Dicen que todos cosechamos lo que sembramos, pero no siempre es así, o quizás no o quizás si, en realidad no se, lo que si sé es que yo no merecía ésta vida de mierda. Bueno, no tan mierda, porque tengo una madre y una hija maravillosas, aunque el padre de mi hija es un imbécil mal parido.
Se que algún día aunque sea a París iré. Saldremos adelante y seremos felices como lo merecemos.
Tomo mi bolso, mis llaves y mi celular para ir a la veterinaria, debo bañar 7 perros y darle de comer a las aves. No es el trabajo de mi sueño, pero por lo menos puedo comer.
Hoy inicio mi nuevo trabajo, no quería pero debemos pagar el alquiler de la casa y sólo tengo hasta el sábado y hoy es martes. Lo que menos quiero es irme a la calle con mis dos tesoros.
—Mami te amo —dice Elisa abrazándome —.Eres la reina más linda de éste castillo y yo tu princesa favorita.
—Así es amor, yo igual te amo —digo abrazándola.
Salimos camino al colegio, todos los días tenemos que tomar un taxi para que llegue a tiempo y no llegue cansada y sudada.
La dejo en el cole y me voy rumbo al trabajo. Gracias a Dios y a la directora que le dió una beca a mi hija para que pudiera estudiar en un buen colegio. Mi hija es una de las mejores estudiantes, es muy amable y cariñosa. Hace días me hizo comprar un perrito parecido al de ella para su mejor amigo el cual no conozco y según ella parece un príncipe azul, que tiene los ojos como la miel. Debo conocerlo.

Adrián Sokolov
Isaías va tarareando una canción mientras va mirando por la ventanilla del auto. Se ve tan feliz que me hace feliz a mi.
—¿Hermano, crees en los cuentos de príncipes y princesas? —pregunta sonriene y lo miro por el retrovisor.
—No mucho, ¿por qué? —digo doblando la esquina.
—Mi mejor amiga dice que existen, y que su mamá es una reina y ella la princesa, también me dijo que yo era un príncipe hermoso con ojos acaramelados —dice tapándose la boca con sus manitas mientras deja escapar una risita.
No puede ser posible que éste niño ya ande enamorado.
—Si, eres un hermoso príncipe.
—¿Entonces me puedo casar con la princesa? ella es hermosa, mi amigo Sebastián dijo que ella tenía los ojos como el mar —dice tocándose la eja con su dedido, como si pensara.
Río solo para mi al ver como se expresa, como todo un caballero.
—Estás muy pequeño, debes crecer y trabajar.
—Pues voy a comer mucho y voy a trabajar mucho —dice levantando sus brazos para mostrar "sus músculos."
—Bajo del auto, lo rodeó y voy abrirle, saco su mochila y lo llevo de la mano.
—¡Isaías! —chilla una niña a nuestras espaldas. Llega corriendo y lo abraza con mucho amor.
—¡Elisa! —dice él abrazándola.
Me siento hasta incómodo, ¿cómo puede ser que dos mocositos de 5 años tengan más vida amorosa que yo?
—Oh wow, tu papá parece un rey —dice la niña poniendo sus manitas en su cara.
Río y me inclino frente a ellos.
—Es mi hermano grande —dice Isaías tocando mi cabeza.
—Yo no tengo hermanos grandes ni pequeñitos —dice haciendo un puchero.
—Eres una niña muy lista y hermosa —digo sonriéndole.
—Gracias rey, mi mamá todos los días me dice que soy muy linda —sonríe —, Isaías dice que soy su princesa favorita.
Isaías se tapa la cara avergonzado y yo río a carcajadas.
—¿Rey, puedo darle un besito? Usted es muy lindo.
Antes de contestarle ya me está abrazando y dando muchos besos en la mejilla. La abrazo e Isaías se une.
—¡Chicos, entren! —dice la directora y ellos obedecen tomando su mochila que estaba en el piso.
—¡Adiós rey! —dice la niña ya lejos de mi.
Levanto mi mano y me voy a mi coche.
Buenos gustos se gasta mi hermano.
Conduzco por las hermosas calles de Miami, dejando enormes edificios detrás. Una melodía suave suena en mi coche.
—¿Si madre? —digo conectando el bluetooth del celular al coche.
—¿Conociste la mejor amiga de Isaías?
—Si jajaj muy linda e inteligente y por lo que veo, Isaías está enamorado, puedes creer que se abrazaron y se besaron en la mejilla, la chica hasta me dijo que soy un rey —digo riendo.
—Jajaja de lo que me perdí —dice riendo.
—Luego te cuento —digo estacionándome en el parque de la empresa.
Marco el piso 20 del edificio y reviso mi celular mientras el ascensor va ascendiendo.
—Ahí dentro está la bruja —dice Liset torciendo los ojos.
Flor Allende.
No sé en qué idioma tengo que decirle que no quiero volver a verla.
—Hola Adrián —dice acercándose a besar mi mejilla.
—Hola Flor —digo dejando el maletín sobre mi escritorio —.¿A qué haz venido?
—A qué me folles en éste escritorio antes de irme a Rumanía —dice acercándose a pasos lentos moviendo su cintura.
🌟🌟🌟
HolisS hermosas criaturas
¿QUE HONDA?
Marie Johnson —Ya me voy madre —digo tomando mi celular.—Ok hija, cuídate y que te vaya bien —dice mi madre secándose las manos.Salgo y tomo el taxi que ya esperaba por mi. Estoy nerviosa, será mi primer día en ese lugar y no se si lo haga bien. No sé que pueda pasar.—Gracias —digo y bajo después de pagar.Respiro hondo y entro por la puerta trasera como me indicó Nancy que lo hiciera. Todas las que entramos por ésta puerta somos prostitutas. Lamentablemente.—¡Llegaste! —dice Nancy abrazándome.—Si —respondo sin deseos. Las demás chicas me miran de pies a cabeza y ríen entre ellas, como si fueran sanas. Todas aquí sabemos lo que somos.—Bueno, a las 8 debes salir a bailar o buscar algún cliente, a menos que los que llaman para pedir adomicilio hagan pedidos —m
Marie Johnson Mi vestido calló a mis pies, y así sentí que calló mi dignidad. Tengo ganas de llorar, pero no sé porque no lo hago. Su tacto en mi cuerpo es suave y cuidadoso. Sus labios recorren mi cuello. Él solo lleva el boxer puesto. No he visto su cara, pero si he sentido su miembro erecto. Su dedo explora mi sexo tan húmedo como el mar, aunque ciertamente el mar no es húmedo, si no empapado de agua, osea está más que empapado. ¡Oh Dios! No sé ni que pienso. Debo enfocarme en el tipo que me va a follar y que ha sigo el único hombre que con solo toques y besos me ha hecho mojar y erizar como ningún otro, aunque contándolo a él, sólo he follado con tres por el momento.Me guía por un camino oscuro que sé que en
Adrián Sokolov —Es la segunda vez que me rechazas una invitación, ¿qué te pasa? —pregunta Carlos enojado.—Nada, me quedaré y pediré una puta, tal vez la misma de anoche —contesto mientras ceno.—Ui, quien no repetía putas, pedirá la misma de anoche —dice riendo.—¡Ay cállate! —digo colgando llamada.Ceno mientras la silueta y aroma de esa mujer llega a mi cabeza. Su voz y jadeos no salieron en todo el día de mi cabeza. Necesito tenerla aquí y follarla hasta no poder más.Lavo los platos y busco las llaves de mi coche. Voy hasta mi apartamento lejos de toda ésta lujuria, llamo al club para pedir a Claudia.Marie Johnson —¿Pero por qué Claudia? —cuestiona mi amiga.—F
Marie Johnson—Quiero verte, tenerte en mi cama, y castigarte.—No me he portado mal como para que me castigues.—Eso crees tu. Juro que cuando nos volvamos a ver no tendré piedad de ti.—¿Cómo consiguió mi número?—Cuando te dormiste lo tomé —dice entre jadeos.Cierro mis ojos escuchando el sonido de su respiración y de fondo como su mano juguetea con su miembro.—Te deseo Adrián —digo y me sorprendo. No esperaba decir eso. Me acaricio los senos y luego mi sexo por encima de la ropa. Lo escucho jadear y eso me excita bastante. Se supone que debería reclamar por haber tomado mi número telefónico y en lugar de eso, me ando masturbando.—Yo igual te deseo.Escucho como Federico me llama como loco y corto la llamada para salir antes de que despierte a las demás, arreglo mi pijama y salgo fuera
Adrián Sokolov La veo marcharse sin mirar atrás. Voy hasta mi coche y subo. Debo investigar quién es, si acaso son la misma persona. Sentí la misma conexión con las dos mujeres. Si mi instinto no me falla, Claudia y Marie podrían ser las mismas personas.Aturdido llego a la oficina y tomo un sorbo de whisky. Necesito bajar esta sensación que me invade. Puedo sentir ansiedad y una sensación extraña. La puerta se abre dejando ver un Carlos alegre.-¡Buongiorno! -dice caminando hasta la silla -Anoche estuve con una italiana y de todo lo que dijo sólo recuerdo eso, me lo dijo en la mañana -dice cruzando sus pies mientras toma un chocolate de mi escritorio.-Eso no te lo pregunté, tengo un mandato para ti -digo tomando una hoja y anotando dos nombres -irás a tu cabaret favorito a las 7 y preguntarás por Claudia, le tomas una foto y hoy a
Marie Johnson Doy vueltas por toda la casa con el teléfono en manos. No se que hacer. El señor de la renta se ha enojado y quiere su dinero hoy y no lo tengo todo. Dos meses le debo. Haría lo que sea por mi madre y mi hija, son mi todo y no me permitiría verlas en las calles, pasando hambre y frío.Mi madre me mira preocupada y con ganas de llorar, yo igual quiero llorar, pero debo hacerme la fuerte. Veo el celular y busco el número de Adrián. Es mi única salvación en estos momentos. Quizás el podría ayudarme.Le doy a llamar y mi corazón se acelera, siento esa molesta de angustia en el estómago, suspiro y me alejo de mi madre. Contesta.—Hola Claudia —su voz me eriza la piel. Recuerdos rápidos pasan por mi cabeza, pero me calmo y me concentro en el motivo de la llamada.—Hola —digo nerviosa
Adrián Sokolov Su respiración se agita y me acerco más a ella. Se que espera a que le diga la forma de pago. Su olor es diferente al de la primera y la segunda vez. No es desagradable.—¿Cómo pagaré? —pregunta en un hilo de voz.—De dos maneras, dejarás de trabajar en ese lugar y trabajarás para mi y la segunda es que vayas conmigo a Roma en unos días por cuestiones de negocios —digo y ella da un paso atrás.—No puedo —dice nerviosa.—¿Por qué? —me cruzo de brazos.—No te puedo decir —dice y puedo jurar que se muerde el labio.—Si es por tu hija, no te preocupes ella y tu madre se pueden quedar en casa de mi madre —digo y ella da otro paso atrás.—¡No! —exclama.—Ya sé quién eres, tienes una hija llamada Elisa, tu mamá Luisa, tienes 27 años, tienes varios trabajos de medio tiempo y te llamas Marie Johnson
Marie Johnson —Mami, ésta casa es hermosa —dice mi hija mirando la mansión de los Sokolov. Nos detenemos en una puerta grande donde el chófer nos abre con sus llaves. Mi madre mira el jardín y los ojos le brillan. Y no es para menos, se ve hermoso y bien cuidado, me imagino que en el día con la luz de sol se ve mucho mejor.Entramos y nos recibe una sala enorme y hermosa. Mi hija sale corriendo y la intento detener.—Elisa, no —digo entre dientes.—Es una niña, descuida —dice la madre de Isaías.—¡Elisa! —chilla Isaías y llega hasta ella para abrazarla. Se dan un beso en la mejilla y mi madre abre los ojos más sorprendida que yo. Se van algún lugar de la casa y yo sigo hasta donde nos guía la señora. Otra sala más grande nos recibe y está un chico de unos 20 años con su celular, Adrián y un señor de unos 50 ños. El señor me mira de pies a cabeza y puedo jurar que me m