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—Espera, te comunico con la hermana Tessa. —¿Liliana? —exclamó con desesperación. La hermana Tessa tomó el teléfono. —Demian, ¡Qué alegría escucharte, querido! He intentado localizarte hace mucho, ¿Cómo estás? —Ella era… —¡Oh, por eso te he llamado tanto, hijo! Sí, es Liliana Mars, apenas llegué a México, no pude venir al orfanato, fui enviada a un convento, porque aquí, hubo una epidemia terrible, mucha gente ha estado muriendo, luego cuando por fin me enviaron al orfanato para ayudar porque tenían un cerco por la epidemia, fue que descubrí que habían dos Liliana, ambas estaban enfermas, pero Liliana Mars no murió, si no la otra pobre chica, cuando llamé hubo una confusión, y solo a mí llegada aquí pude descubrir el gran error, quería decírtelo, pero caí enferma, apenas voy recuperándome, incluso estuve por varios días inconsciente. —¡Está viva! Y está bien, ¿Verdad? —Sí, hijo. —Iré de inmediato. —Espera, Demian, aún el cerco de la epidemia no se levanta, no podrás llegar a C
Días despues. Demian preparaba todo para irse, tenía su maleta lista, se iría apenas en unos días, de todos modos, sabía que no le dejarían entrar a Isla del Sur, no hasta que la epidemia que azotaba esa región estuviera erradicada, aunque decían que ya estaba finalizando, aún esperaban un posible repunte. Demian tenia miedo, de que en ese tiempo perdiera a la mujer que amaba, ahora su gran ilusión era conquistar su corazón, tener la felicidad que siempre quiso para él. Llamaron la puerta. Adelante. Alana miró como su hijo hacía su maleta. —Escuché que te irás. Demian la miró. —Sí, ya me iré. —No quiero que te vayas odiándome, hijo. Los ojos de Alana se volvieron llorosos, Demian permaneció en silencio. —Perdóname, fui solo una cobarde, todo este tiempo he sido tan cruel contigo, no lo mereces, lo sé, no puedo cambiar el pasado, quédate, no te vayas. —Lo siento, no es por ti, es por mí, debo buscar mi camino. Pensé en ti, y sí, Alana, si te perdono, al final, aunque me deja
Era la boda de Leonor y Albert. Demetrius y Marina bailaban, él sonreía al verla. —¿Eres feliz, amor? Marina sonrió al escucharlo. —¡Soy tan feliz! Que incluso a veces tengo miedo de que solo sea un bonito sueño. Él negó. —Nunca será así, te amo, Marina. Observaron a Victoria y a Russell, sonrieron cómplices, sabían que la felicidad solo podía atraer felicidad. Los gemelos jugaban con Mady y Ady en el jardín. —Yo creo que tendremos una hermanita. —No, nosotros tendremos hermanita —dijo Danna —¡No! Un hermanito —dijo Mariano—. Esperen, Iris, ¿crees que tengamos hermanito o hermanita? —¡Hermanito! —gritó con voz temblorosa Rieron de su pronunciación. Alana estaba con Penélope. —Te felicito, Penélope, al final lo conseguiste, tener a una familia nueva y feliz. —Sí, al menos, ahora sé que el día que me toque partir, los veré tan felices desde el cielo. Alana tomó su mano. —Confiemos, el medicamento que ahora tomas y el tratamiento será bueno para ti. Penélope sonrió. —¿
Mariana Hall sintió ese cuerpo sobre el suyo, no pudo alejarlo, un calor elevaba la temperatura de la habitación, sus labios no escaparon de los suyos, y se sintió vencida por sus caricias. Cuando abrió los ojos, al día siguiente, se enderezó en la cama, miró al hombre que estaba a su lado, sintió un frío en su corazón, sus manos temblaban, quitó los mechones de cabello oscuro para saber por fin, quien era ese hombre, aunque la sospecha yacía en su mente. No tuvo duda, era él, sintió un escalofrío recorrer su esqueleto, ese hombre era Demetrius Vicent, era el poderoso CEO de Vicent Company, era peor aún, ¡Era el hermano de su prometido, con quien en unas horas se casaría! «En unas horas me caso… ¡En unas horas me caso!», pensó conmocionada, se levantó de la cama, sintió que todo daba vueltas, se alejó de esa cama, ¿Quién era ella? ¿Una mujerzuela que pasaba la noche con un hombre que no era su prometido? Las lágrimas rodaron por su rostro, los recuerdos vinieron tan rápido como en
Marina llevaba su vestido blanco, y su velo de novia que cubría su rostro, llegó en un auto que Finn rentó para ella. Marina Hall no tenía familia en esa ciudad, su familia vivía lejos de ella, en la siguiente ciudad, solo le sobrevivía una tía y su hermana menor Leonor. Ella se alejó de la tía apenas pudo, porque era una mujer cruel y despiadada, pero nunca se perdonó por no poder llevarse a Leonor lejos del yugo de esa tía, al ser menor de edad. Entró a la iglesia sola completamente, caminó despacio, pudo ver a Finn esperándola con una gran sonrisa, erguido al pie del altar, sonreía, sus ojos brillaban como dos estrellas, ese gesto la conmovió tanto, que sintió que debía hacerlo feliz. «Juro que a partir de que sea tu esposa, lucharé por amarte y hacerte feliz, Finn, porque tú lo mereces», pensó. Ella caminó hasta llegar a su lado, él sonrió, la puso a su lado, miraron al sacerdote, quien comenzó la ceremonia. Marina no pudo evitar mirar de reojo en la primera fila a Demetrius
Cuando ella se giró a mirar, su sangre se heló, el cuerpo de Finn estaba al otro lado de la acera, fue arrollado por aquel auto, que se dio a la fuga. Demetrius corrió por su hermano. Marina sentía que temblaba, ¡Era como una gran pesadilla! Al volver a la realidad, también fue hacia él. —¡Finn! —gritó desesperada. Marina se arrodilló a su lado, había sangre en su cuerpo, las lágrimas caían por su rostro. Demetrius sollozaba con angustia. —¡Está muerto! ¡Mi hermano está muerto! No sé cómo pasó —dijo con las manos en su cabeza, desesperado, frustrado, recargó su rostro sobre su pecho y lloró. Marina sintió un miedo que la hacía gritar, casi acariciaba el cabello de Demetrius, pero, no se atrevió, cubrió su rostro con sus manos, sollozando. La ambulancia llegó, Demetrius levantó la mirada y la fijó en la chica. —¡Vete, Marina! Solo vete de aquí, vete de la ciudad, no vuelvas nunca, o juro que acabaré contigo, ¡Es tu culpa! ¡Arruinaste la vida de mi hermano! ¡Ahora le has ro
Marina manejó fuera de la ciudad, luego llegó a la casa de su tía, tenía muchos años sin volver a esa casa. Tocó la puerta, estaba cansada, casi era de noche, al abrir la puerta, su tía la miró impactada de verla ahí. —¿Qué haces aquí? —He venido a ver a mi hermana. La mujer hizo un gesto de rabia, la dejó pasar, su hermana Leonor corrió a abrazarla con fuerzas. —¡Marina, volviste! —Sí, tía, podría quedarme aquí. —¡No puedes, ahora lárgate de aquí! Marina la miró con rabia, esa mujer siempre fue cruel con ella, Leonor era cuatro años menor, miró sus ojos, parecía asustada. —Leonor, ¿Quieres venir a vivir conmigo? Los ojos de Leonor se abrieron incrédulos. —¡¿Qué dices?! —exclamó la mujer enfurecida—. ¡No te la llevarás! Ella me ayuda en el trabajo, hace el quehacer. —¿Leonor? Leonor miraba a la tía con miedo, pero Marina acunó su rostro. —Mírame a mí, no tienes que quedarte aquí, ya eres mayor de edad, puedes venir conmigo y ser libre de esto. Leonor sonrió. —¡Quiero i
Marina intentó retroceder, alejarse de su alcance, pero sintió sus manos sobre sus brazos, reteniéndola frente a él. —¿Con qué derecho te atreves a volver ante mí? —exclamó severo—. ¡Tú fuiste quien mató a mi hermano! Sus palabras eran tan severas, y dolían en el corazón de Marina, además veía la rabia en él, eso era más triste porque ella recordó su amor por él. Verlo de nuevo provocaba sentimientos ambivalentes que la hacían estremecer ante su presencia. —¡Yo no maté a Finn! ¡No lo hice! —exclamó, sus ojos eran cristalinos y temblorosos. Había odio en la mirada de Demetrius, el pasado estaba frente a ellos como un fantasma inolvidable. —¿Y qué creíste? ¿Qué te dejaría trabajar aquí, como si nada? Ella titubeó. —Estaba por irme, ahora mismo renunciaré, ¡Nunca volverá a verme! Ella intentó irse, abrió la puerta, pero él la cerró, impidiendo que se marchara. —Un momento, no tan rápido. Cambié de opinión, no te irás. Ella se giró, lo miró incrédula de sus palabras, ¿Acaso había