Valentina no llevaba sostén, y su pezón se endureció al contacto de la mano de Maxwell, quien no la apartó, sino que se deleitó con la sensación.—¿Le haces esto a cualquiera de tu familia?Maxwell se lamió lentamente los labios, mientras sus pupilas se dilataban.—Valentina… Escucharlo decir su nombre causó una extraña sensación oscilante en su estómago. Valentina jadeó cuando la mano de Maxwell, que ella misma había acercado a su pecho, subió hasta su cuello. Y cuando él cerró sus dedos, ejerciendo un poco de fuerza, ella abrió los labios en busca del aire que se trancaba en su garganta.—Tu....— Él la empujó hacia adentro y la atestó a la pared cerca de la puerta antes de cerrarla con un pie.Estando así, Maxwell la miraba de pies a cabeza, haciéndola sentir más pequeña. Cuando él se inclinó y metió la cara en su cuello, rozándole la mejilla con su cabello, otro jadeo escapó de los labios de Valentina.—Yo... ¿qué Maxwell?— ante su cercanía le fallaba todo. La respiración ca
Benjamín sonrió con una mueca de desprecio.—¿Y qué te hace pensar que querría hacerle daño a esa mujer? —Recuerdo que la culpaste del robo del cuadro —replicó Maxwell, ladeando la cabeza con desconfianza.Benjamín abrió la boca para responder, pero en ese momento Aurora y sus amigas, junto a Amalia, llegaron al salón. Por lo que él se aclaró la garganta, cambiando rápidamente su expresión a una más neutral.—La utilicé como chivo expiatorio para mantenerte alejado de mis asuntos. Créeme, para convertirme en asesino debe tratarse de alguien que me beneficie, y esa mujer es menos importante para mí que estos empleados —dijo con soberbia.—¿Creerte? Hacerlo cada vez se me hace más difícil. De ti ya no sé qué esperar —Maxwell, suspiró.Benjamín apretó los puños y acercó su cara al oído de Maxwell, para que Evelyn y los demás pudieran oír.—Me importa poco lo que creas de mí. Cada vez te aborrezco más. Tienes una actitud irritante, te muestras como el león en una selva llena de depredado
Antes de que Maxwell pudiera reproducir la grabación en la tablet que le entregó su jefe de seguridad, una empleada, con los nervios marcando su rostro, se postró de rodillas delante de él, causando que todos los presentes dirigieran su atención hacia ella.—¿Qué estás haciendo? — le espetó Maxwell con dureza.La empleada alzó la cabeza hacia Amalia, quien negaba con gesto severo mientras la observaba, pero rápidamente apartó la mirada.—Juró que no sabía que había alguien dentro de la sauna. Solo pasé por allí, pensé que no estaba en uso, y la cerré sin percatarme —argumentó la empleada, con las manos temblorosas y los ojos cristalizados por las lágrimas.Amalia respiró profundamente, sintiendo un leve alivio, aunque su ceño se frunció inmediatamente.Maxwell se aproximó a su lado, mientras Valentina apenas podía asimilar la idea de que alguien había intentado atentar contra ella.—Entonces, ¿por qué no lo mencionaste antes? — inquirió Maxwell, con tono rígido y exigente.La empleada
Valentina comenzó a reírse nerviosa.—Eres demasiado presumido Maxwell Spencer. Me gustas, y solo quiero gozar, pero esto no significa nada. Estoy aquí porque necesito pedirte que….Las palabras de Valentina murieron en su boca porque en un pestañear de ojos, Maxwell se levantó, y la arrastró hasta una ventana, donde la pego contra el cristal, y posicionado detrás de ella le susurró al oído:—Cobarde no es una palabra que se encuentre en mi diccionario. Ya que deseas jugar, vamos a hacerlo, ¿piensas que soy el único que perderé? Te puedo asegurar que tú saldrás más afectada que yo.Valentina solo miraba al techo sin poder mover un solo músculo, sentir el calor corporal de Maxwell tras su espalda y su respiración rozando su nuca no se lo ponía fácil. Era un desgraciado que no merecía tenerla, pero era un desgraciado al que no podía resistirse y con el que quería entretenerse.«Yo soy el gato y él el ratón», pensó divertida, dejando salir ese lado inmaduro que solo buscaba la adrenalina
—¿Cómo te atreves a pedirle que me culpe de tu error? ¡Malparida! —Aurora abría los ojos como poseída, al mismo tiempo que señalaba a Amalia con furia.—Y no es la verdad, me pediste cerrar esa puerta para convertirme en una asesina porque querías deshacerte de mí. Sé que tu plan es que una de tus amiguitas ocupe mi lugar, pensaste que no lo sabría, esas dos estúpidas ya soltaron la lengua. Te aseguro que, sin importar lo que hagas, Ben no me dejará nunca. Yo soy la única mujer que lo hace feliz, nadie le puede brindar lo que yo le brindo, y eso él lo tiene muy claro.La sirvienta, asustada, pasaba su mirada de Aurora a Amalia sin entender absolutamente nada.—Yo no tengo nada que ver, señora Aurora —su voz salió como un hilillo, mientras alzaba las manos con mirada asustada—. Me retiraré —volvió a murmurar la mujer al ver que Aurora no le respondió, sino que continuaba con su mirada fija en Amalia, quien sonreía de medio lado y, con gesto prepotente, bailaba un pie.—Sí, vete. Luego
Valentina estaba feliz con su nuevo trabajo. La música suave de fondo y el aroma de velas perfumadas le brindaban una paz única. Sin embargo, en el momento en que las campanillas de la puerta sonaron y por ella entraron Aurora y sus dos amigas, tuvo un raro presentimiento.—Estoy segura de que no es una coincidencia.—Mucho tiempo sin verte, Elois. Veo que tu boutique se ha convertido en un lugar exclusivo —Aurora se acercó a la nueva jefa de Valentina y se saludaron con tanta confianza que parecían amigas de antaño.—Quiero que esa empleada me ayude hoy —solicitó Aurora con altanería, señalando a Valentina, quien se sorprendió bastante. — Necesito elegir un hermoso vestido para mi compromiso con el duque de este pueblo. Ella no pudo negarse. Tuvo que buscar cuantos vestidos, Aurora le pidió; estaba agotada y sudada de desmontar vestidos solo para que Aurora se los pusiera y les encontrara algún desperfecto.—¿Qué dicen de este, amigas? —preguntó Aurora cuando salió del vestidor del
Ethan se encontraba cabizbajo, sentado en el alféizar de la ventana, observando cómo la lluvia, golpeaba el cristal. Sus pensamientos eran un torbellino de responsabilidades y preocupaciones. Pero de repente, escuchó la puerta abrirse y un suave suspiro al otro lado de la habitación.Valentina entró, tiró su bolso en uno de los sofás y se dejó caer en otro, agotada. —Tuve que caminar desde el pueblo hasta aquí, al parecer a Olivia se le olvidó pasar a recogerme —contó, masajeándose los pies con expresión cansada.Ethan levantó la mirada, y sus ojos mostraban la carga que llevaba. —Yo debí ir por ti, lo siento es que…Valentina giró el rostro, notando de inmediato que su amigo no se encontraba bien. Así que se acercó a su lado, con preocupación. —Cuéntame, ¿qué te tiene de este modo?Ethan soltó un profundo suspiro. —Ahora resulta que tengo que actuar como duque, y como príncipe, tengo que ser de todo en esta vida —se quejó, renegando de su suerte.Valentina no pudo evitar reír. —
Maxwell sacó su teléfono del bolsillo interno de su chaqueta.—Hablaba con mi asistente, madre —le dijo mientras le mostraba el aparato, y Evelyn asintió.Maxwell respiró con cierto alivio.—No me dirás qué ocurrió hoy, ¿verdad?—Nada pasó, mamá. —Él comenzó a caminar, con una expresión tensa. No estaba dispuesto a contarle a su madre sobre las cosas que había dicho Benjamín, ya que no quería que ella sufriera tanta desilusión como la que sentía él.—Eres, mi hijo, te conozco y sé que no eres de los que toman alcohol por placer. Solo lo haces de este modo cuando algo te afecta mucho —aseguraba Evelyn mientras lo seguía, con la preocupación reflejada en sus ojos. Maxwell alzó una mano y la bajó, restándole importancia a la conversación.—Mamá, solo tomé unos tragos porque, como cada noche, tengo insomnio —dijo, intentando sonar convincente.—Está bien, cuando quieras contarme estaré aquí para ti. Pero te prohíbo rotundamente tomar somníferos —le advirtió Evelyn con firmeza.(…) Entre