Así se conocieron Elena y Bernhard, compartieron en Margarita tres días, en las noches cenaron en un comedor privado, Bernhard era gracioso y sofisticado, conversaban de muchas cosas, él le inspiraba confianza y misteriosamente le hacía tener confianza en sí misma, él le prometía que con él podía explorar el mundo y que él la enseñaría a como desenvolverse apartando la timidez, que según Bernhard Larsson, sólo era un lastre que limitaba la vida, la llevó a Valencia en avión privado, una vez en Valencia, Bernhard puso sus abogados al servicio de Elena, para que manejaran el divorcio.
Elena presentó a Bernhard en el orfanato dónde creció, este era dirigido por monjas y no le pusieron muy buena cara al principio, aparentemente Bernhard tenía apariencia de ser un lobo vestido de cordero, sin embargo, confiaban en el juicio de Elena, los consejos y opiniones de las hermanas se lo hicieron llegar a ella en privado; Bernhard hizo un donativo, les aseguró que sólo quería lo mejor para Elena, igual las hermanas no eran conocidas por su entusiasmo.
Elena vivía en su casa lo único que le quedó del divorcio, quedaba cerca del orfanato, había pedido a Brenda y Belinda vivieran con ella, Brenda aceptó y Belinda se quedaba algunas noches, pero seguía viviendo en el orfanato, Brenda y Belinda si eran hermanas de sangre y habían crecido juntas en el orfanato, siempre Elena fue muy cercana a Brenda y así había ganado la confianza de Belinda, las sentía sus hermanas de sangre, ahora que estaba separada, no quería estar sola y esto hizo más fácil la despedida de Sergio cuándo fue a buscar sus pertenencias, la alegría y disposición a que se fuera muy rápido por parte de Brenda era evidente, pero Sergio no dio problemas, en la repartición había salido ganando, ahora jugaba el papel del engañado y decepcionado esposo, cambiado por un hombre mayor por ser multimillonario, Elena recibió a Bernhard de visita en su casa y allí conoció a Brenda y Belinda estas hermanas, no podían ser más diferentes, físicamente eran parecidas, pero Brenda era cínica, sincera y rebelde, con marcada tendencia a vivir la vida sin tapujos y a mil por hora, tenía un cuerpo envidiable, y algunos tatuajes, muy seria, era casi imposible verla sonreír de manera amable, aunque tenía un carácter burlón y una risa tan cínica y chocante como ella, Belinda era toda dulzura, sonrisa y gentileza, era ingenua y muy reservada, usaba ropa grande y de señora mayor, su anhelo era ser monja, Bernhard las trató con cariño y enseguida les cayó muy buen, sobre todo Brenda, que era muy compatible con él a su manera directa e impúdica, Brenda recibió a Bernhard con su acostumbrada sinceridad.
— Elena no eres tan ciega después de todo, Bernhard está buenísimo.
La cara de Elena y el regaño mudo que le dio con la mirada, fue suficiente para que Brenda y Bernhard se rieran como locos.
— Mucho gusto Bernhard, mi nombre es Brenda, y mi hermana menor Belinda, es bien recibido, siempre y cuando sus intenciones sean hacer que mi amiga Elena se divierta.
— Un placer Brenda, es mi intención que Elena haga lo que quiera conmigo, siempre y cuando me permita participar de la diversión.
Elena sonrió apenada y Belinda miró a Brenda negando, Brenda la ignoró olímpicamente.
— Señor Bernhard ¿De dónde es su nombre? Es poco común —preguntó Belinda.
Mis padres son suecos, mi nombre es común en esas latitudes de Europa.
— Es tan serio, verdad chicas, no le pega a la personalidad de Bernhard — comentó Elena—, más a su vez, suena a señor importante, como director de escuela.
— Pero un sexi director de escuela, como de historia erótica — comentó Brenda.
— Te diré Berni, de cariño y más cortito —declaró Elena.
— ¿Por qué no llamarme papachongo?
Todos rieron, menos Belinda incómoda, que casi susurró.
— Berni es un diminutivo lindo.
— Entonces será un honor que me llamen Berni, si lo dice este ángel, quién soy yo para negarme.
Belinda sonrió bajando la cara y jugando con sus manos.
Poco tiempo después, Bernhard invitó a Elena a cenar, celebrarían la firma del divorcio, había sido muy rápido gracias a los abogados de Bernhard. Elena entró en la parte de atrás del auto con él.
— Hola Berni, guao esto no es un auto, es un avión.
— Es cómodo verdad, es un Mercedes Benz clase S, me lo acaban de traer, y contigo aquí sentada, ahora es perfecto — Bernhard se inclinó hacía ella, con una mano acariciándole la mejilla— ¿Te quedaras conmigo esta noche?
— Bernhard, la verdad no es una treta para sacar beneficio de ti, me gusta estar contigo, pero sigo siendo muy mojigata para ser una chica de aventuras.
— Te haré disfrutarlo, dime que sí, no me tortures más.
— Bernhard y luego, cuando te aburras, entonces yo seré la torturada por mi conciencia, tú me gustas, si llegáramos a tener algo más, tendrás que prometerme al menos monogamia y partir de allí.
Bernhard miró a Elena a los ojos estudiándola, y entonces dijo algo que ella jamás olvidaría.
— Estoy completamente seguro de poder lograr que me aceptes bajo mis condiciones; el problema es querida Elena, que no somos compatibles.
— ¿Cómo? —Elena se quedó de piedra—, después de tanta insistencia, no te parece que yo valga la pena.
— Cariño debes estar completamente segura que no me rindo, pero debes continuar tu evolución, no eres el patito feo, eres hermosa, el mundo es tuyo, si quieres tomarlo sin medidas, estoy disponible.
— Y según tú ¿Qué evolución debo tener? —Elena ahora estaba molesta con él.
— Sigues queriendo una relación tradicional, casita feliz, hijos. Yo solo tengo un hijo y no tendré más, estoy seguro, así que no quiero que te conformes con menos, puede que yo te guste y quieras pasar algunos años buenos conmigo hasta que tengas que limpiarme la baba; pero no es justo. Aunque me retiro por así decirlo, soy lo bastante egoísta como para aprovechar que te caigo bien y seguir compartiendo contigo, hasta que me mandes al carajo, así que ¿Amigos?
— ¿Amigos sin beneficios?
— Al menos no de los beneficios que prefiero, si después decides que quieres disfrutar una vida sin compromisos ni ataduras, yo estaría más que dispuesto; alégrate te liberas del viejo verde y te queda un poderoso amigo.
— Debes decirme la verdad todo es muy noble de tu parte, así no eres tú, si en realidad ya te aburriste no hace falta que seas diplomático.
Bernhard la besó apasionadamente, Elena sentía su colonia cara como un sedante, cuando el experto beso despertaba su cuerpo con una serie de fuegos artificiales, Bernhard finalizó el beso de manera tierna y sin soltarla le dijo:
— Yo hablo con la verdad y siempre se más cosas de las que digo, así que debes prometerme, no olvidaras mis siguientes palabras. Elena te deseo y mucho, eres hermosa y yo no soy ningún santo, pero en tus ojos veo como tratas de idealizar esto a una manera que no será, más si quieres tengamos una pequeña aventura y luego seremos sólo amigos, o si quieres seguir aferrada a tus ideales de felicidad inténtalo, vive sólo con lo que estés cómoda, en el momento que decidas que eres capaz de ver la vida como yo, aquí estoy disponible.
Elena se tensó involuntariamente, está era una prueba de fuego para la antigua Elena, acostumbrada a complacer y hacer felices a los demás y tomar las migajas para ella, y una parte de ella quería rendirse a la lujuria de una aventura, pero no era el momento de tomar una decisión así, más porque sospechaba que si aceptaba a Bernhard era por venganza a Sergio y Bernhard no merecía eso, pero Bernhard le había enseñado que debía ser fiel a sí misma y el sentimiento de que era algo sórdido no le permitiría disfrutarlo, así que tomó la decisión que no lo complacería a él ni la llevaba a tomar el camino espinoso de la venganza y la lujuria en la que saldría quemada, que irónico que fuera el mismo Bernhard quien la motivara a ello.
— No, no puedo, prefiero que solo seamos amigos y no eres ningún viejo verde, eres un bombón y tú lo sabes, te sobra quien te suba el ego, he allí mi problema, tienes tanta audiencia que no estas disponible para una relación seria, no me hayo como la amante de alguien y por mucho que me dores la píldora, no creo que llegue a conformarme alguna vez.
— Ven a Caracas conmigo, para que conozcas a mi hijo —Bernhard le tomó la mano entrelazando sus dedos— te quedas en mi hotel y te mando a traer mañana, por supuesto en una suite para ti sola.
— Bueno está bien, pero debemos comenzar a tomar una distancia más acorde a los amigos, mira que ser buena, cuesta más si te tengo tan cerquita.
Elena sonreía y se moría por acceder a la pequeña aventura y luego ser solo amigos, pero dominó sus bajos instintos y perseveró en sus ideales, le soltó la mano.
— Hugo vamos a Caracas, directo al hotel —dijo dirigiéndose al chofer que estaba fuera del auto— tendré que acostumbrarme, a que me pongas en mi sitio, he estado muy consentido y siempre me dejan tomarme libertades.
Ambos rieron y el momento fue mucho menos incomodo, gracias a la actitud siempre controlada y jocosa de Bernhard.
Llegaron al hotel Larsson muy rápido, la distancia de Valencia a Caracas es corta, fueron directo al restaurant Välsmakande, Elena estaba sorprendida con la majestuosidad de todo allí, era un local amplio en color crema, las lámparas daban una luz tenue, no era oscuro, era ameno, la decoración elegante, columnas talladas, los manteles en color ocre, había pocas mesas ocupadas.
— Berni todo es precioso, ¿Por qué no he escuchado del restaurante? el hotel es muy conocido, pero el restaurante no tiene publicidad ¿Cómo es que se llama?
— Välsmakande, tengo entendido que si tiene en la radio y en televisión junto al hotel.
— No Berni, necesita publicidad por separado, recuerda que la gente que viene al restaurante no tiene que hospedarse en el hotel, es un negocio aparte, y ¿Qué significa el nombre es sueco verdad?
— Significa sabroso. Pues ahí lo tienes tu primer trabajo independiente, te pondré en contacto con mi publicista, podrás trabajar a la par con él o lo despido y llevas la publicidad para el restaurante.
— Puedo hacerlo, pero no quisiera dedicarme al negocio de publicidad por los momentos, quiero alejarme de Sergio y en ese mundo me lo conseguiría siempre.
— Entonces encárgate del restaurante, es perfecto, precisamente el actual gerente se retira, abrirá su propio negocio en otro país y pensaba ceder la concesión a un independiente, ya tenía algunos interesados, pero esto podría ser bueno para ti, es otro ambiente, necesita publicidad y mucho trabajo, ¿crees que podrías con ese nuevo empleo?
— No lo sé. Es decir, sé que puedo con el trabajo, pero no quiero privarte de un buen negocio solo por ayudarme.
— Hagamos algo, toma el puesto de gerente del restaurante, si no te gusta o no da ganancias porque resulta que no tienes ni idea, te retiras y yo entrego la concesión.
— Guao Berni, sabes qué, sí acepto, ya verás lo haré bien, Berni que emoción, pero si aunque yo crea que lo estoy haciendo bien las ganancias no son mayores a las que obtendrías entregando la concesión me lo dices y me retiro.
— No te preocupes por eso, no tengo la fortuna que tengo por ser noble en los negocios, si no da resultado, buscamos otra cosa.
***
ESTÁ ES LA PRIMERA ENTREGA DE LA SAGA CHICAS DE ORFANATO, LA HISTORIA DE BRENDA Y BELINDA YA ESTÁN AQUÍ
BRENDA LA VALKIRIA
BELINDA TRAICIÓN Y SALVACIÓN.
— Buenas noches, papá. Un hombre altísimo, Rubio y musculoso estaba junto a ellos, era contemporáneo con Elena, un poco mayor. — Hijo ven, te presentaré a la mujer más extraordinaria que he conocido, y ha tenido la poca delicadeza de rechazarme. Elena enrojeció hasta las raíces del cabello. — Encantado señorita, Sebasthian Larsson —dijo Sebasthian tomándole la mano e inclinándose para besar sus nudillos. — Igualmente —dijo casi susurrando Elena aún apenada. Bernhard se reía y Sebasthian los observaba. Sebasthian era como ver a un dios nórdico de leyenda, con su belleza dorada y brillantes ojos azules. — Entonces ¿Cómo se conocieron? — Fue en Margarita, durante las vacaciones de Elena, en El Atlantis, acababa de firmar el documento final de compra, decidí tomar un whisky, sabes que Andueza no fue un vendedor amable, casi rompe el papel con el bolígrafo, dijo felicitaciones rompiéndose los dientes y se fue, mejor así no tuve interrupciones, cuando vi a
Aeropuerto de Maiquetía. Pablo Larsson llegaba de París, apenas podía disimular su entusiasmo al volver a su tierra natal Venezuela, la ansiedad de saber que llegaba a encarar el proyecto que siendo sinceros, su pequeña empresa no hubiera conseguido si no se tratara de un proyecto Larsson; era su deber dar la talla y a su vez era el trampolín para él y su socio, la presión era mucha, pero estaba entusiasmado y seguro de poder conseguir el éxito esperado, sus facciones eran muy marcadas Larsson, también había heredado facciones de su madre, no era rubio y sus ojos también diferente a los otros Larsson, no eran azul brillante, eran grises como una tormenta, muy ancho de espalda y de caderas finas, sus trajes no necesitaban relleno, siempre fue un deportista, era orgulloso, en un principio no creyó tener la experiencia de tomar este gran proyecto y no lo hizo, siempre se empeñó en valerse por mérito propio comenzando desde abajo cómo lo hicieran su padre y su tío, ahora era el momento
Bernhard dio un trago ya concentrado totalmente en su sobrino. — Pablo ¿Cómo vamos con la construcción? — Vamos bien con las fechas en cuanto a la demolición, pero hasta que no vaya a Margarita no puedo darte fecha de entrega, es un monstruo tío, espero estar a la altura. — Estoy seguro que no tendré queja. Y tú ¿Cómo estás y cómo te trató la ciudad de la luz? — La verdad me emocionó volver, al parecer vivir solo de fiesta terminó aburriéndome. — ¿Sigues con la idea de buscar esposa y enseriarte? —dijo Bernhard con un fingido estremecimiento. — Vine porque me llamaste tío, en realidad no estoy apurado por conseguir esposa, para nada. — Algún día conocerás alguna joven apropiada para ser tu esposa, si resulta que hay amor entre ustedes, sería mucho mejor, es lo que deseó para Sebasthian y para ti —dijo Bernhard más serio. Bernhard se quedó un momento pensando, Pablo vio que estaba observando a Elena que estaba conversando con dos hombres con traj
Esa misma noche Pablo había tenido una visita inesperada en su suite, una de las reservada para los miembros de la familia y personalidades vip. — Donna, qué sorpresa no esperaba verte, al menos no hoy. Donna Martino era una joven de 25 años delgada y esbelta como modelo, no tenía muchas curvas, su cara era un pequeño ovalo con rasgos finos y hermosos, su principal atractivo sus ojos, verdes y grandes, en comparación a la delicadeza de su pequeña boca, que siempre mostraba un pequeño puchero ensayado, y el cabello era negro brillante muy liso, llegaba casi a la cintura, llevaba un vestido verde ajustado y muy corto. — Necesitaba verte Pablo, para pedirte perdón. Conseguí que mi hermano me dijera en qué habitación estabas, por favor no te molestes con él, es que tenía que verte. Pablo se apartó de la puerta para que Donna pasara, de verdad no la esperaba, sabía que en cualquier momento lo buscaría, porque la escapada con el instructor no le duró. En menos de un mes
— Tío necesito un favor —dijo Pablo ahora serio. — ¿Qué pasó Pablo? claro. — Necesito otra habitación. — ¿Algún problema con la suite? —preguntó Bernhard preocupado. — No, no se trata de eso. — Es que anoche, Donna vino a verme; quería disculparse, bueno que baste decir que pasó la noche conmigo, esta mañana le dije que era solo cosa de una noche, pero como no creo que se conforme, no quiero que me encuentre si vuelve. — Por supuesto no se conformará con perder tan fácil la gallina de los huevos de oro, pero me inquieta saber ¿Cómo hizo para saber cuál era tu suite? — No te preocupes, nada que ver con tus empleados, Dante le dijo. — Ese amigo tuyo me gusta menos que esa arpía, pero, aunque es un alivio saber que no fue por chisme de mi gente, arreglaré con mi asistente que te cambien tus cosas a otra habitación, me imagino que ella todavía está aquí. — Seguramente, pero le dejé claro que no la quería allí al volver y me dijo que ya se iba.
Elena estuvo todo el día de aquí para allá, eso era lo normal en el restaurante, pero hoy era uno de esos días, dónde todo simplemente sale mal, pero a pesar de que el pedido de pescado llegó incompleto, que una ayudante de cocina se cortó en la mano y que tuviera que irse a la emergencia, el chef que es un verdadero genio culinario, pero bastante temperamental estuviera a punto de un colapso nervioso porque la comida no estaría a tiempo, finalmente el almuerzo había salido bien, para el turno de la noche no deberían haber más contratiempos, una bulliciosa familia llegó al restaurante, era la pareja que coincidió con ella y Sergio en el ascensor del hotel de Margarita, el día que todo cambió, en está ocasión la pareja iba acompañada de la familia incluyendo varios nietos, Elena los recibió, a veces hacia el trabajo del maître y pensó "por favor Dios que no me reconozcan" la pareja no reparó para nada en ella, Elena cayó en cuenta de que no solo habían pasado más de un año, también en
A las 12.15 del mediodía Pablo llegó al restaurante acompañado de Dante. Pablo observó el desempeño del personal y pensó en hormigas trabajadoras y organizadas en su colonia por su reina, Elena sin duda parecía una reina, la vio al otro lado del restaurante, regía y orgullosa en su colonia. Esta hablaba con un hombre mayor con traje de mozo, en eso como si Elena hubiera sentido su mirada, le regaló una pequeña sonrisa y un asentimiento con la cabeza, Pablo le correspondió asintiendo de igual manera. — ¿Ya habrá llegado tu tío? — No lo sé, ya Elena nos dirá. — Bienvenidos al Välsmakande caballeros, pasen adelante. — Buenas tardes Elena, ¿Mi tío ya llegó? — No… y no sé si vendrá hoy, pero vengan los llevó a una mesa para que almuercen. Los dos hombres la siguieron, Dante miró a Pablo interrogante, Pablo le hizo seña que no sabía, en realidad, ella no le había dicho que Bernhard estaría presente, él sólo lo asumió. Elena los ubicó en una mesa y le hizo señas
Pablo llegó hasta el lobby del hotel Dante lo esperaba sentado en un amplio sofá, estaba hablando por el teléfono celular en voz baja. — Oh sí nena escápate esta noche y te haré eso y más, sabes me tendrás cachondo toda la tarde, llámame cuando el viejo se vaya… chao. Dante colgó la llamada, miró a Pablo y se levantó. — Qué pasó te retuvieron mucho. Dijo Dante elevando las cejas. — Nada, me encontré a mi tío. — Sí lo vi cuando pasó con la morena, creo que es una modelo de motos, me parece haberla visto en televisión. — No sé, no le presté atención. — ¡No le prestaste atención!, así te dejaría la chica linda del restaurante, por cierto ¿Cómo se lleva con la socia? Tú tío es mi héroe. —¿Qué socia?—Pablo aún le resonaban en la mente las palabras de Elena. — Tierra llamando a Pablo, las mujeres de tu tío, ya me las imagino, esas dos juntas en una habitación. Pablo se sintió mal de imaginar a Elena en tórridos tríos, algo le pasaba, le