Calista —Olvídalo —la interrumpí, lo último que quería era escuchar algo de ese asunto que sólo me ponía de mal humor. —Es que no sé qué tan bueno sea para ti, no me has dicho que como te sientes al respecto. —No importa —hice una mueca —no hay nada más que conveniencia en esto, despreocúpate si piensas que estoy enamorada o algo así. —No temo eso de ti, sé cómo eres y hasta ahora nunca te he visto enamorada de ningún hombre, a excepción de cuando eras una adolescente —comenzó a divagar —aún recuerdo muy bien lo loca que estabas por ese tal Ulises. —No me lo recuerdes —me cubrí la cara con mi mano recordando lo ridícula que fui en ese tiempo. —¿Lo has vuelto a ver? —No y espero que siga así. —Escuché que sus padres volvieron a la ciudad, pueda que él también lo haga. ¿Te imaginas cómo estará? —Muy guapo —solté apartando mi mano —supongo que los años le habrán caído bien. —Seguro que si, porque de adolescente era bien bonito ese niño. —Si La conversación se cortó cuando padr
Calista No pude contestarle porque el mesero se hizo presente para tomar nuestras órdenes. Le di una lectura rápida al menú, cuando simulé leerla no lo hice en realidad. —No me has dicho lo que te gusta o te molesta —dijo en cuanto el mesero se marchó. —No me gusta que me mantengan en las sombras, que no noten lo mucho que me esfuerzo por hacer todo perfecto, odio que no me tomen en cuenta y se les olvide que existo —aunque quise que no salieran con amargura fue así —Me gusta sobresalir, me gustan los viajes y las comodidades. Me gusta que me den atención y no me la quiten. También me gustó el detalle que tuviste conmigo, las rosas siempre son una buena elección. Sonrió esta vez sin tratar de ocultarla, me dio una mirada que no pude descifrar.—Desde el momento en que te cases conmigo será imposible que tu nombre sea ensombrecido por tu familia. Tus éxitos serán tuyos y nadie se adueñará de ellos. Y Calista... —volvió a sonreír de lado ocasionando que mis hormonas se alteraran ante
Calista Miré mi reflejo en el espejo retrovisor, era un desastre, mi maquillaje estaba corrido, el cabello revuelto y una pinta de que el momento estuvo bueno. «Estuvo ardiente»La sonrisa tonta no se borró de mi rostro en todo el camino de regreso a casa, todavía sentía sus dedos apretar mi glúteo, sus manos pegándome a su cuerpo."No te veo como un objeto" esa frase no salía de mi cabeza, el hombre me deseaba, lo había demostrado esta tarde. De eso no me quedaban dudas.Debía admitir que me dio miedo sentir tanto con un solo beso, no solía ser así, pero tampoco me culpaba. Cualquiera en mi lugar no se hubiese detenido. Sacudí mi cabeza queriendo dejar de pasar en eso, aparqué frente a la casa y me miré una última vez en el espejo, arreglé mi cabello y retoqué el maquillaje para que nadie notara nada. Salí del coche caminando hasta el interior de mi hogar, había silencio y ningún alma en ella.Extrañada subí las escaleras para entrar a mi habitación y deshacerme de estos zapatos in
Calista —No te duermas, Calista. —¡Déjala! —se metió madre enojada —no quiero que la molestes, la niña tiene demasiadas cosas encima para que la estés presionando tanto. En unas horas será la fiesta de compromiso y ella tendrá las ojeras más grandes que todo este avión. —No te metas, Agatha. Los ignoré y no abrí mis ojos, me dejé vencer por el sueño cayendo en la oscuridad de la inconsciencia. Al final no supe si me dormí o me desmayé, quizás fue lo último porque él fuerte olor del alcohol me hizo despertar, mi vista estaba empañada y mi cuerpo helado y sudoroso. —Ya despertó —escuché la voz de mamá —Trae agua, Cristel. Llevé las manos a mi cabeza queriendo que se me quitara ese enorme malestar. —Tengo frío —susurré volviendo a cerrar los ojos. —Bebe un poco —pusieron el vaso en mis labios obligándome a beber. —Tienes que comer algo—Lo único que quiero es dormir. Cinco minutos después todo se comenzó a despejar, me retiré a la habitación para poder dormir y relajarme o esto
Calista —Suerte la que tienes, eh, Calista. Te lo callaste el domingo —comentó la tía Layna —Era una sorpresa —correspondí a medias su amabilidad. —La familia Athanasiou tiene un nuevo integrante —rió mi abuela, la miré extrañada, no estaba muy de acuerdo con esto y que soltara este tipo de comentarios era raro. Pero mis dudas se eliminaron rápidamente cuando vi la copa de champán en sus manos. —¿Estás tomando abuela? —Solo un poquito. —Cali, creo que ya te has esforzado suficiente esta noche, será mejor que vuelvas a descansar. No te ves bien, cielo —mamá se acercó mirándome con preocupación. —Aún es muy pronto —contesté mirando a toda la gente que esperaba un momento para acercarse a felicitarnos. —Tu madre tiene razón, te llevaré arriba. Yo me encargaré de los invitados —Artis intervino. Lo miré indecisa y terminé accediendo porque en realidad aún no me sentía bien del todo, menos para estar rodeada de tantas personas y con ropa incómoda. Mi ánimo estaba por el suelo para se
CalistaDejé caer mi espalda tras la puerta de mi habitación con una sonrisa tonta y mis dedos sobre mis labios. Mi pecho subía y bajaba con el pequeño momento lujurioso que acababa de vivir, cerré mis ojos para traer las imágenes a mi cabeza. «¿Hace cuanto no me sentía así?» Tan viva. Los malestares desaparecieron, mi mente estaba relajada y mi cuerpo agradecido por el pequeño descanso. Me aparté de la puerta para desvestirme, deslicé mis pies hacia el baño para preparar la tina. Necesitaba calmar ese calor en mi cuerpo, esa llama que se encendió y no quería apagarse hasta probarlo, hasta prenderme junto a él. Mi cuerpo se estremeció al entrar en contacto con el agua tibia, la música de fondo le dio un toque más relajante. Alcancé la copa de vino que serví antes de entrar al agua, di un sorbo mientras traía a mi mente los recuerdos que empezaban a impregnarse en mi piel. Él tomando fuertemente de la cintura, deslizándolas hacia mi trasero para apretarlo entre tanto sus labios toma
Calista —¡Despierta! ¡Es hoy, es hoy! —alguien sacudió mi cuerpo logrando despertarme de mala gana, me removí y puse una almohada sobre mi cabeza. —No molestes —le pedí a Cyrilla, escuché las voces del resto de mis amigas y sus pasos acercándose. —Levántate —jaló la sábana y me quitó la almohada, entre todas me obligaron a levantarme y me empujaron al baño —los estilistas llegaran en media hora, ya hemos pedido el desayuno. Ayer en la noche llegamos a Atenas, mis amigas y mi familia me acompañaban. Miré mi reflejo en el espejo, viendo el temor en mis ojos y el nerviosismo. Abrí el grifo para mojarme la cara, quería estar bien y que no me pasara lo del día del compromiso.Me di un baño tomándome mi tiempo mientras me preguntaba si estaba haciendo lo correcto, si esto en verdad funcionaría o sólo sería un calvario. Era inevitable no sentir temor, lo que me esperaba era incierto, tendría que convivir con desconocidos incluyendo a mi futuro esposo. Salí en bata a la habitación, mi ma
Calista La fiesta llegó a su fin, me despedí de todos permaneciendo sonriente y con mi mejor cara. No quería que nadie supiera el temor que me daba enfrentarme a mi nueva vida sola, me asustaba no tenerlos a mi lado como siempre había sido. Ahora sólo lo tendría a él, a un desconocido.Me tomó de la mano y me llevó al ascensor, la suite presidencial fue preparada para nosotros esta noche, al amaneces tomaríamos el vuelo a la isla de Tenerefe, donde pasaríamos tres días. Estaba nerviosa y se me hacía difícil ocultar las ansias que me carcomían por estar a solas con él.—Apenas y cabes aquí —soltó una risita viendo toda la tela de mi vestido, durante toda la velada lo miré tomar alcohol, no se veía tan lúcido pero tampoco tan ebrio. Se las apañó para llegar a mi y tomarme de la cintura pegándome a su pecho y adueñándose de mis labios, casi gemí al sentirlo de nuevo, deborándome y explorando mi cavidad bucal con su legua. —Ya quiero tenerte para mi, Calista —murmuró descendiendo sus la