuantas escaleras antes de llegar a la planta donde se encontraba la oficina de Damon. Lo vio en el pasillo, se estaba despidiendo de un paciente, cuando la vio amplió su sonrisa y esperó a que lo alcanzara.—Has venido — dijo cuando ella se detuvo frente a él. Le dio dos besos en la mejilla. — Bienvenida.—Gracias — ella también le sonrió.—Entremos — abrió la puerta de su oficina y la ofreció que entrara primero.Sídney entró y él hizo lo mismo, después cerró la puerta. Ella observó detenidamente el lugar, era ordenado y tenía una de esas sillas largas para pacientes.—¿Qué tal tu cabeza? —ella se volvió a verlo confusa — dijiste que te dolía.—Oh sí, claro — recordó —todavía no he conseguido que se calme, dijiste que me darías algo.—Ven conmigo—le tomó del hombro y le señaló la silla junto a la mesa para que se sentara, ella obedeció.Se detuvo detrás de ella y colocando dos dedos a cada lado de su sien
Le apresuró al taxista, quería llegar ya y ver a ese hombre a quien tanto amaba y por quien haría cualquier cosa. Sabía dónde encontrarle, si le había indicado que estaba en el paseo marítimo significaba que se encontraba en el mismo lugar donde la encontró la otra vez o de lo contrario habría especificado.El taxi se detuvo, había llegado a su destino. Sacó dinero de su bolso y le pagó al taxista. Se bajó del auto y esperó a que se alejara para cruzar la carretera, caminó un rato por el paseo hasta poder visualizarlo. Estaba de espalda con la mirada puesta en el mar y con las manos en los bolsillos. El corazón se le aceleró a medida que se acercaba a él preguntándose qué tenía que decirle.Lo alcanzó, ahora estaba de pie detrás de él observándolo con melancolía, deseando que se diera la vuelta y le dijera que se acordaba de todo, que seguía amándola y que deseaba que nunca más los separaran y que por fin pudiera abrazarlo y besarlo sin problemas ¡cuánto lo deseaba!—Hol
Daniel estaba en su salón con las manos apoyadas en su frente, desde que sabía que nada en su vida parecía ser lo que se imaginaba estaba alterado. Su cabeza daba vueltas y no podía dejar de pensar en todo lo que le había pasado desde que conoció a Sídney y Nicolás. Debía haber sospechado que había algo raro en ellos, se había sentido atraídos hacia ellos desde la primera vez. ¿Qué es lo que escondían? ¿por qué no podían decirle la verdad? ¿qué estaba pasando?Se puso de pie y dio vueltas de un lado a otro del salón, llevó las manos a su pelo, estaba evidentemente frustrado, no le gustaba la incertidumbre, ni saber que todos sabían de él pero él no recordaba nada sobre sí mismo desde aquel misterioso accidente. Por cierto, Sídney le había tocado la cicatriz de la frente lo que significaba que también debía saber sobre ello. Con toda la furia y la impotencia que sentía arrastró casi todo lo que había en la mesa haciendo que se cayera al suelo mientras pegaba un grito de furi
Al día siguiente Sídney seguía igual, estaba triste. Había intentado contactar con Daniel, pero este no respondía a sus llamadas ni a sus mensajes. Olivia había intentado animarla, pero no había conseguido que saliera de su cuarto desde la mañana, ni siquiera había comido, no tenía ganas de nada. Olivia había tenido que coger su móvil para contestar los mensajes que le dejaba Damon.Nicolás no aguantaba más esa situación así que en la tarde cogió su abrigo y le pidió las llaves del auto a Olivia.—¿Para dónde vas?—Vuelvo en seguida.Cogió las llaves y se subió al auto. Lo puso en marcha y condujo hasta la casa donde vivía Daniel, dio un suspiro y continuó su camino. La ciudad estaba vestida de fiesta, dentro de unos días se celebraría la navidad. La gente que pasaba por la calle se veía alegre a excepción de él.Se detuvo junto a la acera y miró hacía la casa preguntándose si su hermano estaría allí. Aguardó unos minutos hasta que lo vio salir de la casa
Nicolás introdujo el auto por el patio aparcándolo. Detuvo el vehículo y se apoyó contra el apoyo de la silla. Desde que había abandonado la casa donde vivía su hermano no había dejado de pensar en su madre; Seguía aprovechándose de la situación, su hermano debía enterarse de todo cuanto antes, no podía seguir llamándola mamá a alguien que nunca le importó su felicidad, no se lo perdonaría.Sídney se había recompuesto a lo largo del día, había visto que no servía de nada auto lamentarse cuando tenía una misión que la ayudaría olvidarse de todo lo malo que habían vivido esos últimos meses.Había abierto el refrigerador y sacado de él un yogur mientras Olivia que se sentaba en la mesa de la cocina le leía los mensajes que le había estado enviando Damon y a los que había estado respondiendo.Sídney cogió una cucharita y abrió su bote de yogur sobre la encimera.—¿Escuchas algo de lo que estoy diciendo? —preguntó Olivia al notarla abstraída con su yogurt, Sídney se ll
Después de cenar Sídney estaba en su cuarto revisando en su ropero lo que se llevaría, no había traído mucha ropa solo lo que había podido. Solo iban a ser dos días, tampoco era para tanto. En su mochila puso todo lo necesario como cepillo de dientes y todo lo imprescindible y lo guardó todo en su mochila. Tocaron a la puerta y entró Nicolás en la habitación, ella se volvió a verlo, traía algo en la mano.—He estado pensando —dijo —y creo que prefiero crear nuevos recuerdos con mi hermano si es necesario que ver cómo esa gente le toman por un idiota. — le entregó el cuaderno que la resultaba familiar —Quiero que le entregues esto antes de regresar y que tome él una decisión. Sé que no le gustará para nada cuando se entere de la verdad.Sídney cogió el cuaderno de sus manos, era su diario en el cual solo hablaba de Daniel; si este lo leía estaría leyendo su vida, aunque no se acordara de ella, pero si confiaba en ellos se lo creería.—¿Estás seguro de esto? — preguntó, enten
Sídney estaba detrás de él, le latía el corazón a un nivel inimaginable, se estaba preocupando por lo que él estaría pensando ahora de ella. Se había detenido, pero no se volvía a mirarla. Ella quería hablarle, pero ¿qué le diría? Debía convencer a todos de que estaba aquí por Damon. Al fin Daniel se dio la vuelta y ella no podía describir lo que había en sus ojos, parecía enfadado y decepcionado al mismo tiempo y era con ella. Se acercó poco a poco a ella, pero ella fue retrocediendo hasta que se pegó contra la pared y se quedó atrapada entre los brazos de Daniel que ahora tenía una mirada acusatoria.—¿Así que ahora sales con él? —preguntó, pero ella bajó la mirada, no podía mantenerla, no cuando la miraba de esa manera que la mataba por dentro.—Daniel…yo — susurró, pero no sabía qué decirle.—¿No hay ninguna explicación? ¿qué era eso de que vine a recuperarte y no pienso irme sin conseguirlo? —ella levantó la mirada para verlo, se le hizo un nudo en la garganta, quería
Sídney tocó la puerta del baño unas dos veces y luego la abrió sin esperar a que la aceptaran entrar. Cerró la puerta tras sí, Daniel estaba sentado en el borde de la bañera con la mano ensangrentada. Levantó la mirada y se sorprendió de que Sídney estuviera allí con él. Ella corrió a arrodillarse frente a él mientras tomaba su mano herida.—El botiquín, ¿dónde está? —le interrogó preocupada mientras él estaba ocupado observándola —Daniel, el botiquín, ahora.Daniel resopló y la indicó dónde se encontraba, ella se incorporó y abrió el armario que lo contenía. Regresó de nuevo a los pies de Daniel. Abrió el grifo y dejó que el agua recorriera por su mano permitiendo de esa manera que desapareciera poco a poco la sangre acumulada. Le secó la mano y le hizo la cura, no era tan grave como parecía. Tomó unos vendajes y le vendó la mano. Ya vendada le acarició la mano encima del vendaje, Daniel cubrió su mano contra la de ella, Sídney alzó la mirada y lo miró a los ojos, había evita