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Un mes después

Mi nueva vida en Madrid está marchando de maravilla, al igual que mi amistad con mi peculiar vecino. Después de aquel día de compras con Iván, nuestra amistad fue creciendo poco a poco. Tanto así, que llegamos al punto que después del trabajo nos juntamos a tomar algo y a conversar de todo un poco, excepto esos días que tiene visitas de su extenso cátalo de amiguitas.

Es prácticamente imposible recordar el nombre de todas, no sé cómo lo hace, pero nunca pasa la noche con la misma mujer. Tengo la teoría de que las saca del bar donde toca los fines de semana, al que iré a verlo por primera vez esta noche. En este tiempo aprendí a no juzgarlo más y solo disfrutar de lo buen amigo que es, porque eso si no lo puedo negar, siempre está ahí para lo que necesito, incluso para arreglar alguna que otra cosa del departamento.

Me miro al espejo una última vez, y creo que estoy bien para salir esta noche, pantalón color negro pegado al cuerpo, camiseta de tirantes del mismo color con un escote bastante pronunciado, zapatos de tacón, y chaqueta de imitación cuero haciendo juego. Termino de pintar mis labios con el labial color caramelo y escucho el ruido del timbre.

—¡Ya voy! —exclamo sabiendo que es él.

Camino rápidamente hacia la puerta y al abrir me lo encuentro con un look muy diferente al que me tiene acostumbrada. Jeans oscuros, camiseta pegada al cuerpo color negra, y una chaqueta de imitación cuero negra muy parecida a la mía.

—Pero mira tú... parecemos una pareja y todo. — dice entre risas al ver que estamos vestidos de manera similar.

—No lo sueñes tío. — digo imitando su acento —esta “porteña” no entrara en tu catálogo de amiguitas. — bromeo y busco mi bolso para luego salir del departamento.

—No te preocupes, no busco que entres en mi catalogó... pero, déjame decirte que te has vestido para secuestrar los ojos de muchos de los presentes en el bar. — comenta mientras caminamos hacia el elevador.

«De acuerdo, lo admito, su forma de hablar me encanta…» pienso internamente e intento no sonreír como una tonta.

—¿Quién dice y no es mi noche de suerte? — comento presumida.

—Suerte ¿para qué? No me digas que sueñas con encontrar un abogado que llegue a las cinco a casa y te diga buenas tardes mi amor, ¿Cómo están los niños? — me pregunta de manera sarcástica cuando ya el elevador está llegando.

Río ante su pregunta. —no, tampoco así... pero, eso no quiere decir busco un hombre como tú que no se acuerde de mi nombre al día siguiente.— replico y me mira como queriéndome matar.

Subimos al elevador, él presiona la letra “L” y las puertas automáticamente se cierran dejándonos solos en este espacio reducido —tengo mis motivos para no querer acordarme el nombre de ninguna. — sentencia.

—¿Algún día me contaras? — le pregunto con mucha curiosidad ya que en todo este mes hemos hablado de todo, excepto de porque él es así.

El elevador rápidamente llega al lobby y rápidamente salimos del edificio. Caminamos hacia su auto en absoluto silencio y una vez que llegamos, subo mientras él sube del lado del conductor y cuando finalmente estamos los dos adentro, me mira con muchas dudas. —Si te lo digo, ¿prometes no preguntar nada más? — advierte y sonrió.

—Lo prometo. — digo levantando mi mano y él suspira como dándose por vencido.

—Hace dos años me dejaron plantado en el altar. A partir de ahí dije que nunca más me enamoraría de nadie. — explica y pone el auto en marcha dejándome sin palabras.

—Ufff... eso explica muchas cosas...— comento y él pone música como para dejarme saber que no quiere hablar más del tema.

—No me vayas a tener lastima por lo que te acabo de contar. — me pide después de unos cuantos minutos de silencio.

Lo miro seria y finjo una tímida sonrisa. —no te preocupes, tenerle lastima a un depredador como tú sería peligroso. — bromeo intentando cambiar el ánimo.

—Tranquila, nunca más me enamoro de mi vecina. — dice dejándome con la boca abierta.

—¡¿Qué?!— exclamo sin poder ocultar mi asombro —¿La que te planto en el altar era tu vecina? —

«No lo puedo creer...»

—Primero mi amiga, luego mi vecina, después mi novia, después mi prometida... y después la mujer que más daño me hizo. Dicho esto, ya sabes todo, no más preguntas. — dice serio y creo que ahora siento un poco todo el dolor que él ha sentido.

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