Calista
Mi padre se apresuró a saludar a los invitados seguidos de mi madre, con unas enormes sonrisas y una amabilidad que muy pocas veces mostraban, mi padre sólo lo hacía cuando cerraba grandes negocios.—Es un placer tener a la familia Vasileiou en nuestro hogar, por favor siéntanse como en su casa —con su brazo señaló el living, la madre de los dos Vasileiou era una mujer hermosa y elegante, muy bien conservada para su edad.Era conocida como una mujer egocéntrica, petulante y superficial. Para ella nadie estaba a la altura de sus hijos, pero por la manera aprobatoria en la que observaba a mi hermana parecía ser que eso cambiaría.Con disimulo escanee al hombre que estrechaba la mano con mi padre en un saludo formal, a diferencia de los demás, este no sonreía y sólo permanecía con su rostro indiferente. Ni siquiera reparó en nosotras cuando pasó por nuestro lado, parecía ser que poco le importaba quien sería su próxima esposa.—Supongo que mi abogado ya lo puso al tanto de la situación —volvió a hablar tomando asiento en uno de los sofás tomando distancia de su madre.—Así es, de hecho, este era un acuerdo que su difunto abuelo y yo pensábamos llevar a cabo. Lamentablemente Bastian falleció antes de ver tan ansiada unión.—¿Ansiada para quién, Argus? —preguntó la señora Vasileiou arqueando una de sus largas cejas.—Tanto Bastian como yo, deseábamos ver a nuestras familias unidas. Es algo que nos conviene a todos, no sólo a mi.Tomé asiento al lado de mi abuela, disimulando el disgusto de esta reunión. No quería estar aquí, este tipo de cosas me parecían de lo más odiosas. Mi abuela notó mi disgusto y apretó levemente mi pierna, como señal de apoyo.Por alguna razón el nieto mayor del difunto Bastian no era de su agrado.—En eso estoy de acuerdo —comentó por primera vez el hermano —Siendo claros, Aetos es el que más beneficiado saldrá, madre. No sólo recibirá gran parte de las acciones sino que desposará a la joya de Salónica y de toda Grecia.De reojo vi él sonrojo de mi hermana ante el halago del hermano menor, Aetos y si madre no dijeron nada y sólo actuaron como si nadie hubiese dicho nada.—La cena está servida —avisó la ama de llaves entrando a la sala y haciendo que todos nos pusiéramos de pie en cuanto la escuchamos.—Adelante, por favor —padre señaló el camino al comedor, el cual se encontraba perfectamente acomodado para la ocasión.Tomé asiento al lado de mi hermano, quién trataba de ocultar su mala cara, éramos muy parecidos en ese aspecto. No nos gustaba sentirnos inferiores y peor en nuestra casa.Durante toda la cena permanecí en silencio, mirando la hora a cada nada y diciéndome a mi misma que tenía que llegar a tiempo a la fiesta, no podía faltar a una noche especial para mí amiga. Cuando terminamos y pasamos de nuevo al salón donde siguieron su conversación de negocios fue mi oportunidad para escabullirme a mi habitación.Revisé mi celular viendo las tres llamadas perdidas de Cyrilla.—¿Dónde estás, Calista? La fiesta ya comenzó y las chicas no dejan de preguntar a qué hora vendrás —fue lo primero que dijo en cuanto le devolví la llamada.—En unos minutos estaré ahí, tuve unos asuntos que atender.—Dime algo nuevo —casi pude verla rodando los ojos —asegúrate de llegar, no puedes hacerle el desplante a Dasha.Corté la llamada apresurándome a vestirme, ya no había tiempo de cambiarme el make up, tomé mis tacones en las manos y en silencio subí a la terraza, ahí me los puse y bajé por escaleras que conectaban al jardín. Rodeé la casa sintiéndome como una adolescente escapándose de casa y asegurándose de no ser descubierta por ellos.Subí a mi auto arrancando y apresurándome a salir de la propiedad, despreocupada por lo que sucedía en casa, mi presencia no era necesaria, a quien le darían a Aetos sería a mi hermana y lo dejaron muy en claro. El hombre ni siquiera me miró, y debo admitir que eso logró herir un poco mi ego.«¿Cuál será su tipo?» porque evidentemente mi hermana tampoco lo era, lo que me llevaba a sudar de su sexualidad. Digo, cualquier heterosexual miraría a mi hermana, su presencia era difícil de obviara«Quizás es gay»No le di más vueltas al asunto y me concentré en la carretera siendo, en ese momento, mi único propósito llegar al club donde se encontraban mis amigas.Al entrar al lugar iluminado por luces neones, la música alta inundó mis oídos, busqué la zona VIP tratando de no chocar tanto con los cuerpos sudorosos de la gente que se encontraba bailando en la pista, cuando puse un pie en la zona no me costó encontrar a mis amigas qué bailaban a gusto con unos stripers.En cuanto me vieron me saludaron poniendo en mi mano un trago el cual no dude en beberlo de golpe, el líquido fuerte hizo arder mi garganta causándome placer con ello.—Tardaste mucho —gritó Dasha dándome otro trago.—Ya estoy aquí, es lo que importa.—¡Si! ¡Ven a bailar con estos muchachones! —volvió a gritar soltando una carcajada mientras restregaba su trasero contra la pelvis de uno de los stripers.Para hacer eso tendría que beber más alcohol, no había manera para que lo hiciera estando lúcida. Mis amigas se encargaron de alcoholizarme hasta que me vi bailando con los hombres, tocando sus abdómenes ceñidos contagiándome de las locuras de mis amigas y riéndome de cualquier estupidez que hicieran.El ritmo de la música era bueno y daba para estar bailando contra la pelvis del hombre que sujetaba mis caderas, por momentos olvidaba que tenía novio y qué debía respetarlo. Pero para su mala suerte, bailar con otro no lo consideraba una infidelidad. Él lo hacía con otras y a mi no me molestaba en lo absoluto.—Está es la Calista que nos gusta, la divertida.Seguimos bailando y bebiendo hasta altas horas de la madrugada, al salir de la discoteca pagamos un taxi para que nos llevara a casa de Dasha, la cual era la que vivía más cerca.—Fue una gran noche, ¡gracias chicas! ¡las amo! —dijo Dasha con la lengua enredada.Con esfuerzo subimos las escaleras hasta entrar en la habitación más cercana, me lancé a la cama seguida de Cyrilla, con quien compartiría habitación esta noche. Entre risas nos acomodamos, no me costó mucho para quedarme dormida.Muy pocas veces solía divertirme de esta manera, gran parte de mi tiempo estaba ocupada encargándome de negociar lo que a padre no le alcanzaba.—¡Calista! ¡Despierta! —sentí cómo movían mi cuerpo —¿Está muerta? —se asustó una—No seas estúpida, ¿no ves que está respirando? —me volvieron a mover abruptamente y se detuvieron hasta que abrí los ojos, aturdida miré los cuatro rostros que me observaban con atención. —¿Qué pasa? —pregunté toda adormilada. —Es tarde y tu hermano a venido por ti —informó Cyrilla —¿Adonis? ¿Qué hace aquí? —pregunté confundida y levantándome de la cama sintiendo el terrible dolor en mi cabeza.—Toma —Dasha me pasó un vaso con agua y una aspirina. —¿Qué hora es? —recogí mis zapatos y miré a través de la ventana, de mañana no se veía.—Las tres Sin ánimos de caminar volví a sentarme en la cama, masajeándome las sienes como si eso aliviaría mi dolor. —Vamos, no vaya a ser que Adonis suba a por ti. Salí de la habitación seguida de mis amigas, hice una mueca cuando miré a mi hermano con su cara de amargado mirarme con desaprobación. Ni siquiera me dirigió la palabra y sólo tomó mi mano obligándome
Calista Adonis tocó mi puerta para la hora de la cena, seguía sin tener ánimos pero decidí bajar, me vestí con un suéter de cuello de tortuga rojo y un pantalón del mismo color, resaltando el color de mi piel. Salí de mi habitación escuchando el murmullo abajo, en cuanto el repiqueteo de mis tacones resonó en el mármol se hizo silencio, por primera vez sentí la mirada de todos en mi, incluso Aetos volteó en mi dirección mirándome sobre la copa que sostenía. —Buenas noches —saludé fingiendo una sonrisa. —Mi hija Calista —me presentó madre ante los presentes . —Mucho gusto —Egan, el hermano menor, extendió su mano para tomar la mía y dejar un beso en la muñeca —Es usted muy hermosa, señorita. Asentí en respuesta, los demás siguieron con sus conversaciones, la señora Aricia se mostraba indiferente y ponía su atención sólo en mi hermana y mi madre. Sentí el peso de una mirada, busqué al dueño de ella y me encontré con los de Aetos, por poco me ruborizo al tener su atención, era extr
Calista —Aetos... —su madre soltó ladeando su cabeza. —Antes de la cena, quisiera dar por terminado el asunto que nos trajo hasta acá —empezó llamando la atención de todos, quienes nos miraban intrigados al ver que no nos separábamos —respetando la memoria de mi abuelo es un honor para mí anunciar mi compromiso con su hija, señor Athanasiou.Padre sonrió yendo por mi hermana, mi corazón parecía querer salirse del pecho pero me esforcé por mantenerme serena, o al menos demostrar eso. Se acercaron a Aetos quien soltó nuestros brazos y se giró hacia mi, quedando de frente, de su bolsillo sacó una cajita de terciopelo y un anillo con un enorme diamante deslumbró. Tomó mi mano y me observó como si solo yo existiese en la sala. —Calista Athanasiou, mi prometida y futura señora Vasileiou —vociferó deteniendo los pasos de mi padre y de Cristel, escuché una exclamación de madre cuando el hombre deslizó el anillo en mi dedo.—¿Calista? Se está equivocando, señor Vasileiou. Con su abuelo acord
Calista —No puedo contradecirte en nada —imité su sonrisa —no estoy preparada para sobrellevar el peso de una relación. —No, creo que ninguno de los dos lo está. —Si —él tampoco ponía tanto de su parte, sino lo buscaba por días él no decía nada y no hacía el intento por comunicarse conmigo. Nuestra relación fue muy extraña, sólo nos llamábamos cuando queríamos un buen sexo. —¿Hay algún motivo en especial que te llevó a tomar esta decisión? Sea lo que sea, preferiría oírlo de tu boca, Calista —me miró a los ojos, mostrándome esa sinceridad que siempre me mostró. —Voy a casarme —solté de golpe, no pareció sorprendido y solo asintió, los matrimonios repentinos no era algo que ocasionara impacto, en nuestra sociedad sucedía a menudo. Nuestros intereses siempre yendo de por medio. —Comprendo —Sabes cómo funciona esto, no es algo a lo que podría negarme —solté diciendo una verdad a medias, de querer si podía negarme pero mis deseos por crecer me lo impedían. —¿Puedo saber con quién?
Calista —Con el tiempo irás conociendo a cada uno, algunos de ellos ocultan su verdadero ser, otros no les importa y se muestran tal cual —comenzó a decir —¿Hablas de Aetos? —A ese muchacho nunca lo comprendí, según me contaba su abuelo, desde la muerte de su padre se volvió así, se encerró en su mismo y dejó de mostrarse cálido con lo que le rodeaban. Incluso con Bastian se mostraba distante, y esto que después que Dennis murió fue él quien lo crió. Le dio atención, se encargó de enseñarle todo lo que ahora sabe y de darle el amor que necesitaba. —¿Cómo murió su padre? —En un accidente, tomó un vuelo a New York, se supone que hubo mucha turbulencia y uno de los motores del avión falló. Cayeron al mar y perdieron la vida. —¿Cuántos años tenía Aetos? —Como diez, era sólo un niño. Su madre siempre fue distante, era una mujer extraña y carga un pasado demasiado turbio. La miré inquisitiva pero ella sacudió su cabeza, dándome a entender que no me lo diría. —Estaba muy pequeño, es
Calista El día de la boda desperté temprano para ir al salón, debía estar lista horas antes para ir con mi amiga y ayudarla a tranquilizar los nervios. Tardaron alrededor de una hora, Cyrilla pasó por mí y juntas llegamos al hotel donde se hospedaba Dasha.—¡Chicas! Pensé que tardarían más —se emocionó mirándonos desde la silla donde la estaban rodeando un montón de personas que se estaban encargando de maquillarla y peinarla. También estaba el manicurista entre ellos.Las otras chicas ya se encontraban aquí, todas en batas conversando y haciendo reír a Dasha. No tenía experiencia en esto, la veía tan nerviosa que no explicaba el motivo para tanto show. «Quizá porque ella si se va a casar enamorada» Traté de no comparar mi caso con el suyo, era totalmente diferente. Aún no sabía si decirles, o esperar a que le les llegara la invitación. Hace unos días que le pasé el listado de mis invitados a mi madre, era ella junto a la señora Aricia que se estaban encargando de organizar todo. La
Calista —Olvídalo —la interrumpí, lo último que quería era escuchar algo de ese asunto que sólo me ponía de mal humor. —Es que no sé qué tan bueno sea para ti, no me has dicho que como te sientes al respecto. —No importa —hice una mueca —no hay nada más que conveniencia en esto, despreocúpate si piensas que estoy enamorada o algo así. —No temo eso de ti, sé cómo eres y hasta ahora nunca te he visto enamorada de ningún hombre, a excepción de cuando eras una adolescente —comenzó a divagar —aún recuerdo muy bien lo loca que estabas por ese tal Ulises. —No me lo recuerdes —me cubrí la cara con mi mano recordando lo ridícula que fui en ese tiempo. —¿Lo has vuelto a ver? —No y espero que siga así. —Escuché que sus padres volvieron a la ciudad, pueda que él también lo haga. ¿Te imaginas cómo estará? —Muy guapo —solté apartando mi mano —supongo que los años le habrán caído bien. —Seguro que si, porque de adolescente era bien bonito ese niño. —Si La conversación se cortó cuando padr
Calista No pude contestarle porque el mesero se hizo presente para tomar nuestras órdenes. Le di una lectura rápida al menú, cuando simulé leerla no lo hice en realidad. —No me has dicho lo que te gusta o te molesta —dijo en cuanto el mesero se marchó. —No me gusta que me mantengan en las sombras, que no noten lo mucho que me esfuerzo por hacer todo perfecto, odio que no me tomen en cuenta y se les olvide que existo —aunque quise que no salieran con amargura fue así —Me gusta sobresalir, me gustan los viajes y las comodidades. Me gusta que me den atención y no me la quiten. También me gustó el detalle que tuviste conmigo, las rosas siempre son una buena elección. Sonrió esta vez sin tratar de ocultarla, me dio una mirada que no pude descifrar.—Desde el momento en que te cases conmigo será imposible que tu nombre sea ensombrecido por tu familia. Tus éxitos serán tuyos y nadie se adueñará de ellos. Y Calista... —volvió a sonreír de lado ocasionando que mis hormonas se alteraran ante