Cuando ella se giró a mirar, su sangre se heló, el cuerpo de Finn estaba al otro lado de la acera, fue arrollado por aquel auto, que se dio a la fuga.
Demetrius corrió por su hermano. Marina sentía que temblaba, ¡Era como una gran pesadilla!
Al volver a la realidad, también fue hacia él.
—¡Finn! —gritó desesperada.
Marina se arrodilló a su lado, había sangre en su cuerpo, las lágrimas caían por su rostro.
Demetrius sollozaba con angustia.
—¡Está muerto! ¡Mi hermano está muerto! No sé cómo pasó —dijo con las manos en su cabeza, desesperado, frustrado, recargó su rostro sobre su pecho y lloró.
Marina sintió un miedo que la hacía gritar, casi acariciaba el cabello de Demetrius, pero, no se atrevió, cubrió su rostro con sus manos, sollozando.
La ambulancia llegó, Demetrius levantó la mirada y la fijó en la chica.
—¡Vete, Marina! Solo vete de aquí, vete de la ciudad, no vuelvas nunca, o juro que acabaré contigo, ¡Es tu culpa! ¡Arruinaste la vida de mi hermano! ¡Ahora le has robado la vida! ¡Es tu culpa! ¡Desaparece o juro que te arrancaré la vida!
Ella se levantó asustada, se alejó tan rápido como pudo, sintiendo que una parte de su alma se quedaba junto a Finn, para siempre.
Marina llegó a su departamento, estaba temblando de miedo, con los ojos llorosos, al llegar notó que la puerta estaba abierta, pensó lo peor, entró y la vio ahí, como si nada hubiese pasado, sentada en un sofá.
—¡Sylvia! ¿Qué haces aquí?
La mujer se levantó y la miró de arriba abajo, notó que parecía venir del fin del mundo.
—¿Qué se siente, Marina? —ella negó, sin entender a lo que se refería—. ¿Qué se siente quedarte sin nada? ¿Qué se siente perderlo todo?
En ese momento lo comprendió, fue como si una venda cayera de sus ojos.
—¡Tú! Tú lo hiciste, ¡Me pusiste algo en la bebida, no estaba ebria! Luego de algún modo me dejaste con ese hombre, y después tomaste ese video, ¿Verdad? —exclamó como si pudiera leerlo en la mente de esa cruel mujer.
La mujer esbozó una siniestra sonrisa.
—¡Sí, lo hice!
—¿Por qué? —exclamó incrédula
—¿Por qué? Me robaste el amor de Finn apenas apareciste, ¡Él era para mí! Era millonario, era perfecto, yo lo vi primero, ¡Yo los presenté! Tú me lo quitaste.
Marina sintió que un odio se apoderó de su corazón.
De pronto, abofeteó el rostro de esa mujer, haló sus cabellos con tanta fuerza, que ella gritó asustada, sus manos ahorcaron su cuello.
—¡Eres una mujer cruel! No sabes lo que has hecho, acabas de destruir la vida de un inocente.
Dejó su cuello y golpeó su rostro, arañándolo con fuerzas.
—¡Suéltame! —exclamó Sylvia desesperada.
Se levantó del piso y la miró con rabia, su gesto cambió a una profunda tristeza, lágrimas cubrían su rostro.
—Finn ha muerto, ¡Esto ha sido tu culpa! Tú provocaste este desastre con tu envidia y maldad.
Los ojos de Sylvia se abrieron enormes, se llenaron de lágrimas, negó, se puso de pie.
—¡No es cierto! —gritó, salió desesperada.
Marina cayó de rodillas, lloraba sin control, la angustia hacia un nudo en su garganta, minutos después reaccionó.
«Debo irme de aquí, debo dejar esta ciudad, ¡Los Vicent van a destruirme!», pensó
Corrió a su habitación, miró su maleta lista para la luna de miel.
Se cambió de ropa tan rápido como pudo, y tomó el dinero que tenía guardado.
Salió de ahí, y tomó su auto, estaba a punto de arrancar e irse, pero sintió que no podía, ¿A dónde iría? Pensó en ir con su tía.
—Perdóname, Finn, estoy huyendo como una fugitiva, no debo hacerlo, pero tengo miedo, debo irme, todos aquí acabarán conmigo, Finn, nunca me dijiste que sin ti esta ciudad estaría vacía para mí.
Ella limpió sus lágrimas, encendió el auto y condujo sin rumbo fijo.
En el hospital
Demetrius abrazaba a su madre con sus fuerzas, ella sollozaba, estaba destrozada, ¡No podía creer lo que pasó!
—¡Madre! Ha sido mi culpa, no debí pelear, no debí presionarlo —dijo Demetrius con la voz rota.
—¡No digas eso! La única culpable es Marina Hall, ella destruyó a Finn —dijo Sylvia llegando ante ellos.
—¡Ya basta! Dejen de hablar de culpables —exclamó Alana—. Mi pobre bebé está muerto, mi pobre niño se ha ido.
Albert entró corriendo.
—¡¿Qué le pasó a mi hermano?! ¿Es que está grave? ¡Me dijo Sylvia que lo atropellaron!
Alana miró al joven, lo abrazó y él se quedó estático, sintiendo el abrazo de su madrastra, la odió por años, pero ahora su abrazo lo consternó.
—¿Alana?
—Mi hijo… ¡Mi bebé está muerto!
Albert retrocedió un paso, negó, sintió un nudo en la garganta, dobló su cuerpo y lloró, nunca pensó en llorar por Finnlay Preston, pero lo hizo, era su hermano menor, nacido del segundo matrimonio de su padre, que él nunca aceptó, era diez años mayor que Finn de solo veintidós, pero nunca pudo amarlo, eso era como traicionar la memoria de su madre muerta. Su padre murió hace un par de años, dejando la herencia en una encrucijada, la mayor parte de la herencia era para el primer hijo que se casara y tuviera un bebé. Albert creyó que perdería, pero nunca pensó que todo cambiaría en solo un instante.
—Yo… ¡Lo siento!
Demetrius lo abrazó, no tenían sangre, ni nada en común, Demetrius era hijo del primer esposo de Alana, tampoco se llevaban bien, pero había compartido al mismo hermano, podía sentir su dolor.
—Preparemos el funeral, quiero que sea rápido, luego, quiero llorar por mi hijo, lejos de todo —dijo Alana, con los ojos llorosos.
Alana y Demetrius caminaron a la sala, debían reconocer el cuerpo de Finn.
—Madre, lo haré yo, por favor, tú espera aquí.
Alana asintió, sollozando, no se sentía tan fuerte para hacerlo ella misma.
Albert caminó de un lado a otro, no podía creerlo, Sylvia se acercó a él.
—¿Estás bien?
Él se alejó de ella, la miró con rabia.
—¡Llegaste demasiado lejos! Solo se trataba de impedir que Finn se casara, eso era todo, ¿Cómo es que ocurrió esto?
La mujer bajó la mirada, negó.
—¡No lo sé! —exclamó desesperada—. Tampoco lo quise, sabes que siempre amé a Finn, hice lo que me pidió tu tío, provoqué que esa mujer lo dejará en el altar plantado, pero él la siguió con desesperación, luego, lo arrollaron.
Demetrius salió de ahí, se acercó a Albert Preston.
—Esto no puede ser real, ¡No puede! Hay un error, algo no está bien, ese auto estaba estacionado, pudo haber seguido sin arrollar a Finn, pero se lanzó contra él, ¡Buscaré quien es! No descansaré hasta refundirlo en la cárcel.
—¡¿Y si fue Marina Hall?! —exclamó Sylvia
—¿Qué dices? —exclamó Demetrius—. ¡No fue ella! Esa mujer es historia pasada en nuestra vida, no quiero volver a escuchar su nombre, nunca más.
Demetrius y Albert fueron a la comisaría, mientras Sylvia prometió cuidar a Alana y llevarla a la mansión Vincent.
A penas se fueron, la mujer llamó por teléfono.
—¿Señor Kevin?
—¿Qué es lo que quieres?
—¿Usted mató a Finnlay Preston? —preguntó con voz temblorosa.
—¿Así que al fin ese bastardo está muerto? Me alegro, ahora mi Albert será el único heredero de la fortuna Preston.
—¡¿Cómo pudo hacerlo?! Buscarán al chofer, ¡Lo refundirán en prisión!
El hombre siseó con malicia.
—Silencio, niña, no pasará, tengo todo bajo control, pero si dices una sola palabra podrías hacer compañía a tu querido Finn.
El hombre colgó la llamada, la dejó helada, sintiendo un miedo terrible en su interior.
Demetrius y Albert llegaron a la estación de policía, pronto llegó el abogado, cuando recibieron esa cruel noticia se sintieron destrozados.
—El conductor del auto sufrió un accidente después de ese incidente, al parecer el auto no llevaba frenos, y el hombre acabó con su vida.
Las manos de Demetrius se volvieron un puño de rabia, no había justicia, Finn murió y no había a nadie a quien reclamar.
Salieron de ese lugar.
—¿Estás feliz? ¡Ahora eres el único heredero! Peleaste por tu fortuna tanto tiempo, ahora ya no tienes con quien pelear.
Albert le miró impactado de sus crueles palabras.
—Yo jamás quise esto, nunca quise iniciar una guerra, fue mi padre.
—Tu padre era un demente que me envió lejos de mi madre, luego hizo ese tonto testamento hundiendo a dos hermanos en el odio, todo ha terminado.
—Yo no quise su muerte, Demetrius, no lo quise.
Demetrius se detuvo y lo miró fijamente
—Solo tú y tu conciencia lo saben.
Marina manejó fuera de la ciudad, luego llegó a la casa de su tía, tenía muchos años sin volver a esa casa. Tocó la puerta, estaba cansada, casi era de noche, al abrir la puerta, su tía la miró impactada de verla ahí. —¿Qué haces aquí? —He venido a ver a mi hermana. La mujer hizo un gesto de rabia, la dejó pasar, su hermana Leonor corrió a abrazarla con fuerzas. —¡Marina, volviste! —Sí, tía, podría quedarme aquí. —¡No puedes, ahora lárgate de aquí! Marina la miró con rabia, esa mujer siempre fue cruel con ella, Leonor era cuatro años menor, miró sus ojos, parecía asustada. —Leonor, ¿Quieres venir a vivir conmigo? Los ojos de Leonor se abrieron incrédulos. —¡¿Qué dices?! —exclamó la mujer enfurecida—. ¡No te la llevarás! Ella me ayuda en el trabajo, hace el quehacer. —¿Leonor? Leonor miraba a la tía con miedo, pero Marina acunó su rostro. —Mírame a mí, no tienes que quedarte aquí, ya eres mayor de edad, puedes venir conmigo y ser libre de esto. Leonor sonrió. —¡Quiero i
Marina intentó retroceder, alejarse de su alcance, pero sintió sus manos sobre sus brazos, reteniéndola frente a él. —¿Con qué derecho te atreves a volver ante mí? —exclamó severo—. ¡Tú fuiste quien mató a mi hermano! Sus palabras eran tan severas, y dolían en el corazón de Marina, además veía la rabia en él, eso era más triste porque ella recordó su amor por él. Verlo de nuevo provocaba sentimientos ambivalentes que la hacían estremecer ante su presencia. —¡Yo no maté a Finn! ¡No lo hice! —exclamó, sus ojos eran cristalinos y temblorosos. Había odio en la mirada de Demetrius, el pasado estaba frente a ellos como un fantasma inolvidable. —¿Y qué creíste? ¿Qué te dejaría trabajar aquí, como si nada? Ella titubeó. —Estaba por irme, ahora mismo renunciaré, ¡Nunca volverá a verme! Ella intentó irse, abrió la puerta, pero él la cerró, impidiendo que se marchara. —Un momento, no tan rápido. Cambié de opinión, no te irás. Ella se giró, lo miró incrédula de sus palabras, ¿Acaso había
Rose se giró a mirarlo, tenía ese gesto frágil de siempre que tanto lo conmovía en el pasado, pero el corazón de Demetrius se había vuelto de piedra como para sentir algo ahora. —¡Demetrius! —exclamó, acercándose a él, se sorprendió al ver que él retrocedió, su gesto seguía fruncido, y su mirada era severa, tanto que sintió temor de él. —¿Qué haces aquí? —Supe que volviste, quise venir a verte. —¿Cómo te atreves? Pensé que lo había visto todo, pero en realidad, hay gente que es tan cínica. ¡Debes irte! No quiero verte. Rose bajó la mirada que se le desdibujó por lágrimas. —¡Demetrius, por favor! Déjame hablar. Él se detuvo, cuando intentó irse, miró su reloj con desdén —Tienes un minuto, luego te largas, no puedo perder más que tiempo. —¡Estaba tan confundida! Tú eras adicto al trabajo, y yo... —¡Me dejaste por tu mejor amigo, Rose! Solo un mes antes de la boda, me dejaste una vil nota diciendo que me dejabas, ¿Estabas confundida? Me vienes a ver la cara ahora, solo porque t
—¡No! Estoy enferma vine a consultar. Los ojos de Demetrius se volvieron recelosos, ella sintió la intensidad de su mirada. —Pues te diré algo, no te creo, si mañana faltas a trabajar te voy a descontar el doble de un día de sueldo. Ella le miró atónita de su crueldad. —¡Haga lo que quiera! Ahora déjeme ir —dijo altiva Él no la soltó aún, miró sus ojos y bajó la mirada, no pudo evitar tentarse con sus labios, ni siquiera supo en qué momento recordó cuando Finn le dijo que ella lo amó. «¿Aún me amará? ¡Pero, en que tonterías pienso!» Ella logró alejarse, y él no hizo nada por detenerla, solo la vio, hasta que se fue. —¿Así que está enferma? No se veía enferma, tal vez miente —dijo en voz baja. Marina llegó a la habitación de Ady, al entrar Mady y Leonor ya estaban ahí. Ella cargo a Marina, la alejó un poco. —Mady, mi amor, ¿Por qué te vi hablando con un extraño? ¿Acaso no te he dicho que no se habla con los extraños? La niña bajó la mirada, confusa, su carita dulce parecía ar
—¿Así que son un equipo que se defiende mutuamente? Dígame, señorita Hall, ¿Qué tipo de relación sostiene con el señor Davis? Le recuerdo que en mi empresa no están permitidas las relaciones personales. Marina le miró con rabia. —¡Solo tengo una relación laboral con el señor Davis! Somos profesionales, así que le prohíbo que siga ofendiéndonos sin pruebas. —¿Me prohíbe? —exclamó Demetrius con ojos severos, sorprendido ante su actitud de reto. Ella alzó la barbilla, lo enfrentó. —No tiene derecho a ofendernos, y sobre mi sueldo, no se angustie, me rebajarán la llegada tarde de hoy, cuando sea el día de pago, vendré y lo mostraré, para que usted y su conciencia, se queden tranquilos. Marina lo observó con gran decepción, dio la vuelta y salió de ahí. Demetrius la siguió con la mirada, luego miró a Davis fijamente, parecía como un animal furioso mirando a su peor enemigo, Davis tenía una mueca burlona, salió de ahí. Demetrius liberó el aire que sentía que lo ahogaba. «Claro, segú
Demetrius miró a Marina ahí, como congelada en el umbral de la puerta. Creyó que miró un gesto de rabia y dolor en su rostro. «Ella me amaba, ¿Aún después de tanto tiempo…?», pensó. Alejó a Rose, que se giró a mirar, la reconoció enseguida, Rose pensó que Marina no cambiaba con el tiempo. —¡¿Marina Hall?! ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no es la mujerzuela que engañó a tu hermano, Demetrius? Un puño golpeó el estómago de Marina al recordarlo, sintió rabia, sintió vergüenza. —Vine a entregar el informe de inventario que pidió a mi jefe. Él asintió. —Ponlo en mi escritorio. Marina entró, lo puso ahí, estaba dispuesta a irse. —Espera, lo vamos a revisar. Se sintió fatal de estar ahí, junto a esa mujer que alguna vez le robó el amor del hombre que ella quería. —Vuelve mañana, vuelve con Marina, será ella quien te contrate con su equipo, te tendré en alguna coordinación, pero es todo lo que haré por ti, Rose, ahora vete. Ella sonrió feliz, de que hubiese cumplido su capricho. —¡Muchas
Demetrius nunca sintió tantas ganas de besar unos labios, como esos labios rojos. Tocaron a la puerta, y Alex Davis entró, ellos se alejaron solo un segundo, antes de su entrada, aún así, ese hombre pudo ver algo más entre los dos, y sintió miedo de perder a Marina con él, ya que, desde hace tiempo, estaba haciéndose ciertas ilusiones con ella. —¿Interrumpo? —No, ¿Por qué lo harías, Davis? Si viniste a lo del reporte ya te puedes largar, tu eficiente coordinadora me dio una buena explicación, aunque seguiré revisando, y si hay un error, tendrán que pagar por él —aseveró Marina lo miró con rabia, luego ambos salieron de la oficina. Demetrius salió de ahí, caminó por la oficina, necesitaba respirar. Mientras el hombre pasaba por cada pasillo, provocaba el temor de todos, que guardaban silencio de inmediato al verlo, conocían el temperamento de Demetrius Vicent y era mejor no hacerse notar. El hombre caminó hasta los baños, fue entonces que vio a la recepcionista ahí, estaba conver
Marina llegó a casa, aún sentía el recuerdo de Demetrius frente a ella, acechándola. Leonor que aún no dormía la miró. —¿Qué te sucede? —Nada, fue una mal fiesta. Marina recibió un mensaje, era el señor Davis, preguntando donde estaba, ella respondió que volvió a casa porque una de sus hijas se sintió mal. Marina se sentó al lado de Leonor. Estaba agotada. Al día siguiente, cuando llegó a la oficina, observó también la llegada de Rose. Elsa fue quien dirigió a la mujer hasta la sala de contrataciones, hizo todo el proceso, la mujer tendría una coordinación en el departamento de mercadotecnia y redes sociales. —Quiero hablar con Marina Hall, dile que venga, ya mismo. Elsa frunció el ceño, confusa, pero esa mujer tenía un aire tan engreído en su forma de actuar, que la mujer temió, y aceptó obedecerla. Pronto, llegó a la oficina, encontró a Marina Hall trabajando frente a su computadora. —¿Marina? —¿Qué sucede? —La nueva empleada, la que dicen que es amiga íntima del CEO, qu