Pablo fue al gimnasio del hotel muy temprano en la mañana, en cuanto entró vio a Brenda. — Buenos días Brenda. — Pablo que tal, ya pensaba que tendrías miedo de los cuentos y mala publicidad y no vendrías a ejercitarte aquí. — No, claro que no, sólo estaba ocupado, pero ya estoy más organizado para retomar el ejercicio. — Pues aquí tenemos de todo, me gusta trabajar de manera personalizada, lo llevamos de manera secuencial y todo queda documentado en tu expediente, de manera que cuando registras la entrada, en el monitor te indica los ejercicios seleccionados para el día, una vez aquí, los entrenadores estaremos pendiente de ti. — Comencemos entonces. — Espléndido, sígueme te llevo para asentar el registro. Brenda, era sin duda una fuerza de la naturaleza, toda ella irradiaba energía y sexualidad con un cuerpo de infarto. Aunque Pablo no se imaginaba que Sebasthian fuera de los que le gustan rudas y con tatuajes, sin embargo, era una belleza que no se pod
— Estoy dejando tema de conversación para nuestra cita — expresó Elena un poco insegura—, es incómodo ver la cara de la gente cuando digo que soy divorciada, si no es cara de “oh pobrecita, tan joven”…Es la mueca de “Dios, que cuaima será esa”. — ¿Qué cara puse yo? Elena tomó un momento para contestar mientras bebía jugo y miraba a Pablo comer. — No hiciste ninguna de las muecas habituales, no sé qué piensas, sabes cubrir tus emociones. Esta vez fue Pablo quien hizo la pausa antes de decir. — Quizás te comentaron que hace un tiempo estuve comprometido, yo tuve la suerte de que me plantaran sino ya estuviera divorciado seguramente, pero sé lo que quieres decir con las muecas, huy a Francia literalmente para no soportarlas, créeme el ser plantado despierta cualquier cantidad de emociones en la gente, expresadas con muchas muecas. Elena soltó una carcajada. — Oh Dios mío…—dijo Elena tapando su rostro sin parar de reír— perdóname te juro que no me burlo de t
El detective entró sin hacer ruido a la sala de archivos y Patricia estaba de espalda revisando un archivero alto, montada en una escalera, el detective Alvarado debió hacer algún ruido para anunciarse, pero no pudo resistir acercarse más a las bellas piernas que se exhibían a la altura de sus ojos, Patricia tarareaba. — Jiménez,Larsson, López aquí está —comenzó a bajar y vio al detective allí mismo, dio un brinco de sorpresa trastabillo con un tacón ycayóencima del detective que no tuvo oportunidad de hacer otra cosa más que estirar sus brazos para atraparla, cayendo los dos. Ahora estaban ella encima de él y los documentos regados por la habitación.
— ¿Se encuentra la señorita Elena en su oficina? —Pablo notó la incomodidad en el hombre, supuso era el empleado de más confianza de Elena, se dedicaba atenderla personalmente y obviamente era muy protector con su jefa. — Que pase Germán, lo estaba esperando —sonó la voz de Elena desde el interior de la oficina. — Claro que sí, señor, pase adelante — Germán le dio espacio y Pablo pudo pasar Elena estaba sentada en su escritorio con documentos en las manos y viendo la pantalla de su computadora, ella iba vestida con un vestido rosado claro sin mangas, Pablo se sintió más estúpido por haberla plantado la noche anterior. — Buenos días Elena —el click de la puerta anunciaba que habían quedado solos en la oficina, el ambiente se tensó entre ambos con una liga de deseo y furia, Pablo no le parecía mal, podría haber mucha pasión en una mujer furiosa. — Gracias por recibirm
A Elena le encantaba esta nueva rutina que iba adquiriendo de desayunar con Pablo, debía tener cuidado con sus sentimientos para no verlo como modelo de casa de dulce, como decia Brenda, debía dejarlo fluir, pero esto era un torrente. — ¿En qué piensas? —preguntó Pablo. — Nada en particular —mintió Elena. — Eres una mentirosa terrible —dijo Pablo riendo. — Eso está muy bien y es un halago, no me gustan las mentiras. — Está bien, no me contestes, hoy quiero salir contigo, pero no te prometeré nada, te parece si te llamo si me desocupo a una hora decente. — Puede que quizás sea yo la que no pueda y no me hago la interesante, me quedo hasta el cierre del restaurante casi siempre, ayer salí temprano no sé si hoy pueda. — Está bien ya veremos entonces. Elena quedó desconcertada, pensaba que había sido ma
— Supongo que son flores, ya se siente el aroma —había una variedad de plantas y la mayoría tenían flores extrañas muy bellas y blancas—, Pablo son bellísimas y que aroma tienen. — Ven para que veas estas, las damas de noche son flores que se abren a media noche y solo duran una noche, muy poca gente tienen el privilegio de ver una abierta y sentir su aroma —llegaron ante una planta con unas varias flores blancas abiertas eran muy grandes y hermosas. — Dices que solo duran la noche, es triste son muy bellas. — Por eso son extraordinarias, Francisco, es muy celoso con ellas, sólo abren una noche al año, que sea hoy justo el día, fue casualidad y una suerte increíble, creó que por eso me presto la llave, que se la pidiera justo el día preciso que abrirían las flores sorprendió a Francisco, incluso me interrogó, pensó que había estado husmeando y aquí no entra nadie, yo creo que ni mi tío tiene llave de esta re
Pablo fue empujando a Elena a la cama, se acostó encima de ella y le sacó la blusa, la besó en el hombro y entre sus pechos, le desabrochó el jean y la miró a los ojos, pidiendo permiso en silencio, Elena lo permitió, entonces le dio vuelta dejándola boca abajo, bajo el pantalón y besó sus muslos, Elena gimió, él bajó y besó el dorso de las rodillas y ella sintió como comenzaba a empaparse, finalmente la dejó sólo en ropa interior, Elena se dio vuelta y lo besó en los labios, metiendo sus dedos en su cabello, Pablo la abrazó y soltó su brasier, Elena lo ayudó quitándoselo, este bajó hasta su pecho y succionó delicadamente el duro pezón, Elena gemía, ante el ardiente tacto de su lengua Pablo hizo lo mismo con el otro pecho; Elena comenzó a subirle la franela, Pablo se puso de rodillas para sacarse la franela por la cabeza, Elena aprovechó para besar a Pablo en el pecho luego en los abdominales, Pablo la empujó suavemente h
Elena no llegó tarde a trabajar, pero como profetizo Pablo, no le dio tiempo de secase el cabello, así que lo llevó en una alta cola de caballo, un suéter cuello tortuga verde claro y un pantalón ajustado blanco de corte bajo y pierna recta, se puso las sandalias transparentes como una broma privada de ambos. Esta mañana Pablo había regresado a su habitación y quedaron en desayunar juntos, así que Elena estaba acomodando unos pedidos antes de que llegara Pablo. Cuando salió de su oficina, se encontró a Pablo con Bernhard en la barra tomando café y conversando. — Cómo es posible que pase algo así y no me digas nada —le decía en voz baja, pero molesta Bernhard. — No habíamos coincidido, ahora que te veo te lo digo, nada podía hacer yo, más que esperar que la policía me informara como seguirían después de lo forense. Mientras tanto paramos todas las construcciones. — De todas maneras, pondré a