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En los brazos del CEO
En los brazos del CEO
Por: J.D Anderson
Capítulo 1: Borrar sus caricias de la piel

Mariana Hall sintió ese cuerpo sobre el suyo, no pudo alejarlo, un calor elevaba la temperatura de la habitación, sus labios no escaparon de los suyos, y se sintió vencida por sus caricias.

Cuando abrió los ojos, al día siguiente, se enderezó en la cama, miró al hombre que estaba a su lado, sintió un frío en su corazón, sus manos temblaban, quitó los mechones de cabello oscuro para saber por fin, quien era ese hombre, aunque la sospecha yacía en su mente.

No tuvo duda, era él, sintió un escalofrío recorrer su esqueleto, ese hombre era Demetrius Vicent, era el poderoso CEO de Vicent Company, era peor aún, ¡Era el hermano de su prometido, con quien en unas horas se casaría!

«En unas horas me caso… ¡En unas horas me caso!», pensó conmocionada, se levantó de la cama, sintió que todo daba vueltas, se alejó de esa cama, ¿Quién era ella? ¿Una mujerzuela que pasaba la noche con un hombre que no era su prometido?

Las lágrimas rodaron por su rostro, los recuerdos vinieron tan rápido como en una montaña rusa.

Flashback:

«Era su despedida de soltera, su mejor amiga Sylvia organizó todo, fue ella quien ordenó a todas las amigas la forma en que debían vestir; minifalda oscura, blusa corta, y zapatillas altas, todas, sin excepción, debían llevar un antifaz rojo que cubría casi todo su rostro, excepto los labios. 

Recordó haber disfrutado como nunca, estaba tan feliz, y alegre, no recordó beber tanto, solo una copa o dos, luego se sintió mareada, fue al cuarto de baño, y cuando salió nadie más estaba ahí, creyó que era una buena broma, de esas que le solía gastar Sylvia, sin embargo, cuando subió a una habitación, donde escuchó un sonido, encontró a ese hombre.

Se sorprendió al verlo, era Demetrius Vicent, miró sus ojos con duda, él sonrió con algo de picardía en su mirada, se puso nerviosa.

Lo conocía poco, era el medio hermano de su prometido, su madre se casó con otro millonario, con quien tuvo a su hijo Finn.

En secreto, Marina se enamoró a primera vista de Demetrius, hace un año, cuando aún no era novia de Finn, pero él era como un inalcanzable en su vida, nunca se atrevió a decirle nada, así que, cuando Finn le propuso ser su novio, ella lo aceptó al saber que Demetrius tenía una novia que amaba, sin embargo, ella lo dejó tiempo después, Marina no pudo abandonar a Finn, porque él la amaba de verdad.

La mujer retrocedió unos pasos, quería escapar, ella estaba ebria, él estaba acercándose, pero su mirada estaba llena de lujuria, le hacía dudar de su propia actitud, él no sabía quién era ella. 

Sintió las manos de Demetrius estrechar su cintura, ella quiso gritar, pero notó que estaba ebrio, eso era demasiado peligroso, él ebrio y ella también, eso era como una bomba a punto de detonar.

Marina creyó que podía resistirlo, hasta que sus labios besaron los suyos, intentó manotear, alejarlo de ella, él quiso quitar su antifaz, ella lo impidió, la habitación oscureció ante la llegada del ocaso.

Cundo por fin pudo alejarse, y pudo llegar al umbral de la puerta, sintió esas feroces manos que la llevaron a la cama, su boca invadió la suya, sintió que estaba rendida, cayendo en sus brazos»

Marina volvió a la realidad, apenas pudo vestirse, ponerse zapatos y salir deprisa.

Bajó la escalera, incluso la casa de Sylvia seguía tan vacía como antes.

Tomó un taxi y fue hasta su departamento. 

Al llegar a su departamento fue a su habitación, se miró al espejo, se quitó la ropa y se quedó desnuda, se sintió extraña, como una traidora.

«¡Debo decir la verdad a Finn!» pensó, sus ojos se volvieron llorosos. 

—Sé que romperé su corazón, pero es lo mejor.

Ella tomó su teléfono y lo llamó.

—Debo verte, Finn.

—¿Qué dices, cariño? En solo unas horas seremos marido y mujer, espera a la boda, ya quiero verte vestida de novia.

—¡No puedo! —exclamó y rompió en llanto.

—¿Marina? ¡No hagas esto! ¿Recuerdas que prometiste darme una oportunidad para enamorarte? Todo va a mejorar, mi amor, solo dame una oportunidad.

Ella sintió que la dejaba sin aliento, la hacía sentir peor.

—¡Escúchame, Finn! Ayer, cometí un gran error, estaba tan ebria y yo…

—¡Marina! No importa lo que pasó ayer, o cualquier otro día, que no sea hoy, nuestra vida nueva comienza hoy, y todo lo que pasó antes es solo el pasado para mí, eso no tiene importancia, olvídalo, y sé mi esposa, ¿Estarás en la iglesia para ser mi esposa?

Ella titubeó, pero no pudo rechazarlo, él era tan bueno con ella.

—Sí, Finnlay, estaré ahí para ser tu esposa.

—Te amo, Marina —él colgó la llamada.

Ella sintió las lágrimas calientes correr por su rostro, entró a la ducha, sintiendo el agua fría sobre su cuerpo, quería olvidarlo todo, borrar a Demetrius Vicent de su piel. 

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