Una semana después.
Ocho de la mañana.
La primera paga fue excelente. Aún tengo grabada la sonrisa de mi madre cuando la despensa se llenó. Matilde no quiso aceptar mi pago, pero acepto un par de blusas que había comprado para ella. Ese fin de semana fue increíble, las risas y la felicidad que sentimos fue el pago de todo mi sufrimiento aquella semana porque si, Cristóbal me había hecho la vida imposible.
Manchaste mis medias, quemaste el cuello de mi camisa favorita, el piso no está brillante, el aromatizante me causa alergia, la comida es basura y tus zapatos están sucios, límpialos.
Eso ultimo era lo que más me molestaba.
Al otro día calce chancletas. Al no tener opción tuve que hacerlo. Las denigradoras miradas de las personas en el autobús me hacían sentir mal y las ganas de soltar alguna palabrota que lo pusiera en su lugar no me faltaron, sin embargo, no lo hice.Al llegar Cristóbal observo mis chancletas y mis pies llenos de barro y no dijo nada, supuse que era lo que quería, hacerme sentir mal, pues que bien. Lo logro. Con una mirada poco amable pase por su lado, entre al baño y lave mis pies.Luego tomé un cepillo y me dirigí a fregar las ventanas.Cristóbal se sentó en el sofá y me observaba. Trate de ignorarlo y se me hizo imposible.—&
La cena estuvo espectacular. Mi madre y Matilde, disfrutaron mucho. Hacia tantos años que no la pasábamos tan bien, que todo me parecía irreal. Al llegar a mi lugar de trabajo agradecí a Dios por la oportunidad que, aunque no fuera la mejor me permitía poder sustentar a mi familia.Al abrir la puerta toda mi felicidad se acabó. Parece como si un remolino hubiera destruido la sala. Vidrios rotos, botellas esparcidas y vomito en el suelo. ¿Qué era lo que había hecho Cristóbal? Intente recoger una botella cuando escuche algo romperse y comencé a correr en la dirección del horroroso ruido sin percatarme de que mis chancletas eran finas y que algunos cristales se incrustaron en las plantas de mis pies.—¿Cristóbal? —El mie
Un mes después.La paga fue más que excepcional. El señor Juan se encargó de todos mis trámites legales para recibir mis beneficios. Mi madre estaba estrenando ropa por primera vez en muchos años y me sentía feliz. Además de eso, pude comprar un par de zapatos nuevos. Cristóbal había cambiado, no les puedo decir que ahora me trata bien, pero al menos trata de ignorarme y así ambos somos felices.Todo marchaba de maravilla hasta esa llamada.Él venía en 15 días.Mis rodillas temblaron. La idea me daba pavor. El día de la noticia, todo me salió mal. Las empanadas se me quemaron y tambi&eacu
Desorientada sin saber la hora ni el lugar, así me encontraba. En un callejón solitario con las rodillas abrazadas trate de tranquilizarme. Dolía saber que a veces la vida era tan injusta y te metía en situaciones que, aunque no te corresponden, te lastiman.Sé que se hacía tarde. Varias personas que pasaban me miraban raro, segura piensan que soy una drogadicta o algo así. Nadie se acercó a preguntarme que me pasaba porque todo el mundo cree saberlo todo y ¿saben qué? No saben nada.Juzgar es fácil, pero ponerte en los zapatos de los demás y caminar con las piedras es complicado. Todos quieren que los comprendan y les den palmaditas en la espalda cuando las cosas salen mal, pero ¿Cuántas veces hacemos eso con nuestro
Después de lavar la ropa de Cristóbal me senté en los fríos azulejos del baño. La semana anterior, cuando regresé a trabajar, no pude ver a Cristóbal con otros ojos que no fueran de compasión. Cristal y Juan, sus padres, me pidieron un poco de paciencia, también me dijeron que era libre de irme cuando quisiera y no podía. Así que hice un trato con ellos, algo que nos beneficiaria a todos.Juan, me prometió conseguir un buen abogado a cambio de ayudar a su hijo y acepte. De forma obvia no le dije, para que, solo que necesitaba un buen abogado.No tenía nada que perder, excepto un par de meses más.—Manuela.Crist&o
—Quisiera tenerte en cada primavera poder amarte a mi manera, desvelarme la noche entera, cuidar tus sueños así quisiera... —tararee la canción de CNCO, que Cristóbal tenia a todo volumen. Esta tarde había llegado sonriendo, supongo que algo muy bueno tenía que haber pasado. Luego, se encerró en su habitación y coloco música.Trate de obviar el hecho de que mañana él vendría. Mi madre, creo una versión para que no supiera en donde trabajo, para así seguir reuniendo el dinero. Le diremos que estoy vendiendo revistas en un kiosko alejado de la ciudad. Mientras trabajo, le pedí a Matilde que se llevara toda la comida a su casa, así como las cosas nuevas, teníamos que evitar a toda costa que él sospechara.
Ir en el carrito con la frente pegada al cristal y con la mirada fija en algún punto más allá de la realidad de nuestro mundo era el único indicio de saber si estaba viva. La noche anterior no había podido dormir debido al llanto. Él había regresado y como siempre me había destrozado un pedazo del alma. Esta vez no llego a abusar de mí, pero si me golpeo porque me resistí. A pesar de los golpes, lo que más me dolía era la mirada culpable de mi madre esta mañana al darse cuenta de los moretones.Todo el domingo, le pedí a Matilde que llevara a mi madre a la iglesia y fue allí donde todo ocurrió. Él siempre nos manipula y esta vez, solo quería una cosa y se puso furioso cuando no la consiguió. Mi madre no sabe que él me ha tocado, jamás p
—Lo que has hecho no tiene nombre.Danny me llevaba en su auto hacia mi casa después de que Cristóbal me pidiera que me retirara hasta que piense si debía seguir trabajando para él.—Lo tiene, se llama honestidad. —replique.—No, se llama estupidez.Puse los ojos en blanco y apoyé mi cabeza en la ventanilla.—Jamás lo entenderías. —murmure cabizbaja.Danny se detuvo de forma abrupta y luego giro en U en una zona prohibida.—¿Estás loco? —grit