Calista —No puedo contradecirte en nada —imité su sonrisa —no estoy preparada para sobrellevar el peso de una relación. —No, creo que ninguno de los dos lo está. —Si —él tampoco ponía tanto de su parte, sino lo buscaba por días él no decía nada y no hacía el intento por comunicarse conmigo. Nuestra relación fue muy extraña, sólo nos llamábamos cuando queríamos un buen sexo. —¿Hay algún motivo en especial que te llevó a tomar esta decisión? Sea lo que sea, preferiría oírlo de tu boca, Calista —me miró a los ojos, mostrándome esa sinceridad que siempre me mostró. —Voy a casarme —solté de golpe, no pareció sorprendido y solo asintió, los matrimonios repentinos no era algo que ocasionara impacto, en nuestra sociedad sucedía a menudo. Nuestros intereses siempre yendo de por medio. —Comprendo —Sabes cómo funciona esto, no es algo a lo que podría negarme —solté diciendo una verdad a medias, de querer si podía negarme pero mis deseos por crecer me lo impedían. —¿Puedo saber con quién?
Calista —Con el tiempo irás conociendo a cada uno, algunos de ellos ocultan su verdadero ser, otros no les importa y se muestran tal cual —comenzó a decir —¿Hablas de Aetos? —A ese muchacho nunca lo comprendí, según me contaba su abuelo, desde la muerte de su padre se volvió así, se encerró en su mismo y dejó de mostrarse cálido con lo que le rodeaban. Incluso con Bastian se mostraba distante, y esto que después que Dennis murió fue él quien lo crió. Le dio atención, se encargó de enseñarle todo lo que ahora sabe y de darle el amor que necesitaba. —¿Cómo murió su padre? —En un accidente, tomó un vuelo a New York, se supone que hubo mucha turbulencia y uno de los motores del avión falló. Cayeron al mar y perdieron la vida. —¿Cuántos años tenía Aetos? —Como diez, era sólo un niño. Su madre siempre fue distante, era una mujer extraña y carga un pasado demasiado turbio. La miré inquisitiva pero ella sacudió su cabeza, dándome a entender que no me lo diría. —Estaba muy pequeño, es
Calista El día de la boda desperté temprano para ir al salón, debía estar lista horas antes para ir con mi amiga y ayudarla a tranquilizar los nervios. Tardaron alrededor de una hora, Cyrilla pasó por mí y juntas llegamos al hotel donde se hospedaba Dasha.—¡Chicas! Pensé que tardarían más —se emocionó mirándonos desde la silla donde la estaban rodeando un montón de personas que se estaban encargando de maquillarla y peinarla. También estaba el manicurista entre ellos.Las otras chicas ya se encontraban aquí, todas en batas conversando y haciendo reír a Dasha. No tenía experiencia en esto, la veía tan nerviosa que no explicaba el motivo para tanto show. «Quizá porque ella si se va a casar enamorada» Traté de no comparar mi caso con el suyo, era totalmente diferente. Aún no sabía si decirles, o esperar a que le les llegara la invitación. Hace unos días que le pasé el listado de mis invitados a mi madre, era ella junto a la señora Aricia que se estaban encargando de organizar todo. La
Calista —Olvídalo —la interrumpí, lo último que quería era escuchar algo de ese asunto que sólo me ponía de mal humor. —Es que no sé qué tan bueno sea para ti, no me has dicho que como te sientes al respecto. —No importa —hice una mueca —no hay nada más que conveniencia en esto, despreocúpate si piensas que estoy enamorada o algo así. —No temo eso de ti, sé cómo eres y hasta ahora nunca te he visto enamorada de ningún hombre, a excepción de cuando eras una adolescente —comenzó a divagar —aún recuerdo muy bien lo loca que estabas por ese tal Ulises. —No me lo recuerdes —me cubrí la cara con mi mano recordando lo ridícula que fui en ese tiempo. —¿Lo has vuelto a ver? —No y espero que siga así. —Escuché que sus padres volvieron a la ciudad, pueda que él también lo haga. ¿Te imaginas cómo estará? —Muy guapo —solté apartando mi mano —supongo que los años le habrán caído bien. —Seguro que si, porque de adolescente era bien bonito ese niño. —Si La conversación se cortó cuando padr
Calista No pude contestarle porque el mesero se hizo presente para tomar nuestras órdenes. Le di una lectura rápida al menú, cuando simulé leerla no lo hice en realidad. —No me has dicho lo que te gusta o te molesta —dijo en cuanto el mesero se marchó. —No me gusta que me mantengan en las sombras, que no noten lo mucho que me esfuerzo por hacer todo perfecto, odio que no me tomen en cuenta y se les olvide que existo —aunque quise que no salieran con amargura fue así —Me gusta sobresalir, me gustan los viajes y las comodidades. Me gusta que me den atención y no me la quiten. También me gustó el detalle que tuviste conmigo, las rosas siempre son una buena elección. Sonrió esta vez sin tratar de ocultarla, me dio una mirada que no pude descifrar.—Desde el momento en que te cases conmigo será imposible que tu nombre sea ensombrecido por tu familia. Tus éxitos serán tuyos y nadie se adueñará de ellos. Y Calista... —volvió a sonreír de lado ocasionando que mis hormonas se alteraran ante
Calista Miré mi reflejo en el espejo retrovisor, era un desastre, mi maquillaje estaba corrido, el cabello revuelto y una pinta de que el momento estuvo bueno. «Estuvo ardiente»La sonrisa tonta no se borró de mi rostro en todo el camino de regreso a casa, todavía sentía sus dedos apretar mi glúteo, sus manos pegándome a su cuerpo."No te veo como un objeto" esa frase no salía de mi cabeza, el hombre me deseaba, lo había demostrado esta tarde. De eso no me quedaban dudas.Debía admitir que me dio miedo sentir tanto con un solo beso, no solía ser así, pero tampoco me culpaba. Cualquiera en mi lugar no se hubiese detenido. Sacudí mi cabeza queriendo dejar de pasar en eso, aparqué frente a la casa y me miré una última vez en el espejo, arreglé mi cabello y retoqué el maquillaje para que nadie notara nada. Salí del coche caminando hasta el interior de mi hogar, había silencio y ningún alma en ella.Extrañada subí las escaleras para entrar a mi habitación y deshacerme de estos zapatos in
Calista —No te duermas, Calista. —¡Déjala! —se metió madre enojada —no quiero que la molestes, la niña tiene demasiadas cosas encima para que la estés presionando tanto. En unas horas será la fiesta de compromiso y ella tendrá las ojeras más grandes que todo este avión. —No te metas, Agatha. Los ignoré y no abrí mis ojos, me dejé vencer por el sueño cayendo en la oscuridad de la inconsciencia. Al final no supe si me dormí o me desmayé, quizás fue lo último porque él fuerte olor del alcohol me hizo despertar, mi vista estaba empañada y mi cuerpo helado y sudoroso. —Ya despertó —escuché la voz de mamá —Trae agua, Cristel. Llevé las manos a mi cabeza queriendo que se me quitara ese enorme malestar. —Tengo frío —susurré volviendo a cerrar los ojos. —Bebe un poco —pusieron el vaso en mis labios obligándome a beber. —Tienes que comer algo—Lo único que quiero es dormir. Cinco minutos después todo se comenzó a despejar, me retiré a la habitación para poder dormir y relajarme o esto
Calista —Suerte la que tienes, eh, Calista. Te lo callaste el domingo —comentó la tía Layna —Era una sorpresa —correspondí a medias su amabilidad. —La familia Athanasiou tiene un nuevo integrante —rió mi abuela, la miré extrañada, no estaba muy de acuerdo con esto y que soltara este tipo de comentarios era raro. Pero mis dudas se eliminaron rápidamente cuando vi la copa de champán en sus manos. —¿Estás tomando abuela? —Solo un poquito. —Cali, creo que ya te has esforzado suficiente esta noche, será mejor que vuelvas a descansar. No te ves bien, cielo —mamá se acercó mirándome con preocupación. —Aún es muy pronto —contesté mirando a toda la gente que esperaba un momento para acercarse a felicitarnos. —Tu madre tiene razón, te llevaré arriba. Yo me encargaré de los invitados —Artis intervino. Lo miré indecisa y terminé accediendo porque en realidad aún no me sentía bien del todo, menos para estar rodeada de tantas personas y con ropa incómoda. Mi ánimo estaba por el suelo para se