Elena despertó, sentía la boca seca y un terrible dolor de cabeza, en realidad le dolía todo el cuerpo, abrió los ojos lentamente ya que el sol le daba de frente a su rostro, estaba en un auto, acostada en el puesto trasero, Sergio iba conduciendo.
— Por fin despertaste amor.
Amor, Sergio siempre la había llamado amor.
— Si a esto que haces le llamas amor, que será si me odiaras.
— Ahora eres muy respondona, esa gente te han cambiado, eres presumida y malvada.
— Tú me secuestras y yo soy la malvada, ya está bueno Sergio, di tu precio ¿Cuánto por dejarme ir?
— No, tú te quedarás conmigo y empezaremos otra vez, tendremos la vida que ese Bernhard nos arrebató.
— Sergio es que estás demente, yo no te quie
Dante estaba sorprendido. Se sentó en el sofá cuando sintió el peso de la locura que había hecho su hermana, Donna se privó llorando y no le salían las palabras. Dante Pasó sus manos por el cabello y se obligó a escuchar y ver como hacía para librar a su hermana esta vez.— Yo no sabía que era un asesino, yo solo quería que se desapareciera con la tal Elena y que Pablo pensara que ella lo había traicionado, y entonces él la rechazaría y yo podría tener oportunidad de recuperar a Pablo. Dante abofeteo a su hermana, era la primera vez que lo hacía, no pudo controlarse y se arrepintió en el acto, Donna no era más que una niña malcriada y mucho era su culpa, pero esta vez se había pasado de la raya, Sonia intervino.
Elena quería quedarse encerrada en el baño lejos de Sergio, pero quizás podría escapar cuando viniera el servicio, o pudiera pegarle con algo a Sergio y escapar corriendo, así que se armó de valor, mirándose al espejo notó que tenía el cabello lleno de costras de sangre, el golpe que le dio Sergio en la cabeza, la había rotó y aunque ya no botaba cantidad de sangre seguía húmedo y dolía, quizás necesitaría puntos de sutura, en cuanto salió consiguió a Sergio inhalando polvo por la nariz, así que eso era, Sergio estaba drogado, él no tenía ese vicio mientras estuvieron juntos, ahora entendía su locura. — Sergio, esto es una locura, no podemos estar aquí eternamente, yo me siento mal debo ir a un médico. — Estas bien, solo fue tu primer viaje —Sergio
Una vez en la comisaria, Pablo le dijo al detective que la llamada indicando el paradero de Elena había sido anónima, el detective no vio razones para desconfiar, Pablo no sabía cómo su amigo se había enterado, aun le faltaba ir a casa de Dante. Pablo dio un apretón de mano al detective Raúl. — Muy agradecido amigo, sepa que estoy en deuda con usted y no dude en llamarme si algún día llega a necesitar algo de mí. — No se preocupe, Larsson, es mi trabajo, esperó no tener que visitarlo por trabajo, quizás vaya por visitar a la bonita parlanchina. Pablo sonrío. Elena despertó en la cama de una clínica, se sentía bastante mejor, tenía una vía pegada al brazo, de un frasco el suero caían ráp
Elena estaba vestida para hacer un viaje relámpago a Venecia, la boda fue muy hermosa con Rebeka y Belinda como damas de honor y Brenda y Sebasthian como padrinos de boda, las damas fueros de rosado satín y fajines negros, Brenda había llevado un bello traje plateado brillante como una armadura de sueños había dicho Sebasthian, ahora estaba terminando de arreglar su maleta con Brenda en su habitación del hotel, Pablo estaría muy ocupado en Margarita ahora que había cortado relaciones comerciales con Dante Martino, a petición de Elena no lo denunciaron, pero rompieron sociedad y amistad. — Me vas hacer mucha falta Elena. — Vendré 3 días por semana, no dejaras de verme. — Sí bueno, quizás yo también viaje lo estoy pensando, igual no sé si pueda conservar el trabajo con Discovery. — Es por Sebasthian, siguen mal, pero que necia eres Brenda. — Elena yo para Sebasthia
2 años después. Elena estaba muy embarazada, pero era la inauguración del Hotel Larsson Margarita, Pablo insistió en que Elena debía quedarse en Caracas, pero ella no hizo caso, este era un sueño alcanzado tanto para Pablo como para ella, como se le ocurría que se lo iba a perder, ella estaría allí cuando cortaran la cinta del hotel y atendería los primeros clientes de Välsmakande Margarita, el pequeño David Alexander no quería los brazos de su abuela, llevaba el nombre de sus abuelos, era un apuesto niño de cabello oscuro y ojos azules, lloraba desconsolado pidiendo ser cargado por su madre, el pequeño aun tenia 1año y ahora tendría una hermana, Elena cargó al pequeño y lo montó encima de su enorme vientre, secó sus lágrimas y sobó su pequeña espalda, el niño se calmó, estaba en el lobby del nuevo hotel, todo en acero y cristal, arreglos de flores adornaban la barra de recepción y encima las elaboradas letras en color oro Hotel Larsson Margarita, El
Margarita. (Un poco antes de que la historia comience). Elena de Arango observó a su infiel esposo, escondida entre turistas, que disfrutaban de una mañana de sol caribeño en la paradisiaca isla de Margarita. Sergio Arango o el perro sarnoso, como le llamaría Elena a partir de ahora, estaba encantado con la escultural rubia que tenía en brazos, la amante de turno. Elena, iba disfrazada con una peluca rubia, grandes lentes de sol, un conjunto de tela estampada con grandes flores. Elena ya no era ya capaz de sentir como se rompía su corazón mientras veía a su esposo con otra mujer, sus sentimientos eran más complejos más de autocompasión. Vio la sonrisa que se dibujaba en su rostro, tan orgulloso de tener para él una mujer exuberante como aquella;
— ¡Hola Sergio! Elena lo ubicó, sentado en uno de los sillones de cuero dispuestos en el lobby, tenía una gorra entre las manos y su cincelada mandíbula expresaba preocupación, no reconoció a Elena, hasta que esta llegó y se paró delante de él. — Elena puedo explicarte, no sé qué viste exactamente, pero es claro que hay un mal entendido ¿Qué es eso que tienes, una peluca? — Sí Sergio, es una peluca —dijo Elena, sin darle importancia al hecho de estar disfrazada, se quitó los lentes de sol y los cambió por los de fórmula—. Ví exactamente que estabas de vacaciones con tu amante de turno; no ha
En la mañana el sol brillaba, un día perfecto para la piscina, Elena pidió desayuno a la habitación y se arregló con ahínco, jamás había reparado tanto en arreglarse, ni siquiera para fiestas con vestidos de noche, al final lucía el traje de baño, las sandalias doradas, el cabello caía en ondas suelto, por último, frunciendo el ceño hacia el pareo, decidió amarrarlo a la cintura, se miró en el espejo y el único problema eran los anteojos correctivos. — No puedo hacer nada, con estos tacones si camino sin mis anteojos seguro me mato, o me caigo haciendo el ridículo —decidiendo que eso sería peor que partirse el cuello, se dejó sus lentes, salió de la habitación rumbo a la piscina del hotel, sintiéndose hermosa por primera vez en su vida. Bernhard Larsson, era el dueño de la cadena hoteler