Después de cenar subimos a la habitación que estaba ocupando en el hotel, por fortuna no dejé nada regado. Tampoco mis apuntes, y lo cierto es que no esperaba que él estuviera conmigo allí. Me siento ilusa al pensar que podía escapar de él y la verdad es que no puedo.
Julian me gusta de una manera extraña, una que no mide inhibiciones, quizás será porque a pesar de su temple y pragmatismo, me deja tenerle como quiero. Me complace y eso hace que no vea nada malo; no obstante, todo es malo y a la final trae sus consecuencias.
Me quedo de pie mirando hacia la sala, atenta a lo que hará. Ha dicho dulce castigo, y aunque sé que voy a disfrutarlo mucho. He meditado en lo que hablamos y tal vez debo ser sincera. Su mano en mi espalda me sobresalta, me vuelvo para mirarle.
―¿En qué tanto piensas?
―Hay algo que no te he dicho sobre lo que hablé con Ivette ―digo bajando un poco el rostro.
―¿Y qué es bonita?
―Es algo que creo que es grave y pu
Cuando he despertado, Julian no está en la habitación; sin embargo, me pregunto a dónde ha ido hasta que veo una nota sobre la mesita.“Trata de no escaparte de Jack, sigue estando a tu disposición. Haz lo que necesitas y vuelve o te daré otro castigo”.Eso me hace sacar una sonrisa y pensar que con gusto voy a desobedecer; tengo que centrarme, hay cosas que debo hacer antes de abandonar Visalia y es enfrentarme a mi familia otra vez. Bajo de la cama y busco algo que ponerme. En medio de lo que estoy haciendo, percibo el dolor en mis muñecas y tobillos, tengo marcas y eso me trae recuerdos de lo dulce y tortuosa que estuvo la noche. Solo pienso en que Julian tiene sus buenos métodos para hacerte sentir increíble. Sobo mis muñecas mientras camino hasta la sala envuelta en una gruesa bata.Me espanto un poco al notar que en efecto Jack está allí en la sala a mi disposición y cuidando de que no escape; no obstante, no quiero escapar.―Hola ―digo a m
¿¡Qué es todo esto!?Empiezo a zarandear a Jack con fuerza y desespero, no se mueve.«¡Está muerto!», chillo por dentro llevando mis manos sucias de sangre a la cara, entonces intento mover la llave para encender el auto, el estruendo de vidrio quebrándose y salpicándome a cada lado me espanta sobre manera gritando audible cuando siento que los cristales rotos me caen encima. Han roto los vidrios de las ventanas con bates de beisbol y uno de ellos se inclina y se asoma.No tengo idea de quién es, traen cubierta la cara con pasamontañas y solo puedo mirarlos asustada.―Hola, primor, ¿vas a bajar a las buenas o lo harás a las malas? ―pregunta ese hombre con una risita y yo solo puedo morirme del miedo.―¿Van a matarme? ―pregunto atolondrada.―No, y lo estarás pronto si no colaboras. Así que baja del auto de una puta vez.El hombre
Creo que es tarde para lamentarme de como se ha vuelto todo esto. Quizás si sabía del peligro, pero tal vez no era consciente de ello y que tuviera esta magnitud. Es claro que Julian no es de la clase de hombres en el cual deberías fijarte; a veces todo sucede, de manera que cuando te das cuenta, ya no puedes evitarlo.¿Lo odio por lo que está pasando?La verdad es que no, si bien me ha incitado, a la final he sido yo quien ha cedido. Quizás se piense que me esté victimizando, y no es así porque es la consecuencia de cuando no lo pensamos demasiado, sino que actuamos y nos dejamos llevar.Es cierto que no me dio muchas opciones, pero a la final, siempre ha sido mi decisión, aunque al principio haya sido renuente. Ahora mismo solo quiero salir de esto ―y ojalá con vida―, y después tomaré mi decisión.No sé dónde estoy ahora, me pusieron ese saco en la cabeza y me llevaron casi que a rastras a alguna habitación porque escuché como cerraban la puerta. No pue
Mi cabeza duele como el infierno, mis ojos están llorosos. Mis brazos duelen, todo mi cuerpo y cuando abro los ojos y adquiero consciencia, a mi cabeza viene la conversación con Melania y su acusación contra Ivette y como había sido por ella que estaba allí.¿A dónde me han traído?, me pregunto espantada tratando de enfocarme, y entonces me doy cuenta de que estoy en medio una especie de reunión donde soy el centro de atención. No puedo moverme, estoy atada a una especie de cruz y suspendida desde el techo.¿Qué es toda esta locura?Trago con dificultad que hay un grupo de seis presididos por ese Lazarus. Portan máscaras como aquella orgía en el baño romano de la finca de Julian.Julian…Es mentira que vendrás a salvarme. A medida que todo transcurre se siente peor. Estoy molida física y mentalmente, siento que me ahogo y lo que deseo es que esto acabe rápido. Si ha sido culpa de Ivette, espero que suceda todo y termine esta agonía, si era así como
―¿Qué te parece este?Mi amiga Ivette levanta hacia mí un vestidito muy cortito color plata, bastante luminoso y con un escote que casi llega al ombligo. Estamos en una de sus tantas faenas para conseguir un vestido nuevo para irse de fiesta.―Demasiado escandaloso ―respondo y ella hace una mueca de sarcasmo.―Por favor, sé que no te va esta moda; aun así, dilo con más ánimos ―me riñe con humor.―Vamos Iv, no estoy de humor, además, sabes que no soy la indicada para decirte que usar en una fiesta. Se supone que eres tú la que sabe cómo deslumbrar.―Vaya regaño, ¿y qué es ahora si se puede saber? ―se queja, pero no deja el vestido, lo lleva con ella.No sé por qué siempre me pregunta cuando tiene claro que ese estilo es propio de ella, sin embargo, en el fondo me alegra que me consulte, aunque el mío sea bastante soso.―Es Geller ―contesto aburrida de solo recordar lo que me dijo y que yo no había contemplado hacer.―¿Me vas a decir? ―me increpa haciendo pose de interesada.―Quiere que
Me miro al espejo y no puedo evitar pensar que me veo como una furcia. Ivette no solo se ríe de mí porque ha logrado que le acompañe, sino porque he terminado aceptando ponerme el vestido. Debo admitir que soy algo mojigata para estas cosas y es la razón por la que me cuesta salir de mi cascarón.―Esto no me gusta.―Ay, ya deja de quejarte, te ves preciosa y diría que matadora. Deberías ponerte vestiditos así más seguido.Podría, mientras nada se me salga del escote.―Es demasiado atrevido ―expongo.―No exageres ―ella se burla de mí.Por fortuna la parte de arriba se ajusta bien, pero sigue dando la sensación de que van a rebotar si medio doy un salto.―Tonta.―Bien, déjalo que no se van a salir.―Me siento desnuda.―Te ves radiante, ya pareces de veinticuatro y no una vieja amargada de sesenta.―Ahora te odio más.Iv no hace más que reírse de mí, ya que ella siempre está cómoda con lo que se pone.
―¿¡Qué le pasa!? ¡Bájeme maldito! ―chillo pataleando y golpeando con mis puños su espalda dura como una roca, pero no se detiene.Sigue caminando conmigo a cuestas pese a mi queja. No oye. No entiende, como si pusiera en claro su posición de: no acepto un no por respuesta.Estoy tan espantada e indignada con la arbitrariedad de ese hombre que apenas he visto, que me quedo bloqueada. Mi reacción es lenta porque estoy tratando de discernir lo que está haciendo, es algo que nunca en mi vida me ha pasado.Sigo pataleando cuando veo que nos mete a ambos en una habitación que está a oscuras. Solo cuando estamos dentro me baja y cierra la puerta antes de que corra hacia ella, dejando fuera toda posibilidad de luz.―¿Qué cree que hace? Déjeme salir ―grito tratando de ubicarme, la oscuridad es profunda, no veo nada, ni siquiera donde está él, que de seguro se está burlando de mí, porque esto debe ser una broma bastante pesada.Sigo tratando de ubicarme a ti
―Entonces te llevó solo para robarte tu cartera ―Iv resume todo como si fuera un chiste y yo le miró con cara de aburrida, porque no se toma en serio lo que le digo.Le he contado la historia hasta el cansancio ―solo omitiendo algunas cosas que no le incumben y que me dan mucha vergüenza―, y lejos de congraciarse conmigo, no ha parado de burlarse de mí.Ni siquiera medito en lo que pensará si le hablo de los detalles porque dirá que estaba de suerte y por fin alguien se ha atrevido a meterme mano.¡Qué cuernos!―Sí, ya te lo he dicho mil veces. Tuvo que ser él, no la dejé en ningún otro lado ―replico molesta porque debido a eso no tengo mi teléfono ni mi licencia de conducir.―Bueno, eso es un problema, él ahora tiene tu licencia y tu teléfono. Ten dinero a la mano porque seguro va a extorsionarte para que los recuperes.―Muy graciosa, no creo que lo necesite.―Vamos, si te encerró en una de las habitaciones reservadas y te quitó la c