Adrián Sokolov
Después de comprarle el regalo de cumpleaños a Isaías tuve que ir donde la abuela y ahora me encuentro entrando a la casa de mis padres.
Me encanta la decoración, se ve fina pero no exagerada, el jardín es muy grande y acogedor. Pongo la contraseña en la puerta y entro.
-¡Hermanito! -chilla Isaías corriendo hasta mi encuentro.
Isaías es mi hermano menor, hoy cumple 5 años de edad. Es adoptado. Mi madre insistía en que necesitaba alguien aquí para pasar el tiempo; ya que mi padre casi siempre está viajando, me mudé a los 20 años a mi departamento y mi hermano Frank de 22 años también se ha ido.
Lo cargo luego de dejar el maletín y él sonríe mientras recibe su regalo. Lo dejo en el piso y empieza a quitar el papel de regalo con entusiasmo. Me abraza feliz cuando ve la caja de un carro a control.
Amo verlo feliz con lo más mínimo. Sus ojos son tan dulce como la miel y su sonrisa muy encantadora.
Escucho un ladrido y miro a mi madre, ella me mira nerviosa y se rasca la cabeza mirando a otro lado.
Odio los perros.
Odio los gatos.Odio las aves.Odio los animales.Un perrito peludo corre hasta mis pies y empieza a mover su colita. Isaías lo acaricia, lo toma en sus brazos y me lo extiende.
-¿Y esa bola de pelos? -pregunto mirando a mi madre quien se hace la desentendida.
-Es un perrito hermanito; está lindo -dice mostrándolo
Lo ignoro y voy hasta mi madre.
-¿Quién le compró ese perro a Isaías? -pregunto levemente molesto sin que el niño lo note.
-Lo trajo del colegio, dice que su mejor amiga se lo regaló -dice encogiéndose de hombros.
No tengo mucho que reclamar, pues ya no vivo aquí. Trato de calmar mis impulsos, ya que Isaías está aquí presente. Veo el brillo en sus ojos mientras juega con el perrito.
-Recuerda que mañana es tu turno de llevarlo al colegio -dice ella muy seria.
-Si, eso lo se -digo sacando mi celular.
Me despido de mi madre y mi hermanito para ir a mi casa. Necesito relajarme.
La manera de yo ser me está volviendo loco. Eso de ser frío, enojón, tan sincero, creerme mejor que todos me tiene prácticamente solo. Tengo 30 años, no estoy casado, la mujer más cercana que tengo es Lorent. A ésta edad ya yo debería estar casado. Pero aún no ha nacido la mujer que me haga cambiar, sin importar su físico y cuenta bancaria.
Dejé de creer en el amor cuando Neytan, mi mejor amigo, se suicidó por una chica. Él estaba enamorado desde los 12 años, a los 15 se hicieron novio, estábamos en la misma secundaria y el mismo día de la graduación él descubrió que ella lo engañaba con el capitán del equipo de Baloncesto. Se emborrachó en la fiesta y luego fue a su casa y con el arma de su papá se disparó en el pecho; no sin antes dejar una nota que decía: el amor es un pasatiempo que hay que valorar y disfrutar en el instante, porque no dura para siempre y al final siempre duele.
Ni en la otra vida vuelvo a creer en el amor.Aún no supero su muerte, odio a Karla con mi vida, Neytan la amaba como a nadie, nunca le fue infiel, cuando hablaba de ella el rostro se le iluminaba e iluminaba a los demás. Se había vuelto un tonto desde sus 15 años. Su cara de ilusión era semejante a la de un niño cuando recibe un juguete.
Todos en el grupo éramos mujeriegos, amábamos las carreras, las fiestas y él era el único diferente y nunca le falló. Nunca se alejó de nosotros. Y sin embargo; ella lo engañó.
Las chicas solo deben ser para un rato, como las del Sexclub.
🌟🌟🌟
Marie Johnson Dicen que todos cosechamos lo que sembramos, pero no siempre es así, o quizás no o quizás si, en realidad no se, lo que si sé es que yo no merecía ésta vida de mierda. Bueno, no tan mierda, porque tengo una madre y una hija maravillosas, aunque el padre de mi hija es un imbécil mal parido.Se que algún día aunque sea a París iré. Saldremos adelante y seremos felices como lo merecemos.Tomo mi bolso, mis llaves y mi celular para ir a la veterinaria, debo bañar 7 perros y darle de comer a las aves. No es el trabajo de mi sueño, pero por lo menos puedo comer.Hoy inicio mi nuevo trabajo, no quería pero debemos pagar el alquiler de la casa y sólo tengo hasta el sábado y hoy es martes. Lo que menos quiero es irme a la calle con mis dos tesoros.—Mami te amo —dice Elisa abrazándome —.Eres la reina más l
Marie Johnson —Ya me voy madre —digo tomando mi celular.—Ok hija, cuídate y que te vaya bien —dice mi madre secándose las manos.Salgo y tomo el taxi que ya esperaba por mi. Estoy nerviosa, será mi primer día en ese lugar y no se si lo haga bien. No sé que pueda pasar.—Gracias —digo y bajo después de pagar.Respiro hondo y entro por la puerta trasera como me indicó Nancy que lo hiciera. Todas las que entramos por ésta puerta somos prostitutas. Lamentablemente.—¡Llegaste! —dice Nancy abrazándome.—Si —respondo sin deseos. Las demás chicas me miran de pies a cabeza y ríen entre ellas, como si fueran sanas. Todas aquí sabemos lo que somos.—Bueno, a las 8 debes salir a bailar o buscar algún cliente, a menos que los que llaman para pedir adomicilio hagan pedidos —m
Marie Johnson Mi vestido calló a mis pies, y así sentí que calló mi dignidad. Tengo ganas de llorar, pero no sé porque no lo hago. Su tacto en mi cuerpo es suave y cuidadoso. Sus labios recorren mi cuello. Él solo lleva el boxer puesto. No he visto su cara, pero si he sentido su miembro erecto. Su dedo explora mi sexo tan húmedo como el mar, aunque ciertamente el mar no es húmedo, si no empapado de agua, osea está más que empapado. ¡Oh Dios! No sé ni que pienso. Debo enfocarme en el tipo que me va a follar y que ha sigo el único hombre que con solo toques y besos me ha hecho mojar y erizar como ningún otro, aunque contándolo a él, sólo he follado con tres por el momento.Me guía por un camino oscuro que sé que en
Adrián Sokolov —Es la segunda vez que me rechazas una invitación, ¿qué te pasa? —pregunta Carlos enojado.—Nada, me quedaré y pediré una puta, tal vez la misma de anoche —contesto mientras ceno.—Ui, quien no repetía putas, pedirá la misma de anoche —dice riendo.—¡Ay cállate! —digo colgando llamada.Ceno mientras la silueta y aroma de esa mujer llega a mi cabeza. Su voz y jadeos no salieron en todo el día de mi cabeza. Necesito tenerla aquí y follarla hasta no poder más.Lavo los platos y busco las llaves de mi coche. Voy hasta mi apartamento lejos de toda ésta lujuria, llamo al club para pedir a Claudia.Marie Johnson —¿Pero por qué Claudia? —cuestiona mi amiga.—F
Marie Johnson—Quiero verte, tenerte en mi cama, y castigarte.—No me he portado mal como para que me castigues.—Eso crees tu. Juro que cuando nos volvamos a ver no tendré piedad de ti.—¿Cómo consiguió mi número?—Cuando te dormiste lo tomé —dice entre jadeos.Cierro mis ojos escuchando el sonido de su respiración y de fondo como su mano juguetea con su miembro.—Te deseo Adrián —digo y me sorprendo. No esperaba decir eso. Me acaricio los senos y luego mi sexo por encima de la ropa. Lo escucho jadear y eso me excita bastante. Se supone que debería reclamar por haber tomado mi número telefónico y en lugar de eso, me ando masturbando.—Yo igual te deseo.Escucho como Federico me llama como loco y corto la llamada para salir antes de que despierte a las demás, arreglo mi pijama y salgo fuera
Adrián Sokolov La veo marcharse sin mirar atrás. Voy hasta mi coche y subo. Debo investigar quién es, si acaso son la misma persona. Sentí la misma conexión con las dos mujeres. Si mi instinto no me falla, Claudia y Marie podrían ser las mismas personas.Aturdido llego a la oficina y tomo un sorbo de whisky. Necesito bajar esta sensación que me invade. Puedo sentir ansiedad y una sensación extraña. La puerta se abre dejando ver un Carlos alegre.-¡Buongiorno! -dice caminando hasta la silla -Anoche estuve con una italiana y de todo lo que dijo sólo recuerdo eso, me lo dijo en la mañana -dice cruzando sus pies mientras toma un chocolate de mi escritorio.-Eso no te lo pregunté, tengo un mandato para ti -digo tomando una hoja y anotando dos nombres -irás a tu cabaret favorito a las 7 y preguntarás por Claudia, le tomas una foto y hoy a
Marie Johnson Doy vueltas por toda la casa con el teléfono en manos. No se que hacer. El señor de la renta se ha enojado y quiere su dinero hoy y no lo tengo todo. Dos meses le debo. Haría lo que sea por mi madre y mi hija, son mi todo y no me permitiría verlas en las calles, pasando hambre y frío.Mi madre me mira preocupada y con ganas de llorar, yo igual quiero llorar, pero debo hacerme la fuerte. Veo el celular y busco el número de Adrián. Es mi única salvación en estos momentos. Quizás el podría ayudarme.Le doy a llamar y mi corazón se acelera, siento esa molesta de angustia en el estómago, suspiro y me alejo de mi madre. Contesta.—Hola Claudia —su voz me eriza la piel. Recuerdos rápidos pasan por mi cabeza, pero me calmo y me concentro en el motivo de la llamada.—Hola —digo nerviosa
Adrián Sokolov Su respiración se agita y me acerco más a ella. Se que espera a que le diga la forma de pago. Su olor es diferente al de la primera y la segunda vez. No es desagradable.—¿Cómo pagaré? —pregunta en un hilo de voz.—De dos maneras, dejarás de trabajar en ese lugar y trabajarás para mi y la segunda es que vayas conmigo a Roma en unos días por cuestiones de negocios —digo y ella da un paso atrás.—No puedo —dice nerviosa.—¿Por qué? —me cruzo de brazos.—No te puedo decir —dice y puedo jurar que se muerde el labio.—Si es por tu hija, no te preocupes ella y tu madre se pueden quedar en casa de mi madre —digo y ella da otro paso atrás.—¡No! —exclama.—Ya sé quién eres, tienes una hija llamada Elisa, tu mamá Luisa, tienes 27 años, tienes varios trabajos de medio tiempo y te llamas Marie Johnson