Después de un largo rato en silencio, Tron se aclara la garganta y mira a Otsana con intriga.—Nuestro hijo está vivo... —musita él anonadado.—Eso espero... —responde ella con la voz apagada.—¿Qué sucedió con nuestro cachorro, Otsana?—Alfa, no contamos con mucho tiempo —lo interrumpe Maura—. Debemos partir ya.Tron mira Otsana dubitativo, luego a Maura, como si se debatiera qué hacer.—Maura, toma el liderazgo de las tropas, por favor; ya que mi pareja y yo nos desviaremos. El punto de encuentro será en el mar —responde al fin.El rostro de Otsana se ilumina conmovido, pero pronto se siente terrible por todo lo que pensó acerca de su mate y por haber sido participe del ataque a su manada.—Pero, señor, no puede dejarnos a nuestra suerte en este momento. Es su deber dirigirnos —replica la morena con decepción.—No, Maura, mi deber es velar por el bienestar de mi familia. Mi mate y mi hijo son mi prioridad ahora. Además, no los estoy dejando a su suerte porque ya organicé el viaje y
Otsana parte junto a Tron en un caballo con algunas provisiones para el camino, mientras que los hombres de él dirigen a los omegas hacia el mar, donde se encontrarán con los demás y con su alfa.Los galopes del caballo son rápidos y pronto los aleja del territorio que está cercano a la manada Luna de hierro, y toma el sendero que los llevará a Fuerza de bronce.—Si necesitas que hagamos una parada me avisas —le dice Tron en voz alta para que ella lo escuche.—Gracias... —musita con voz débil, por lo que él apenas la entiende.Una sonrisa se le dibuja en los labios al sentir que Otsana le aprieta la cintura, como si temiera caerse. Ella, en cambio, recuesta la cabeza en la ancha y firme espalda, luego olfatea el perfume amaderado que tanto le encanta y se deja controlar por los recuerdos que le inundan los pensamientos.«¿Tú quieres aparearte?»«Usted no quiere. Y lo entiendo; sus amantes son muy hermosas y experimentadas, todo lo opuesto a mí».«Pequeña loba, yo podría enseñarte, per
Riú se le acerca a Arel, quien se e encuentra en el patio pensativo mientras observa las estrellas.—¿Qué averiguaste? —inquiere el pelinegro con esa calma que lo caracteriza.—No he encontrado nada aún. Será difícil que sepamos su ubicación, dado que los hombres a quien el alfa Claudio les confió sus planes murieron en la batalla junto a él. —Arel resopla frustrado.—Nunca me hubiera imaginado que el alfa Claudio sería tan zorro. Ni siquiera a un enemigo se le haría tal cosa —gruñe Riú indignado.—Tienes razón, el alfa Claudio cayó demasiado bajo. Su odio le cegó la cordura.Riú se cruza de brazos y mira a Arel divertido.—¿Cuándo vas a reclamar a tu mate?—Cuando todo se calme en la manada y yo pueda darle una casa digna a mi Clarice. No quiero marcarla para llevármela a esa simple cabaña. Mi bella mate se merece algo mejor.Riú entorna los ojos. Por su parte, el pelirrojo decide cambiar de tema.—¿Qué sucederá con la humana?Riú observa a la luna y se encoge de hombros.—Ni idea —s
Con la luna de testigo, en una noche de cielo estrellado y brisa fría, dos amantes experimentan otro tipo de intimidad que sobrepasa la carne. En aquel remoto y deshabitado lugar, donde solo se escuchan el canto de los grillos y las aves nocturnas, el sonido del viento al acariciar los árboles y el llanto de dos almas rotas que se necesitan para enmendarse.Ella es ese refugio que él nunca encontró en otra persona, quien lo amó con todos sus defectos y quien no dudó en entregarle todo lo que poseía, incluso en ser partícipe para crear una nueva vida, su primogénito.Ella es un bálsamo en ese momento que lo cura con su calor, con el aroma a rosas silvestres y con la suavidad que el cuerpo pequeño y de pocas curvas le brinda. Ella posee ese encanto que lo transporta a una dimensión, donde solo siente paz y bienestar.La ama, cuánto la ama.—Pequeña loba, vamos a dormir. Mañana debemos continuar con nuestro viaje, mi amor.Ella asiente en acuerdo y camina junto a él, de regreso al lugar
Los besos ansiosos y hambrientos se complementan con las caricias para nada castas en la piel blanca de su chica, quien gime feliz por las nuevas sensaciones que su cuerpo experimenta.Es la primera vez que conoce aquel placer y, aunque le es un poco vergonzoso estar expuesta ante el pelirrojo, ella se entrega a él sin cohibiciones.El vaivén de caderas se torna rápido e intenso, provocando que el chico tiemble entre las piernas que se enredan por encima de sus glúteos.Su semilla la llena de manera cálida y un suspiro satisfecho deja la boca de la rubia, cuyos labios son atrapados por los de Arel, quien los saborea como si su vida dependiera de ello.—Te amo... —susurra él, antes de dejar caer su cabeza entre los pechos de ella.***Ella trata de moverse, debido a que siente un gran peso que la asfixia. De a poquito, Alexa abre los ojos, cuyos contornos le arden por la claridad que se cuela a través de la ventana.«¿Por qué no puedo respirar?», piensa aterrada, al sentirse presa y so
Tron y Otsana continúan viajando en dirección a la manada Fuerza de bronce. El trayecto les toma varios días, pero al fin llegan a los territorios que una vez fueron gobernados por el alfa Claudio.—¿Cómo accederemos? —inquiere ella, al notar que hay guardias por los alrededores.—Debe haber alguna brecha. Aunque será difícil encontrar un camino libre, debido a que ellos deben estar alerta después de lo sucedido —responde él mientras observa el lugar con precaución.—Cuando estuve viviendo aquí no había tanta vigilancia. Recuerdo que tuve a punto de escapar de la manada... —Ella deja de hablar cuando las imágenes de aquella noche afloran en su mente.Tron la observa abrumado porque nota el cambio en su expresión y lo pálido que su rostro se vuelve.—Encontraré una manera de acceder, pequeña loba. —Él la abraza.Tron sube a Otsana en el caballo y camina al compás del animal con pasos cortos y cuidadosos. Toma el sendero de un bosque, donde sospecha que no hay vigilancia, y se deja guia
La noticia tardía llega a ella como balde de agua fría y le traspasa el corazón cuán puñal afilado.—¿El alfa Claudio está muerto? —confirma anonadada—. Pero, ¿cómo? —inquiere, con la esperanza de escuchar un relato que la haga dudar, dado que no puede aceptarlo.El guerrero le informa lo sucedido y el estado en el que la manada Fuerza de bronce se encuentra, al ellos no tener un alfa que los gobierne aún.—Estoy segura que serán Riú o Arel quienes tomarán las riendas de la manada y, de ser así, estoy perdida. ¡No puede ser! ¡Debo deshacerme de este mocoso ya! Ellos nunca deben enterarse de que yo tuve que ver con el asalto a la aparecida esa.—Yo solo vine a darle la noticia, pero no me atrevería a involucrarme más en este asunto, en especial, porque ese es el hijo del alfa Tron. Hay rumores de que él se exilió junto a su compañera y de que ambos están buscando al cachorro. Lo menos que desearía es tener líos con ese alfa, puesto que él es muy peligroso. Si me disculpa, yo me marcho.
El cuerpo de Riú entra en alerta, en el momento en el que el alfa Tron se baja del caballo junto a Otsana, y ambos caminan en dirección a él con urgencia.Su lobo se prepara para salir de ser necesario, mientras que él activa los reflejos para proteger a la humana en caso de que la situación se torne peligrosa.—¡¿Dónde está mi cachorro, maldito infeliz?! —interpela Tron con furia y, de un momento a otro, se encuentra apretando el cuello del mestizo, quien no se inmuta ni muestra debilidad, por el contrario, mantiene el cuerpo erguido y la mirada fija y neutra.—¿Qué tengo yo que ver con tu mocoso? —responde con voz ronca, listo para atacar.—Evita que me ensucie las manos con tu sangre de traidor y entrégame a mi hijo —exige Tron con la quijada tensa y los ojos rojos.—Nosotros no tenemos a su hijo, por el contrario, intentamos dar con su paradero —interviene Clarice con voz trémula—. Otsana, sabes que seríamos incapaces de hacerte daño —se dirige a Otsana, cuando ve que el agarre de