Treinta

XXX. Familias.

Era el tercer día de convivencia entre Misha y Níniel y aún no habían señales de Nilah. Debía estar muy lejos, pues el lobo dorado no lograba percibir su aroma ni presencia. ¿A dónde habría ido y por qué tardaba tanto? Eran las preguntas que consumían los nervios de ambos. Níniel estaba profundamente preocupada, pero camuflaba su angustia debajo de su temple tranquilo, ya que el lobo sí que estaba angustiado y necesitaba constante contención. La humana nunca se esperó ser la piedra de soporte de una criatura, pero ya había asumido que su realidad y futuro serían muy distintos de lo que siempre vaticinó.

—Joder, no me cabe en la cabeza qué le puede llevar tanto tiempo —explotó Darío esa mañana, minutos después de que engulleran el desayuno en silencio. La chica tensó sus músculos faciales, pero hizo un esfuerzo para relajarse y transmitir cierta calma al licántropo.

—Quizá se ha quedado varado en un lugar por mal clima

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo