Dannia es mía

En la iglesia todo era un caos, los padres de Bruno discutían con él, sabían que aquella mujer de nombre Laila era la ex prometida de Alejandro, una obsesión que Bruno tenía por obtener todo lo que era de aquel hombre.

—Esto es demasiado ridículo Antonio, no comprendo qué pasa por la cabeza de Bruno, pobre chica, no se merecía un final tan desastroso —comentó Alejandro, viendo a Bruno llorar. 

—¿En serio te sientes mal por Dannia? ¿no estás disfrutando de la desgracia de Bruno?, mira cómo ruega perdón. —cuestionó por las palabras de Alejandro —te pusiste peor que ella.

—A veces de verdad que eres un idiota Antonio —respondió ofendido.

Recordaba los primeros días en los que lloró como un niño, lo de Laila había sido una doble traición, una que jamás vio venir hasta que vio aquella primera foto.

—¿Lo vas a negar? eres un idiota sentimental —le volvió a reprochar.

Lo fulminó con la mirada, ya que él sabía que Laila había sido un tema difícil de tratar por meses, pero le gustaba torturarlo con ello.

—Me iré a casa, avísame que sucede con esos dos y con eso me refiero a Bruno y Laila, también dile a Dannia que tiene una semana libre para que se recupere de esto, avísame que te dice, por favor — camino unos cuantos pasos y se giró para ver por última vez a Bruno —esto es una m****a —se dijo.

Retomó su camino hacia su auto, cuando Bruno dio con él, enojado, pues sentía que él estaba allí para burlarse de su desgracia, caminó en su dirección, dispuesto a enfrentarlo.

—¿Viniste a disfrutar de mi día? —dijo, sin saber que los ánimos de Alejandro estaban muy alterados.

Alejandro se viró hacia él y lo contempló de arriba abajo, sonrió en burla al verlo sucio y llorando porque una vez fue él quien estuvo en esa posición por su culpa.

—Esto te pasa por imbécil, mira que cambiar oro por bronce, ¡vaya idea! —habló con sarcasmo —vaya gran elección Bruno, engañaste a una buena mujer por alguien que solo le importa coger y el dinero, lo mismo que Laila hizo conmigo.

Bruno molesto por las palabras de burla de Alejandro, se lanzó sobre él a golpearlo, logró darle un solo golpe, y el resto fue historia, sus padres tuvieron que intervenir rogando que lo soltase porque su único deseo era acabar con él por todo lo que por años tuvo que aguantar desde que a su vida llegó.

—¿Qué te pasa Alejandro? —le reclamó su padre, siempre defendiendo a los demás, sin importarle que tenía por decir su hijo.

—¿A mí, padre?, nada, solo le di una lección a este idiota por haberse metido con Laila, la misma mujer que se escuchó en la grabación es la misma chica que se hacía llamar mi novia hasta que comenzó a acostarse con él, ¿desde hace cuánto? —le preguntó a Bruno sin obtener respuesta —pero sabes qué esto no lo hago por Laila, ultimadamente ayer estuvo contigo y mañana no sabemos, pero ¿Dannia? ¿crees que ella merecía lo que ustedes dos le hicieron?

—Ella es mía —bufó —si la vuelves a ver te juro que acabaré contigo.

Alejandro soltó una enorme carcajada, y lo desafió.

—No lo sé, lo pensaré, tal vez mañana me entre la curiosidad por conocerla y quien sabe, puede ser que se enamore de mí y la haga mi mujer, porque, a diferencia de ti, sé cómo comportarme con un hombre —Bruno se deshizo del agarre de su padre y corrió hacia Alejandro para darle un golpe, pero antes de que pudiese dárselo, Alejandro lo detuvo con uno, rompiendo su nariz —aprende a ser hombre y afrontar la responsabilidad de tus acciones, maldito idiota.

Subió a su auto junto con Antonio y se marchó del lugar, era muy patético seguir discutiendo con Bruno, terminaría golpeándolo una y otra y otra vez frente a los expectantes que había allí, además que, su padre, era un vil canalla, tendría que enfrentarlo a él también.

Desde que recordaba, tenía en su memoria las ocasiones en que Jorge y Clara, sus padres, iban a favor de otros niños, pero a él, a él solo lo usaban de ejemplo para comparaciones con todos ellos.

—Vas muy distraído Alejandro ¿estás seguro que no te afectó la situación de Laila y Bruno?

Alejandro suspiró y cambió la marcha del vehículo, pensó unos segundos en qué responder y dijo:

—Tenía el presentimiento que algo pasaría, pero no sabía que esto, pobre chica, se veía tan bella en su vestido, no me quiero imaginar cómo se debe estar sintiendo, ambos son unos cerdos, te juro que quisiera regresar y partirle la cara otra vez a Bruno por cobarde.

—Sí, estaba muy ilusionada por su boda —añadió Antonio —justo ayer huyó de unos strippers —mencionó con gracia en sus palabras al recordarla —fui yo quien la llevó a casa, por eso necesitaba que me acompañaras, no me atreví a decirle que su novio tenía doble vida.

Alejandro dejó a Antonio en su casa y se marchó a la suya, llevaba una molestia en su mano derecha, sabía que se había lastimado al golpear a Bruno, más que él era surdo. Subió hasta su apartamento, saludó al portero e ingresó a su casa, donde se sentó en el sofá a recordar el llanto de Dannia.

—¿Por qué no me dijiste que Bruno fue el causante del rompimiento entre Laila y tú? —reclamó su padre atreves de una llamada telefónica.

—Porque no tenías porqué saberlo padre, ¿recuerdas las ocasiones en que me castigaste por causa de Bruno?, todas esas ocasiones fueron mentiras que Bruno les dijo y no recuerdo que me hubieras dado un voto de confianza ¿qué cambiaría con decirte que Bruno y Laila eran amantes?

Las palabras de Alejandro eran cada vez más fuertes, afectaban a sus padres, quienes intentaban todo por persuadir a Alejandro y tener una buena relación, aun si eso conllevaba mentir.

—Sé que fuimos muy severos contigo hijo, pero eso no quita que seamos tus padres y nos preocupemos por ti.

Eran habladurías para Alejandro, no había nada más allá de esas palabras, siquiera un perdón de corazón.

—¿Enserio papá? ¿estás en casa de mamá solo para hablar de esto junto con ella?, creo que ya es muy tarde para hablar de lo que sea que quieran hablar, les recuerdo que ya no tengo veinte o veinticinco, tengo treinta años y el tiempo de hablar ya pasó.

Era un chiste que sus dos padres estuvieran juntos, en la casa del esposo de su madre, era un chiste mal gusto.

—Ya no diremos nada hijo, tienes toda la razón, cometimos muchos errores contigo y no podemos enmendarlos de la noche a la mañana, sabemos que Bruno causó muchos problemas y nunca supimos darte tu lugar antes que, a la amistad con ellos, lo siento.

Fue la disculpa más sincera que su mamá le dio en años, ella era más “razonable y sensible” que su padre, él solo se basaba en lo que le parecía lógico y para su desgracia la lógica siempre lo llevaba a cometer grandes errores y uno de ellos fue dejar por fuera a Alejandro de un gran proyecto, pues Bruno cambió los machotes suyos por los de Alejandro y a pesar de explicarle y mostrarle cómo había hecho aquellos machotes no creyó en la palabra de su hijo, así que se apartó de él y comenzó sus propios negocios con tan solo dieciocho años, ahora era un hombre que no le debe el éxito a nadie, uno de los mejores médicos que había en la ciudad de San Francisco, con las mejores clínicas y los mejores servicios para sus pacientes.

—Bien, tengo que irme, debo trabajar, cuídense.

Alejandro cortó la llamada y se sentó en la gran mesa en el salón, recordar todas las injusticias que sus padres hicieron con él por defender a Bruno, lo ponían de muy mal humor, de alguna manera se sentía traicionado y, sobre todo, sentía que sus padres jamás lo amaron por preferir al hijo de sus mejores amigos.

—Deja de pensar, deja de pensar —se suplicaba a sí mismo, odiaba pensar y recordar a Bruno, no obstante, su mente le traicionaba —¡Cuánto te odio Bruno Flores!

—Sabía que estarías maldiciendo una y otra vez, por eso vine por ti ¿quieres ir a beber? creo que nos merecemos al menos una noche tranquila, déjame ver esa mano, la tienes inflamada —mencionó Antonio.

—A pesar de los años sigue interfiriendo en mi relación con mis padres, ellos creen que fue mucho de mi parte haberlo golpeado y eso que no lo dejé como lo deseo, no tiene idea cuanto odio a ese hombre, Antonio, Bruno es una piedra en mi zapato —mencionó mirando su mano inflamada.

—Te curaré amigo y después saldremos por unos tragos al mismo lugar de siempre, quiero que te relajes.

Alejandro no estaba dispuesto a salir, pero el ruego de Antonio hizo que aceptara al final, quería distraerse un poco y olvidar este día tan abominable.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo