Toma la llave de su McLaren 540c y se va rumbo a su empresa; Sokolov Jewelry. Negocio familiar que él sacó de la quiebra.
Adrián es calculador, sincero, inteligente, sexy y soltero. 30 años y no tiene una relación sería. Cuando necesita sasear sus deseos va a ese lugar donde su primo lo llevó aquella vez. Nunca folla con la misma, lo que menos quiere es que se aferren a él. Todo lo hace con la luz oscura y en un apartamento que tiene alquilado lejos de su vida de millonario y empresario.
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—¿Estás segura de trabajar aquí? —pregunta Nancy a su mejor amiga. Mirando sus manos temblorosas.
—Si, lo estoy. Debo reunir el dinero cuanto antes, sabes que hago esto por mi madre y mi hija —contesta mirando sus manos entrelazadas sobre su regazo.
—De acuerdo, todo saldrá bien, y recuerda que cuentas conmigo para lo que sea, Marie —dice Nancy abrazándola.
Marie sigue siendo la misma persona físicamente, pero emocionalmente no. Es buena madre, buena hija, pero fría con los demás. Sus ojos perdieron ese brillo angelical cuándo su relación se convirtió en un infierno. Ahora debe trabajar extra, cuidar animales, vender helados y tal vez vender su cuerpo.
Se levanta y con pasos lentos se va a la veterinaria, en donde baña los perros y da de comer a los animales. Es un trabajo de medio tiempo y del cual no se avergüenza.
Ella cree en los cuentos de hadas, en las historias sin final, en el amor verdadero, pero para otras personas; no para ella.
Adrián Sokolov Camino por los largos pasillos de mi empresa. Estoy estresado por el tránsito, aún no me acostumbro a despertar temprano, aunque tengo más de 10 años haciéndolo. Podría llegar una o dos horas más tarde al trabajo, al fin y al cabo es mi empresa y tengo empleados. Pero entonces no puedo reclamar si uno de ellos llega tarde. Además yo me pongo como ejemplo de la puntualidad. Saludo a Liset la recepcionista. Tiene 7 años conmigo y es la única que no me ha hecho irritar. Hasta el momento. Los demás lo han hecho, incluyendo mi primo Carlos, quien con sus chistes sin gracia, me arruina la mañana. Pero no puedo hacer nada ya. Es mi primo favorito y tengo 5 años soportándolo.Entro a mi oficina y dejo el maletín sobre el escritorio. Me q
Adrián Sokolov Después de comprarle el regalo de cumpleaños a Isaías tuve que ir donde la abuela y ahora me encuentro entrando a la casa de mis padres.Me encanta la decoración, se ve fina pero no exagerada, el jardín es muy grande y acogedor. Pongo la contraseña en la puerta y entro.-¡Hermanito! -chilla Isaías corriendo hasta mi encuentro.Isaías es mi hermano menor, hoy cumple 5 años de edad. Es adoptado. Mi madre insistía en que necesitaba alguien aquí para pasar el tiempo; ya que mi padre casi siempre está viajando, me mudé a los 20 años a mi departamento y mi hermano Frank de 22 años también se ha ido.Lo cargo luego de dejar el maletín y él sonríe mientras recibe su regalo. Lo dejo en el piso y empieza a quitar el papel de regalo con entusiasmo. Me abraza feliz cuando ve la caja de un carro a control.Amo verlo feliz con lo más mínimo. Sus ojos
Marie Johnson Dicen que todos cosechamos lo que sembramos, pero no siempre es así, o quizás no o quizás si, en realidad no se, lo que si sé es que yo no merecía ésta vida de mierda. Bueno, no tan mierda, porque tengo una madre y una hija maravillosas, aunque el padre de mi hija es un imbécil mal parido.Se que algún día aunque sea a París iré. Saldremos adelante y seremos felices como lo merecemos.Tomo mi bolso, mis llaves y mi celular para ir a la veterinaria, debo bañar 7 perros y darle de comer a las aves. No es el trabajo de mi sueño, pero por lo menos puedo comer.Hoy inicio mi nuevo trabajo, no quería pero debemos pagar el alquiler de la casa y sólo tengo hasta el sábado y hoy es martes. Lo que menos quiero es irme a la calle con mis dos tesoros.—Mami te amo —dice Elisa abrazándome —.Eres la reina más l
Marie Johnson —Ya me voy madre —digo tomando mi celular.—Ok hija, cuídate y que te vaya bien —dice mi madre secándose las manos.Salgo y tomo el taxi que ya esperaba por mi. Estoy nerviosa, será mi primer día en ese lugar y no se si lo haga bien. No sé que pueda pasar.—Gracias —digo y bajo después de pagar.Respiro hondo y entro por la puerta trasera como me indicó Nancy que lo hiciera. Todas las que entramos por ésta puerta somos prostitutas. Lamentablemente.—¡Llegaste! —dice Nancy abrazándome.—Si —respondo sin deseos. Las demás chicas me miran de pies a cabeza y ríen entre ellas, como si fueran sanas. Todas aquí sabemos lo que somos.—Bueno, a las 8 debes salir a bailar o buscar algún cliente, a menos que los que llaman para pedir adomicilio hagan pedidos —m
Marie Johnson Mi vestido calló a mis pies, y así sentí que calló mi dignidad. Tengo ganas de llorar, pero no sé porque no lo hago. Su tacto en mi cuerpo es suave y cuidadoso. Sus labios recorren mi cuello. Él solo lleva el boxer puesto. No he visto su cara, pero si he sentido su miembro erecto. Su dedo explora mi sexo tan húmedo como el mar, aunque ciertamente el mar no es húmedo, si no empapado de agua, osea está más que empapado. ¡Oh Dios! No sé ni que pienso. Debo enfocarme en el tipo que me va a follar y que ha sigo el único hombre que con solo toques y besos me ha hecho mojar y erizar como ningún otro, aunque contándolo a él, sólo he follado con tres por el momento.Me guía por un camino oscuro que sé que en
Adrián Sokolov —Es la segunda vez que me rechazas una invitación, ¿qué te pasa? —pregunta Carlos enojado.—Nada, me quedaré y pediré una puta, tal vez la misma de anoche —contesto mientras ceno.—Ui, quien no repetía putas, pedirá la misma de anoche —dice riendo.—¡Ay cállate! —digo colgando llamada.Ceno mientras la silueta y aroma de esa mujer llega a mi cabeza. Su voz y jadeos no salieron en todo el día de mi cabeza. Necesito tenerla aquí y follarla hasta no poder más.Lavo los platos y busco las llaves de mi coche. Voy hasta mi apartamento lejos de toda ésta lujuria, llamo al club para pedir a Claudia.Marie Johnson —¿Pero por qué Claudia? —cuestiona mi amiga.—F
Marie Johnson—Quiero verte, tenerte en mi cama, y castigarte.—No me he portado mal como para que me castigues.—Eso crees tu. Juro que cuando nos volvamos a ver no tendré piedad de ti.—¿Cómo consiguió mi número?—Cuando te dormiste lo tomé —dice entre jadeos.Cierro mis ojos escuchando el sonido de su respiración y de fondo como su mano juguetea con su miembro.—Te deseo Adrián —digo y me sorprendo. No esperaba decir eso. Me acaricio los senos y luego mi sexo por encima de la ropa. Lo escucho jadear y eso me excita bastante. Se supone que debería reclamar por haber tomado mi número telefónico y en lugar de eso, me ando masturbando.—Yo igual te deseo.Escucho como Federico me llama como loco y corto la llamada para salir antes de que despierte a las demás, arreglo mi pijama y salgo fuera
Adrián Sokolov La veo marcharse sin mirar atrás. Voy hasta mi coche y subo. Debo investigar quién es, si acaso son la misma persona. Sentí la misma conexión con las dos mujeres. Si mi instinto no me falla, Claudia y Marie podrían ser las mismas personas.Aturdido llego a la oficina y tomo un sorbo de whisky. Necesito bajar esta sensación que me invade. Puedo sentir ansiedad y una sensación extraña. La puerta se abre dejando ver un Carlos alegre.-¡Buongiorno! -dice caminando hasta la silla -Anoche estuve con una italiana y de todo lo que dijo sólo recuerdo eso, me lo dijo en la mañana -dice cruzando sus pies mientras toma un chocolate de mi escritorio.-Eso no te lo pregunté, tengo un mandato para ti -digo tomando una hoja y anotando dos nombres -irás a tu cabaret favorito a las 7 y preguntarás por Claudia, le tomas una foto y hoy a