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Capítulo 4 Nueva oportunidad.

   

 

  — Buenas noches, papá.

   Un hombre altísimo, Rubio y musculoso estaba junto a ellos, era contemporáneo con Elena, un poco mayor.

   — Hijo ven, te presentaré a la mujer más extraordinaria que he conocido, y ha tenido la poca delicadeza de rechazarme.

   Elena enrojeció hasta las raíces del cabello.

   — Encantado señorita, Sebasthian Larsson —dijo Sebasthian tomándole la mano e inclinándose para besar sus nudillos.

   — Igualmente —dijo casi susurrando Elena aún apenada.

   Bernhard se reía y Sebasthian los observaba.

   Sebasthian era como ver a un dios nórdico de leyenda, con su belleza dorada y brillantes ojos azules.

   — Entonces ¿Cómo se conocieron?

   — Fue en Margarita, durante las vacaciones de Elena, en El Atlantis, acababa de firmar el documento final de compra, decidí tomar un whisky, sabes que Andueza no fue un vendedor amable, casi rompe el papel con el bolígrafo, dijo felicitaciones rompiéndose los dientes y se fue, mejor así no tuve interrupciones, cuando vi a Elena decidí que tenía que conocerla.

   — Y luego te rechazó —dijo Sebasthian sonriendo.

   — Berni eres incorregible, Sebasthian, está debe ser la forma más incómoda de conocer el hijo de alguien, mi nombre es Elena Sandoval y Bernhard y yo somos amigos.

   — Sin duda, no es ni remotamente la forma más incómoda en la que haya conocido a una amiga de mi papá —Sebasthian sonreía amigable— no te preocupes, a nadie le cae mal un baño de humildad, más si es mi papá.

   — ¿Y para cual equipo juegas Sebasthian?, Deberías aconsejarle que permita que la rapte y la lleve a Grecia.

   Todos rieron y Bernhard continuó.

   — En este momento acabo de convencer a Elena, para que tome la gerencia del Välsmakande, debemos celebrar eso.

   Bernhard ordenó una botella de champaña y brindaron, a Elena le cayó muy bien Sebasthian, era un hombre impresionante, pero muy amable, todo en él indicaba clase y millones, pronto descubrió que era un joven humilde, muy humano y trabajador, la conversación versaba entre la desenvoltura de Bernhard hacia el trabajo y las incontables reuniones de Sebasthian, el imperio hotelero Larsson requería de mucha dedicación y padre e hijo compartían responsabilidades, Sebasthian se disculpó por tener que retirarse ya que debía viajar a Milán de madrugada y tendría que acomodar el equipaje, fue una excusa, Sebasthian era un hombre muy organizado y su equipaje tenía horas listo, sólo quiso darles intimidad.

   — Me cayó muy bien Sebasthian.

   — Es soltero.

   — ¿Ahora me buscas pareja?

   — Parece que no. Ven demos una vuelta para que conozcas el hotel.

   El hotel Larsson Caracas era sin duda una joya, Elena observó todas las instalaciones, piscinas enormes, canchas de tenis, al ver el gimnasio se acordó de Brenda, su mejor amiga.

   — Berni, ¿Puedo abusar y pedirte otro favor?

   — De mi abusa cuando quieras y un favor, solo pídelo —dijo Bernhard guiñando un ojo.

   — Es Brenda, recuerdas que la conociste, ella es instructora y tiene no sé cuántas especialidades en artes marciales y al ver este gimnasio impresionante, pensé si podrías ofrecerle trabajo aquí, para que venga conmigo, es que quisiera mantenerla a mi lado y sospecho que está oportunidad sería buena para ella.

   — No tengo ningún problema, me encantó Brenda, es una chica auténtica y sin filtro, que venga si lo desea, solo te diré que yo no llevo el funcionamiento del gimnasio, esa es una de las áreas de Sebasthian, él no tendrá problemas en aceptarla, pero si no da la talla, también tendremos que buscarle otra cosa.

   — Completamente, es lo justo, le diré a Brenda, a ver si quiere emprender esta aventura conmigo.

   — Hablando de aventuras, estás completamente segura de no querer quedarte está noche conmigo y vivir una cortita aventura de toda una noche.

   — Berni, ahora que trabajaré aquí, es menos conveniente tener una aventura contigo.

   — Chss— Bernhard, la hizo callar—, no digas nada, ya todo fue dicho, yo entiendo lo que es no, pero si no fuera insistente no sería propio de mí, además te advertí que era persuasivo y me gustas lo suficiente para retirarme y quedarme por allí pululando alrededor.

   — Berni, no quiero que salgamos lastimados.

   — Yo tampoco, no me intérpretes de forma errónea, somos amigos, somos libres, si te enamoras de otro hombre no te preocupes por mí, te lo dije en serio, mi hijo es soltero y es serio, él si quiere casarse y todo eso, en realidad son bastante compatibles.

   — Berni, en serio harás de casamentero conmigo y tu hijo, podría existir algo más raro, pero bueno esto va en dos sentidos, tú también eres libre de tener novia y yo no debo sentirme incómoda.

   — Cariño yo no tengo novias, estoy mayorcito para eso, pero te entiendo y creéme, no es mi intención herirte, pero tampoco pensé esconderte nada cuando te ofrecí el puesto de gerente, somos amigos y verás a mis amigas, no tiene porque ser incómodo, jamás te pondría en una situación en la que tengas necesidad de volverte una arpía, esa es la esencia de las aventuras, no complicarse.

   — Definitivamente no podría manejar una aventura, bueno todo ha quedado claro.

   — No te voy a ocultar que quedo decepcionado, ya que te deseo muchísimo y quería saber lo que era hacerte llegar al éxtasis en mis brazos.

   Elena tragó grueso.

   — Yo también Berni.

   — Elena eres cruel.

   — Hasta aquí señor Bernhard, a partir de ahora, amigos y nada más.

   Elena habló con Brenda de ir a vivir a Caracas y le encantó la idea, estaba segura de no tener problemas en el gimnasio era muy eficiente y estaba bien preparada, Belinda también le gustó la idea, estaba por graduarse en contabilidad y le emocionaba poder ayudar a Elena, sería una muy buena pasantía, aunque su deseo era pronto iniciar su vida como religiosa.

   Una vez en Caracas, Elena y Brenda estaban muy emocionadas de cambiar su hogar, se reunieron con Bernhard en su oficina del hotel, era un recinto privado, ubicado en un ala del hotel aparte, antes de la oficina de Bernhard, había un vestibulo en color oro tostado con bellas obras de arte, un asistente, un jovencito muy apuesto, administraba la ocupada agenda de Bernhard Larsson, les permitieron la entrada a una amplia habitacion muy masculina, con un amplio escritorio de estilo inglés, una silla tapizada en cuero elegante para Bernhard y 2 sillones en cuero negro en frente, tenía una amplia biblioteca, un bar equipado con copas de cristal y hielo recién colocado, detrás de Bernhard habían objetos curiosos en un elegante estante, un barco a escala, era muy extraño con varios remos y una vela con un escudo pintado, piezas en Cristal y galardones a la excelencia de sus hoteles, en la pared a la izquierda habían varias fotografías obviamente familiares, en el escritorio habían 2 fotografías enmarcadas una de Sebasthian con toga y birrete y la otra era de una chica de ojos azules y muy hermosa, era de sus 15 años, en el marco del retrato decía "Para el mejor tío del mundo".

   — No tomaremos las suites vip —dijo Elena con decisión.

Bernhard casi le da un ataque, él ya tenía previsto que las chicas se quedaran en el hotel, mientras ubicaba un apartamento, Elena y Brenda se negaban tercamente.

   — No estoy dispuesto a que vengan a vivir en habitaciones pequeñas, cuando están acostumbradas a vivir en una casa.

   — No hay ningún problema, — contestó Elena conciliadora— vinimos a trabajar, además que nos limpien la habitación y nos laven la ropa ya es una ventaja más que aceptable.

   — Pero no estarán cómodas, la idea de ofrecerles nuevos empleos es para que vivan mejor, si no aceptan las suites, les alquilo un apartamento entonces.

   — No te preocupes —dijo ahora Brenda —en un apartamento no habrá quien limpie y lave la ropa.

   — Por supuesto les contrataría el servicio.

   — Berni es más práctico que vivamos aquí, las dos debemos estar en nuestros trabajos muy temprano, lo que haces por nosotras es más que suficiente, no podemos abusar.

   — No estoy para nada de acuerdo, al trabajar me generan ganancias y yo las tendré en una habitación, eso es explotación Elena.

   — Bernhard o es así, o no aceptamos.

   — Está bien, ustedes ganan, pero su habitación tendrá el minibar de la suite vip con acceso ilimitado y las camas y sábanas también, y me reservo el derecho de hacerles cambios si con eso les doy más comodidad, hasta ahí cederé.

   — Gracias Berni, eres mi hado padrino —Elena fue corriendo hacía él y lo abrazó, Berni la recibió, pero enseguida bajó una mano y le acarició una nalga, Elena indignada se apartó.

   — Bernhard tienes que aprender a mantener las manos quietas —Elena lo reprendió.

   — Entonces, mantén esas hermosas nalgas fuera de mi alcance… qué mujer más exasperante —dijo Berni falsamente ofendido, imitando las expresiones de Elena—, hado padrino, con alitas y tutú, puedes degradar más mi hombría.

   — Elena y Brenda se echaron a reír.

   — Berni gracias —dijo Brenda mientras iba hacía Berni y lo abrazaba y le daba una nalgada —también eres mi diablo padrino.

   — Pero que horror como se burlan de mí, si alguien las viera, mi reputación quedaría arruinada, dominado por dos chiquillas —dijo mientras negaba con la cabeza, pero no podía borrar la sonrisa.

   Pasó un poco más de un año, Elena y Brenda estaban adaptadas al hotel, cuando podían ir a Valencia se quedaban en la casa de Elena, generalmente iba más a menudo Brenda a visitar a Belinda en el orfanato que ahora ayudaba con la contabilidad.

   Elena y Bernhard mantuvieron la distancia propia de los amigos, pero el cariño seguía, incluso más, Elena rindió frutos en el restaurante, mucho más de lo que Bernhard podía haber imaginado, ella tenía un sexto sentido en identificar la necesidad de la gente, eso le permitía mantener el restaurante en el más alto nivel, era por mucho el mejor de Caracas, Elena habló con Bernhard, quería sociedad en el restaurante que se inaugurará en el próximo hotel Larsson Margarita, Bernhard aceptó y Elena trabajaba como loca y estaba atenta a inversiones para llegar al monto que sería el 50%. Ya pronto comenzaría la construcción, Bernhard había convencido a su sobrino, éste llegaría de París y se encargaría de hacer realidad el hotel y el sueño de Elena, un restaurante hecho a sus especificaciones, estaba muy contenta y Bernhard satisfecho con los resultados.

  

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