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En brazos del enemigo
En brazos del enemigo
Por: Mer Vindas
Aviso de una traición

—Aquí tiene lo que me ha pedido Señor Millares, espero que la información sea lo que está buscando —dijo el hombre que contrató Alejandro para saber en qué jugarretas andaba Laila ahora —siendo todo de mi parte, yo me retiro, con su permiso. 

Asintió nervioso, tenía miedo de qué había encontrado él hombre, tanta indiferencia de parte de Laila daba una cosa como resultado, algo estaba escondiendo. 

Abrió el sobre y allí estaba, Bruno Flores, el hombre más despreciado por él, se acostaba con la que hasta hoy era su prometida, casi dos años se fueron al basurero por la sinvergüenzada de ellos dos. 

—¿Para qué me has llamado? —preguntó Laila sentándose en la mesa, de su restaurante favorito. 

Le extendió el sobre amarillo y ella lo tomó en sus manos, lo abrió con cuidado, dando con la primera foto de ella y Bruno, besándose exactamente en este mismo lugar. 

—¿Tu pregunta ha sido evacuada? —le preguntó serio, a lo que Laila solo abrió sus ojos, asustada de haber sido descubierta, cinco meses tenía ella de estar acostándose con el enemigo de Alejandro Millares. 

Un hombre que, hasta el día de hoy, seguía interfiriendo en su vida, como lo fue desde muy pequeño. 

Se levantó de la mesa y dejó allí a Laila en medio de un llanto, amaba a Alejandro, pero amaba más la avaricia de lo que aquellos dos hombres le daban. 

.

.

Seis meses después 

Dannia estaba sentada frente a su tocador, miraba su reflejo en el espejo, recordando aquella noche estrellada en el muelle de Cancún, donde Bruno le pidió ser su esposa, frente al mar y el cielo como testigos de aquella promesa. 

—Te amaré hasta que la muerte nos separe, mi amor. 

Fueron las palabras de Bruno que hicieron a Dannia derramar lágrimas y decir que sí a su pregunta, eran lágrimas semejantes a la que estaba derramando frente al espejo. 

"Lo amo" — se dijo mirando atrás suyo, donde colgaba su hermoso vestido blanco, a un lado el ramo de flores con qué desfilaría hacia el altar y abajo en el piso, sus zapatos de un tono nude. 

¿podría ser este el mejor sueño de mi vida? ¿me lo he merecido? ¿me he merecido el amor de este hombre? … se cuestionaba a un día de dar el sí, acepto. 

A veces llegaba a pensar que estaba en un total sueño y que despertaría en algún momento, pellizcaba su mano constantemente intentando despertar, pero no, en unas horas sería la señora Dannia Jiménez de Flores. 

“¡Me voy a casar! —se decía con emoción. 

Todo con Bruno se dio como un cuento de hadas, se conocieron en una convención de medicina hacía tres años cuando por accidente derramó un vaso de jugo en sus zapatos, dos semanas después le llegó una notificación de seguimiento en sus redes sociales de su parte. 

Decía que sus ojos de color miel lo flecharon de inmediato y no logró resistirse a sus encantos, por supuesto que no creyó en sus palabras, pero como lo fueron con las demás, cayó rendida ante la magia de sus palabras, amándolo con tanta fuerza que decidió casarse con él. 

Ambos trabajaban en el área de medicina, él como médico cardiólogo y ella como médico pediatra, desde muy chica tenía claro cuál sería su profesión, quería encargarse de la salud de los pequeños. 

“La pasión por la medicina nos unió, es una hermosa historia de amor” —decían cuando les preguntaban cómo inició su relación. 

—¿Puedes, por favor, dejar de mirarte en el espejo y llorar?, te vas a casar, no será un velorio, por favor Dannia, te lo digo con todo el amor que te tengo, deja de llorar. —le recriminó Fernanda entrando a su habitación y haciéndole muecas por verle llorar. 

—Lo sé Fer, lloro de emoción y no de tristeza, te lo juro, es que, mírame, siento que todo esto es un sueño amiga, ¿lo merezco? —definitivamente creía que Bruno era más de lo que ella alguna vez había soñado. 

—¿Estás bromeando?, por supuesto que sí, a las personas de gran corazón merecen que les sucedan cosas buenas, así qué, deja de llorar de una buena vez y ponte hermosa que vamos a salir —alzó sus brazos de emoción por la despedida de soltera que habían preparado para ella. 

Tomó el conjunto de color rosa que Fernanda, su mejor amiga, le había preparado para la ocasión, era un bléiser color rosa, con blusa blanca clásica de tirantes y unos shorts de color rosa. 

—¿Cómo me veo? —le preguntó a Fernanda girándose de un lado a otro modelando el conjunto. 

—Hermosa amiga —movía su cabeza de arriba abajo dándome su aprobación. 

En su auto Nissan de color negro se marcharon hacia la fiesta que sus locos amigos de la clínica habían planeado. 

—¡Esto hay que celebrarlo amigos! 

Fueron las voces de Diana y Karly cuando la vieron llegar con la tiara de “bride”, la fiesta había dado inicio mucho antes de ella haber llegado, algunos ya estaban ebrios y eran las ocho de la noche. 

A las nueve de la noche llegaron tres hombres, tres playboys, cada uno con cuerpo escultural, hermosos y sobre todo con sensuales movimientos de caderas, las luces se apagaron y ellos comenzaron a quitarse la ropa prenda por prenda, Diana con total atrevimiento tocó las piernas del hombre de piel de chocolate hasta su entrepierna. 

—¡Bombón! 

Le gritaba ella y le mostraba sus redondos senos. 

El chico que lideraba el baile se acercaba a Dannia con sus movimientos sexys de cadera, cerraba sus ojos y tapaba su boca para evitar que le diera un beso, unos playboys era algo que no tenía en su mente y mucho menos para su despedida de soltera. 

—¡Vamos doc. esto no es desagradable! —hablaba en su oído susurrando, su piel se erizaba por el contacto de su aliento en su rostro.

Fernanda lo apartó de ella y lo besaba con desesperación, había tres escenas frente a sus ojos que desearía nunca haber visto, sus amigas haciendo sus porquerías con aquellos hombres, los gemidos y todo lo que se estaba convirtiendo su despedida, la hicieron salir de aquella casa y sentarse en el corredor a esperar que todo terminase. 

—¿No te agrada lo que ves? —preguntó Antonio, quién también salió de ese lugar, ante todo el alboroto, como los demás, dejando solo a aquellas tres parejas. 

—¡Ahhhh! —suspiró —no, la verdad no, pensé que era una fiesta de amigos y no algo como esto —señaló el interior de la casa —eso no soy yo, me gusta tomar de vez en cuando, pero lo que está pasando allí a dentro no, eso no es lo mío y te lo digo de corazón. 

—Bueno, tampoco es lo mío, ¿puedo sentarme? —preguntó con una gran sonrisa. 

—Por supuesto, adelante —se apartó un poco para que el tuviese donde sentarse. 

Antonio era el jefe de pediatría y el mejor amigo de Alejandro, mismo que era el jefe de Dannia.

Se hicieron buenos amigos desde el primer día en que pisó la clínica, aunque muy poco se veían por sus trabajos

—¿Es la primera vez que asistes a una despedida de soltera? —preguntó mirando lo incómoda que estaba. 

—¿Se nota mucho? — dijo con una sonrisa triste —creo que me iré a casa a descansar, es lo mejor. 

—Te iré a dejar, no quiero una novia zombi mañana desfilando —se ofreció él. 

—¿Lograste hacerme el favor? ¿lograste darle la invitación al jefe? —preguntó esperanzada. 

Antonio le dio una sonrisa, recordando que Alejandro siquiera leyó la invitación, no tenía tiempo para asistir a una boda y tampoco se la apetecía. 

—No me ha confirmado si asistirá, pero al menos te deseó una larga vida y llena de amor —le mintió. 

—Seguro que el señor Flores lo agradecerá mucho —Antonio al escuchar el apellido, la miró esperando a que ese apellido no fuera de ese hombre, el que Alejandro tanto odiaba —mi prometido, su nombre es Bruno Flores, es médico cardiólogo —continuó diciendo con una sonrisa, al ver la expresión de Antonio. 

—¿El mismo que trabaja en el hospital del centro? —preguntó con decepción. 

—Sí, creo que sí es el mismo ¿lo conoces? —ella tenía tanto entusiasmo que a Antonio le daba pena, al saber la vida que ese tipo llevaba. 

—Sí, pero no creí que fuera él su novio —refutó con disolución. 

—Muy pocos lo saben, casi no nos ven juntos, se debe a eso que no nos relacionan —justificó. 

Entraron al auto de Antonio, un Lexus negro y condujo hasta el apartamento de Dannia. 

—¿Tienen mucho de estar juntos?, su matrimonio me tomó por sorpresa, hace poco nos conocemos y mira ahora, estás a horas de ser mujer casada —preguntó con curiosidad. 

—Tenemos poco más de dos años de relación —mencionó con esa alegría que la caracterizaba. 

—Bastante tiempo, es interesante —detuvo el auto y se viró hacia ella, maldiciendo en su interior no tener la valentía de decirle la verdad —hemos llegado, trata de dormir bien, nos vemos mañana. 

—Gracias Antonio, ¿nos vemos mañana?, quiero verte allí —bajó del auto con una gran sonrisa, lo miró por última vez antes de irse para decirle: —te estaré esperando, buenas noches. 

Sonó el claxon del auto y con un adiós batiendo su mano se marchó, tenía que ir y decirle a Alejandro lo que había descubierto, no podían dejar que Dannia se casara con ese infiel. 

—¿cómo va todo por allá? 

Era un mensaje de Bruno hacia Dannia, un mensaje para asegurarse que ella estaba en casa para disfrutar de la noche junto a su amante. 

—Estoy en casa amor, iré a dormir ya, ¿tú qué tal? 

Le respondió acostada ya en la cama. 

—En casa también, no quise salir a festejar, prefiero hacerlo contigo mañana. 

Lamentablemente Bruno era tan bueno con sus habladurías que hacía que Dannia le creyera cualquier cuento. 

—Lo mismo pienso mi amor, contigo todo es más divertido, deseo que la noche se pase rápido y casarnos mañana. 

Respondió deseosa porque la noche pasara rápido. 

—Será una noche mágica mi amor, lo puedo asegurar. 

Posterior a cuatro mensajes, Dannia se quedó completamente dormida, 

—Te digo por tercera vez, que tienes que ir a esa boda Alejandro —decía Antonio intentando llamar la atención de su mejor amigo, quien estaba sumido en su tableta, mirando el reporte del mes. 

—Y te he dicho que no, no iré, no quiero hacerlo, dame una buena razón del porqué tengo que ir —refutó incómodo ante la exigencia de Antonio. 

—Porque Dannia Jiménez, es la prometida de Bruno Flores, ¿eso te dice algo? ¿eh? 

El rostro de Alejandro cambió a un semblante serio y de enojo, pero también de confusión. 

—¿Cómo que Dannia es la prometida de Bruno? —tan solo hacía seis meses que la relación de Laila y Alejandro se había acabado, ¿cómo era Bruno Flores el prometido de Dannia? 

—Tienen más de dos años de relación ¿eso te da una idea? 

A la mente de Alejandro vino su amiga Alexa, quien estuvo con él hacía casi los dos años, también estaba su ex-prometida, ¿con quién más pudo haber estado? 

—Me convenciste —dijo Alejandro, sin saber que rayos haría, no quería herir a su empleada, pero tampoco podía permitir que Bruno le jugara así. 

—Al fin reaccionaste, Alejandro, comencé a preocuparme —resopló Antonio, volviendo su alma al cuerpo. 

Mientras tanto, Bruno pasaba una formidable noche de bajo de las sábanas, que para mañana estarían cubriendo a la que sería su esposa. 

—Esta será la última vez que nos veamos Laila —dijo en con última embestida. 

Pero Laila, no se quedaría así, un plan tenía en mente y pronto se sabría la verdad.

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