La noche caía sobre el denso bosque, iluminada por la luz plateada de la luna llena. En el claro del bosque, dos hombres lobos, Marcus y Darius, compartían risas y camaradería. Darius, con sus ojos brillando con orgullo, había alcanzado el estatus de Alfa, liderando con sabiduría y fuerza. La manada prosperaba bajo su liderazgo, y Marcus estaba genuinamente feliz por su amigo.Un día, sin embargo, Darius reveló a Marcus que se había enamorado de una humana llamada Lili. La noticia dejó atónito a Marcus, quien no podía entender cómo su amigo podría abandonar la manada por un amor humano. Intentó persuadir a Darius para que reconsiderara, argumentando sobre la complejidad de las relaciones inter-especies, pero Darius, decidido, eligió el amor sobre la manada.—Pero es una humana, eso está prohibido. —Pero la amo, no me importa perder el poder. A pesar de la decisión de Darius, Marcus continuó siendo amigo de ambos. Visitaba a Darius y Lili de vez en cuando, aunque no podía evitar sent
Kyra se sintió preocupada ya que había pasado una semana desde que Félix las dejó y regresó a la manada para dar a conocer las nuevas noticias. Esperaban como mínimo que en dos dias Daniel estaría aquí. Kyra estaba dispuesta a regresar con ciertas condiciones.Amelie era la más preocupada de loas dos, y Kyra podía sentirlo a través del vínculo que compartían. Mientras esperaban por la llegada de Felix, alguien tocó la puerta. Amelie fue la primera en correr a abrir, pensando en que Felix estaba de regreso, pero su sorpresa fue encontrarse con un hombre desconocido.—Hola, soy Mike, amigo de Felix. —habló con una voz cansada. Se notaba que había caminado mucho para llegar a la cabaña. Había escapado de la manada inglesa debido a los ataques de los cazadores, llegó a su cabaña. Amelie se hizo a un lado para dejarlo pasar. Saludó a ambas mujeres y conoció al pequeño Darius. Ambas compartieron sus preocupaciones sobre Félix, incluso habían decidido irse de la cabaña y regresar al terri
Daniel observaba desde su ventana, sus ojos admiraban sus tierras. Desde lo alto tenía una vista completa. El aire era fresco, pero Daniel se sentía confiado; su manada era fuerte y habían vivido en este territorio durante generaciones. Un sentimiento de melancolía se instaló en su corazón al saber que hijo había nacido y aún no lo conocía. Su más ferviente deseo era encontrarlos. —¿En que tanto piensas cariño? —Agatha deslizó su mano por el hombro de Daniel. Daniel se removió y se apartó de ella. Tomó una copa y se sirvió un poco de vino.—Necesito estar solo —habló. —Seré silenciosa, lo prometo. —Ella se acercó de nuevo, lo tomó por los hombros y empezó a besar su cuello, tratando de lograr un encuentro íntimo con el Alfa.—Ya te dije que necesito estar solo. —exclamó dándole un leve empujón. La mirada de Agatha se endureció al recibir tal gesto.—Ella decidió irse —gritó—, prefirió irse, apartarse antes que quedarse a tu lado. Te aborrece, desprecia nuestro mundo.—¡Cállate! —
Todos avanzaron a la mansión Storm. Cada miembro de la manada se reunió en el jardín de la gran casa. Kyra, Amelie y el cachorro eran los rehenes para que Daniel cumpliera sus órdenes. Kyra observaba con dolor todo lo que sucedía. Ella sabía lo importante que la manada era para Daniel y el dolor que le estaba causando la desintegración de la manada. Incluso podía verlo en sus ojos. Ella quería ser su consuelo en estos momentos. El aire estaba tenso cuando Dante se volvió hacia los miembros de la manada, quienes observaban desde la distancia. Todos reunidos en el jardín de la gran mansión Storm. Algunos integrantes más llegaron a la mansión, incluido su amigo Benjamín. Con un gesto los llamó más cerca. —Debemos abandonar este territorio. —dijo con voz firme, Daniel—. Ordenó cerrar el portal en el punto de conexión de las cuatro estaciones, asegurándome de que nadie entre ni salga.Varios lobos asintieron con la cabeza, pero también hubo algunos gruñidos desafiantes. Daniel los miró
Daniel condujo al pequeño grupo lejos del territorio del antiguo Storm, con el corazón lleno de tristeza pero también con un sentido de determinación. Habían perdido a muchos y sabía que llevaría tiempo reconstruir su número y su espíritu. Todos, Daniel, Kyra, el nuevo cachorro, Benjamín, Amelie, y el resto de la manada, se abrieron paso a través del bosque oscuro, sus ojos se acostumbraron a la penumbra, el olor a hojas mojadas y tierra llenaba sus fosas nasales mientras avanzaban. —Lo ideal es que busquemos refugio, amigos o en otras ciudades, mientras logramos conseguir aliados para recuperar nuestras tierras. —habló Daniel. Los pocos hombres y mujeres lobos que lo siguieron junto a sus familias estuvieron de acuerdo. —Daniel. —Amelie llamó la atención del Alfa—. ¿Tienes idea de dónde está Félix? —ante todo el alboroto, ella no pudo preguntar antes por el omega.—¿Felix? —inquirió Daniel—. Se supone que estaba con ustedes. Estaba en la casa de la ciudad contigo.—Hace unos días
Kyra entró a la habitación, un poco vacilante, y Daniel sonrió al verla. A pesar de su ropa no era la más sexi, todo lo contrario, estaba sucia debido al viaje. Para él resaltaban sus curvas y le hacía la boca agua. Caminó hacia ella y la abrazó, inhalando su dulce aroma. —Te he extrañado. —susurró, acariciando su cuello. Ella sonrió tímidamente y respondió: —Yo también te extrañé. Se besaron apasionadamente, sus lenguas bailaron juntas y luego se dirigieron al baño. Daniel abrió el agua de la bañera grande, asegurándose de que fuera cómoda para ambos.El vapor se elevó a su alrededor cuando entraron al baño, envolviéndolos en una niebla cálida y sensual. Daniel ayudó a Kyra a quitarse la ropa y Kyra hizo lo mismo con Daniel. Se metieron juntos en el agua caliente. Su piel se derritió contra la del otro y suspiraron de placer. Él pasó las manos por su espalda y ella gimió suavemente. Mientras el agua lamía sus cuerpos, comenzaron a besarse apasionadamente una vez más. Sus lenguas
Agatha y Dante saborearon la riqueza y el territorio que habían adquirido del clan Storm. Se habían convertido en amantes, pero Agatha tenía otras intenciones; quería matar al infame cazador de lobos para ser la única dueña de lo que quedaba de la manada. Con el anciano, urdieron un plan para acabar con su vida. Agatha estaba en su dormitorio, su cuerpo desnudo brillaba por el sudor de haber hecho el amor. Dante yacía a su lado, roncando suavemente. Ella se había quedado dormida, cansada de sus actividades. Su hambre mutua era insaciable. Era repugnante lo rápido que podían pasar del odio a la lujuria.El oído de Agatha se agudizó al escuchar un sonido familiar. Se levantó de la cama y caminó hasta la ventana, Marcus el anciano de la manada, la esperaba. Tomó su ropa y salió corriendo de la habitación hasta llegar al jardín, caminó junto al anciano hasta que llegaron a la casa de este. —¿Lo hiciste? —le preguntó. —Fue más fácil de lo que pensaba, los humanos son tan tontos, un par
Daniel y Benjamín preparaban una estrategia para derrotar a Dante. Según rumores, el cazador de hombres lobo caminaba por su nuevo territorio con una sonrisa engreída, sus ojos dorados fijos en la emblemática torre de la manada Storm. Su fuerte sensación de logro era abrumadora. Se había apoderado de la tierra de Storm sintiéndose invencible. Había pasado un mes desde que tomó a la fuerza las tierras. Sus cazadores y él derrochaban el dinero a manos llenas. Sin embargo, no era lo único, también se prepararon con mejores armas, platas recubiertas de plata ahora eran su herramienta para someter a los hombres y mujeres lobo que prefirieron quedarse bajo sus órdenes. —Eso tampoco va a funcionar. —habló Daniel. —Ya no tenemos opciones, tenemos que aliarnos con la manada americana, es la única que puede ayudarnos. —No podemos ir hasta allá, si nos encuentran pueden matarnos en el camino. Benjamín y Daniel se quedaban sin opciones, cada plan que elaboraban siempre encontraban una falla,