Creo que es tarde para lamentarme de como se ha vuelto todo esto. Quizás si sabía del peligro, pero tal vez no era consciente de ello y que tuviera esta magnitud. Es claro que Julian no es de la clase de hombres en el cual deberías fijarte; a veces todo sucede, de manera que cuando te das cuenta, ya no puedes evitarlo.
¿Lo odio por lo que está pasando?
La verdad es que no, si bien me ha incitado, a la final he sido yo quien ha cedido. Quizás se piense que me esté victimizando, y no es así porque es la consecuencia de cuando no lo pensamos demasiado, sino que actuamos y nos dejamos llevar.
Es cierto que no me dio muchas opciones, pero a la final, siempre ha sido mi decisión, aunque al principio haya sido renuente. Ahora mismo solo quiero salir de esto ―y ojalá con vida―, y después tomaré mi decisión.
No sé dónde estoy ahora, me pusieron ese saco en la cabeza y me llevaron casi que a rastras a alguna habitación porque escuché como cerraban la puerta. No pue
Mi cabeza duele como el infierno, mis ojos están llorosos. Mis brazos duelen, todo mi cuerpo y cuando abro los ojos y adquiero consciencia, a mi cabeza viene la conversación con Melania y su acusación contra Ivette y como había sido por ella que estaba allí.¿A dónde me han traído?, me pregunto espantada tratando de enfocarme, y entonces me doy cuenta de que estoy en medio una especie de reunión donde soy el centro de atención. No puedo moverme, estoy atada a una especie de cruz y suspendida desde el techo.¿Qué es toda esta locura?Trago con dificultad que hay un grupo de seis presididos por ese Lazarus. Portan máscaras como aquella orgía en el baño romano de la finca de Julian.Julian…Es mentira que vendrás a salvarme. A medida que todo transcurre se siente peor. Estoy molida física y mentalmente, siento que me ahogo y lo que deseo es que esto acabe rápido. Si ha sido culpa de Ivette, espero que suceda todo y termine esta agonía, si era así como
Seis meses después…Después de esa terrible experiencia, cambié un poco la percepción sobre todo lo que me rodeaba, porque si algo trajo Julian a mi vida, fueron emociones que jamás había experimentado. Pensaba que persistiría con su obsesión, al parecer, que estuviera al borde de la muerte, fue lo único que logró que se alejara de mí y quedara en mi mente como un fantasma.Era extraño porque siempre fui yo quien buscaba eso. A veces quería odiarlo, otras, lo deseaba y extrañaba un mundo. Y sigue siendo aún más extraño por esa causa.―¿Lista para salir? ―Ivette pregunta, durante este tiempo me dediqué a terminar de escribir aquel libro que me exigiera Geller para cambiar mi perspectiva de mi carrera y que hace una semana lo terminé y le envié el primer borrador.Asiento, aunque por dentro estoy ansiosa por lo que puede estar pensando sobre el rumbo que tomó mi historia. Al principio no lo concebía, después de todo lo ocu
Escribir todo lo acontecido fue como una gran catarsis, también un largo proceso de liberación. En parte, por otro lado, es como dejar una huella de aquello que te sucedió en el pasado. Creo que este es el pensamiento más recurrente desde que aquello acabó. Después de ello, todo parece alinearse, mi vida parece perfecta y aunque se siente cada vez como un borrón en mi vida que poco a poco se desvanece, sigo sin resignarme.Han pasado seis meses desde que Geller dijera que tenía potencial para convertirme en una escritora de éxito, algo que me hizo gracia, también el tiempo en que todo empezó a tener forma y un año en que Julian desapareció de mi vida.John el editor ha sido una increíble persona y ha acatado todos mis pedidos, que fueron más bien personales si no quería que descubriera que el libro era más una biografía. En algún momento del proceso me había preguntado si mi protagonista era una especie de Lucius Archeron renovado y obvio le dije que no. Julia
Dicen que la espera vale la pena, sobre todo cuando es aquello que más anhelas. Julian está de vuelta y cuando me propuso empezar otra vez con este juego llamativo y peligroso, no dudo en aceptar su propuesta. Quizás sigue siendo arriesgada, solo que ahora tengo claro a qué atenerme. No me lo ha dicho, tampoco lo he preguntado, y presiento que algo hay de complicidad con Gary e Ivette.Lejos de molestarme, no puedo estar más feliz, sobre todo en un día que significa mucho para mí, también nerviosa, era obvio que el libro llegaría a sus manos y ahora lo ha estado leyendo. Del hotel nos hemos casi que fugado, y luego montado en su avión privado. Ahora estamos disfrutando en una isla del mediterráneo. En una cabaña increíble y acogedora donde seguimos recuperando el tiempo que no hemos estado juntos, aunque eso comenzó desde que abordamos el avión. Creo que ni él ni yo nos aguantamos las ganas. Fue un tiempo bastante largo el que no nos vimos, pero no me quejo porque es
―¿Qué te parece este?Mi amiga Ivette levanta hacia mí un vestidito muy cortito color plata, bastante luminoso y con un escote que casi llega al ombligo. Estamos en una de sus tantas faenas para conseguir un vestido nuevo para irse de fiesta.―Demasiado escandaloso ―respondo y ella hace una mueca de sarcasmo.―Por favor, sé que no te va esta moda; aun así, dilo con más ánimos ―me riñe con humor.―Vamos Iv, no estoy de humor, además, sabes que no soy la indicada para decirte que usar en una fiesta. Se supone que eres tú la que sabe cómo deslumbrar.―Vaya regaño, ¿y qué es ahora si se puede saber? ―se queja, pero no deja el vestido, lo lleva con ella.No sé por qué siempre me pregunta cuando tiene claro que ese estilo es propio de ella, sin embargo, en el fondo me alegra que me consulte, aunque el mío sea bastante soso.―Es Geller ―contesto aburrida de solo recordar lo que me dijo y que yo no había contemplado hacer.―¿Me vas a decir? ―me increpa haciendo pose de interesada.―Quiere que
Me miro al espejo y no puedo evitar pensar que me veo como una furcia. Ivette no solo se ríe de mí porque ha logrado que le acompañe, sino porque he terminado aceptando ponerme el vestido. Debo admitir que soy algo mojigata para estas cosas y es la razón por la que me cuesta salir de mi cascarón.―Esto no me gusta.―Ay, ya deja de quejarte, te ves preciosa y diría que matadora. Deberías ponerte vestiditos así más seguido.Podría, mientras nada se me salga del escote.―Es demasiado atrevido ―expongo.―No exageres ―ella se burla de mí.Por fortuna la parte de arriba se ajusta bien, pero sigue dando la sensación de que van a rebotar si medio doy un salto.―Tonta.―Bien, déjalo que no se van a salir.―Me siento desnuda.―Te ves radiante, ya pareces de veinticuatro y no una vieja amargada de sesenta.―Ahora te odio más.Iv no hace más que reírse de mí, ya que ella siempre está cómoda con lo que se pone.
―¿¡Qué le pasa!? ¡Bájeme maldito! ―chillo pataleando y golpeando con mis puños su espalda dura como una roca, pero no se detiene.Sigue caminando conmigo a cuestas pese a mi queja. No oye. No entiende, como si pusiera en claro su posición de: no acepto un no por respuesta.Estoy tan espantada e indignada con la arbitrariedad de ese hombre que apenas he visto, que me quedo bloqueada. Mi reacción es lenta porque estoy tratando de discernir lo que está haciendo, es algo que nunca en mi vida me ha pasado.Sigo pataleando cuando veo que nos mete a ambos en una habitación que está a oscuras. Solo cuando estamos dentro me baja y cierra la puerta antes de que corra hacia ella, dejando fuera toda posibilidad de luz.―¿Qué cree que hace? Déjeme salir ―grito tratando de ubicarme, la oscuridad es profunda, no veo nada, ni siquiera donde está él, que de seguro se está burlando de mí, porque esto debe ser una broma bastante pesada.Sigo tratando de ubicarme a ti
―Entonces te llevó solo para robarte tu cartera ―Iv resume todo como si fuera un chiste y yo le miró con cara de aburrida, porque no se toma en serio lo que le digo.Le he contado la historia hasta el cansancio ―solo omitiendo algunas cosas que no le incumben y que me dan mucha vergüenza―, y lejos de congraciarse conmigo, no ha parado de burlarse de mí.Ni siquiera medito en lo que pensará si le hablo de los detalles porque dirá que estaba de suerte y por fin alguien se ha atrevido a meterme mano.¡Qué cuernos!―Sí, ya te lo he dicho mil veces. Tuvo que ser él, no la dejé en ningún otro lado ―replico molesta porque debido a eso no tengo mi teléfono ni mi licencia de conducir.―Bueno, eso es un problema, él ahora tiene tu licencia y tu teléfono. Ten dinero a la mano porque seguro va a extorsionarte para que los recuperes.―Muy graciosa, no creo que lo necesite.―Vamos, si te encerró en una de las habitaciones reservadas y te quitó la c