Marina llevaba su vestido blanco, y su velo de novia que cubría su rostro, llegó en un auto que Finn rentó para ella.
Marina Hall no tenía familia en esa ciudad, su familia vivía lejos de ella, en la siguiente ciudad, solo le sobrevivía una tía y su hermana menor Leonor. Ella se alejó de la tía apenas pudo, porque era una mujer cruel y despiadada, pero nunca se perdonó por no poder llevarse a Leonor lejos del yugo de esa tía, al ser menor de edad.
Entró a la iglesia sola completamente, caminó despacio, pudo ver a Finn esperándola con una gran sonrisa, erguido al pie del altar, sonreía, sus ojos brillaban como dos estrellas, ese gesto la conmovió tanto, que sintió que debía hacerlo feliz.
«Juro que a partir de que sea tu esposa, lucharé por amarte y hacerte feliz, Finn, porque tú lo mereces», pensó.
Ella caminó hasta llegar a su lado, él sonrió, la puso a su lado, miraron al sacerdote, quien comenzó la ceremonia.
Marina no pudo evitar mirar de reojo en la primera fila a Demetrius Vicent, se preguntó si él sabía que ella fue la mujer de esa noche, pero no supo la respuesta, miró al altar, y eligió no volver a pensar en eso, quería enterrarlo dentro de su alma para siempre, como un hermoso secreto que no revelaría.
—Si existe alguien presente que se oponga a la realización de este matrimonio, que hable ahora, o calle para siempre.
De pronto, muchos teléfonos resonaron al mismo tiempo, los presentes miraron en sus pantallas de móvil, comenzaron a murmurar.
«¡Ella es una mujerzuela!»
«Se metió en la cama con otro hombre antes de la boda, ¡Ella es una zorra!»
Las murmuraciones fueron más evidentes, tanto que el sacerdote les pidió silencio y respeto.
Alana, la madre de Finn, atormentada por no saber lo que ocurría, arrebató el móvil de Sylvia, que estaba justo a su lado, ella no solo era amiga de Marina, sino también de Finn, desde la infancia.
Los ojos de Alana se abrieron enormes.
—¡Marina Hall eres una traidora! —exclamó la mujer con desprecio.
Ella se estremeció al escuchar la voz de Alana que nunca fue tan cruel con ella.
Demetrius no entendió lo que ocurría, no, hasta que miró el móvil de Sylvia, era un video; ahí se veía a un hombre recostado, con la espalda descubierta, no se le podía ver la cara, al lado estaba Marina Hall desnuda, con el rostro a la vista.
El hombre frunció el ceño, de pronto esa mujer, y ese lugar, incluso ese hombre, todo le pareció tan familiar. Él sostuvo el brazo de Sylvia con fuerzas, la miró directamente a los ojos con rabia.
—Dime, ¿Era ella? —exclamó en voz baja para que solo ella escuchara, Sylvia sintió un escalofrío ante los ojos castaños y feroces de Demetrius Vicent.
—¡¿Qué dices?! ¿A qué te refieres? —exclamó indefensa
—Ayer me enviaste a una prostituta, pero… ¿Acaso era ella…?
—¡¿Qué dices?! ¡Claro que no! —exclamó, ella tocó su rostro, su voz era susurrante, casi seductora, y él la detestó—; Nunca te haría algo así, era una dama de compañía, ni siquiera la conozco, pero era una profesional, no hay nada que temer —aseguró.
Demetrius respiró aliviado, sin embargo, tenía sus dudas, había algo en esa mujer, además recordó las tenues manchas de sangre en las sábanas blancas, algo estaba mal, su mente se sintió confusa.
—¡¿Cómo pudiste?! ¡Míralo, hijo! —exclamó Alana mostrando aquel video a su hijo menor—. Ve como está mujerzuela te ha engañado, ¿Cómo pudiste, Marina? ¡Yo creía en ti!
Marina no pudo evitar llorar, quitándose el velo de novia.
Sylvia le mostró el video a Finn, él observó, sus ojos se volvieron llorosos. Demetrius vio como el dolor rompía a su hermano.
—¡Perdóname, Finn, quise decírtelo! —dijo Marina llorando
Él hundió la mirada ante sus palabras.
—¡Eres una mujerzuela! —exclamó Sylvia, Marina la miró incrédula, de pronto sintió que la mujer se volvió salvaje contra ella, comenzó a pegarle, rompiendo su vestido, su velo, ella no podía huir, las manos de Demetrius detuvieron a la mujer.
—¡Ya basta, Sylvia! —luego su mirada gélida se volvió contra ella, Marina sintió que no tenía aire para respirar—. ¡Vete, mujer, por lo que resta de vida, no queremos volver a verte!
Ella sintió tanto miedo, corrió tan rápido como pudo, levantando su vestido para no caer, corrió alejándose de todos, escuchó esa voz, era Finn gritando.
—¡Marina! ¡Espera!
Finn corrió tras ella, persiguiéndola con desesperación.
—¡Demetrius ve por tu hermano! —suplicó Alana
Finn corrió a alcanzar a Marina, cuando Demetrius logró detenerlo.
—¡Basta! Déjala ir, hay muchas mujeres en el mundo, ¡Ella no vale la pena! —dijo desesperado.
—¡Cállate! Marina es mi vida, yo la amo, ¡Siempre la amaré! Y ella va a amarme, ¡Y se olvidará de ti!
Demetrius se quedó perplejo al escuchar sus palabras.
—¿Qué has dicho, Finnlay?
—Sí —dijo Finn con una mirada llena de dolor—. Ella te ha amado desde la primera vez que te vio, hace un año, pero tú solo tenías ojos para esa mujer cruel que te abandonó.
Demetrius dio un traspié.
—¡Finnlay, date cuenta, Marina no es una buena mujer!
—¡Es una buena mujer! Es la mujer que yo amo, con la que me casaré, quieran o no, la amo, ¡Aléjate de nosotros, no te interpongas, no te quiero cerca! No quiero que ella me deje por ti.
Finn se desprendió de su agarre, y fue tras ella.
Demetrius respiró profundo, pero lo siguió, no podía dejar a su único hermano ir tras lo que él consideraba su peor error.
Finn alcanzó a Marina en una esquina, ella buscaba un taxi, él tomó su mano.
—¡No, Finn! Por favor, déjame ir.
—¡No me importa, Marina! Nada de lo que vi ahí me importa, eso es el pasado, este es nuestro presente, ¡Cásate conmigo! ¡Yo te amo!
—¡No puedo, Finn! —dijo sollozando—. Sabes que quería hacerte feliz, pero, no puedo, mira lo que hice, arruiné tu reputación y la mía.
—¡Marina, no me importa lo que digan los demás! Olvídalos, solo somos tú y yo, por favor.
Ella acunó su rostro, sollozaba.
—Finn, te adoro, eres la persona más buena de este planeta, pero, no puedo, no te amo, y aunque una parte de mí te quiera mucho, no puedo seguir arruinando tu vida, como ya arruiné mi vida, ¡Perdóname!
Ella intentó irse, pero él la sostuvo.
—¡No me dejes, Marina! Esto se va a solucionar, no te vayas, entonces, solo quédate, volvamos a empezar, si no quieres casarte, está bien, solo quédate a mi lado, me conformó incluso con un poquito de tu amor.
Las lágrimas rebotaron por el rostro de Marina, atormentada por sus palabras.
—¡Basta, Finn! No le ruegues a esta mujer, ella no lo merece —dijo Demetrius enfurecido.
Marina se asustó, dio un paso atrás, pero Finn aún la sostuvo de la mano.
—¡Lárgate, Demetrius! No eres nadie para mí, nunca has sido un buen hermano, te fuiste por años, no vengas a ser el buen hermano.
Finn empujó a Demetrius, y él lo sostuvo del cuello de la camisa con rabia.
—¡Reacciona! No debes mendigar amor a una mujerzuela.
Finn no soportó que la llamará de ese modo, le dio un golpe en la mejilla, alcanzando su nariz, Demetrius observó la sangre en su nariz, él se lo devolvió enseguida, estaban en una acera, terminó empujando a su hermano hacia la calle, que no estaba transitada por ningún auto, excepto al fondo, donde había un auto a punto de irse, pero con suficiente espacio para seguir su camino con libertad.
Marina se atravesó entre los dos.
—¡Mejor quítate! Mira lo que has hecho, mujer, ¡Dos hermanos pelean por ti! —dijo Demetrius mirándola con ojos ensombrecidos, haciéndola sentir pavor.
—¡Por favor! —exclamó llorando—. Me iré, pero no peleen.
Demetrius recobró la calma perdida, asintió despacio.
—Marina tiene razón, Finn, ella ya ha dicho que quiere irse, déjala ir, por favor.
—¡Marina!
Ella negó, retrocedió. Fin caminó de un lado a otro, se veía desesperado, miró el asfalto de la calle.
—Adiós, Finn.
—¡Marina, no me dejes! —exclamó con dolor
—Vete, Marina, es lo mejor para todos —dijo Demetrius, ella dio media vuelta, de pronto escuchó el rechinido de las llantas de un auto.
El grito de Demetrius la sobresaltó.
—¡Finnlay! —chilló asustado.
Cuando ella se giró a mirar, su sangre se heló, el cuerpo de Finn estaba al otro lado de la acera, fue arrollado por aquel auto, que se dio a la fuga. Demetrius corrió por su hermano. Marina sentía que temblaba, ¡Era como una gran pesadilla! Al volver a la realidad, también fue hacia él. —¡Finn! —gritó desesperada. Marina se arrodilló a su lado, había sangre en su cuerpo, las lágrimas caían por su rostro. Demetrius sollozaba con angustia. —¡Está muerto! ¡Mi hermano está muerto! No sé cómo pasó —dijo con las manos en su cabeza, desesperado, frustrado, recargó su rostro sobre su pecho y lloró. Marina sintió un miedo que la hacía gritar, casi acariciaba el cabello de Demetrius, pero, no se atrevió, cubrió su rostro con sus manos, sollozando. La ambulancia llegó, Demetrius levantó la mirada y la fijó en la chica. —¡Vete, Marina! Solo vete de aquí, vete de la ciudad, no vuelvas nunca, o juro que acabaré contigo, ¡Es tu culpa! ¡Arruinaste la vida de mi hermano! ¡Ahora le has ro
Marina manejó fuera de la ciudad, luego llegó a la casa de su tía, tenía muchos años sin volver a esa casa. Tocó la puerta, estaba cansada, casi era de noche, al abrir la puerta, su tía la miró impactada de verla ahí. —¿Qué haces aquí? —He venido a ver a mi hermana. La mujer hizo un gesto de rabia, la dejó pasar, su hermana Leonor corrió a abrazarla con fuerzas. —¡Marina, volviste! —Sí, tía, podría quedarme aquí. —¡No puedes, ahora lárgate de aquí! Marina la miró con rabia, esa mujer siempre fue cruel con ella, Leonor era cuatro años menor, miró sus ojos, parecía asustada. —Leonor, ¿Quieres venir a vivir conmigo? Los ojos de Leonor se abrieron incrédulos. —¡¿Qué dices?! —exclamó la mujer enfurecida—. ¡No te la llevarás! Ella me ayuda en el trabajo, hace el quehacer. —¿Leonor? Leonor miraba a la tía con miedo, pero Marina acunó su rostro. —Mírame a mí, no tienes que quedarte aquí, ya eres mayor de edad, puedes venir conmigo y ser libre de esto. Leonor sonrió. —¡Quiero i
Marina intentó retroceder, alejarse de su alcance, pero sintió sus manos sobre sus brazos, reteniéndola frente a él. —¿Con qué derecho te atreves a volver ante mí? —exclamó severo—. ¡Tú fuiste quien mató a mi hermano! Sus palabras eran tan severas, y dolían en el corazón de Marina, además veía la rabia en él, eso era más triste porque ella recordó su amor por él. Verlo de nuevo provocaba sentimientos ambivalentes que la hacían estremecer ante su presencia. —¡Yo no maté a Finn! ¡No lo hice! —exclamó, sus ojos eran cristalinos y temblorosos. Había odio en la mirada de Demetrius, el pasado estaba frente a ellos como un fantasma inolvidable. —¿Y qué creíste? ¿Qué te dejaría trabajar aquí, como si nada? Ella titubeó. —Estaba por irme, ahora mismo renunciaré, ¡Nunca volverá a verme! Ella intentó irse, abrió la puerta, pero él la cerró, impidiendo que se marchara. —Un momento, no tan rápido. Cambié de opinión, no te irás. Ella se giró, lo miró incrédula de sus palabras, ¿Acaso había
Rose se giró a mirarlo, tenía ese gesto frágil de siempre que tanto lo conmovía en el pasado, pero el corazón de Demetrius se había vuelto de piedra como para sentir algo ahora. —¡Demetrius! —exclamó, acercándose a él, se sorprendió al ver que él retrocedió, su gesto seguía fruncido, y su mirada era severa, tanto que sintió temor de él. —¿Qué haces aquí? —Supe que volviste, quise venir a verte. —¿Cómo te atreves? Pensé que lo había visto todo, pero en realidad, hay gente que es tan cínica. ¡Debes irte! No quiero verte. Rose bajó la mirada que se le desdibujó por lágrimas. —¡Demetrius, por favor! Déjame hablar. Él se detuvo, cuando intentó irse, miró su reloj con desdén —Tienes un minuto, luego te largas, no puedo perder más que tiempo. —¡Estaba tan confundida! Tú eras adicto al trabajo, y yo... —¡Me dejaste por tu mejor amigo, Rose! Solo un mes antes de la boda, me dejaste una vil nota diciendo que me dejabas, ¿Estabas confundida? Me vienes a ver la cara ahora, solo porque t
—¡No! Estoy enferma vine a consultar. Los ojos de Demetrius se volvieron recelosos, ella sintió la intensidad de su mirada. —Pues te diré algo, no te creo, si mañana faltas a trabajar te voy a descontar el doble de un día de sueldo. Ella le miró atónita de su crueldad. —¡Haga lo que quiera! Ahora déjeme ir —dijo altiva Él no la soltó aún, miró sus ojos y bajó la mirada, no pudo evitar tentarse con sus labios, ni siquiera supo en qué momento recordó cuando Finn le dijo que ella lo amó. «¿Aún me amará? ¡Pero, en que tonterías pienso!» Ella logró alejarse, y él no hizo nada por detenerla, solo la vio, hasta que se fue. —¿Así que está enferma? No se veía enferma, tal vez miente —dijo en voz baja. Marina llegó a la habitación de Ady, al entrar Mady y Leonor ya estaban ahí. Ella cargo a Marina, la alejó un poco. —Mady, mi amor, ¿Por qué te vi hablando con un extraño? ¿Acaso no te he dicho que no se habla con los extraños? La niña bajó la mirada, confusa, su carita dulce parecía ar
—¿Así que son un equipo que se defiende mutuamente? Dígame, señorita Hall, ¿Qué tipo de relación sostiene con el señor Davis? Le recuerdo que en mi empresa no están permitidas las relaciones personales. Marina le miró con rabia. —¡Solo tengo una relación laboral con el señor Davis! Somos profesionales, así que le prohíbo que siga ofendiéndonos sin pruebas. —¿Me prohíbe? —exclamó Demetrius con ojos severos, sorprendido ante su actitud de reto. Ella alzó la barbilla, lo enfrentó. —No tiene derecho a ofendernos, y sobre mi sueldo, no se angustie, me rebajarán la llegada tarde de hoy, cuando sea el día de pago, vendré y lo mostraré, para que usted y su conciencia, se queden tranquilos. Marina lo observó con gran decepción, dio la vuelta y salió de ahí. Demetrius la siguió con la mirada, luego miró a Davis fijamente, parecía como un animal furioso mirando a su peor enemigo, Davis tenía una mueca burlona, salió de ahí. Demetrius liberó el aire que sentía que lo ahogaba. «Claro, segú
Demetrius miró a Marina ahí, como congelada en el umbral de la puerta. Creyó que miró un gesto de rabia y dolor en su rostro. «Ella me amaba, ¿Aún después de tanto tiempo…?», pensó. Alejó a Rose, que se giró a mirar, la reconoció enseguida, Rose pensó que Marina no cambiaba con el tiempo. —¡¿Marina Hall?! ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no es la mujerzuela que engañó a tu hermano, Demetrius? Un puño golpeó el estómago de Marina al recordarlo, sintió rabia, sintió vergüenza. —Vine a entregar el informe de inventario que pidió a mi jefe. Él asintió. —Ponlo en mi escritorio. Marina entró, lo puso ahí, estaba dispuesta a irse. —Espera, lo vamos a revisar. Se sintió fatal de estar ahí, junto a esa mujer que alguna vez le robó el amor del hombre que ella quería. —Vuelve mañana, vuelve con Marina, será ella quien te contrate con su equipo, te tendré en alguna coordinación, pero es todo lo que haré por ti, Rose, ahora vete. Ella sonrió feliz, de que hubiese cumplido su capricho. —¡Muchas
Demetrius nunca sintió tantas ganas de besar unos labios, como esos labios rojos. Tocaron a la puerta, y Alex Davis entró, ellos se alejaron solo un segundo, antes de su entrada, aún así, ese hombre pudo ver algo más entre los dos, y sintió miedo de perder a Marina con él, ya que, desde hace tiempo, estaba haciéndose ciertas ilusiones con ella. —¿Interrumpo? —No, ¿Por qué lo harías, Davis? Si viniste a lo del reporte ya te puedes largar, tu eficiente coordinadora me dio una buena explicación, aunque seguiré revisando, y si hay un error, tendrán que pagar por él —aseveró Marina lo miró con rabia, luego ambos salieron de la oficina. Demetrius salió de ahí, caminó por la oficina, necesitaba respirar. Mientras el hombre pasaba por cada pasillo, provocaba el temor de todos, que guardaban silencio de inmediato al verlo, conocían el temperamento de Demetrius Vicent y era mejor no hacerse notar. El hombre caminó hasta los baños, fue entonces que vio a la recepcionista ahí, estaba conver