Tiffany ♥65♥

Una mañana, muy temprano, Eufemia entró en la alcoba de Reyes, y le

despertó diciendo:

--La señorita llama, quiere que el señorito vaya a buscar a D. Basilio.

--¿Al médico?--gritó Bonis, sentándose de un brinco en la cama y

restregándose los ojos hinchados por el sueño--. ¡Al médico, tan

temprano! ¿Qué hay, qué ocurre?

No se le pasó por las mientes que se pudiera necesitar al médico para

curar algún mal; la experiencia le había hecho escéptico en este punto;

ya suponía él que su mujer no estaba enferma; pero Dios sabía qué

capricho era aquel, para qué se quería al médico a tales horas y cuál

sería el daño, casi seguro, que a él, a Reyes, le había de caer encima a

consecuencia de la nueva e improvisada y matutina diablura de su mujer.

--¿Qué tiene? ¿Qué pide?--preguntaba con voz de angustia, como implorando

luces y auxilio y fortaleza en el preguntar; mientras, a tientas,

buscaba debajo del colchón los calcetines.

Eufemia se encogió de hombros, y, acordándose del pudor, salió de la

alc
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