Marie Johnson

—Ok hija, cuídate y que te vaya bien —dice mi madre secándose las manos.
Salgo y tomo el taxi que ya esperaba por mi. Estoy nerviosa, será mi primer día en ese lugar y no se si lo haga bien. No sé que pueda pasar.
—Gracias —digo y bajo después de pagar.
Respiro hondo y entro por la puerta trasera como me indicó Nancy que lo hiciera. Todas las que entramos por ésta puerta somos prostitutas. Lamentablemente.
—¡Llegaste! —dice Nancy abrazándome.
—Si —respondo sin deseos. Las demás chicas me miran de pies a cabeza y ríen entre ellas, como si fueran sanas. Todas aquí sabemos lo que somos.
—Bueno, a las 8 debes salir a bailar o buscar algún cliente, a menos que los que llaman para pedir adomicilio hagan pedidos —me abraza fuerte —todo estará bien y recuerda sienotr cargar con preservativos por si a un imbécil se le ocurre no querer usarlo o decir que no tiene —dice sonriendo.
—De acuerdo —digo y voy hasta el vestíbulo para ponerme algo que me pueda quedar bien y no tan revelador.
—Éste te puede quedar bien —dice una chica mostrándome un vestido negro con un abierto delante, donde podría dejar ver un poco de mis senos.
—Gracias —digo y tomo el vestido. Me maquillo un poco, me pongo unos tacones y suelto mi melena rubia.
—Estás de suerte —dice Nancy entrando al vestíbulo y mirándome de pies a cabeza —A llamado un cliente, uno muy bueno, paga bastante bien y da propina. Debes ir tú, porque a él no le gusta repetir chicas y las otras que no ha probado andan ocupada —dice extendiéndome un papel blanco con la dirección.
—Estoy nerviosa —digo entrelazado mis manos.
—Relájate mi amor, un taxi te llevará, el cliente es de confiar y además no eres virgen —dice sosteniéndome de los hombros.
—Vale, adiós —tomo mi celular en mis manos temblorosas y me dispongo a salir.
—Toma, llévate éste bolso, ahí dentro hay 5 preservativos —dice dándome una sonrisa de labios cerrados.
—¿Por qué tanto?
—Hay clientes que hacen orgía —se encoge de hombros apenada.
Salgo con cara de aterrada y subo al taxi, el chico toma el papel y emprende el camino.
Creo que me voy a desmayar, los nervios no los controlo, creo que será mi primera y última vez, no me siento preparada para esto. La pantalla de mi celular se ilumina y lo tomo. La foto de mi mamá y mi hija se hacen presente. Por ellas debo trabajar mucho.
—Aquí es señorita —dice el chico estacionándose en un edificio.
Si supiera a lo que voy no me dijera señorita.
—Gracias —me bajo y observo el edificio. Es muy... fino. Unas gotas empiezan a caer y corro hasta la entrada.

—Te he dicho que no, pediré una puta y listo —digo a mi primo quien insiste que vayamos a un bar.
—Ojalá y no se te pare ni con pastillas —dice y cuelga la llamada.
Abro la puerta y la dejo abierta para que la puta entre. Todo está oscuro, la luz de la luna entra por las ventanas. No hay estrellas, al parece lloverá pronto.
Tomo del vaso del whisky esperando a que llegue la chica. Después de unos minutos una silueta de una mujer se asoma a la puerta.
—Entra y cierra —digo desde donde estoy parado. Entra con pasos dudosos. Cierra la puerta y camina unos pasos más alante.
—¿Cómo te llamas? —pregunto sirviendo otro trago para ella.
—Yo...este... Claudia —dice con nerviosismo en su voz.
Le extiendo el vaso y ella lo toma, da un pequeño sorbo y mira el lugar. No puedo ver bien su rostro, pero fea no es. Tiene buen cuerpo aunque unos kilitos de más.
—Ven aquí —ordeno y ella lo hace. Deja su vaso sobre una mesita al igual que su bolso. Se para firme, buscando mis ojos entre la oscuridad.
Deslizo mi mano por sus brazos. Y su piel se eriza y la mía por igual. Mi tacto es suave al igual que su piel. Me acerco a ella, y su respiración es entrecortada, está nerviosa y sospecho que es primeriza en todo esto.
—Relájate que no te voy a matar —digo cerca dr su cuello.
—No le tengo miedo, vamos a lo que vinimos —dice algo agitada.
—Tenemos mucho tiempo.
Me acerco a su cuello y el aroma a rosas inunda mis fosas nasales. Paso mi lengua por su cuello y deja caer su cabeza hacia atrás. Su corazón está acelerado y por una extraña razón el mío también. Deslizo el cierre de su vestido negro y éste cae al piso, beso el lóbulo de su oreja y ella sigue sin moverse.
—¿No harás nada? —pregunto en un susurro.
—No sé que hacer —responde.
—Podrías desnudarme —digo bajando el tiro del sostén.
Ella toma el cuello de mi camisa y empieza a desabrochar cada botón. Sus movimientos son lentos. Quita mi camisa deslizando sus manos por mis brazos. Con un dedo recorre mi labio, lo desliza desde la barbilla hasta mi pecho, hace líneas y círculos y luego baja hasta mi abdomen. Su mano se detiene en mi cinturón, lo quita y desabrocha mi pantalón. Sus manos están temblorosas. Mi pantalón cae hasta mis pies y lo dejo a un lado junto a los zapatos. No la puedo ver bien, pero se que me mira. Beso su cuello y ella jadea. Su mano acaricia mi espalda sin desespero. Termino de mirar su sostén el cual no se el color exacto. Acaricio sus senos y su piel se vuelve a erizar. Tomo uno con cuidado en mi boca y el otro lo atiendo con la mano. Su delicada mano se entierra en mi cabeza. Tira de mi cabello pegando más su cara a su seno. Mi mano viaja hasta sus braguitas y meto mi mano. Está echa un rio, siento su cuerpo tieso. Jugueteo con su botón explosivo y ella jadea. Meto un dedo y ya empiezo a sentir lo duro. Saco el dedo y me pongo recto. La tomo de la muñeca y la llevo hasta la habitación que también está oscura, la empujo a la cama. Abro sus piernas y con mis labios y lengua deboro su sexo, sus fluidos son succionados por mi boca. Ella jadea sosteniéndose de las sábanas negras de la cama, mueve su cuerpo suavemente contra mi cara.
—¡Vente para mi! —digo pasando mi lengua en su botoncito mientras dos de mis dedos entran y salen con velocidad.
—¡Oh m****a! —chilla, su cuerpo tiembla y se corre. Me acuesto a su lago y su cuerpo está sudado y agitado.
🌟🌟🌟
Marie Johnson Mi vestido calló a mis pies, y así sentí que calló mi dignidad. Tengo ganas de llorar, pero no sé porque no lo hago. Su tacto en mi cuerpo es suave y cuidadoso. Sus labios recorren mi cuello. Él solo lleva el boxer puesto. No he visto su cara, pero si he sentido su miembro erecto. Su dedo explora mi sexo tan húmedo como el mar, aunque ciertamente el mar no es húmedo, si no empapado de agua, osea está más que empapado. ¡Oh Dios! No sé ni que pienso. Debo enfocarme en el tipo que me va a follar y que ha sigo el único hombre que con solo toques y besos me ha hecho mojar y erizar como ningún otro, aunque contándolo a él, sólo he follado con tres por el momento.Me guía por un camino oscuro que sé que en
Adrián Sokolov —Es la segunda vez que me rechazas una invitación, ¿qué te pasa? —pregunta Carlos enojado.—Nada, me quedaré y pediré una puta, tal vez la misma de anoche —contesto mientras ceno.—Ui, quien no repetía putas, pedirá la misma de anoche —dice riendo.—¡Ay cállate! —digo colgando llamada.Ceno mientras la silueta y aroma de esa mujer llega a mi cabeza. Su voz y jadeos no salieron en todo el día de mi cabeza. Necesito tenerla aquí y follarla hasta no poder más.Lavo los platos y busco las llaves de mi coche. Voy hasta mi apartamento lejos de toda ésta lujuria, llamo al club para pedir a Claudia.Marie Johnson —¿Pero por qué Claudia? —cuestiona mi amiga.—F
Marie Johnson—Quiero verte, tenerte en mi cama, y castigarte.—No me he portado mal como para que me castigues.—Eso crees tu. Juro que cuando nos volvamos a ver no tendré piedad de ti.—¿Cómo consiguió mi número?—Cuando te dormiste lo tomé —dice entre jadeos.Cierro mis ojos escuchando el sonido de su respiración y de fondo como su mano juguetea con su miembro.—Te deseo Adrián —digo y me sorprendo. No esperaba decir eso. Me acaricio los senos y luego mi sexo por encima de la ropa. Lo escucho jadear y eso me excita bastante. Se supone que debería reclamar por haber tomado mi número telefónico y en lugar de eso, me ando masturbando.—Yo igual te deseo.Escucho como Federico me llama como loco y corto la llamada para salir antes de que despierte a las demás, arreglo mi pijama y salgo fuera
Adrián Sokolov La veo marcharse sin mirar atrás. Voy hasta mi coche y subo. Debo investigar quién es, si acaso son la misma persona. Sentí la misma conexión con las dos mujeres. Si mi instinto no me falla, Claudia y Marie podrían ser las mismas personas.Aturdido llego a la oficina y tomo un sorbo de whisky. Necesito bajar esta sensación que me invade. Puedo sentir ansiedad y una sensación extraña. La puerta se abre dejando ver un Carlos alegre.-¡Buongiorno! -dice caminando hasta la silla -Anoche estuve con una italiana y de todo lo que dijo sólo recuerdo eso, me lo dijo en la mañana -dice cruzando sus pies mientras toma un chocolate de mi escritorio.-Eso no te lo pregunté, tengo un mandato para ti -digo tomando una hoja y anotando dos nombres -irás a tu cabaret favorito a las 7 y preguntarás por Claudia, le tomas una foto y hoy a
Marie Johnson Doy vueltas por toda la casa con el teléfono en manos. No se que hacer. El señor de la renta se ha enojado y quiere su dinero hoy y no lo tengo todo. Dos meses le debo. Haría lo que sea por mi madre y mi hija, son mi todo y no me permitiría verlas en las calles, pasando hambre y frío.Mi madre me mira preocupada y con ganas de llorar, yo igual quiero llorar, pero debo hacerme la fuerte. Veo el celular y busco el número de Adrián. Es mi única salvación en estos momentos. Quizás el podría ayudarme.Le doy a llamar y mi corazón se acelera, siento esa molesta de angustia en el estómago, suspiro y me alejo de mi madre. Contesta.—Hola Claudia —su voz me eriza la piel. Recuerdos rápidos pasan por mi cabeza, pero me calmo y me concentro en el motivo de la llamada.—Hola —digo nerviosa
Adrián Sokolov Su respiración se agita y me acerco más a ella. Se que espera a que le diga la forma de pago. Su olor es diferente al de la primera y la segunda vez. No es desagradable.—¿Cómo pagaré? —pregunta en un hilo de voz.—De dos maneras, dejarás de trabajar en ese lugar y trabajarás para mi y la segunda es que vayas conmigo a Roma en unos días por cuestiones de negocios —digo y ella da un paso atrás.—No puedo —dice nerviosa.—¿Por qué? —me cruzo de brazos.—No te puedo decir —dice y puedo jurar que se muerde el labio.—Si es por tu hija, no te preocupes ella y tu madre se pueden quedar en casa de mi madre —digo y ella da otro paso atrás.—¡No! —exclama.—Ya sé quién eres, tienes una hija llamada Elisa, tu mamá Luisa, tienes 27 años, tienes varios trabajos de medio tiempo y te llamas Marie Johnson
Marie Johnson —Mami, ésta casa es hermosa —dice mi hija mirando la mansión de los Sokolov. Nos detenemos en una puerta grande donde el chófer nos abre con sus llaves. Mi madre mira el jardín y los ojos le brillan. Y no es para menos, se ve hermoso y bien cuidado, me imagino que en el día con la luz de sol se ve mucho mejor.Entramos y nos recibe una sala enorme y hermosa. Mi hija sale corriendo y la intento detener.—Elisa, no —digo entre dientes.—Es una niña, descuida —dice la madre de Isaías.—¡Elisa! —chilla Isaías y llega hasta ella para abrazarla. Se dan un beso en la mejilla y mi madre abre los ojos más sorprendida que yo. Se van algún lugar de la casa y yo sigo hasta donde nos guía la señora. Otra sala más grande nos recibe y está un chico de unos 20 años con su celular, Adrián y un señor de unos 50 ños. El señor me mira de pies a cabeza y puedo jurar que me m
Marie Johnson Mis manos sudan, dejo el celular en la mesa por los nervios. Él me sonríe de medio lado y esquivo su mirada. Tengo que tener claro que esto es más por un negocio, es más que claro que tiene más de 10 mujeres a sus pies y que solo una puede tener su corazón y esa no soy yo. Además ni siquiera me gusta como algo más de lo que tenemos. Si me pongo nerviosa y esas cosas, pero no más de ahí. Luego de que lleguemos del viaje, todo será una normalidad.No se en qué momento ya todos están de pies, mi madre camina con los señores y el hermano de Adrián le toma fotos a los niños y los hace darle un beso en la mejilla. Volteo a ver y está mirándome. Me levanto y él me sigue. Me pasa por el lado dando una pequeña nalgada y continúa su camino. Vamos hasta el jardín trasero y todo es aún más bellos, los niños corretean detrás del cachorro quien va con una pequeña pelota en la boca.Los demás h