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Tres días después

Hoy fue día súper largo de trabajo, al parecer todos en la oficina se pusieron de acuerdo para traerme todos los problemas que surgieron en la última campaña de marketing el mismo día, solo quiero llegar a casa y acostarme en el sofá a ver películas.

De camino a casa pasé por un restaurante y pedí algo de comida para llevar, ya que ni siquiera quiero cocinar. Al llegar, dejo la bolsa encima de la mesa y me voy al cuarto para cambiarme y colocarme algo mucho más cómodo. La imagen de ejecutiva ya quedo a un lado y la que aparece ahora es la chica de “entre casa” que solo quiere estar con un pantalón corto y con una camiseta suelta. Regreso a la cocina y desempaco la comida para servirla en un plato. Busco la botella de vino abierta en la nevera y me sirvo una copa.

Ceno tranquilamente y después de lavar el plato, me llevo la copa de vino y me acuesto en el sofá. Comienzo a hacer zapping hasta que finalmente encuentro una película que llama mi atención "Nuestros Amantes" es el título. La trama está bastante buena y estoy muy concentrada en la película, cuando de repente veo a Iván salir de mi habitación.

—¡¿Qué hacías ahí?!— pregunto asustada mientras me siento en el sofá y llevo una mano a la altura de mi corazón en el pecho sintiendo como late a mil por hora e intento tranquilizarme.

—Salte la media pared de nuestros balcones y dejaste la puerta corrediza abierta. — se explica mientras camina hacia mí.

—¿No era más fácil tocar el timbre en vez de matarme de un infarto? — le reclamo entre risas.

—Hay alguien esperándome en la puerta y no le quiero abrir. — se explica y me imagino muy bien de quien se trata.

—¿Una de tus conquistas? — pregunto levantando mi cabeza para mirarlo fijamente ya que está parado enfrente mío.

—Algo así... — dice y me mira detenidamente —te queda muy bien ese pantalón corto. — comenta con un tono de voz que me deja muy claro lo que vino a buscar.

Sin hacer caso a su comentario, paseo mi mirada por su cuerpo y admiro la manera que ese jogging se ajusta a su cintura y deja ver sus atributos... eso sin mencionar que la camiseta que trae puesta resalta cada uno de sus músculos.

—Y a ti te queda muy bien ese pantalón. — le digo con una amplia sonrisa y sin decirnos nada más, él se inclina hacia mi apoyándose con sus manos sobre el respaldar del sofá.

—Llegue del gimnasio hace un rato. — explica de manera sensual y sonrió.

—Debes de estar cansado...— comento haciéndome la inocente, cosa que no funciona mucho.

—No tanto como para no querer ejercitarme contigo. — replica pícaramente y en cuestión de un segundo su boca me besa haciéndome olvidar de todo.

La manera que su lengua me invade hace que me arrodille en el sofá para estar más cómoda, llevo mis brazos sobre sus hombros y él me toma entre sus brazos para que sentarse en el sofá y luego hacer que yo me siente a horcajadas sobre él. —me puedes todo el tiempo. — me dice entre besos mientras que va desnudándome.

—Y tú me podes a mi... ¿en qué me estas convirtiendo? — le pregunto mientras quito su camiseta.

—En mi amante...— responde agitado.

—Tenemos tanta piel...— comento de manera errática a causa de la falta de aire que me provoca sus besos y sus caricias.

—Muchísima. — sentencia mientras bajo su pantalón y bóxer a la vez.

Con su mirada me dice claramente lo que espera de mí y entendiéndolo todo, soy yo quien se hunde en él. Me muevo con la ayuda de sus manos en mi cintura y cada movimiento es más perfecto que el anterior, somos fuego, placer, todo meno amor, por supuesto… es tanto lo que nos pasa cuando estamos así, que la situación se sale de control hasta que su cuerpo y el mío forman esa exquisita revolución que tanto nos gusta y nos deja sin aire.

—¿Te das cuenta? — Me pregunta entrecortado sin salir de mi.

—¿Qué cosa? — pregunto agitada.

—La química que tenemos... Jimena... me descontrolas...— me dice sin dejar de mirarme.

—Y tú a mí... — rebato y lo vuelvo a besar — esto se está saliendo de control en todos los sentidos posibles...—

Sus ojos se clavan en los míos y sus manos mueven mi cabello —no te atrevas a decirme que quieres que dejemos esto a un lado...— me pide suplicante.

—Es que ese es el problema...— Confieso.

—¿Cuál? — pregunta con una media y tortuosa sensual sonrisa.

—Que no quiero... que me gusta estar así contigo... me hice adicta a tu cuerpo en cuestión de días...— le digo con toda honestidad.

Me mira y sonríe triunfal —Vecinita... yo también me hice adicto a tu cuerpo... eres tan increíble...— me comenta y finalmente sale de mi para luego darme un beso que quita todo mi aire. —déjame quedar aquí esta noche. — me pide.

—Pero...— intento decir.

—No va a pasar nada... somos solo un hombre y una mujer que la pasan increíble teniendo sexo, aquí no hay sentimientos. — me aclara.

—¿Y las reglas? —

—Rompamos alguna que otra... veras que te gustara tenerme en tu cama a la noche. — dice de manera picara y me doy por vencida.

—Está bien. —

«Por una noche que se quede... no pasara nada malo, ¿no?»

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