Riú se le acerca a Arel, quien se e encuentra en el patio pensativo mientras observa las estrellas.—¿Qué averiguaste? —inquiere el pelinegro con esa calma que lo caracteriza.—No he encontrado nada aún. Será difícil que sepamos su ubicación, dado que los hombres a quien el alfa Claudio les confió sus planes murieron en la batalla junto a él. —Arel resopla frustrado.—Nunca me hubiera imaginado que el alfa Claudio sería tan zorro. Ni siquiera a un enemigo se le haría tal cosa —gruñe Riú indignado.—Tienes razón, el alfa Claudio cayó demasiado bajo. Su odio le cegó la cordura.Riú se cruza de brazos y mira a Arel divertido.—¿Cuándo vas a reclamar a tu mate?—Cuando todo se calme en la manada y yo pueda darle una casa digna a mi Clarice. No quiero marcarla para llevármela a esa simple cabaña. Mi bella mate se merece algo mejor.Riú entorna los ojos. Por su parte, el pelirrojo decide cambiar de tema.—¿Qué sucederá con la humana?Riú observa a la luna y se encoge de hombros.—Ni idea —s
Con la luna de testigo, en una noche de cielo estrellado y brisa fría, dos amantes experimentan otro tipo de intimidad que sobrepasa la carne. En aquel remoto y deshabitado lugar, donde solo se escuchan el canto de los grillos y las aves nocturnas, el sonido del viento al acariciar los árboles y el llanto de dos almas rotas que se necesitan para enmendarse.Ella es ese refugio que él nunca encontró en otra persona, quien lo amó con todos sus defectos y quien no dudó en entregarle todo lo que poseía, incluso en ser partícipe para crear una nueva vida, su primogénito.Ella es un bálsamo en ese momento que lo cura con su calor, con el aroma a rosas silvestres y con la suavidad que el cuerpo pequeño y de pocas curvas le brinda. Ella posee ese encanto que lo transporta a una dimensión, donde solo siente paz y bienestar.La ama, cuánto la ama.—Pequeña loba, vamos a dormir. Mañana debemos continuar con nuestro viaje, mi amor.Ella asiente en acuerdo y camina junto a él, de regreso al lugar
Los besos ansiosos y hambrientos se complementan con las caricias para nada castas en la piel blanca de su chica, quien gime feliz por las nuevas sensaciones que su cuerpo experimenta.Es la primera vez que conoce aquel placer y, aunque le es un poco vergonzoso estar expuesta ante el pelirrojo, ella se entrega a él sin cohibiciones.El vaivén de caderas se torna rápido e intenso, provocando que el chico tiemble entre las piernas que se enredan por encima de sus glúteos.Su semilla la llena de manera cálida y un suspiro satisfecho deja la boca de la rubia, cuyos labios son atrapados por los de Arel, quien los saborea como si su vida dependiera de ello.—Te amo... —susurra él, antes de dejar caer su cabeza entre los pechos de ella.***Ella trata de moverse, debido a que siente un gran peso que la asfixia. De a poquito, Alexa abre los ojos, cuyos contornos le arden por la claridad que se cuela a través de la ventana.«¿Por qué no puedo respirar?», piensa aterrada, al sentirse presa y so
Tron y Otsana continúan viajando en dirección a la manada Fuerza de bronce. El trayecto les toma varios días, pero al fin llegan a los territorios que una vez fueron gobernados por el alfa Claudio.—¿Cómo accederemos? —inquiere ella, al notar que hay guardias por los alrededores.—Debe haber alguna brecha. Aunque será difícil encontrar un camino libre, debido a que ellos deben estar alerta después de lo sucedido —responde él mientras observa el lugar con precaución.—Cuando estuve viviendo aquí no había tanta vigilancia. Recuerdo que tuve a punto de escapar de la manada... —Ella deja de hablar cuando las imágenes de aquella noche afloran en su mente.Tron la observa abrumado porque nota el cambio en su expresión y lo pálido que su rostro se vuelve.—Encontraré una manera de acceder, pequeña loba. —Él la abraza.Tron sube a Otsana en el caballo y camina al compás del animal con pasos cortos y cuidadosos. Toma el sendero de un bosque, donde sospecha que no hay vigilancia, y se deja guia
La noticia tardía llega a ella como balde de agua fría y le traspasa el corazón cuán puñal afilado.—¿El alfa Claudio está muerto? —confirma anonadada—. Pero, ¿cómo? —inquiere, con la esperanza de escuchar un relato que la haga dudar, dado que no puede aceptarlo.El guerrero le informa lo sucedido y el estado en el que la manada Fuerza de bronce se encuentra, al ellos no tener un alfa que los gobierne aún.—Estoy segura que serán Riú o Arel quienes tomarán las riendas de la manada y, de ser así, estoy perdida. ¡No puede ser! ¡Debo deshacerme de este mocoso ya! Ellos nunca deben enterarse de que yo tuve que ver con el asalto a la aparecida esa.—Yo solo vine a darle la noticia, pero no me atrevería a involucrarme más en este asunto, en especial, porque ese es el hijo del alfa Tron. Hay rumores de que él se exilió junto a su compañera y de que ambos están buscando al cachorro. Lo menos que desearía es tener líos con ese alfa, puesto que él es muy peligroso. Si me disculpa, yo me marcho.
El cuerpo de Riú entra en alerta, en el momento en el que el alfa Tron se baja del caballo junto a Otsana, y ambos caminan en dirección a él con urgencia.Su lobo se prepara para salir de ser necesario, mientras que él activa los reflejos para proteger a la humana en caso de que la situación se torne peligrosa.—¡¿Dónde está mi cachorro, maldito infeliz?! —interpela Tron con furia y, de un momento a otro, se encuentra apretando el cuello del mestizo, quien no se inmuta ni muestra debilidad, por el contrario, mantiene el cuerpo erguido y la mirada fija y neutra.—¿Qué tengo yo que ver con tu mocoso? —responde con voz ronca, listo para atacar.—Evita que me ensucie las manos con tu sangre de traidor y entrégame a mi hijo —exige Tron con la quijada tensa y los ojos rojos.—Nosotros no tenemos a su hijo, por el contrario, intentamos dar con su paradero —interviene Clarice con voz trémula—. Otsana, sabes que seríamos incapaces de hacerte daño —se dirige a Otsana, cuando ve que el agarre de
En los territorios que unen a la manada Luna de hierro con Fuerza de bronce, Lala cabalga exaltada.Le da impotencia sentir que el camino se alarga cada vez más, por lo que decide inspeccionar un poco aquel territorio inhabitado que parece que no tiene fin.—Creo que estoy perdida —se lamenta mortificada—. ¿Qué haré ahora?Ella busca un lugar donde pueda pasar la noche con el bebé y no correr riesgos, así que decanta por un claro que le parece un buen sitio y pronto reúne ramas y pedazos de tallos, para preparar una fogata que los caliente del frío.Pese a que ella no es una mujer que le guste la vida salvaje, ha tenido que aprender a sobrevivir en la naturaleza, debido a que muchas veces fue escogida por el alfa Claudio para asistir a los heridos en las batallas y campamentos.«Claudio...», lo recuerda, y de inmediato el dolor le aprieta el pecho.Tantas veces lo amó en el lecho, pero para él ella solo era un objeto a quien podía utilizar a su conveniencia. Siempre lo supo, pero pref
La manada Luna de hierro empieza a organizarse, pero la falta de su alfa y de los esclavos que tanto le aportaban a su economía ha provocado que esta esté a la deriva.De igual manera, se encuentran desprotegidos de sus enemigos, debido a que la mayoría de sus guerreros están detrás de los esclavos y de Tron.Lograr traer a los omegas de vuelta es la esperanza que mantienen para poder recuperarse un poco de su desafortunado estado, aunque tienen orden por parte de Petro de asesinar a la mitad de ellos.—No me quiero unir con ese hombre, papá —se queja Vesti mientras se retoca el maquillaje.Petro se levanta del escritorio que pertenecía a Tron y mira a su hija con expresión amenazante.—No te lo estoy preguntando. Ya deja de discutirme lo mismo; yo he tomado una decisión y se hará mi voluntad, te guste o no —responde hastiado de la inconsciencia de su hija.—¡Eres muy injusto! Soy una mujer adulta, así que no me puedes obligar a unirme con ese hombre feo y desabrido.—Tienes razón, er