XXVII. Ya no estamos solos.
"Calla, mi vida, no hay que llorar,
duerme y sueña feliz.
Siempre tú debes mi arrullo llevar,
así yo estaré junto a ti."
El príncipe de Egipto (1998).
Darío tenía quinientos seis años y había nacido en el mil quinientos noventa y nueve, en Rusia. En aquel momento ese gran pedazo de tierra no se llamaba así, sino Zarato Ruso, al igual que él, pues su nombre original era Mijaíl Lebidiev. Misha era otra forma de decir su nombre, y como al conocer a Nilah aún no se decidía por su nueva identidad, el Velkan lo llamó así para siempre y Darío nunca logró lo contrario hasta la actualidad. En el fondo de su corazón lo agradecía, porque si no fuera por ello, habría olvidado hace tiempo de dónde venía y quién era.
Había gozado de una juventud más larga que la de cualquiera y no sabía si agradecer o maldecir. Su aspecto era el de un hombre que s
XXVIII. Hambre de saber.Parte I."Este bebé es un milagro. Sólo que no es el tipo de milagro que todos esperan ver."El curioso caso de Benjamin Button (2008).Nilah había dudado mucho al decidir a quién acudiría. La primera opción y la más obvia era Alma Mater, pero mientras más lo pensaba, menos se convencía de que era lo mejor. En términos prácticos era lo correcto, pues eran la manda regente y su deber era ayudar a los que estaban por debajo de ellos, pero no era lo más conveniente para él. Mucho menos para Níniel.Se hallaba deliberando su decisión cuando movimiento en la entrada de la manada llamó su atención. Con vista de águila registró que se acercaba un trineo, tirado por los mismos lobos y con una carga oculta. Al llegar a las afueras de Alma Mater, tomaron sus formas híbridas e hicieron un peculiar llamado. Pasaron un par de minutos hasta que Exst Rómulo apare
XXIX. Hambre de saber.Parte II.—Mi compañera es humana —reveló Nilah con seriedad. Aberración no lució afectado por la revelación—. Es hija de una chamán llamada Alanna, quien sobrevivió a la masacre del Clan chamánico Norte, del que nunca supimos.—Yo sí sabía de él —interrumpió indiscreto el mitad lobo. Nilah lo miró molesto—. Ups.—... Según lo que sabemos, el clan fue atacado por lobos de una manada salvaje. Mataron a todos excepto a la que nos contó esto y a la madre de mi compañera. Pero no tenemos idea de cómo hizo Alanna para sobrevivir y cómo o de quién quedó embarazada.—Mmm... Entonces, ¿tu favor es que complete la información faltante o que responda tus interrogantes?—Necesito saber qué fue lo que pasó para que sobreviviera y cuáles son sus intenciones para raptar a la cachorra de Amor omnia vincit.—Esos serían dos favores —canturreó el vampiro-lobo. Nilah alzó
XXX. Familias.Era el tercer día de convivencia entre Misha y Níniel y aún no habían señales de Nilah. Debía estar muy lejos, pues el lobo dorado no lograba percibir su aroma ni presencia. ¿A dónde habría ido y por qué tardaba tanto? Eran las preguntas que consumían los nervios de ambos. Níniel estaba profundamente preocupada, pero camuflaba su angustia debajo de su temple tranquilo, ya que el lobo sí que estaba angustiado y necesitaba constante contención. La humana nunca se esperó ser la piedra de soporte de una criatura, pero ya había asumido que su realidad y futuro serían muy distintos de lo que siempre vaticinó.—Joder, no me cabe en la cabeza qué le puede llevar tanto tiempo —explotó Darío esa mañana, minutos después de que engulleran el desayuno en silencio. La chica tensó sus músculos faciales, pero hizo un esfuerzo para relajarse y transmitir cierta calma al licántropo.—Quizá se ha quedado varado en un lugar por mal clima
XXXI. Presas prisioneras.A pesar de creerse —o querer hacerlo— en un cuento de hadas, lo que ofrecía ese mundo no era nada remotamente parecido a la magia. Y aunque lo deseara desde el fondo de su corazón, sabía que su madre no era nada similar a esas madres que salían dibujadas en los libros que hojeó. El mundo real aparte de los libros era crudo y algo como una cálida relación madre e hija no era algo a lo que podía acceder en su situación. No en ese mundo, no siendo ella Níniel y no siendo Alanna su mamá, quien dentro de las bocas que pronunciaban su leyenda se había ganado el peyorativo de bruja por una buena razón seguramente. Su madre era esa que tenía delante, de la que guardaba pocos recuerdos y que no eran los más dulces. Su mirada oliva seguía siendo la misma —o quizá más opaca— y el tono verdoso le recordaba a las serpientes, sin saber muy bien porqué. Tal vez porque en su subconsciente había una memoria de ese reptil comiéndose a un roedor, o porque en
XXXII. La Gran Caída.En esas épocas de esplendor, los autos estaban próximos a volar. La gente vestía de blanco, era asistida por máquinas y vivían sus vidas a través de las pantallas. Aunque como bien se ha dicho, únicamente a través de esas pantallas se podía admirar tanta grandeza, pues si desviaban sus miradas a un costado, lograrían apreciar la podredumbre en la que se sumergía el mundo.Y el que no miraba a través de la pantalla, se encontraba caminando por una luminosa calle en la cual todos miraban hacia abajo y nunca hacia el cielo, que había dejado de ser azul para tomar un sucio tono grisáceo. Por el lugar en el que sus pies pisaban, hasta el cemento era blanco, pero ciertas rendijas más conocidas como callejones se dilucidaban oscuras y malolientes, donde lo que estorbaba convivía con las tinieblas y demonios. Era cuestión de ser desinteresado o simplemente hacer vista gorda para no notar
XXXIII. Dudas.A él, la loba le hizo amar a la humana.Y a ella, la humanidad le hizo amar al lobo.La pareja de aldeanos dormía sentada junto al lecho donde yacía Misha, dormitando también. Estaba amaneciendo, pero al parecer los humanos eran animales nocturnos y apenas se había asomado el sol ellos se apagaron. La cazadora de cabellos como el fuego vigilaba desde un rincón con un ojo abierto y el otro durmiente y la anciana chamán velaba el sueño de todos. Nilah se había salido del refugio, sofocado y sumamente confundido consigo mismo. La noche lo había dejado preso de las dudas y libre de respuestas.Cuando Darío afirmó que no fue Níniel quien lo atacó, sino otra mujer —a quien la anciana confirmó a través de la descripción física como Alanna—, teorizaron sobre el parentesco entre las dos, dado lo poco que se parecían. Nilah, que hasta ese momento había decidido no compartir la información que obtuvo con Aberración, se res
XXXIV. Ayuno y reflexión.Habían pasado un par de días desde que la tomaron prisionera. El remanente de toda su clase en la Gran Zona, el Grupo chamán delOeste, la tenía atada a un poste hace días, sin comida ni agua. Siquiera podía descansar bien, pues las ataduras eran tan férreas que no podía acomodarse para dormir, ya que lastimaban su piel. Y los captores no hacían amago de aparecerse por ahí, pues durante ese periodo de oscurantismo no vio a nadie ni percibió más voces. La habían olvidado o decidieron dejarla morir; una de dos.Aunque Níniel no planeaba morir ahí. Con base en insomnio y desesperación, dejó que sus instintos más primitivos actuaran y se dedicó a roer las cuerdas con las que la mantenían presa, como todo un roedor. Estaba denotando resultados, pues poco a poco se hacían más débiles las fibras y ya pronto podría usar sus manos para salir de allí. Tenía en la mira desde hace rato va
XXXV. Nuestras luchas.La joven se lanzó de un salto nuevamente al refugio subterráneo, donde sus tres captores la observaban atónitos. El extraño hombre albino, al que le hizo un corte que sangraba en un anormal tono azulado, estaba tirado en el suelo, con los brazos de Adair a su alrededor. El viejo chamán de pie a su lado parecía cuidarlos, como si ella fuese una terrible amenaza. Níniel maldijo, el golpe de adrenalina que la respaldó durante su operación de escape había mermado y ahora sólo sentía cansancio y fatiga. Parecido a la vez que salió de la trampa con Brinda a cuestas, ahora también estaba imposibilitada y eso le generaba una frustración con la que era difícil lidiar. Aun así, todavía no perdía el control de la situación, seguía teniendo opciones.—Me quedaré hasta que pueda irme, pero no se atrevan a amarrarme de nuevo. —Les habló en un tono oscuro, irreconocible, como una advertencia de "ya saben con quién tratan". Los seres asintier