La noticia tardía llega a ella como balde de agua fría y le traspasa el corazón cuán puñal afilado.—¿El alfa Claudio está muerto? —confirma anonadada—. Pero, ¿cómo? —inquiere, con la esperanza de escuchar un relato que la haga dudar, dado que no puede aceptarlo.El guerrero le informa lo sucedido y el estado en el que la manada Fuerza de bronce se encuentra, al ellos no tener un alfa que los gobierne aún.—Estoy segura que serán Riú o Arel quienes tomarán las riendas de la manada y, de ser así, estoy perdida. ¡No puede ser! ¡Debo deshacerme de este mocoso ya! Ellos nunca deben enterarse de que yo tuve que ver con el asalto a la aparecida esa.—Yo solo vine a darle la noticia, pero no me atrevería a involucrarme más en este asunto, en especial, porque ese es el hijo del alfa Tron. Hay rumores de que él se exilió junto a su compañera y de que ambos están buscando al cachorro. Lo menos que desearía es tener líos con ese alfa, puesto que él es muy peligroso. Si me disculpa, yo me marcho.
El cuerpo de Riú entra en alerta, en el momento en el que el alfa Tron se baja del caballo junto a Otsana, y ambos caminan en dirección a él con urgencia.Su lobo se prepara para salir de ser necesario, mientras que él activa los reflejos para proteger a la humana en caso de que la situación se torne peligrosa.—¡¿Dónde está mi cachorro, maldito infeliz?! —interpela Tron con furia y, de un momento a otro, se encuentra apretando el cuello del mestizo, quien no se inmuta ni muestra debilidad, por el contrario, mantiene el cuerpo erguido y la mirada fija y neutra.—¿Qué tengo yo que ver con tu mocoso? —responde con voz ronca, listo para atacar.—Evita que me ensucie las manos con tu sangre de traidor y entrégame a mi hijo —exige Tron con la quijada tensa y los ojos rojos.—Nosotros no tenemos a su hijo, por el contrario, intentamos dar con su paradero —interviene Clarice con voz trémula—. Otsana, sabes que seríamos incapaces de hacerte daño —se dirige a Otsana, cuando ve que el agarre de
En los territorios que unen a la manada Luna de hierro con Fuerza de bronce, Lala cabalga exaltada.Le da impotencia sentir que el camino se alarga cada vez más, por lo que decide inspeccionar un poco aquel territorio inhabitado que parece que no tiene fin.—Creo que estoy perdida —se lamenta mortificada—. ¿Qué haré ahora?Ella busca un lugar donde pueda pasar la noche con el bebé y no correr riesgos, así que decanta por un claro que le parece un buen sitio y pronto reúne ramas y pedazos de tallos, para preparar una fogata que los caliente del frío.Pese a que ella no es una mujer que le guste la vida salvaje, ha tenido que aprender a sobrevivir en la naturaleza, debido a que muchas veces fue escogida por el alfa Claudio para asistir a los heridos en las batallas y campamentos.«Claudio...», lo recuerda, y de inmediato el dolor le aprieta el pecho.Tantas veces lo amó en el lecho, pero para él ella solo era un objeto a quien podía utilizar a su conveniencia. Siempre lo supo, pero pref
La manada Luna de hierro empieza a organizarse, pero la falta de su alfa y de los esclavos que tanto le aportaban a su economía ha provocado que esta esté a la deriva.De igual manera, se encuentran desprotegidos de sus enemigos, debido a que la mayoría de sus guerreros están detrás de los esclavos y de Tron.Lograr traer a los omegas de vuelta es la esperanza que mantienen para poder recuperarse un poco de su desafortunado estado, aunque tienen orden por parte de Petro de asesinar a la mitad de ellos.—No me quiero unir con ese hombre, papá —se queja Vesti mientras se retoca el maquillaje.Petro se levanta del escritorio que pertenecía a Tron y mira a su hija con expresión amenazante.—No te lo estoy preguntando. Ya deja de discutirme lo mismo; yo he tomado una decisión y se hará mi voluntad, te guste o no —responde hastiado de la inconsciencia de su hija.—¡Eres muy injusto! Soy una mujer adulta, así que no me puedes obligar a unirme con ese hombre feo y desabrido.—Tienes razón, er
Con latidos vehementes, rápidos y, podría asegurar que audibles, ya que siente que estallan en su oído cuan tambor tedioso y tortuoso, Tron sigue él rastro del aroma que se torna cada vez más fuerte.Llega a un lugar lodoso, de caminos estrechos y que lucen riesgosos para montar a caballo. Es por esto que él amarra el animal a un árbol y decide continuar el trayecto a pies.De momento, un aroma familiar se mezcla con las otras dos, lo que le causa temor, confusión y sorpresa.—Mis sentidos deben estar fallando —dice para sí con un atisbo de preocupación.Él sigue el rastro de los tres aromas; sin embargo, un olor a putrefacto lo hace taparse la nariz, al tiempo en que hace una mueca de asco.—¡Qué demonios! —profiere con cara de disgusto.Una sensación nauseabunda le remueve el estómago, pero él trata de ignorar la reacción de su cuerpo y concentrarse en la búsqueda.—¡Diablos, esto es demasiado difícil! —exclama con lágrimas en los ojos, debido al gran esfuerzo que está haciendo para
El cielo sin expresión crea un ambiente relajado, con brisa suave que le acaricia la piel mestiza, pero que su falta de sensaciones pasa desapercibida.Aquel trance la hace sentir tan calmada, tan en paz..."Peligro", la voz de su loba resuena en todo su interior, trayéndola de vuelta donde sea que se encuentre.—Dylan... —balbucea, al recordar que estuvo cerca de él y que pudo escuchar su llanto.Otra vez ese recuerdo la visita y le molesta que es lo único que tiene en su mente.Se ve en el campo, rodeada de flores silvestres, árboles, grama verde, mariposas y aves, y debajo de sus pies descalzos la suave tierra marrón se deja pisar por sus plantas.El sol es opacado por las nubes grises, lo que cambia el ambiente por uno deprimente y escalofriante.—Dylan... —balbucea incrédula, al escuchar aquel llanto que solía despertarla por la noche.Como presa que va directo al matadero, Otsana corre en dirección a los gritos del cachorro y a poca distancia vislumbra una canasta debajo de un á
Los galopes del caballo se escuchan apresurados y bruscos, y levantan el polvo y pequeñas piedras, cada vez que el suelo es impactado por ellos.De igual manera late el corazón de Tron, quien ha empezado a sentir la desesperación de su mate.Él no se detiene en la cabaña de Riú porque sabe que ella no se encuentra allí, más bien, sigue el rastro del aroma que lo enloquece y que inquieta a su lobo.«Rosas silvestres...»No muy lejos de la cabaña, un olor característico se mezcla con el de su mate y el temor lo apuñala y lo hace sentir un inútil.«Soy un imbécil. No fui capaz de saber que fui manipulado todos esos años, tampoco tuve la valentía de darle su lugar a mi mate. Fui un inútil para protegerla a ella y a mi cachorro, y ahora, mi pequeña loba está en manos de esa maldita loca. No merezco tener una compañera si soy incapaz de mantenerla a salvo», se recrimina con rabia. En ese momento se odia a sí mismo.Detrás de él cabalga Arel, mas este se detiene al ser interceptado por Riú.
PasadoLa flor de la manada se sentía devastada y traicionada. Verlo besar a otra mujer y mostrarla ante todos, como a su pareja destinada, fue un golpe fuerte para su corazón.Después de que ella insistiera tanto, él cedió ir a verla adonde ellos solían encontrarse.—Eres un traidor... —musitó entre lágrimas.—¿Hablas en serio? Ella es mi mate, Azucena. Traición sería negar mi lazo y quedarme contigo —le respondió el chico, cansado de sus reclamos—. Pronto mi padre me cederá el liderazgo de la manada, por lo tanto, haremos la ceremonia de unión donde marcaré a mi luna. Deja de buscarme y haz tu vida, así como yo ya he hecho la mía.—Eres un desgraciado. Te he dado todo de mí y así me pagas. ¿Qué hay de nosotros?—La pasamos bien, hermosa flor, pero ya no somos unos muchachos que hacen travesuras en el bosque. Ambos hemos encontrado a nuestro compañero destinado y debemos ser adultos responsables.Azucena lo miró con ira, pero decidió hacerlo entrar en razón y convencerlo de que la es