LAURASe acerca a mis labios, y antes de que pueda rozarlos, una chispa de determinación atraviesa mi mente. Levanto mi rodilla con toda la fuerza que puedo reunir y ¡zas!, lo golpeo en la entrepierna.Un gemido de dolor lo obliga a soltarme, y retrocede tambaleándose.—Nunca más vuelvas a tocarme —digo, con voz firme y la respiración agitada.—Llegará el día en que te tome entre mis brazos y te haga el amor de una manera tan intensa que jamás querrás a otro hombre en tu vida.Sus palabras caen como un golpe y, antes de pensarlo, mi mano cruza su rostro con una bofetada cargada de rabia.—Estás enfermo. ¡Mírate! Ya no eres mi héroe de infancia. Ahora eres el monstruo bajo la cama que no quiero encontrar.Él apenas parpadea, como si mi rechazo no tuviera peso alguno. Da un paso hacia mí, y yo retrocedo instintivamente. Antes de darme cuenta, mi espalda toca la fría pared, atrapándome sin salida.—Seré el hombre que te haga gritar de placer —dice, colocando sus manos a los lados, cercán
Celina se pone nerviosa.—Buenos días, hermano.—Eso está mejor. —Martín sale de la habitación con pasos firmes, visiblemente enfadado.Celina entra justo después, y mi mente queda en blanco mientras intento encontrar una excusa coherente. Todo parece ir en cámara lenta mientras la veo cruzar el umbral.—¿Qué hacía aquí ese grosero? —pregunta con curiosidad.—Eh… Martín estaba ejercitándose, como siempre, ya sabes… —respondo con nerviosismo, buscando algo creíble. Entonces veo mi laptop encendida en el escritorio y la inspiración llega—. Al bajar a la cocina, lo encontré tomando agua y le pedí que me ayudara con un problema en mi computadora. Tengo un examen y no encontraba un archivo importante. Resulta que lo había eliminado sin darme cuenta. —Sonrío débilmente, intentando sonar convincente.Celina me mira con una media sonrisa, dudando.—En eso es un experto. El mejor. —comenta, y no sé si ha creído mi excusa o está jugando conmigo.—Sí, lo es. —Intento desviar la conversación—. ¿Y
LAURAPor ahora, no me molesta del todo. Mi prioridad era obtener la aprobación para salir de casa, y eso ya lo logré. Si Martín tiene sus planes, yo tengo los míos. Veremos quién se sale con la suya al final.Unas horas más tarde, camino a la universidad, Celina permaneció en silencio. Supongo que mi decisión de irme la tomó por sorpresa. Aunque me brindó su apoyo, el pensar que estará sola la entristece profundamente. Desde hace diez años soy más que su hermana: su compañera, su amiga, su cómplice en locuras. Ahora, la idea de que me aleje la atormenta.Por otro lado, para Ramiro, mi partida es la oportunidad perfecta para romper las reglas que hasta ahora lo han mantenido a raya. Llegamos al estacionamiento de la prestigiosa Pontificia Universidad Javeriana, y el ambiente se siente algo tenso.—Desde que salimos de casa, no has dicho nada —le digo a Celina al bajar del auto, intentando romper el hielo.—Es que todavía estoy asimilando tu ausencia —admite, con un tono apenado.—No m
LAURAMi silencio solo aumenta su preocupación. Las palabras se atragantan en mi garganta. No sé cómo explicar lo que realmente está ocurriendo sin desatar una tormenta.—Hoy en la mañana… —empiezo, con la mirada clavada en el suelo. Luego levanto los ojos hacia él, buscando el valor para continuar—. Él dijo cosas que… no puedo repetir. Solo te diré que no está dispuesto a dejarme ser feliz con otro hombre.—¡Joder! —exclama, apretando los puños con furia contenida.—Está obsesionado con… mi virginidad, supongo. Por eso yo quería que tú y yo… —mi voz se quiebra mientras las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas.—Amor… —susurra, levantando mi mentón con una ternura que contrasta con la tormenta en sus ojos—. No voy a dejar que te toque. Lo juro. Te amo más que a mi propia vida, y no tienes por qué tener miedo.—Hablé con mi padre sobre dejar la casa. No habrá problema con ello.—Entonces buscaré un departamento en Cali —responde con determinación—. Te ayudaré con tus prácticas,
LAURAAl llegar a casa, la sensación de angustia me invadió. El aire se sentía denso, como si cada paso que daba hacia mi habitación me acercara más a un abismo. Apenas pude saludar a mis hermanos antes de huir hacia mi refugio, cerrando la puerta detrás de mí con un estruendo que resonó en mi cabeza.Me dejé caer sobre la cama, aún sintiendo el calor de Martín en mis labios, esa mezcla de deseo y confusión que no dejaba de repetirse en mi mente. No quería pensar en eso, no quería dejar que esa sensación de debilidad me definiera, pero cada vez que cerraba los ojos, su rostro y esa mirada tan cargada de intenciones volvían a aparecer.Saqué mi teléfono con manos temblorosas. No quería preocupar a Bryan, no quería que nada pusiera en peligro lo que teníamos. Aun así, necesitaba escuchar sus palabras, necesitaba algo que me diera consuelo, algo que me recordara quién era realmente.Escribí un mensaje corto, pero cargado de todo lo que no podía decir en voz alta.“Te extraño mucho. Hoy f
LAURAMe quedé en silencio, observando cómo se tomaba su tiempo para elegir los alimentos, como si nada hubiera pasado entre nosotros en ese instante. Finalmente, levantó la mirada y, con un tono que intentaba sonar casual, continuó:—Sé que tienes planes para esta noche, lo que me dijo Celina. Solo quiero que te cuides —su voz sonó diferente ahora, menos desafiante, pero aún cargada con una preocupación que no supe cómo interpretar. Me costó creer que esas palabras venían de él, considerando lo que había sucedido minutos antes.Me sentí extraña al escucharlo. Era como si de alguna manera intentara mostrar una faceta más madura, más comprensiva, pero sus intenciones siempre parecían ocultar algo más profundo, algo que no lograba comprender del todo.—Lo haré —respondí, tratando de mantener la calma, aunque mi mente seguía agitada por la interacción anterior.La noche pasó volando, y horas más tarde, bajé vestida y lista para mi cita.—¿A dónde vas tan hermosa? —preguntó papá, levantan
LAURA—Iré atrás, gracias —le dije, con una mueca.—Sabes que papá está mirando por la ventana, ¿quieres que piense que sigues molesta conmigo? Podría explicarle con lujo de detalle por qué lo haces —dijo, mirándome con una sonrisa desafiante.—¡Cállate! —respondí, entrando al auto con una sonrisa forzada, como si estuviera complacida de que me acompañara.Cuando el auto arrancó y estábamos a solo una cuadra de casa, me quité el cinturón de seguridad y me pasé a la parte de atrás.—¿Qué haces? Deja de comportarte como una niña —me regañó Martín, mirándome a través del espejo retrovisor.—Y tú deja de chantajearme —respondí, cruzando los brazos con desdén.—No es un chantaje, Rodrigo tarde o temprano va a enterarse de lo sucedido —dijo, manteniendo su mirada fija en la carretera.—Solo si tú se lo dices —le respondí, mordiendo mi labio.—Soy el mayor de la familia y debo velar por ustedes —dijo con una sonrisa arrogante.—¡Claro! Vas a hacer el gran sacrificio —repliqué con ironía.—Te
Al entrar, veo a sus padres y hermanos vestidos con elegancia. ¿Cenaremos aquí? La duda me invade al saludarlos.— Nos vamos —dice su padre, sonriendo mientras toma su abrigo de la percha junto a la puerta.— ¿A dónde iremos? —susurro a Bryan, intrigada.— Ellos tienen un evento y no regresan hasta mañana —me confiesa, apretando suavemente mi mano.Sonrío nerviosa, aliviada por la situación, y me despido de la familia.— Pórtense muy mal —susurra Joshiel, estrechándome en un abrazo rápido.— Castígalo como tanto quiere —añade Sandra, su hermana menor, con una sonrisa traviesa mientras se queda en la puerta. La risa de todos estalla al instante, y Bryan se pone rojo como un tomate.Una vez que la puerta se cierra tras ellos, miro a Bryan y lo encuentro muerto de risa.— Escuché un poco de lo que hablaba con Joshiel. ¡Dios! Esa niña es un caso perdido —confiesa, aún riendo.— Terribles son ustedes. No pueden hablar de ciertos temas cuando hay una niña en casa —le respondo, sonriendo ent