CAPÍTULO 03

Ángel era hermosa y elegante, todo lo que yo nunca podría ser. Pero ella tenía ese algo... Que causaba temor con tan solo verla directo a los ojos.

—¡Aisha está en el hospital!— gritó Sara al entrar, con una expresión de horror y pánico.

Todos en el salón de clases comenzaron a hablar acerca de ello, de pronto el tema del momento era Aisha y su repentina "caída".

Unos murmuraban acerca de verla arrojarse ella misma, para llamar la atención. Otros, decían que eso lo hizo una vieja enemiga de un instituto vecino y siempre estaban los que callaban y observaban la reacción de los demás, como lo hacía Ángel quien reía por lo bajo.

—¿Por qué ríes?— indagué con los vellos de la piel erizados. Se detuvo de inmediato y con el rostro lleno de cansancio me miró.

—Porqué, todos ellos parecen tener razón... Digo, Carla y Lily la vieron caer.

Mentira, ellas no estaban en el lugar cuando la empujé y mi amiga lo sabía bien. La profesora de castellano entró pidiendo orden y justo antes de voltearse Ángel guiño uno de sus ojos. Oh... entiendo.

— Como sabrán una de sus compañeras se encuentra un poco mal por una caída, y está en el hospital, sus familiares han llamado al director diciendo que pronto va a regresar con nosotros así que no teman. —Sonrió ampliamente y chocó sus palmas— Aisha estará por aquí en menos de lo que canta un gallo.

Escuché como todos aplaudían a excepción de mi mejor y única amiga, quien propinó un golpe a la mesa molesta pero sin ser notada por alguien más que no fuese yo.

La clase empezó y los chicos se dispusieron a prestar atención, como si en serio les importará toda la basura acerca de cómo pronunciar ciertas palabras, la mayoría ni lo pondría en práctica luego de pasar por la puerta hasta la salida.

Los minutos pasaron volando y al escuchar el timbre recogí las cosas tan rápido como humanamente pude, los demás habían salido casi corriendo pero como era una tortuga quede al último, pero no sola, nunca sola.

—¿Le enviaras algún obsequio a Aisha?

Alce una ceja cuando vi la melena larga de Ángel sobre mi mesa, ella sabía que era mi culpa que la morena estuviera bajo esa situación ¿por qué habría de preguntar algo así?.

—No. —Negué con la cabeza gacha, el conserje llegó para fingir limpiar el salón mientras comía o quizás veía algún programa en su teléfono.

Ambas salimos y caminamos por los pasillos en silencio, era la hora del almuerzo así que todos debían de estar aglomerados en la cantina. Seth apareció ante nosotras, con una sonrisa enorme y me abrazo.

Quería golpearlo pero Ángel hizo señas para que aparentara no saber nada, y mejor era si él no sabía que teníamos conocimiento de su aventura con la chica fácil.

—Amor, no me contestas los mensajes ni llamadas ¿qué pasa?—reclamó cruzando sus brazos ante el pecho.

Ángel fingió darse un tiro en la cabeza con los dedos de la mano, se puso tras Seth y cada tanto lo fulminaba con la mirada.

—Está cansada de tanto estudiar— intervino, él la había notado antes lo supe porque sus ojos bajaron del rostro de ella hasta los pechos, como siempre.

—Ah... Ángel, no te había visto.— ¡Mentiroso! ¡Asquerosa rata, ruin y despiadada! —Por poco me matas del susto.

Para ponerle más drama a su actuación barata colocó la mano sobre el pecho, cerca de donde se supone debía tener el corazón, pero siendo Seth capaz y no poseía.

—Sí. Por poco...—Dijo ella riendo con cierta maldad que él inútil de mi novio no notó.

—Bueno, pero esa no es una excusa para ignorarme—se giró a verme cuando empezó a sentir que miraba mucho a la chica. —Me tienes estresado de tanto pensar en que ya no te importo, no tienes idea de la falta que me haces.

Hizo un puchero que tal vez antes me habría vuelto loca por completo, llena de ternura por su estúpida actuación. La chica tras de él, sonrió y un nudo se armó en mi estómago.

Algo estaba maquinando en su cabeza, algo malo...

—Seth, Britt tiene unas lindas flores y unos chocolates que enviarle a Aisha como muestra de solidaridad y... am... amistad. Pero su madre la castigó por no limpiar la habitación ¿podrías llevarlo tú?

La miré con los ojos bien abiertos, ¿de cuándo acá yo tenía planeado enviar eso?. Él chico bufó e intentó hacerse el enojado para luego acceder, Seth solo buscaba una excusa para ir a ver a una moribunda Aisha.

Y, al parecer Ángel se la dio.

—Bueno, sí que más.— Se giró y besó mi frente— lo que sea por ti amor. Dejas los obsequios en mi casillero, al salir del entrenamiento los llevo.

Y se marchó.

—¿Qué fue eso?— indagué. Ella se hacía la inocente.

—Eso será tu boleto de salida ante los demás.—Dice, refiriéndose a las dudas que podrían llegar a tener si meditan bien quienes fueron las últimas en salir del instituto.—Tengo unas bonitas margaritas que me regalaron esta mañana junto con una caja de bombones y el club de química un veneno nuevo que probar.

Las manos se me helaron automáticamente ¿ella planeaba envenenarla? y peor aún ¿planeaba que Seth fuera culpado?

—Oh, vamos —hizo un puchero— quita esa cara, sabes que esto lo hago por ti. Porque eres mi mejor y más grande amiga y no permitiré nunca que alguien se burle de ti, en tu cara de nuevo —se refería a la traición de mi novio— ni mucho menos que te echen la culpa por algo que ellos mismos se buscaron.

Dicho eso amplió las comisuras de los labios en una sonrisa, siniestra a mi parecer.

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