CAPÍTULO 05

Ángel ocultaba algo, algo grande que no se atrevía a contarme.

Caminamos por los pasillos actuando durante un rato largo, al llegar a la esquina de la enfermería por arte de magia la tos desapareció tan rápido como llegó.

—Ahora sí que iremos a la cárcel... —comenté pegando la cabeza en la pared, estaba aterrada hasta la m****a y las cosas que pasaban alrededor no me ayudaban mucho.

—No lo... —dejé de escuchar a mi amiga, el impacto de algo pesado cayendo al suelo me hizo voltear y fijarme en el cuerpo de la chica.

Atraganté un nudo que se formó y vi mi vida pasar ante mis ojos, no por miedo a que me atraparan, sino, porque la única persona con la que contaba en todo este mundo había caído desmayada y parecía un papel de lo pálida que estaba.

Corrí gritando desenfrenada a la enfermera que leía uno que otro documento, se lo arranqué de las manos y le dije que mi mejor amiga no reaccionaba, ella se paró lo más rápido humanamente posible y al llegar a donde estaba Ángel pasó algo que temía muy en el fondo.

Llamaron una ambulancia para trasladarla de emergencias al hospital...

Esa misma tarde llegué a casa con el corazón en la mano y el alma por el subsuelo.

—Brittany, cariño —susurró mamá al verme con la cara hinchada de tanto llorar, y es que, en el instituto no quisieron dejar que me fuera con mi amiga en la ambulancia, tampoco me daban información acerca de lo que le sucedía.

Tomo mi rostro entre sus brazos y me dio un abrazo fuerte, caluroso y reconfortante tal cual solo una madre sabe hacerlo.

—Todo va a estar bien amor... En lo que despierte su madre nos va a llamar para ir a verla.

Asentí aún sin poder pronunciar palabras, era difícil tratar de entender todo lo que sucedía. Era mi amiga y la quería sin importar que estuviera mal con ella.

Pero, ya los pensamientos me carcomían más de lo usual.

¿Y si ella ocultaba algo que no quería decirme?

Desde pequeña siempre fue una niña enfermiza, pero vivaz de eso estoy al cien por ciento segura. Las sonrisas de mi amiga cuando llegaba a verle eran sinceras y muy radiantes, incluso me era imposible no envidiar su optimismo.

Llegada la mañana mamá tocó la puerta de la habitación, no me di cuenta en qué momento había caído dormida luego de tanto llorar mientras le escribía notas al correo.

—Britt, ¡Despierta!— Caí de la cama y mamá se echó a reír. — Ya Nina mandó un mensaje, dice que está estable y que podemos ir a verla.

Pegué un brinco de pura felicidad y corrí al baño para asearme.

El camino se me hacía cada vez más largo, los árboles alrededor eran hermosos pero esa no era la ocasión perfecta para admirarlos, quizás para otro día cuando solo esté de paseo.

—Llegamos, recuerda que no debes armar alborotos y que estaré en la cafetería comprando algo para comer.

—Sí, mami.

—Bien, entonces ve que tu amiga te espera.

Guiñó un ojo y abrí la puerta, caminando apresurada para encontrarme con los padres de mi amiga en una de las puertas luego de la recepción. Ambos tenían miradas cansadas y andaban afligidos se podía notar de aquí a la luna, tomé un poco de aire y me coloqué frente a los dos.

—Hola señora Mara, señor Leonel.— Al mirarme un destello en sus ojos hizo que mi corazón diera un vuelco — ¿puedo entrar?

—Por supuesto, Ángel no paró de pedir verte al apenas despertar. — Mencionó el hombre canoso con sonrisa sincera. —Las buenas amigas siempre son así ¿no?, que bueno que estás para ella.

Reí con las mejillas calientes y miré a la mujer rubia morder su uña, impaciente.

—Qué bueno que estás aquí, muero por un café pero Ángel no puede quedar sola ¿podrías encargarte?— asentí, ella como de costumbre es un bloque de hielo con las personas —entonces me marcho, ¿quieres algo?

—No se preocupe, mi mamá ya debe haber comprado en la cafetería.

—Está bien, ¿vienes Leo? —el mencionado toco mi hombro con cariño y siguió a la mujer hasta desaparecer por la entrada.

Toqué la puerta y ella respondió con un simple y apagado "pase".

Entré y sentí que el corazón se quebró en mil pedazos.

Tenía el cabello hecho un desastre, la cara pálida y los huesos de su cuerpo sobresalían. Las ojeras eran oscuras y los ojos ya no poseían ese brillo que los caracterizaban, los labios resecos y púrpuras.

¿Qué le sucedía a mi amiga?

Fingí una sonrisa porque sabía lo tanto que odiaba que la trataran con una enferma, avance hasta la cama y contuve las ganas de llorar a cantaros.

—Escuché que no parabas de decir mi nombre... —comenté con burla, para animarla un poco —Ya sabía que me amabas Ángel, ya sabía. —Guiñé un ojo y ella bufó, pero una leve sonrisa surco su rostro.

—Britt, tengo un favor que pedirte —la lentitud con la que hablaba formó un nudo en mi garganta —Pero, a nadie ni nada puedes decirle ¿entiendes?. Todo lo que voy a comentarte debe guardarse solo en tu memoria, no debe salir a ningún lado y tu verás si ayudarme o no.

Tragué el nudo y mordí mi meñique, ella tosió pero procedió a hacer lo mismo.

—Por la sangre que ahora nos une, prometo callar todo lo que me digas. Y sin importar que, prometo ayudarte. —Abrió tanto sus ojos que parecía que iba a tener un ataque, pero antes de que colocara las condiciones yo ya había cruzado y unido nuestros dedos.

Creí que solo sería algo de adolescente, como "necesito perder mi corona con un chico" o "quiero fumar hierba para sentir alivio", no es que ella fuera ese tipo de chicas ni yo tampoco pero había que ver su estado para saber que estaba realmente mal y que cualquier cosa que pidiera debía dársele.

Yo quería hacerlo, porque ella hizo muchas cosas por mí que nunca pude pagar. Y ese era el momento adecuado, temía por mis pensamientos y por lo que Ángel pasaba.

Era un poco torpe pero no tan caída de la mata para no ver, que una enfermedad la consumía y aunque me dolía solo podía esperar a que los adultos hicieran el trabajo de curarla. Y a que alguien se dignara a contarme que era eso que tanto mal causaba.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo