CAPÍTULO 42. CORAZÓN DIVIDIDO

Cuando regresó a la cocina, Perla ya se encontraba picando unos tomates rojos y Matías estaba sentado esperando con ansias poder cenar para luego ir a jugar otro rato. Sacó la jarra de la nevera con el té helado que había reservado para la merienda, y lo llevó a la isla.

—¿Todos listos para cenar? —indagó Jack sintiéndose famélico.

—Sí, yo quiero primero —Matías alzó su mano sonriente.

—Bien, pues aquí está el primero —refirió Perla—, falta ponerle salsa de tomate —pronunció para luego entregarle a Jack otro, mientras lo hacía pasó con discreción la punta de sus dedos sobre la mano de él—. Espero que esté a su gusto.

—Gracias. —Jack desvió su mano hacia la jarra—, voy a servirles un poco de té, ¿está bien?

—Sí —respondieron ambos al mismo tiempo.

—Ojalá, mi mamá estuviera aquí —manifestó Matías.

Jack sintió que su corazón se agitó al escuchar que la mencionó Matías.

—Sí, claro —Maty—, pero ahora estoy yo, ¿acaso no te gusta estar conmigo? —lo miró a los ojos.

—Sí, sí me gusta, pero
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