Atenas, Grecia
El caos se desataba en la villa de los Vasileiou, el mayor de ellos daba su último aliento y el duelo se extendía hasta el empleado con el cargo más bajo. Para Aetos eran gran golpe recibir la noticia, su segundo padre también había muerto. No supo cómo reaccionar, estaba tan acostumbrado a guardarse el dolor o cualquier otra emoción que no soltó ninguna lágrima, su rostro permaneció igual que siempre, sereno.«Insensible» pensaban todos al verlo andar por los pasillos como si nada acabase de ocurrir, como si su madre no se encontrara llorando desconsolada en el lecho de su padre. Los comentarios de la gente no le importaban, lo que él sintiera no era algo que los demás deberían de saber, no se permitía mostrar ninguna debilidad ante nadie. Para muchos, Aetos era un hombre impenetrable, duro y soberbio.Las puertas dobles de la habitación de su difunto abuelo se abrieron ante él, mostrando a toda su familia rodeando el cuerpo mientras lloraban. «Hipócritas» pensó, a nadie le importó su salud los meses anteriores, lo único que les importaba era la lectura de su testamento y la disputa por estar al frente del Emporio.Dio paso a los de la funeraria para que comenzaran a preparar el cuerpo de su abuelo y ordenó a los presentes que salieran, dándole espacio a los hombres para que hicieran su trabajo.—¡No! No me voy a apartar de su lado —su tía, Alida, armaba un escándalo para permanecer al lado de su padre. Sus hijos la tomaron de sus brazos llevándola hacia afuera mientras dejaban que sus lágrimas se hicieran visibles ante todos.Aetos salió junto con los demás ignorándola las miradas molestas que le lanzaban, el mayordomo se acercó al él para avisarle que las invitaciones al funeral habían sido enviadas a las personas que su abuelo en vida pidió que estuviesen ahí.—¿Cómo es que puedes estar tan tranquilo cuando tu abuelo acaba de morir? —se acercó su tía vuelta un mar de lágrimas en brazos de su hija —¿Es acaso que ya andas arreglando para que todo quede a tu nombre?La miró de soslayo decidiendo ignorar cualquier cosa que saliera de la boca de Alida, sin darle explicaciones a nadie se retiró del lugar dejando a más de uno molesto por su actitud.—El joven Aetos sólo se encarga que el funeral se lleve a cabo tal y como el señor Bastian lo deseaba, mi señora —dijo el mayordomo encargándose de dar las explicaciones que su joven amo no quiso dar.La mujer soltó un bufido y le hizo un gesto a sus hijos para que la siguieran, se aseguró que nadie los mirase para limpiar sus lágrimas y recomponer su postura.—Si quieres tomar el control del Emporio debes jugar tus cartas ya, Andreus —señaló a su hijo mayor —vigila a Aetos, no me fío de él y estoy segura que usará todos sus medios para cambiar el testamento a su favor.—Nada me gustaría más que estar al frente de la familia, madre, pero no creo que el abuelo en todos estos años haya decido cambiar de opinión. Aetos lleva años dirigiendo el Emporio y hasta ahora no ha tenido ningún error.—Eso es porque manipulaba a mi padre —aseguró la mujer —estoy segura que se adueñará de todo lo que nos pertenece sino lo vigilamos.—Me mantendré cerca, como siempre, acechando desde la sombras a la espera de un error.Andreus toda su vida había competido contra su primo, en busca de la aprobación de su abuelo y de demostrarle que era el mejor, pero nunca obtuvo ese reconocimiento, Bastian parecía no tener ojos que no fueran para su nieto mayor.Volvieron con los demás a la espera que terminarán el trabajo con su difunto padre, se derrumbó a llorar cuando entraron con el ataúd, los lamentos eran lo único que se escuchaba en el lugar. Algunos lo hacían silenciosamente y otros simplemente lo aceptaban y acallaban el dolor.Al pasar de las horas la gente comenzó a llegar dándole el sentido pésame a la familia, desde lo alto Aetos observaba todo el escenario, las familias más poderosas del país comenzaban a llegar, levantando murmullos entre la gente sobre quién sería el próximo líder de la familia Vasileiou, aunque para la mayoría era claro quién ocuparía el lugar del difunto Bastian.—¿Qué haces aquí, hijo? —preguntó su madre posándose a su lado.—¿Ya te cansaste de fingir el llanto? —respondió con otra pregunta cargada de ironía.—No lo fingía —mintió —tu abuelo fue como un padre para mi.—No mientas y menos a mi —dijo antes de apartarse y caminar escaleras abajo y mezclarse con la gente. Evitó todo contacto con los que se acercaban a dar sus pésame, el abogado se hizo presente lo que llamó la atención de todos los integrantes de la familia. La herencia era lo más importante para ellos, quienes estaban ansiosos por recibir lo que su abuelo dejó para ellos.Por la tarde se desplazaron al cementerio familiar donde enterraron el féretro, casi todos dieron su discurso de lo que fue en vida Bastian Vasileiou, para muchos un gran hombre y para otros el peor de todos. Aetos sólo dio un discurso formal y después se retiró, ese tipo de eventos no eran sus favoritos. Se vio a sí mismo unas dos décadas atrás cuando su padre falleció, rehusándose a creer que la única persona que lo amó con sinceridad ya no estaba con él.El abogado de su abuelo llegó momentos después en compañía del resto de la familia Vasileiou para proceder a leer el testamento.—Yo, Bastian Vasileiou, en pleno uso de mis facultades mentales, heredo en un cincuenta por ciento del Emporio Vasileiou a mi nieto mayor Aetos Vasileiou, siendo este el mayor poseedor de acciones continuará siendo el presidente del Emporio, así como dueño del 30% de los bienes que me pertenecen, en la siguiente lista de constatan. Una isla privada en el caribe... —comenzó a leer todas las propiedades que quedaban a su nombre causando la indignación en los presentes.—¡Tú manipulaste ese testamento, ¿no es así?! —exclamó su tía levantándose del sofá mirando iracunda a su sobrino que acaba de quedarse con la mayor parte de la herencia —Mi padre jamás haría algo así, esto es cosa tuya.—¡Claro que es así! Mi abuelo no se encontraba bien de la mente hace unos meses, es obvio que él hizo esto —Andreus apoyó a su madre levantándose igual que ella.Egan no pudo evitar sentir cierta envida de su hermano, era injusto que él recibiera más que los demás.—Les pediré que se calmen o tendré que posponer la lectura de lo que falta —dijo el abogado haciéndose escuchar en todo el escándalo que se desataba, mientras tanto Aetos permanecía impasible.Todos guardaron silencio y retomaron sus posiciones en espera de que continuaran la lectura.—Cabe aclarar que el señor Bastian no ha cambiado desde hace diez años, el documento sólo es una formalidad porque los conocía muy bien y supuso que estarían inconformes. Dijo que tratarían de invalidar el testamento por eso se aseguró de que no fuera así, cada cosa quedó a nombre de cada uno, no hay forma en que esto cambie —añadió el abogado —continuo con la lectura.»El resto del 50% será dividido entre el resto de mis nietos, así como también recibirán un 10% de los bienes que me pertenecen, en la siguiente lista se estipula lo que pertenece a cada uno... —leyó la lista a los presentes los cuales no se encontraban para nada conforme con lo que se les asignó —A mi hija Alida le dejo las siguientes cuentas bancarias que le permitirán costearse una vida de lujos hasta que muera, así como también le dejo un 20% de mis bienes, en la siguiente lista... —la mujer no quitaba su cara de disgusto —a mi nuera Aricia le dejo la siguiente cuenta bancaria y el 10% de los bienes que me pertenecen...»En cuanto a la mansión mi deseo es que toda mi familia siga viviendo en ella como hasta el día de hoy se ha hecho.El abogado se encargó de dar cada detalle y entregarles una carta a cada uno, después llamó a parte a Aetos para darle las últimas estipulaciones de su abuelo.Entraron al despacho que desde hace mucho le pertenecía a él, Bastian se encargó de posicionar a su nieto en el lugar que le correspondía mucho antes de morir.—Hay una cláusula, Aetos —comenzó a decir el abogado —para recibir por completo tus bienes debes casarte en un mes...—¿Qué? ¿Casarme? —lo interrumpió sin poder creer lo que escuchaba, su abuelo presenció cada momento en que él repetía que jamás se casaría, que el compromiso no era lo suyo.—Si, Bastian sabía que de tu parte nunca lo harías, sabe que das todo por la empresa por eso dejó esta cláusula —lo miró como si pidiese permiso para continuar, pero no era para menos, el nieto mayor de Bastian era poseedor de una mirada dura y vacía, capaz de intimidar a cualquier persona.—¿Y cuál es? —bramó—Sino te casas perderás el treinta por ciento de las acciones del Emporio los cuales serán repartidos a tus primos, seguirás teniendo más que ellos pero...No se podía permitir eso, ninguno de sus primos, ni su hermano había trabajado tanto por el negocio.—Bien, buscaré a alguien para casarme, ya sea por seis meses —se encogió de hombros levantándose de la silla giratoria y caminar al mini bar para servirse un trago de whisky.—No funciona así, Aetos, la mujer con la que te cases no es cualquiera —él levantó una ceja confundido —Debe ser una de las hijas de Argus Athanasiou y permanecer al menos tres años casados.—Que así sea entonces —contestó bebiendo de un solo trago el contenido ambarino. Por ningún motivo iba a perder su herencia, si su abuelo quería casarse eso haría.Salónica, Grecia Calista El frío viento de invierno alborotaba mi cabello, el sonido del océano y el cantar de las gaviotas al compás del grito de los marineros subiendo las cargas a la embarcación. —Señorita, Athanasiou, ¿qué hace por aquí? —preguntó el supervisor de las embarcaciones. —Supervisando que todo esté en orden —contesté checando la lista en mi iPad —hay rumores, señor Giannakopoulos. —¿Qué rumores?Deje de lado el aparato electrónico para escrutar cada expresión en él y el que estuviera nervioso sólo me confirmaba la sospecha que tenemos desde hace meses. —La mercadería que se pierde en cada viaje, es demasiada coincidencia que sean específicamente las joyas del Emporio Vasileiou. —Estas cosas suelen pasar, señorita. Cuando la marea está alta hay cargamentos que caen al agua —se excusó con lo más tonto que se le pasó por la mente, pensando que me iba a tragar eso. —Pueda ser eso o que estén robando cargamento. Las embarcaciones de mi familia se destacan por ser la
Calista Volví a la empresa una hora antes que terminara la jornada, las redes estaban inundadas de la noticia de la muerte del señor Bastian. Lo conocí, solía visitar a mi abuela, eran grandes amigos. No me extrañaba la intención de querer unir ambas familias, eso nos llevaría a la cima colocándonos como una de las familias más adineradas del mundo. De por si, ellos ya tenían su posición en esa lista. Uno de mis sueños siempre fue posicionar la mía ahí, pero tal parecía que no estaba en mi destino sino en el de mi hermana. —Su hermano la está esperando en su oficina —me comunicó mi secretaria, desvié mi camino al piso de presidencia donde únicamente se encontraba su oficina y la de mi padre. Toqué la puerta antes de entrar, estaba sumergido en muchos papeles y sólo medio levantó la cabeza para señalarme la silla delante de él. —¿Para qué me necesitas? —Estaba evaluando el plan que presentaste la semana pasada, papá y yo creemos que es algo innecesario y que requiere mucho gasto.
Calista Mi padre se apresuró a saludar a los invitados seguidos de mi madre, con unas enormes sonrisas y una amabilidad que muy pocas veces mostraban, mi padre sólo lo hacía cuando cerraba grandes negocios. —Es un placer tener a la familia Vasileiou en nuestro hogar, por favor siéntanse como en su casa —con su brazo señaló el living, la madre de los dos Vasileiou era una mujer hermosa y elegante, muy bien conservada para su edad. Era conocida como una mujer egocéntrica, petulante y superficial. Para ella nadie estaba a la altura de sus hijos, pero por la manera aprobatoria en la que observaba a mi hermana parecía ser que eso cambiaría. Con disimulo escanee al hombre que estrechaba la mano con mi padre en un saludo formal, a diferencia de los demás, este no sonreía y sólo permanecía con su rostro indiferente. Ni siquiera reparó en nosotras cuando pasó por nuestro lado, parecía ser que poco le importaba quien sería su próxima esposa. —Supongo que mi abogado ya lo puso al tanto de l
—¡Calista! ¡Despierta! —sentí cómo movían mi cuerpo —¿Está muerta? —se asustó una—No seas estúpida, ¿no ves que está respirando? —me volvieron a mover abruptamente y se detuvieron hasta que abrí los ojos, aturdida miré los cuatro rostros que me observaban con atención. —¿Qué pasa? —pregunté toda adormilada. —Es tarde y tu hermano a venido por ti —informó Cyrilla —¿Adonis? ¿Qué hace aquí? —pregunté confundida y levantándome de la cama sintiendo el terrible dolor en mi cabeza.—Toma —Dasha me pasó un vaso con agua y una aspirina. —¿Qué hora es? —recogí mis zapatos y miré a través de la ventana, de mañana no se veía.—Las tres Sin ánimos de caminar volví a sentarme en la cama, masajeándome las sienes como si eso aliviaría mi dolor. —Vamos, no vaya a ser que Adonis suba a por ti. Salí de la habitación seguida de mis amigas, hice una mueca cuando miré a mi hermano con su cara de amargado mirarme con desaprobación. Ni siquiera me dirigió la palabra y sólo tomó mi mano obligándome
Calista Adonis tocó mi puerta para la hora de la cena, seguía sin tener ánimos pero decidí bajar, me vestí con un suéter de cuello de tortuga rojo y un pantalón del mismo color, resaltando el color de mi piel. Salí de mi habitación escuchando el murmullo abajo, en cuanto el repiqueteo de mis tacones resonó en el mármol se hizo silencio, por primera vez sentí la mirada de todos en mi, incluso Aetos volteó en mi dirección mirándome sobre la copa que sostenía. —Buenas noches —saludé fingiendo una sonrisa. —Mi hija Calista —me presentó madre ante los presentes . —Mucho gusto —Egan, el hermano menor, extendió su mano para tomar la mía y dejar un beso en la muñeca —Es usted muy hermosa, señorita. Asentí en respuesta, los demás siguieron con sus conversaciones, la señora Aricia se mostraba indiferente y ponía su atención sólo en mi hermana y mi madre. Sentí el peso de una mirada, busqué al dueño de ella y me encontré con los de Aetos, por poco me ruborizo al tener su atención, era extr
Calista —Aetos... —su madre soltó ladeando su cabeza. —Antes de la cena, quisiera dar por terminado el asunto que nos trajo hasta acá —empezó llamando la atención de todos, quienes nos miraban intrigados al ver que no nos separábamos —respetando la memoria de mi abuelo es un honor para mí anunciar mi compromiso con su hija, señor Athanasiou.Padre sonrió yendo por mi hermana, mi corazón parecía querer salirse del pecho pero me esforcé por mantenerme serena, o al menos demostrar eso. Se acercaron a Aetos quien soltó nuestros brazos y se giró hacia mi, quedando de frente, de su bolsillo sacó una cajita de terciopelo y un anillo con un enorme diamante deslumbró. Tomó mi mano y me observó como si solo yo existiese en la sala. —Calista Athanasiou, mi prometida y futura señora Vasileiou —vociferó deteniendo los pasos de mi padre y de Cristel, escuché una exclamación de madre cuando el hombre deslizó el anillo en mi dedo.—¿Calista? Se está equivocando, señor Vasileiou. Con su abuelo acord
Calista —No puedo contradecirte en nada —imité su sonrisa —no estoy preparada para sobrellevar el peso de una relación. —No, creo que ninguno de los dos lo está. —Si —él tampoco ponía tanto de su parte, sino lo buscaba por días él no decía nada y no hacía el intento por comunicarse conmigo. Nuestra relación fue muy extraña, sólo nos llamábamos cuando queríamos un buen sexo. —¿Hay algún motivo en especial que te llevó a tomar esta decisión? Sea lo que sea, preferiría oírlo de tu boca, Calista —me miró a los ojos, mostrándome esa sinceridad que siempre me mostró. —Voy a casarme —solté de golpe, no pareció sorprendido y solo asintió, los matrimonios repentinos no era algo que ocasionara impacto, en nuestra sociedad sucedía a menudo. Nuestros intereses siempre yendo de por medio. —Comprendo —Sabes cómo funciona esto, no es algo a lo que podría negarme —solté diciendo una verdad a medias, de querer si podía negarme pero mis deseos por crecer me lo impedían. —¿Puedo saber con quién?
Calista —Con el tiempo irás conociendo a cada uno, algunos de ellos ocultan su verdadero ser, otros no les importa y se muestran tal cual —comenzó a decir —¿Hablas de Aetos? —A ese muchacho nunca lo comprendí, según me contaba su abuelo, desde la muerte de su padre se volvió así, se encerró en su mismo y dejó de mostrarse cálido con lo que le rodeaban. Incluso con Bastian se mostraba distante, y esto que después que Dennis murió fue él quien lo crió. Le dio atención, se encargó de enseñarle todo lo que ahora sabe y de darle el amor que necesitaba. —¿Cómo murió su padre? —En un accidente, tomó un vuelo a New York, se supone que hubo mucha turbulencia y uno de los motores del avión falló. Cayeron al mar y perdieron la vida. —¿Cuántos años tenía Aetos? —Como diez, era sólo un niño. Su madre siempre fue distante, era una mujer extraña y carga un pasado demasiado turbio. La miré inquisitiva pero ella sacudió su cabeza, dándome a entender que no me lo diría. —Estaba muy pequeño, es