SophieLuego de un mes de forzoso trabajo le pareció sumamente agotador y tuvo que cambiarse a otro, por suerte se encontró uno que le resultaba más flexible, y se sentía mejor porque no solamente era cercano a su departamento, sino que también era mucho más accesible y debía estar en movimiento, se trataba repartidora era como un Delivery en bicicleta y eso le agradaba mucho porque solamente lo le correspondía un pequeño mercado del sector, y no debía hacer Delivery tan lejanos, su trabajo como recepcionista les dejo grandes enseñanzas, y pensó que quizás para una próxima ocasión lo ejercería porque el trabajo no era malo, solo la remuneración le resulto pésima, tratar con diferentes culturas era una de las cosas le hizo mantenerse allí por un mes.Siguió destacándose en su trabajo hasta que llegó Eliel cuando regreso del viaje se sorprendió mucho donde estaba trabajando e incluso no le pareció, se molestó con ella y le dijo ¿qué porque había aceptado? Si ella no tenía necesidad de h
Los automóviles siguen sin moverse. Las personas que no poseen aire acondicionado sudan y con sus manos buscan aliviar su desespero. Me acerco a la ventanilla de una de esas familias desafortunadas y les ofrezco limonada, los dos niños de la parte trasera aplauden ilusionados y sus padres comparten miradas tristes. Lo sabía. El automóvil donde viajan es un Fiat tucan del 83 bastante desgastado, apuesto a que viven de un salario mínimo. Me compadezco y sin mediar palabras les paso la jarra.—Por favor no insista, no tenemos como pagarle. —dijo el hombre apenado.—No es necesario que la pague. Dios provee.Me retire inmediatamente de la isla de la avenida.
Hoy use falda, ya que mi único pantalón estaba roto. Me sorprendí muchísimo por lo flaca que estaba; tuve que ponerme un pasador para ajustarla y evitar algún accidente.Al llegar a la clínica, me encontré con Juan y Cristal, parados al lado de la entrada con rostros relajados y pacientes. Con un sutil movimiento de cabeza los salude. Solo quería mi dinero y mi triciclo para volver a trabajar. A mi madre solo le quedaban medicamentos para una semana, sin olvidar los alimentos. Él se encontraba trabajando en Puerto La Cruz al oriente del país, así que no sería problema.—Te invitamos a desayunar.—Ya desayuné.Mi estómago me traiciono y terminamos en un
Ustedes han escuchado el dicho que dice, donde manda capitán no manda marinero, bueno, en este caso es exactamente igual. Cristóbal, ha hecho un mínimo de diez llamadas, en las que ha intentado mudarse de planeta unas cinco veces y también ha soltado y creo que merece un certificado Guiness, un sinfín de palabrotas.Me limito a observarlo y trato tomarme personal ningunas de sus acciones. Camina de un lado a otro con el celular pegado a la oreja. No puede creerse como él un universitario prodigio, dueño de su propia empresa construcción tiene que rendirles cuentas a sus padres, sabiendo que: a) puede mantenerse y vivir solo y b) puede contratar a la servidumbre que a él le plazca "o le venga en gana" como ha dicho.Escucharlo solo me causa jaqueca. Creo que, si tu
Cuando llegue a casa mi madre tenía el rostro inundado de lágrimas.—Mi amor, pensé que te había pasado algo... yo, yo —gimoteó—, me imaginé lo peor.Me arrodille a su lado y la abrace. Le conté lo que había pasado. Nunca le he mentido a mi madre, excepto... Bueno, no es necesario recordarlo ahora. Ella no lo merece.—Matilde, este será tu trabajo ahora. Durante estos tres meses, estarás junto a ella. Te pagare bien.—Él... —titubeó.—Estará fuera todo este tiempo, no te preocupes.
Una semana después.Ocho de la mañana.La primera paga fue excelente. Aún tengo grabada la sonrisa de mi madre cuando la despensa se llenó. Matilde no quiso aceptar mi pago, pero acepto un par de blusas que había comprado para ella. Ese fin de semana fue increíble, las risas y la felicidad que sentimos fue el pago de todo mi sufrimiento aquella semana porque si, Cristóbal me había hecho la vida imposible.Manchaste mis medias, quemaste el cuello de mi camisa favorita, el piso no está brillante, el aromatizante me causa alergia, la comida es basura y tus zapatos están sucios, límpialos.Eso ultimo era lo que más me molestaba.
Al otro día calce chancletas. Al no tener opción tuve que hacerlo. Las denigradoras miradas de las personas en el autobús me hacían sentir mal y las ganas de soltar alguna palabrota que lo pusiera en su lugar no me faltaron, sin embargo, no lo hice.Al llegar Cristóbal observo mis chancletas y mis pies llenos de barro y no dijo nada, supuse que era lo que quería, hacerme sentir mal, pues que bien. Lo logro. Con una mirada poco amable pase por su lado, entre al baño y lave mis pies.Luego tomé un cepillo y me dirigí a fregar las ventanas.Cristóbal se sentó en el sofá y me observaba. Trate de ignorarlo y se me hizo imposible.—&
La cena estuvo espectacular. Mi madre y Matilde, disfrutaron mucho. Hacia tantos años que no la pasábamos tan bien, que todo me parecía irreal. Al llegar a mi lugar de trabajo agradecí a Dios por la oportunidad que, aunque no fuera la mejor me permitía poder sustentar a mi familia.Al abrir la puerta toda mi felicidad se acabó. Parece como si un remolino hubiera destruido la sala. Vidrios rotos, botellas esparcidas y vomito en el suelo. ¿Qué era lo que había hecho Cristóbal? Intente recoger una botella cuando escuche algo romperse y comencé a correr en la dirección del horroroso ruido sin percatarme de que mis chancletas eran finas y que algunos cristales se incrustaron en las plantas de mis pies.—¿Cristóbal? —El mie