Los latidos de su corazón retumban vehementes contra su pecho, al mismo tiempo en que la respiración se le torna sofocante y los músculos se le tensan.Con un dolor desgarrador, la joven omega corre a una velocidad impresionante. Ella no tiene un destino fijo, solo siente la necesidad de escapar del aquel insoportable sufrimiento, aunque ante la lógica aquello suene imposible.Cada evento del que se entera es una prueba más de que ella nunca le importó al alfa Tron, y de que las palabras de aquel guerrero que la atacó eran ciertas.—Soy una tonta —musita sofocada cuando se detiene en medio de la nada.Allí no hay árboles, animales ni arbustos; solo es capaz de vislumbrar unas cuantas rocas y arena.«¿Dónde estoy?», piensa aterrada.Ella camina en círculos, al mismo tiempo en que busca con la mirada algún sendero que la regrese al bosque; sin embargo, no encuentra nada de lo que espera en ese caluroso desierto.Otsana se tira de rodillas en el suelo arenoso, donde empieza a llorar por
Las carpetas por firmar se encuentran en varias filas sobre su escritorio. Con un lapicero en su mano derecha y la vista fija en un documento específico, Tron analiza una manera de posponer aquella actividad.—No ha avanzado mucho hoy, señor —comenta su asistente con una sonrisa amable, quien ha entrado en su oficina sin que él la notara. Así de absorto se encuentra, que hasta sus reflejos se han dormido.—Me siento agotado por todo el trabajo que se me ha acumulado, sumándole la presión a la que los jefes de la manada me están sometiendo para que escoja a una luna. Malditos cabrones, disfrazan el deseo de Petro con "escoger a una luna", cuando lo que en realidad me quieren decir es que marque a la loca de Vesti —suelta sin pausa, dejando a su empleada sorprendida.Es la primera vez, en todo el tiempo que ella lleva trabajando allí, que él se expresa de esa manera tan abierta y sin gruñir una burla.—Entonces le recomiendo que le encargue esta tarea a alguien de confianza y capacitado
PasadoEl pequeño Tron tenía una gracia especial que hacía sentir orgullosos a sus padres. Aparte de su belleza y gran encanto, él era el niño más fuerte y sabio en toda la manada.Su voz de alfa se sintió mucho antes de su conversión, que también fue precoz comparada con los demás lobos. Él era una bendición para la manada, por lo tanto, debían entrenarlo con excelencia.Por su parte, Tron solo quería cumplir con las expectativas de las personas que lo rodeaban, puesto que, bien sabía él que si no resaltaba ellos dejarían de apreciarlo.El entrenamiento físico era muy forzoso para un niño de su edad, asimismo, los estudios y clases de protocolos lo abrumaban demasiado; sin embargo, él soportaba todo eso callado, debido a que solo quería complacer a su familia.Por supuesto, él tenía esos pequeños instantes donde podía ser él mismo y disfrutar de la naturaleza sin la presión de quienes lo rodeaban.—Hermanito, no te alejes demasiado —le decía su hermana, cada vez que salían a dar un p
Como si le hubiera caído un balde de agua fría, Clarice se queda paralizada en su sitio mientras observa la escena más dolorosa de su vida.Nunca antes había sentido un dolor tan desgarrador, el vacío de la decepción y la amargura de percibirse a sí misma como un ser tan insignificante.«¿Qué esperaba? Tampoco soy tan importante para que él se guarde para mí», piensa dolida.Por su parte, Arel empuja a la extraña y se sube los pantalones, entonces salta en dirección de Clarice con temblores en todo el cuerpo.—¡Perdón! —exclama la chica de cabellera rubia y gestos inocentes, al tiempo en que se cubre los ojos con las manos—. No debí entrar sin tocar, lo siento mucho.—No, no, no, no... —Él niega con las manos y la cabeza, mientras intenta que ella lo mire.—Toma, vine a traerte esto. —Clarice le extiende una canasta—. Disculpa por haber entrado de esta manera e interrumpir lo que hacías. Te dejaré solo para que puedas terminar.—¡No! —exclama él alterado—. No es lo que parece, te juro
Con una sonrisa victoriosa, Claudio escolta a Otsana a su oficina junto a Arel, Riú, su beta Eunicio y algunos jefes de guerreros.—El plan no es complicado, pero sí arriesgado —explica Claudio—. Iremos solo un grupo de guerreros y verificaremos la entrada, luego nos esconderemos en la manada enemiga para poder hablar con los esclavos de Rayo dorado a los que tengamos acceso.—Entiendo —responde Riú, con la misma expresión de siempre: misteriosa, sin emoción y escéptica—. Me imagino que idearemos un plan de ataque junto a ellos.Otsana se tensa.Odia con todas sus fuerzas tener ese lazo, que la convierte en una esclava de sus sentimientos y emociones.«Soy un desastre. A pesar de todo el daño que me ha hecho el alfa Tron, de lo malvado y egoísta que es él, de que me haya quitado a las personas importantes en mi vida, de que mandó a asesinarme a mí y a mi bebé; asimismo, él me traicionó con esa mujer y ahora piensa asesinar a mi gente y quitarles una parte importante de ellos a los que
La brisa fresca le levanta las hembras negras y largas, pero él ignora el jugueteo del viento con su cabello y se enfoca en el hermoso paisaje que lo rodea.Las rosas silvestres emanan un perfume exquisito, uno que lo hace olfatear y salivar de forma excesiva. Ese aroma lo envuelve y lo aprisiona de una manera fascinante y placentera.—Pequeña loba... —musita él mientras la busca con la mirada—. ¿Dónde estás?Antes de que la angustia se apodere de su pecho, ella aparece frente a él. Su sonrisa tierna remueve algo en su interior y lo convierte en un hombre diferente, uno dispuesto a amar y a dejarse someter por una mujer pequeña y frágil.—Alfa...—Llámame Tron —la interrumpe.—Tron... —susurra ella con timidez y las mejillas sonrojadas.Escuchar su nombre en el timbre suave de su mate le provoca un estremecimiento en todo el cuerpo y que el corazón le lata con vehemencia.—Te he extrañado tanto, mi pequeña loba, que el corazón me duele y me sangra. Por favor, no vuelvas a apartarte de
Arel mira la puerta de la habitación que pertenece a Otsana con nerviosismo, al tiempo en que camina en círculos con expresión ansiosa.Él se detiene cuando la puerta se abre, entonces mira a Lala expectante y con temor.—¿Cómo está ella? —pregunta angustiado y al borde de la desesperación.—Estable —responde la doctora sin añadir más.Pese a la manera cortante de contestarle, es la primera vez que él ve conmoción en su mirada, lo que le da a entender que lo sucedido a su amiga ha sido grave.—¿Puedo verla? —inquiere con angustia.—Ella está sedada, pero si deseas verla, bien puedes. —Con esas palabras se marcha.Arel entra temeroso de lo que pueda encontrar, pero ver a Clarice sentada frente a Otsana le transmite una tranquilidad que le baja un poco la tensión.—Arel, no te imaginas el daño que le hicieron —se desahoga ella desde que lo ve, y se le lanza encima.Estar entre sus brazos es el refugio que le permite romperse y poder sacar la tristeza que le causa el estado de la omega,
La mujer de tez blanca y cabellera negra endulza el té frente a ella y devuelve la cucharilla a la bandeja de oro, acto seguido, se lleva la bebida humeante a la boca.—Esto es desesperante, Azucena —dice Vesti con tono angustiado y ansioso.—Lo es más para mí que para ti. Es tu padre quien se está aprovechando de la vulnerabilidad de Tron para tomar el liderazgo de la manada. Ninguno de los jefes estuvo de acuerdo con que él fuera el alfa que reemplazara a mi hermanito; sin embargo, el señor Petro se la ha ingeniado para poner a todos de su parte —le responde rencorosa.—¿Y crees que estoy de acuerdo con papá? Si Tron es exiliado, yo tendré que unirme a cualquier idiota que él escoja. Yo rechacé a mi mate por tu hermano; no obstante, ahora él me ha dejado de lado por una mugrosa esclava que ni siquiera podemos asegurar que esté muerta. Ese guerrero fue un inservible, ¿cómo alguien tan débil como ella pudo escaparse?Azucena respira profundo para no perder la compostura y vuelve a sor