Mariana Hall sintió ese cuerpo sobre el suyo, no pudo alejarlo, un calor elevaba la temperatura de la habitación, sus labios no escaparon de los suyos, y se sintió vencida por sus caricias.
Cuando abrió los ojos, al día siguiente, se enderezó en la cama, miró al hombre que estaba a su lado, sintió un frío en su corazón, sus manos temblaban, quitó los mechones de cabello oscuro para saber por fin, quien era ese hombre, aunque la sospecha yacía en su mente.
No tuvo duda, era él, sintió un escalofrío recorrer su esqueleto, ese hombre era Demetrius Vicent, era el poderoso CEO de Vicent Company, era peor aún, ¡Era el hermano de su prometido, con quien en unas horas se casaría!
«En unas horas me caso… ¡En unas horas me caso!», pensó conmocionada, se levantó de la cama, sintió que todo daba vueltas, se alejó de esa cama, ¿Quién era ella? ¿Una mujerzuela que pasaba la noche con un hombre que no era su prometido?
Las lágrimas rodaron por su rostro, los recuerdos vinieron tan rápido como en una montaña rusa.
Flashback:
«Era su despedida de soltera, su mejor amiga Sylvia organizó todo, fue ella quien ordenó a todas las amigas la forma en que debían vestir; minifalda oscura, blusa corta, y zapatillas altas, todas, sin excepción, debían llevar un antifaz rojo que cubría casi todo su rostro, excepto los labios.
Recordó haber disfrutado como nunca, estaba tan feliz, y alegre, no recordó beber tanto, solo una copa o dos, luego se sintió mareada, fue al cuarto de baño, y cuando salió nadie más estaba ahí, creyó que era una buena broma, de esas que le solía gastar Sylvia, sin embargo, cuando subió a una habitación, donde escuchó un sonido, encontró a ese hombre.
Se sorprendió al verlo, era Demetrius Vicent, miró sus ojos con duda, él sonrió con algo de picardía en su mirada, se puso nerviosa.
Lo conocía poco, era el medio hermano de su prometido, su madre se casó con otro millonario, con quien tuvo a su hijo Finn.
En secreto, Marina se enamoró a primera vista de Demetrius, hace un año, cuando aún no era novia de Finn, pero él era como un inalcanzable en su vida, nunca se atrevió a decirle nada, así que, cuando Finn le propuso ser su novio, ella lo aceptó al saber que Demetrius tenía una novia que amaba, sin embargo, ella lo dejó tiempo después, Marina no pudo abandonar a Finn, porque él la amaba de verdad.
La mujer retrocedió unos pasos, quería escapar, ella estaba ebria, él estaba acercándose, pero su mirada estaba llena de lujuria, le hacía dudar de su propia actitud, él no sabía quién era ella.
Sintió las manos de Demetrius estrechar su cintura, ella quiso gritar, pero notó que estaba ebrio, eso era demasiado peligroso, él ebrio y ella también, eso era como una bomba a punto de detonar.
Marina creyó que podía resistirlo, hasta que sus labios besaron los suyos, intentó manotear, alejarlo de ella, él quiso quitar su antifaz, ella lo impidió, la habitación oscureció ante la llegada del ocaso.
Cundo por fin pudo alejarse, y pudo llegar al umbral de la puerta, sintió esas feroces manos que la llevaron a la cama, su boca invadió la suya, sintió que estaba rendida, cayendo en sus brazos»
Marina volvió a la realidad, apenas pudo vestirse, ponerse zapatos y salir deprisa.
Bajó la escalera, incluso la casa de Sylvia seguía tan vacía como antes.
Tomó un taxi y fue hasta su departamento.
Al llegar a su departamento fue a su habitación, se miró al espejo, se quitó la ropa y se quedó desnuda, se sintió extraña, como una traidora.
«¡Debo decir la verdad a Finn!» pensó, sus ojos se volvieron llorosos.
—Sé que romperé su corazón, pero es lo mejor.
Ella tomó su teléfono y lo llamó.
—Debo verte, Finn.
—¿Qué dices, cariño? En solo unas horas seremos marido y mujer, espera a la boda, ya quiero verte vestida de novia.
—¡No puedo! —exclamó y rompió en llanto.
—¿Marina? ¡No hagas esto! ¿Recuerdas que prometiste darme una oportunidad para enamorarte? Todo va a mejorar, mi amor, solo dame una oportunidad.
Ella sintió que la dejaba sin aliento, la hacía sentir peor.
—¡Escúchame, Finn! Ayer, cometí un gran error, estaba tan ebria y yo…
—¡Marina! No importa lo que pasó ayer, o cualquier otro día, que no sea hoy, nuestra vida nueva comienza hoy, y todo lo que pasó antes es solo el pasado para mí, eso no tiene importancia, olvídalo, y sé mi esposa, ¿Estarás en la iglesia para ser mi esposa?
Ella titubeó, pero no pudo rechazarlo, él era tan bueno con ella.
—Sí, Finnlay, estaré ahí para ser tu esposa.
—Te amo, Marina —él colgó la llamada.
Ella sintió las lágrimas calientes correr por su rostro, entró a la ducha, sintiendo el agua fría sobre su cuerpo, quería olvidarlo todo, borrar a Demetrius Vicent de su piel.
Marina llevaba su vestido blanco, y su velo de novia que cubría su rostro, llegó en un auto que Finn rentó para ella. Marina Hall no tenía familia en esa ciudad, su familia vivía lejos de ella, en la siguiente ciudad, solo le sobrevivía una tía y su hermana menor Leonor. Ella se alejó de la tía apenas pudo, porque era una mujer cruel y despiadada, pero nunca se perdonó por no poder llevarse a Leonor lejos del yugo de esa tía, al ser menor de edad. Entró a la iglesia sola completamente, caminó despacio, pudo ver a Finn esperándola con una gran sonrisa, erguido al pie del altar, sonreía, sus ojos brillaban como dos estrellas, ese gesto la conmovió tanto, que sintió que debía hacerlo feliz. «Juro que a partir de que sea tu esposa, lucharé por amarte y hacerte feliz, Finn, porque tú lo mereces», pensó. Ella caminó hasta llegar a su lado, él sonrió, la puso a su lado, miraron al sacerdote, quien comenzó la ceremonia. Marina no pudo evitar mirar de reojo en la primera fila a Demetrius
Cuando ella se giró a mirar, su sangre se heló, el cuerpo de Finn estaba al otro lado de la acera, fue arrollado por aquel auto, que se dio a la fuga. Demetrius corrió por su hermano. Marina sentía que temblaba, ¡Era como una gran pesadilla! Al volver a la realidad, también fue hacia él. —¡Finn! —gritó desesperada. Marina se arrodilló a su lado, había sangre en su cuerpo, las lágrimas caían por su rostro. Demetrius sollozaba con angustia. —¡Está muerto! ¡Mi hermano está muerto! No sé cómo pasó —dijo con las manos en su cabeza, desesperado, frustrado, recargó su rostro sobre su pecho y lloró. Marina sintió un miedo que la hacía gritar, casi acariciaba el cabello de Demetrius, pero, no se atrevió, cubrió su rostro con sus manos, sollozando. La ambulancia llegó, Demetrius levantó la mirada y la fijó en la chica. —¡Vete, Marina! Solo vete de aquí, vete de la ciudad, no vuelvas nunca, o juro que acabaré contigo, ¡Es tu culpa! ¡Arruinaste la vida de mi hermano! ¡Ahora le has ro
Marina manejó fuera de la ciudad, luego llegó a la casa de su tía, tenía muchos años sin volver a esa casa. Tocó la puerta, estaba cansada, casi era de noche, al abrir la puerta, su tía la miró impactada de verla ahí. —¿Qué haces aquí? —He venido a ver a mi hermana. La mujer hizo un gesto de rabia, la dejó pasar, su hermana Leonor corrió a abrazarla con fuerzas. —¡Marina, volviste! —Sí, tía, podría quedarme aquí. —¡No puedes, ahora lárgate de aquí! Marina la miró con rabia, esa mujer siempre fue cruel con ella, Leonor era cuatro años menor, miró sus ojos, parecía asustada. —Leonor, ¿Quieres venir a vivir conmigo? Los ojos de Leonor se abrieron incrédulos. —¡¿Qué dices?! —exclamó la mujer enfurecida—. ¡No te la llevarás! Ella me ayuda en el trabajo, hace el quehacer. —¿Leonor? Leonor miraba a la tía con miedo, pero Marina acunó su rostro. —Mírame a mí, no tienes que quedarte aquí, ya eres mayor de edad, puedes venir conmigo y ser libre de esto. Leonor sonrió. —¡Quiero i
Marina intentó retroceder, alejarse de su alcance, pero sintió sus manos sobre sus brazos, reteniéndola frente a él. —¿Con qué derecho te atreves a volver ante mí? —exclamó severo—. ¡Tú fuiste quien mató a mi hermano! Sus palabras eran tan severas, y dolían en el corazón de Marina, además veía la rabia en él, eso era más triste porque ella recordó su amor por él. Verlo de nuevo provocaba sentimientos ambivalentes que la hacían estremecer ante su presencia. —¡Yo no maté a Finn! ¡No lo hice! —exclamó, sus ojos eran cristalinos y temblorosos. Había odio en la mirada de Demetrius, el pasado estaba frente a ellos como un fantasma inolvidable. —¿Y qué creíste? ¿Qué te dejaría trabajar aquí, como si nada? Ella titubeó. —Estaba por irme, ahora mismo renunciaré, ¡Nunca volverá a verme! Ella intentó irse, abrió la puerta, pero él la cerró, impidiendo que se marchara. —Un momento, no tan rápido. Cambié de opinión, no te irás. Ella se giró, lo miró incrédula de sus palabras, ¿Acaso había
Rose se giró a mirarlo, tenía ese gesto frágil de siempre que tanto lo conmovía en el pasado, pero el corazón de Demetrius se había vuelto de piedra como para sentir algo ahora. —¡Demetrius! —exclamó, acercándose a él, se sorprendió al ver que él retrocedió, su gesto seguía fruncido, y su mirada era severa, tanto que sintió temor de él. —¿Qué haces aquí? —Supe que volviste, quise venir a verte. —¿Cómo te atreves? Pensé que lo había visto todo, pero en realidad, hay gente que es tan cínica. ¡Debes irte! No quiero verte. Rose bajó la mirada que se le desdibujó por lágrimas. —¡Demetrius, por favor! Déjame hablar. Él se detuvo, cuando intentó irse, miró su reloj con desdén —Tienes un minuto, luego te largas, no puedo perder más que tiempo. —¡Estaba tan confundida! Tú eras adicto al trabajo, y yo... —¡Me dejaste por tu mejor amigo, Rose! Solo un mes antes de la boda, me dejaste una vil nota diciendo que me dejabas, ¿Estabas confundida? Me vienes a ver la cara ahora, solo porque t
—¡No! Estoy enferma vine a consultar. Los ojos de Demetrius se volvieron recelosos, ella sintió la intensidad de su mirada. —Pues te diré algo, no te creo, si mañana faltas a trabajar te voy a descontar el doble de un día de sueldo. Ella le miró atónita de su crueldad. —¡Haga lo que quiera! Ahora déjeme ir —dijo altiva Él no la soltó aún, miró sus ojos y bajó la mirada, no pudo evitar tentarse con sus labios, ni siquiera supo en qué momento recordó cuando Finn le dijo que ella lo amó. «¿Aún me amará? ¡Pero, en que tonterías pienso!» Ella logró alejarse, y él no hizo nada por detenerla, solo la vio, hasta que se fue. —¿Así que está enferma? No se veía enferma, tal vez miente —dijo en voz baja. Marina llegó a la habitación de Ady, al entrar Mady y Leonor ya estaban ahí. Ella cargo a Marina, la alejó un poco. —Mady, mi amor, ¿Por qué te vi hablando con un extraño? ¿Acaso no te he dicho que no se habla con los extraños? La niña bajó la mirada, confusa, su carita dulce parecía ar
—¿Así que son un equipo que se defiende mutuamente? Dígame, señorita Hall, ¿Qué tipo de relación sostiene con el señor Davis? Le recuerdo que en mi empresa no están permitidas las relaciones personales. Marina le miró con rabia. —¡Solo tengo una relación laboral con el señor Davis! Somos profesionales, así que le prohíbo que siga ofendiéndonos sin pruebas. —¿Me prohíbe? —exclamó Demetrius con ojos severos, sorprendido ante su actitud de reto. Ella alzó la barbilla, lo enfrentó. —No tiene derecho a ofendernos, y sobre mi sueldo, no se angustie, me rebajarán la llegada tarde de hoy, cuando sea el día de pago, vendré y lo mostraré, para que usted y su conciencia, se queden tranquilos. Marina lo observó con gran decepción, dio la vuelta y salió de ahí. Demetrius la siguió con la mirada, luego miró a Davis fijamente, parecía como un animal furioso mirando a su peor enemigo, Davis tenía una mueca burlona, salió de ahí. Demetrius liberó el aire que sentía que lo ahogaba. «Claro, segú
Demetrius miró a Marina ahí, como congelada en el umbral de la puerta. Creyó que miró un gesto de rabia y dolor en su rostro. «Ella me amaba, ¿Aún después de tanto tiempo…?», pensó. Alejó a Rose, que se giró a mirar, la reconoció enseguida, Rose pensó que Marina no cambiaba con el tiempo. —¡¿Marina Hall?! ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no es la mujerzuela que engañó a tu hermano, Demetrius? Un puño golpeó el estómago de Marina al recordarlo, sintió rabia, sintió vergüenza. —Vine a entregar el informe de inventario que pidió a mi jefe. Él asintió. —Ponlo en mi escritorio. Marina entró, lo puso ahí, estaba dispuesta a irse. —Espera, lo vamos a revisar. Se sintió fatal de estar ahí, junto a esa mujer que alguna vez le robó el amor del hombre que ella quería. —Vuelve mañana, vuelve con Marina, será ella quien te contrate con su equipo, te tendré en alguna coordinación, pero es todo lo que haré por ti, Rose, ahora vete. Ella sonrió feliz, de que hubiese cumplido su capricho. —¡Muchas