CAPÍTULO 55

En su gran oficina de roble, Daniel besó a Agatha con pasión, no por amor o deseo, sino para mantener las apariencias ante la manada. Cuando sus labios se encontraron, sintió los latidos de su corazón acelerarse con anticipación bajo sus manos en su espalda. Estaba nerviosa, pero eso era natural. Agatha siempre deseó momentos como estos con Daniel. Se sentía triunfante ante la humana.

Los rumores sobre Kyra, la mujer que llevaba a al cachorro del Alfa, corrían desenfrenados entre los hombres lobo; rumores que la propia Aghata se había encargado de originar.

Sus malas intenciones lograron poner una barrera entre Daniel y Kyra, barreras físicas pero no en su corazón. Puesto que lo que hacía Daniel era por su deber con la manada, tenía que ser un ejemplo para ellos.

Mientras se separaban, él miró los ojos de ella y descubrió que. O podría amarla como lo hizo con Kyra. Con un suspiro, la soltó y se volvió hacia la ventana, contemplando el paisaje iluminado por la luna. La manada lo nece
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