—¿Ocurrió algo mientras estuve inconsciente? ¿Maxwell te hizo algo? Dime, Vale.Ethan esperaba que, al hacerle esas preguntas, Valentina fuera cien por ciento sincera con él.Valentina, sin embargo, se encontraba nerviosa; un nudo de incertidumbre se le había formado en la garganta. Suponía que Ethan apenas se había despertado y, en su mente confusa, luchaba entre la sinceridad y el miedo de herirlo, lo cual la hacía sentir mal.—Tierra llamando a Vale —dijo Ethan insistente, sacándola de sus pensamientos.—Ah, sí, dime, ¿qué pasa? —respondió Valentina, tratando de sonar casual mientras su corazón latía con fuerza.—Eso pregunto yo. ¿Qué te pasa? Te hice unas preguntas y te quedaste perdida en el limbo.—¡Ah! Sí, cierto. Pues no, no me hizo nada. Cuando él llegó estaba tan preocupado por ti, que ni siquiera le dio tiempo a atacarme.«Al menos no como él se lo imaginaba», decía su conciencia, traicionándola.Fin del flashback.—Me siento bien, Max. Con ganas de irme ya a la casa —dijo
No puedo parar de pensar en lo sucedido en Escocia. Te invito a que me acompañes mañana a un lugar; te prometo que no te arrepentirás. Atentamente, Maxwell. Posdata: qué sexy te ves al bailar.—¿Qué se piensa ese indeseable? —soltó Valentina con una risa nasal, mientras ponía los ojos en blanco. «Te equivocas, el duque es muy deseable y su caligrafía es exquisita», la contradijo la voz de su subconsciente.Y aunque se decía que no debía estarlo, Valentina se sentía temblar por los nervios que recorrían su cuerpo. Moría de ganas por ir a ese encuentro; era hipócrita negarlo, cada fibra de su cuerpo lo pedía a gritos, le gustaban las caricias del duque (entre otras cosas).Pero, ¿cómo haría para que no sospecharan? Aunque no sabía a dónde iría, su instinto y su mente mal pensada ya se imaginaban y sentían lo que pasaría. —Qué inoportuno. Él sabe que Ethan está en reposo. Se supone que, como su esposa, mi papel es cuidarlo —murmuraba como si lo tuviera enfrente.La nota de Maxwell no s
«Nunca la tendré otra vez. Nunca. Saciaré mi deseo y le podré un fin a esto», pensó Maxwell sin dejar de lamerle el cuello, mientras que ella se había rendido a sus labios, permitiéndole que le apretujara un pecho y la mordisqueará a su antojo. —¿Qué me has hecho?Maxwell quería ser rudo, para nada gentil, pues quería mantener la firmeza de que en este acto no había amor, solo pasión. Valentina se giró cuando percibió cómo él se detuvo, y sin pronunciar palabras, Maxwell la agarró de la mano, guiándola hacia una habitación, donde la pegó a una pared. Le rodeó la cintura con uno de sus fuertes brazos y la besó desesperadamente, explorando con su lengua cada rincón de su boca. —Odio que me gustes tanto— murmuró con la mente nublada por la embriaguez de la excitación. Valentina sentía que le faltaba el aire, pero no lo apartaba, solo se restregaba buscando calmar las palpitaciones de su centro, el cual pedía a gritos ser tocado. Maxwell besó cada pulgada de su cara y desnudó y rindi
Amalia, que salía de sus aposentos, se encontró en el pasillo con una Aurora, quien estaba más irritada de lo normal. —¿Y ahora tú? ¿Qué te traes? ¿Por qué estás de tan mal humor? —Qué te importa ¡Estúpida! —¡Uy! ¿Pero qué forma de contestar es esa? No es digno de una dama. Déjame adivinar, estás así por la terrible y divertida humillación que recibiste en tu fiesta. —Mira, maldita, justo ahora no estoy para tus ocurrencias. No se te olvide que me debes respeto, y tanto tú como tu esposo deben hacer lo que yo les diga. No olviden que con unas cuantas palabras puedo arruinarlos por completo. Así que quítate de mi camino y ve a juguetear con tu amante, porque estoy segura de que a eso ibas. Dudo que te hayas levantado tan temprano para hacer labores. Terminó de decir Aurora con aire de superioridad. No permitiría que la tarada de Amalia le pasara por encima. No estaba de buen humor para soportar este tipo de situaciones. Por más que habló o al menos hizo el intento de habl
Ethan se encontraba en el club, sentado en la barra libre, recibiendo una que otra propuesta de algunos VIPS insistentes. Sin embargo, él no dejaba de pensar en qué excusa dar para justificar porque estaba herido. «¿Nicholas va a pensar que es demasiada coincidencia que la geisha esté herida?», cavilaba invadido por los nervios. «Creo que me estoy dejando gobernar por mi paranoia, él no me ha visto la herida, no tiene idea de cómo es» —Geisha, tus admiradores no han dejado de preguntar por ti, en especial uno— le dijo el camarero qué siempre le hacía entrega de las invitaciones. —Sabes muy bien que solo me importa la noticia de un solo admirador; del resto, me da igual. —Ese hombre está vuelto loco por ti. «Loco por la Geisha, no por mí», pensó con un poco de desilusión. —No hubo ni un solo día que no preguntara por tu presencia.Sonriente, Ethan salió por primera vez a la pista y con su mirada buscaba a Nicholas, hasta que lo vio a lo lejos, sentado en una de las mesas. «Ta
Mientras estaba en el castillo, Benjamín se alegraba con la nueva información recibida, a pesar de haber tenido mala suerte en las apuestas. La llamada con aquella noticia le hizo olvidar todas sus pérdidas.—¡Finalmente, hermanito! Ahora tengo cómo destruirte, y se lo daré a quien realmente pueda hacerlo. Mientras tanto, continuaré con mi engaño. Voy a seguir con mi papel de hermano mayor que se preocupa por el bienestar de la familia.Cansada de estar encerrada, Aurora se alistaba para salir. Necesitaba encontrar una distracción para olvidar que Maxwell estaba disfrutando de su aventura con Valentina. —Esta vez Maxwell no la perdonará tan fácilmente —murmuró con una sonrisa, pensando en su maquiavélico plan, pero el sonido de una notificación entrante en su teléfono la distrajo."Estoy esperándote, hermosa. Por favor, no demores. Muero de ganas por verte." Una vez que ella terminó de leer el mensaje, sonrió, retocó su maquillaje y abandonó su habitación, pero en el corredor, Benja
Nicholas estaba sentado frente a su chimenea digital, y la luz azulada de las llamas electrónicas se reflejaba en sus ojos mientras sostenía una copa de vino tinto. La melodía de la música de piano resonaba suavemente en la sala, envolviéndolo en una atmósfera de melancolía. De repente, el sonido del timbre lo sobresaltó. Con un suspiro, tomó el mando y pausó la música.—¿Quién podrá ser a estas horas? —murmuró, levantándose con pereza.Pero al abrir la puerta, se encontró con una figura inesperada.—¿Qué buscas aquí, Ethan? —inquirió con asombro. Era la primera vez que Ethan visitaba su casa, y aunque había intuido que este momento llegaría, no esperaba que fuera así, tan de repente.—Tenemos que hablar.Nicholas intentó cerrar la puerta, pero Ethan puso una mano para impedirlo.—No, Nicholas, por favor, déjame explicarte, por favor…Nicholas frunció el ceño y lo dejó pasar. —Adelante, dime, dime por qué le mientes a todos, Ethan.Ethan bajó la mirada. —Mira, tú siempre me gustaste
Minutos antes:Maxwell estaba en su oficina examinando unos documentos cruciales cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea, su técnico informático y administrativo le informaba que se había producido una fuga de información personal de la empresa, y que, como resultado, la competencia estaba presentando ofertas más atractivas a sus clientes.—¡Cómo fue eso posible! Era confidencial. Nadie más, a excepción de mí y de Nicholas, tiene acceso a esa información.—No lo sé, señor. En nuestro sistema figura que hubo una descarga de información personal sobre la empresa.—¡Los quiero a todos investigando ese problema ahora mismo! Ustedes son los encargados de administrar que ningún hacker o desconocido pueda intervenir en nuestros sistemas. ¡Arreglen eso YA!Maxwell estaba enfurecido. No podía creer que esto le hubiera ocurrido. ¿Quién tendría el atrevimiento de robarle información? Sus sistemas tenían una seguridad informática de primera. Contaba con los técnicos más capacitados a su