Elena estaba vestida para hacer un viaje relámpago a Venecia, la boda fue muy hermosa con Rebeka y Belinda como damas de honor y Brenda y Sebasthian como padrinos de boda, las damas fueros de rosado satín y fajines negros, Brenda había llevado un bello traje plateado brillante como una armadura de sueños había dicho Sebasthian, ahora estaba terminando de arreglar su maleta con Brenda en su habitación del hotel, Pablo estaría muy ocupado en Margarita ahora que había cortado relaciones comerciales con Dante Martino, a petición de Elena no lo denunciaron, pero rompieron sociedad y amistad.
— Me vas hacer mucha falta Elena.
— Vendré 3 días por semana, no dejaras de verme.
— Sí bueno, quizás yo también viaje lo estoy pensando, igual no sé si pueda conservar el trabajo con Discovery.
— Es por Sebasthian, siguen mal, pero que necia eres Brenda.
— Elena yo para Sebasthia
2 años después. Elena estaba muy embarazada, pero era la inauguración del Hotel Larsson Margarita, Pablo insistió en que Elena debía quedarse en Caracas, pero ella no hizo caso, este era un sueño alcanzado tanto para Pablo como para ella, como se le ocurría que se lo iba a perder, ella estaría allí cuando cortaran la cinta del hotel y atendería los primeros clientes de Välsmakande Margarita, el pequeño David Alexander no quería los brazos de su abuela, llevaba el nombre de sus abuelos, era un apuesto niño de cabello oscuro y ojos azules, lloraba desconsolado pidiendo ser cargado por su madre, el pequeño aun tenia 1año y ahora tendría una hermana, Elena cargó al pequeño y lo montó encima de su enorme vientre, secó sus lágrimas y sobó su pequeña espalda, el niño se calmó, estaba en el lobby del nuevo hotel, todo en acero y cristal, arreglos de flores adornaban la barra de recepción y encima las elaboradas letras en color oro Hotel Larsson Margarita, El
Margarita. (Un poco antes de que la historia comience). Elena de Arango observó a su infiel esposo, escondida entre turistas, que disfrutaban de una mañana de sol caribeño en la paradisiaca isla de Margarita. Sergio Arango o el perro sarnoso, como le llamaría Elena a partir de ahora, estaba encantado con la escultural rubia que tenía en brazos, la amante de turno. Elena, iba disfrazada con una peluca rubia, grandes lentes de sol, un conjunto de tela estampada con grandes flores. Elena ya no era ya capaz de sentir como se rompía su corazón mientras veía a su esposo con otra mujer, sus sentimientos eran más complejos más de autocompasión. Vio la sonrisa que se dibujaba en su rostro, tan orgulloso de tener para él una mujer exuberante como aquella;
— ¡Hola Sergio! Elena lo ubicó, sentado en uno de los sillones de cuero dispuestos en el lobby, tenía una gorra entre las manos y su cincelada mandíbula expresaba preocupación, no reconoció a Elena, hasta que esta llegó y se paró delante de él. — Elena puedo explicarte, no sé qué viste exactamente, pero es claro que hay un mal entendido ¿Qué es eso que tienes, una peluca? — Sí Sergio, es una peluca —dijo Elena, sin darle importancia al hecho de estar disfrazada, se quitó los lentes de sol y los cambió por los de fórmula—. Ví exactamente que estabas de vacaciones con tu amante de turno; no ha
En la mañana el sol brillaba, un día perfecto para la piscina, Elena pidió desayuno a la habitación y se arregló con ahínco, jamás había reparado tanto en arreglarse, ni siquiera para fiestas con vestidos de noche, al final lucía el traje de baño, las sandalias doradas, el cabello caía en ondas suelto, por último, frunciendo el ceño hacia el pareo, decidió amarrarlo a la cintura, se miró en el espejo y el único problema eran los anteojos correctivos. — No puedo hacer nada, con estos tacones si camino sin mis anteojos seguro me mato, o me caigo haciendo el ridículo —decidiendo que eso sería peor que partirse el cuello, se dejó sus lentes, salió de la habitación rumbo a la piscina del hotel, sintiéndose hermosa por primera vez en su vida. Bernhard Larsson, era el dueño de la cadena hoteler
Así se conocieron Elena y Bernhard, compartieron en Margarita tres días, en las noches cenaron en un comedor privado, Bernhard era gracioso y sofisticado, conversaban de muchas cosas, él le inspiraba confianza y misteriosamente le hacía tener confianza en sí misma, él le prometía que con él podía explorar el mundo y que él la enseñaría a como desenvolverse apartando la timidez, que según Bernhard Larsson, sólo era un lastre que limitaba la vida, la llevó a Valencia en avión privado, una vez en Valencia, Bernhard puso sus abogados al servicio de Elena, para que manejaran el divorcio. Elena presentó a Bernhard en el orfanato dónde creció, este era dirigido por monjas y no le pusieron muy buena cara al principio, aparentemente Bernhard tenía apariencia de ser un lobo vestido de cordero, sin embargo, confiaban en el juicio de Elena, los consejos y opiniones de las hermanas se lo hicieron llegar a ella en privado; Bernhard
— Buenas noches, papá. Un hombre altísimo, Rubio y musculoso estaba junto a ellos, era contemporáneo con Elena, un poco mayor. — Hijo ven, te presentaré a la mujer más extraordinaria que he conocido, y ha tenido la poca delicadeza de rechazarme. Elena enrojeció hasta las raíces del cabello. — Encantado señorita, Sebasthian Larsson —dijo Sebasthian tomándole la mano e inclinándose para besar sus nudillos. — Igualmente —dijo casi susurrando Elena aún apenada. Bernhard se reía y Sebasthian los observaba. Sebasthian era como ver a un dios nórdico de leyenda, con su belleza dorada y brillantes ojos azules. — Entonces ¿Cómo se conocieron? — Fue en Margarita, durante las vacaciones de Elena, en El Atlantis, acababa de firmar el documento final de compra, decidí tomar un whisky, sabes que Andueza no fue un vendedor amable, casi rompe el papel con el bolígrafo, dijo felicitaciones rompiéndose los dientes y se fue, mejor así no tuve interrupciones, cuando vi a
Aeropuerto de Maiquetía. Pablo Larsson llegaba de París, apenas podía disimular su entusiasmo al volver a su tierra natal Venezuela, la ansiedad de saber que llegaba a encarar el proyecto que siendo sinceros, su pequeña empresa no hubiera conseguido si no se tratara de un proyecto Larsson; era su deber dar la talla y a su vez era el trampolín para él y su socio, la presión era mucha, pero estaba entusiasmado y seguro de poder conseguir el éxito esperado, sus facciones eran muy marcadas Larsson, también había heredado facciones de su madre, no era rubio y sus ojos también diferente a los otros Larsson, no eran azul brillante, eran grises como una tormenta, muy ancho de espalda y de caderas finas, sus trajes no necesitaban relleno, siempre fue un deportista, era orgulloso, en un principio no creyó tener la experiencia de tomar este gran proyecto y no lo hizo, siempre se empeñó en valerse por mérito propio comenzando desde abajo cómo lo hicieran su padre y su tío, ahora era el momento
Bernhard dio un trago ya concentrado totalmente en su sobrino. — Pablo ¿Cómo vamos con la construcción? — Vamos bien con las fechas en cuanto a la demolición, pero hasta que no vaya a Margarita no puedo darte fecha de entrega, es un monstruo tío, espero estar a la altura. — Estoy seguro que no tendré queja. Y tú ¿Cómo estás y cómo te trató la ciudad de la luz? — La verdad me emocionó volver, al parecer vivir solo de fiesta terminó aburriéndome. — ¿Sigues con la idea de buscar esposa y enseriarte? —dijo Bernhard con un fingido estremecimiento. — Vine porque me llamaste tío, en realidad no estoy apurado por conseguir esposa, para nada. — Algún día conocerás alguna joven apropiada para ser tu esposa, si resulta que hay amor entre ustedes, sería mucho mejor, es lo que deseó para Sebasthian y para ti —dijo Bernhard más serio. Bernhard se quedó un momento pensando, Pablo vio que estaba observando a Elena que estaba conversando con dos hombres con traj