"Presente."
La luz de la lámpara pega directo a mi rostro, ambas manos las tengo entumecidas por el frío y las esposas de metal.
La cara me pica, arde y duele por los golpes de las demás reclusas.
El oficial me observa con desconfianza y molestia. Tanto él como yo, odiamos estar aquí de nuevo, intentando una vez más encontrar la verdad de esta historia.
La silla de madera cruje cada que remuevo mi cuerpo con impaciencia.
Deseo que esto termine ya, que pregunte y grite lo que tenga en mente para irme de nuevo a la celda y evitar morir durante la noche.
— ¿Vas a hablar ahora?— Murmura sentándose frente a mí, siendo separado por la mesa de color gris. — ¿Dirás por qué la asesinaste?
Seis meses y él aún cree que tengo la culpa, se le ve en la mirada.
— Ya le dije, no fui yo... — Agacho la cabeza recordando con dolor aquellos momentos de libertad en donde cometí tantos errores.
— Sí, claro... Aún sostienes esa mentira. — Aplaude y ríe con amargura. — Dime, ¿por qué hacer algo así?
Niego efusivamente, tratando de alejar lo mejor que puedo los recuerdos pero me es imposible. Simplemente llegan para quedarse y nunca más marcharse de mi lado.
Me gustaría decir que fui yo, que todo lo que pasó lo tenía planeado y que tienen a la prisionera correcta pero no.
El oficial toma de nuevo esa estúpida linterna y la pega a mis ojos, maldigo el no poder estamparle un puñetazo en la cara.
— ¿Te molesta?— dice, aun sabiendo la respuesta.
Solo quiere sacarme de mis cabales, para servir una historia falsa en bandeja de plata a los periódicos que mueren por publicar acerca del caso. Dinero fácil para él, lectores para los periódicos y fama a los periodistas.
Pero es muy poco probable que se les de... Porque no soy lo que en realidad quieren.
— Esto puede terminar rápido si confiesas.
— Ya le dije lo que sé, le hablé acerca de lo que pasó pero usted no cree nada en absoluto.
Ríe de forma amarga y jala de un mechón de mi cabello corto, cuanto detesto que hagan eso.
— Habrá que ver que esto será para un rato largo— Dice acomodando su trasero mejor en la silla.
Si usted lo dice...
Pasado.A los siete años conocí a una niña de cabello castaño y ojos color verde, que por lo usual se la pasaba sentada en los columpios sin mecerse, solo estando allí inmóvil mirando a los otros como sí fueran bichos raros.Cómo era nueva en el pueblo de nombre "Wellsheys" que estaba a las afueras de ciudad, no tenía con quien jugar ni mucho menos con quien charlar. Mamá decía que para final del mes al menos debía llevar una amiga nueva a casa y ya el final de ese plazo se acercaba, sé que ella quería ayudarme y darme un empujoncito para tener amigos pero pienso que no debió hacerlo.Por la presión de sentir que mi progenitora se decepcionaría conmigo fui en busca de aquella persona que sabía no tenía con quien más estar.Y con un simple "Hola, ¿Quieres ser mi amiga?" marqué el final con sangre.A los diez Ángel y yo nos volvimos inseparables, incluso veíamos clases juntas.Mamá decía que era una niña linda que debía mantener siempre conmigo y en parte era cierto, porque el colegio f
Ángel tenía una extraña manera de ver las cosas a su alrededor.Ella, por más adolescente que fuera nunca lloraba y eso hacía que la admirara.Antes, mucho antes...Esa tarde la seguí como un perro fiel, caminaba con elegancia como siempre y su cabello se movía a la par del viento. Nos detuvimos por las escaleras para subir a la azotea y nos quedamos en silencio tomando asiento, no comprendía muy bien esa actuación pensé de momento que ella esperaba que se me pasara el malestar y pensara con claridad pero no fue así.—Ya llegó.Arrugue la nariz sin comprender y asomé la cabeza justo como Ángel lo hizo. Seguí su mirada y caí en la cuenta de que Aisha estaba parada escalones abajo sin percatarse de nuestra presencia.Maquillaba su rostro con calma, mi amiga hizo señas para me callara y observara con atención. El teléfono de la chica sonó y ella lo contestó luego de guardar el espejo y las demás cosas.—Erick ahora no... Aja si... ¿Qué quieres que te diga?... —hizo silencio unos segundos
Ángel era hermosa y elegante, todo lo que yo nunca podría ser. Pero ella tenía ese algo... Que causaba temor con tan solo verla directo a los ojos.—¡Aisha está en el hospital!— gritó Sara al entrar, con una expresión de horror y pánico.Todos en el salón de clases comenzaron a hablar acerca de ello, de pronto el tema del momento era Aisha y su repentina "caída".Unos murmuraban acerca de verla arrojarse ella misma, para llamar la atención. Otros, decían que eso lo hizo una vieja enemiga de un instituto vecino y siempre estaban los que callaban y observaban la reacción de los demás, como lo hacía Ángel quien reía por lo bajo.—¿Por qué ríes?— indagué con los vellos de la piel erizados. Se detuvo de inmediato y con el rostro lleno de cansancio me miró.—Porqué, todos ellos parecen tener razón... Digo, Carla y Lily la vieron caer.Mentira, ellas no estaban en el lugar cuando la empujé y mi amiga lo sabía bien. La profesora de castellano entró pidiendo orden y justo antes de voltearse Án
La manera que ella tenía de ver la vida era impresionante, era como si no tuviera miedo a morir en cualquier momento.Hacía las cosas apostando a ganar, arriesgando todo.Era miércoles por la tarde y estábamos en el comedor, degustando la rica comida "nótese el sarcasmo" que daban en la cafetería cuando por los pasillos corriendo pasó Brian gritando a los cuatro vientos.— "¡Aisha murió!"Me atraganté con la pasa que recién había metido en mi boca, Ángel giró los ojos aburrida por mi forma de ser. Los chicos que nos rodeaban se alteraron, unos sollozaban mientras otros comentaban acerca de "lo buena que fue la morena en vida", eran tan falsos los comentarios como las personas que los decían.Loretta una "amiga" cercana a Aisha, dentro de lo que cabía la palabra amistad para las populares del instituto, que estando presentes se mostraban buena gente y por la espalda se apuñalaban, se arrojó al suelo fingiendo un desmayo.Sofía, otra de las supuestas amigas gritaba como una desquiciada
Ángel ocultaba algo, algo grande que no se atrevía a contarme.Caminamos por los pasillos actuando durante un rato largo, al llegar a la esquina de la enfermería por arte de magia la tos desapareció tan rápido como llegó.—Ahora sí que iremos a la cárcel... —comenté pegando la cabeza en la pared, estaba aterrada hasta la mierda y las cosas que pasaban alrededor no me ayudaban mucho.—No lo... —dejé de escuchar a mi amiga, el impacto de algo pesado cayendo al suelo me hizo voltear y fijarme en el cuerpo de la chica.Atraganté un nudo que se formó y vi mi vida pasar ante mis ojos, no por miedo a que me atraparan, sino, porque la única persona con la que contaba en todo este mundo había caído desmayada y parecía un papel de lo pálida que estaba.Corrí gritando desenfrenada a la enfermera que leía uno que otro documento, se lo arranqué de las manos y le dije que mi mejor amiga no reaccionaba, ella se paró lo más rápido humanamente posible y al llegar a donde estaba Ángel pasó algo que tem
Debí pensar antes de actuar, debí gritar lo que callaba. Pero no podía, ya había sellado con sangre ese pacto de amistad.No pude dormir en todo la noche luego de escuchar lo que tenía para pedir, tampoco me dio hambre por la mañana y llegué pareciendo un zombie al instituto. En cambio, mi amiga parecía tan fresca como una lechuga, con una sonrisa radiante y un vestido de invierno nuevo.La habían dado de alta para que descansara pero a ella le daba igual eso, lo que más quería era cumplir su deseo y lo que yo más anhelaba es que se retractara y dijera que nada de eso era cierto.— ¡Britt!— gritó a centímetros de mi oreja, había caído dormida sobre la mesa de estudios en la biblioteca.Aunque no era del tipo que solía comerse los libros por las mañanas, solo en ellas podía tener el lugar para mí y las locuras de ideas que tenía mi amiga.—¿Estás segura de esto?— deseaba que dijera un rotundo "no" pero fue lo contrario.Dejo de ver su largo mechón de cabello y sus ojos hermosos y larga
Debieron de darle un premio por ser tan ingenuo, pero no, creo que Ángel le dio algo mucho mejor.— Britt, Britt, Britt— Negó varias veces alrededor, y riendo me señaló. — Podemos llegar a un acuerdo ¿no crees?Arrugué la nariz y lo miré por el rabillo de mi ojo. ¿A qué se refería con acuerdo?, él quería algo más y si eso lo silenciaba pues bien.—¿Qué quieres?— pregunté con la garganta seca y lamiendo mis labios, tenía sed y mucha por culpa del idiota ante mí.—Bien. —Entrelazo sus manos y sacó pecho— Yo quiero una cita con tu amiga y ella no para de evitarme, pero estoy seguro que con este pequeño secreto que sé de ustedes ahora si va a querer salir conmigo. Lo malo es que no le puedo decir que conozco esto o de ser así es capaz de acuchillarme por la espalda, así que tu como buena amiga le dirás que acepte mis invitaciones y listo.Ju, pobre tonto.—Por supuesto. —Lo miré con desconfianza y alcé el rostro— ¿Pero cómo sabré si de verdad vas a callar y no dejarás por ahí a alguien má
Ángel estaba loca, pero dentro de toda su locura había algo de cordura que la volvía un peligro para la sociedad.—¡Está loca! ¡Te juro que lo está!— Dylan miraba mi actuación con gracia y admiración.Estaba realmente fascinado con la idea de que mi amiga y yo peleáramos por lo que pasó con Aisha. Mentí un poco con respecto a lo sucedido y dije exacto lo que Ángel me había comentado "Aisha murió porque envenené su agua días antes en la cafetería del instituto, mucho antes de su repentina caída que aseguro no es mi culpa".Ni mi amiga ni yo queríamos que se supiera la verdad, ella porque necesitaba tiempo para lograr su más anhelado sueño y yo porque había prometido con sangre estar para ella hasta el final.—Entonces... Ángel está molesta porque le contaste la verdad.— Asentí y continuo – bueno, con sinceridad tiene toda la razón de estarlo, eres un peligro para la sociedad ese impulso tuyo de odio en su contra por "haberte maltratado durante el colegio" es un tanto... Estúpido.Mordí