Aquella noche, Amber, corrió hacia el tocador, buscó en uno de los cajones una tarjeta de las muchas que le habían dado en el hospital. Con rapidez comenzó a buscar el sitio al que la doctora que la atendió, le recomendó. Estuvo meditando durante mucho tiempo, buscando tomar una decisión, hasta que logró tomarla.Antes de que amaneciera, se duchó y tomó una pequeña maleta y se alejó de la casa, sintiendo que su pecho ardía al tener que dejar a su hijo, a quien prometió que nunca volverían a separarse, pero apenas tenía cabeza para hacerse cargo de ella misma, temía poner en riesgo la vida de Matías, su adoración.—Te juro que volveré pronto por ti, cariño, pondré todo mi empeño para salir de este agujero negro en el que me encuentro y nos mudaremos a un departamento muy bonito y seremos muy felices, mi vida —externó en medio del llanto—. Espero que no me odies y puedas comprender porque no te traje conmigo. —Limpió sus mejillas y comenzó a conducir.Durante el trayecto al lugar donde
La puerta principal de la residencia Davis, se abrió, Jack esperaba en la sala, miró su reloj y se dio cuenta de que faltaban unos minutos para las dos de la tarde, eso hablaba bien de la niñera, puntual en su primer día de trabajo.—Buenas tardes, señor Jack —la chica pronunció llena de ansiedad.Davis asintió con la cabeza y se puso de pie, fue imposible que aquella chica no notara lo imponente que era, alto, con los músculos marcados.—Le pediré a María que te dé un tour por la casa y luego te veré en mi despacho para firmar tu contrato —indicó dándose la media vuelta para ir a su oficina. Tomó su móvil y buscó entre su galería las últimas fotografías que tenía de Amber y Matía, si ella la casa le parecía algo fría, se había acostumbrado a su presencia, aquella última noche cuando estuvieron en la habitación de juegos, por un momento efímero le pareció que eran una familia verdad.Sacudió su rostro al observar que Perla tocó a la puerta.—¿Puedo pasar? —preguntó con una amplia son
Los últimos dos meses, fueron difíciles, ya que tuvo que trabajar en el perdón hacia todas las personas que le habían hecho daño, pero sobre todo a ella misma, por haber permitido muchas cosas, por no haber saber decir “No”. Lo más complejo fue enfrentar la sombra de Amado, pero lo logró. Con maleta en mano, salió del centro para mujeres, siguiendo al pie de la letra las indicaciones de los terapeutas, tomaba de manera puntual los medicamentos que fueron necesarios suministrarle, además de acudir a todas las terapias tanto individuales como grupales, comenzó a practicar meditaciones, además tomar talleres ocupacionales, aprendiendo a hacer algunas manualidades que la ayudaban a despejar su mente. Ahora con un pie fuera de ahí, venía la parte complicada: Enfrentar el mundo, pero gracias al centro, tenía nuevas amigas en las que se podía apoyar. Madiso Walton, una de ellas la esperaba frente a una torre de departamentos. —Disculpa la demora —Madison se acercó a ella y la saludó con c
Al día siguiente, a tempranas horas, Amber salió de su auto y caminó por el estacionamiento, disfrutando del eco del chasquido de sus zapatillas de tacón. En cuanto cruzó la acristalada puerta, inhaló profundo al ver que se había concluido la remodelación de Foster Habitat, pues el lugar estaba muy deteriorado y mientras estaba internada, solicitó a Madison que la ayudara con aquellos cambios. Los grandes cristales abrazando los muros, permitían que la luz natural inundara el espacio, creando un ambiente luminoso con una sensación de frescura. Mientras las puertas del ascensor se estaban cerrando, no pudo evitar volver a sonreír con satisfacción ante los cambios. —Detengan el ascensor, por favor. La voz de un hombre, la hizo salir de sus pensamientos. De inmediato la detuvo. —Muchas gracias —respondió intentando recobrar el aliento—, la dueña me degollará si vuelvo a llegar tarde —expresó flexionado. Amber centró su atención en su móvil, sin tomarse la molestia de verlo a los ojo
Después de hablar con Perla, Jack le dio el resto de la tarde a la joven, necesitaban mayor privacidad, tomó las bebidas que dejaron sobre la encimera de la cocina y luego subió para alcanzarlos y disfrutar de la estancia de Amber. Apagó su móvil para que nadie los interrumpiera.—Lamento la demora, tuve que atender una llamada —refirió acomodándose en la alfombra junto a ellos.—No te preocupes, estamos viendo su nueva película favorita, me está poniendo al día —refirió mirando con completa ternura a Matias.—Aún sigue teniendo a sus mismos personajes favoritos, solo aumentó uno —Jack se llevó un trozo de pizza a la boca.—¿Viviremos aquí como siempre? —Matías indagó, sin dejar de comer.Amber mordió su labio inferior.—Por el momento, te quedarás con papá, pero yo pasaré por ti a la escuela y comeremos juntos, ¿qué te parece? —indagó sin dejar de mirarlo.—¿No te quedarás aquí? —Matías cuestionó con tristeza.—No, esta es la casa de tu papá, y yo tengo la mía, la nuestra. —Señaló a
El lunes después de llevar al colegio a Matías, Amber se encerró en su lujosa oficina para evaluar algunas estrategias con Luis Manuel, el caballero que se encontró días atrás en el ascensor, y que salió corriendo para que no lo fueran a despedir. Resultó ser el asistente de Amy.—Dame un momento —solicitó Amber al joven para responder al teléfono. —¿Qué sucede Anita?—Su mamá está afuera, quiere hablar con usted —indicó la joven con voz temblorosa.—Dile que me espere —refirió con firmeza.—Dice que es urgente. Se le ve molesta —susurró.Amber no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa.—Si tiene tanta urgencia, con mayor razón podrá esperar. —Cortó la llamada y prosiguió con lo que estaba haciendo, hasta que luego de más de treinta minutos, la hizo entrar, en cuanto su asistente se retiró.Con una gran molestia, Sara ingresó, su mirada fulminó a su hija, quien seguía ocupada tras el escritorio.—No puedo creer que me hayas hecho esperar, cuando necesitamos hablar en este preciso mome
Con las manos en los bolsillos de su pantalón, Jack se encontraba mirando a través de uno de los grandes ventanales, la hermosa panorámica que le regalaba la oscurecida ciudad, con sus interminables bombillas alumbrando las calles y los rascacielos vecinos como en el que se encontraba en ese momento.La expresión de su semblante fruncido, reflejaba preocupación en él, parecía que había perdido el control, en ese momento la conexión entre sus pensamientos y su cuerpo no estaban fluyendo bien, lo sucedido con la niñera de su hijo, lo tenía desconcertado. Más de lo que pudo imaginarse, pero ¿por qué?—Señor Davis. Ya puede pasar.La amable voz de la asistente lo hizo salir de sus pensamientos, con pasos firmes sobre las baldosas de impecable mármol siguió a la joven, por el corredor, hasta llegar a la oficina principal.—Lamento lo demora —Alexander se puso de pie de su silla ergonómica y acudió a saludarlo con la calidez de un abrazo.—Por fortuna tengo tiempo —Jack dijo restando import
Cuando regresó a la cocina, Perla ya se encontraba picando unos tomates rojos y Matías estaba sentado esperando con ansias poder cenar para luego ir a jugar otro rato. Sacó la jarra de la nevera con el té helado que había reservado para la merienda, y lo llevó a la isla.—¿Todos listos para cenar? —indagó Jack sintiéndose famélico.—Sí, yo quiero primero —Matías alzó su mano sonriente.—Bien, pues aquí está el primero —refirió Perla—, falta ponerle salsa de tomate —pronunció para luego entregarle a Jack otro, mientras lo hacía pasó con discreción la punta de sus dedos sobre la mano de él—. Espero que esté a su gusto.—Gracias. —Jack desvió su mano hacia la jarra—, voy a servirles un poco de té, ¿está bien?—Sí —respondieron ambos al mismo tiempo.—Ojalá, mi mamá estuviera aquí —manifestó Matías.Jack sintió que su corazón se agitó al escuchar que la mencionó Matías.—Sí, claro —Maty—, pero ahora estoy yo, ¿acaso no te gusta estar conmigo? —lo miró a los ojos.—Sí, sí me gusta, pero